«Es muy tentador, en las manifestaciones turcas, ver las protestas de un movimiento laico republicano contra un islamismo gubernamental, lo contrario de la plaza Tahir de El Cairo, donde el poder laico republicano se enfrentaba a la revolución de una nebulosa islamista…»
Ante esta cuestión de Mediapart, el 4 de junio de 2013, Levent Yilmaz, profesor de historia de la universidad Bilgi de Estambul respondía:
«La noche del sábado (1 de junio) mostró alineamientos que desafían ese tipo de clasificación. Vimos incluso a forofos de clubs de fútbol rivales ayudándose en tanto que el llamamiento, al mismo tiempo poderoso y unánime, de las redes sociales había hecho su trabajo: una organización impresionante sin las características, las particularidades y los exclusivismos relacionados con los movimientos partidistas.
Por otra parte la oposición institucional renunció al intento de captar al movimiento y su millón de turcos contestatarios, lo que demuestra un levantamiento popular espontáneo, sin una ideología preconcebida, en manos de personas responsables que llegaron incluso a limpiar la plaza y sus jardines después de las cargas policiales».
Pasemos al enunciado del periodista… y a la definición de la lucha egipcia como enfrentamiento de una nebulosa islamista a un poder laico republicano (¡estamos soñando!), pero la respuesta de Yilmaz rebate las simplificaciones sobre Turquía, y más ampliamente sobre el mundo árabe (Túnez, Egipto), que reducen la vida política a un enfrentamiento entre dos bloques.
Para una buena revisión de lo que se escribe respecto a Turquía, se puede consultar la web de Alain Bertho, Anthropologie du présent , que sigue los acontecimientos al día, así como el blog de Etienne Copeaux, Un pas de côté dans les études turques .
Sí, el partido Justicia y Desarrollo (AKP) procede de un movimiento islamista cercano a los Hermanos Musulmanes. Pero es importante hacer un balance objetivo de sus realizaciones desde que llegó al poder en 2002 que le han dado dos victorias más en las elecciones legislativas de 2007 y 2011 (esta última con casi el 50% de los votos).
El avance más importante realizado por ese partido fue devolver al ejército a sus cuarteles (sobre ese enfrentamiento leer Qui gouverne la Turquie ? Hasta entonces esa institución hacía y deshacía y tenía un peso político desmesurado, regularmente denunciado por la Unión Europea. Porque es obvio que no puede haber progreso democrático cuando el estado mayor decide los asuntos esenciales. Uno de los problemas de la oposición denominada de izquierda (el Partido Republicano del Pueblo, CHP) es que es incapaz de elegir entre su lealtad al ejército y la democracia. Este partido está atravesado por numerosas corrientes y es incapaz de representar una alternativa del AKP (obtuvo alrededor del 26% de los votos en 2011).
En una web apasionada dedicada al fútbol y su ubicación en Oriente Próximo, The Turbulent World of Middle East Soccer (con un lugar importante concedido a los ultras, los partidarios de los clubs cuyo papel es más conocido, sobre todo en Egipto), James Dorsey señalaba el 2 de junio:
«Al contrario que las manifestaciones masivas que derrocaron a los dirigentes en los países del norte de África, las manifestaciones en Turquía van contra un dirigente democráticamente elegido que ha ganado tres elecciones con una mayoría respetable, ha presidido un período de crecimiento económico importante y ha posicionado a su país como una potencia regional con ambiciones internacionales. Se trata de un país que, al contrario que los países árabes y a pesar de todos sus defectos, es democrático y tiene una sociedad civil inquieta y muy desarrollada».
Hay que añadir que también fue este gobierno el que tuvo la valentía de abrir negociaciones con los «terroristas» del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Entonces, ¿qué pasó? ¿Por qué una manifestación de signo ecológico en el centro de Estambul se convirtió en una revuelta?
Han jugado dos factores, al menos de manera indirecta, que provocaron el descontento: primero la ralentización económica (hay que señalar que a pesar de una disminución sensible en los años 2000, las desigualdades siguen siendo considerables en Turquía). El otro factor es una hostilidad creciente hacia el activismo de Ankara en Siria.
Pero la principal responsabilidad de la revuelta incumbe al mismo que dio el éxito al AKP, Recep Tayyip Erdogan, el primer ministro. Embriagado por sus logros pretende consolidar su poder a cualquier precio, intenta que se redacte una constitución presidencial que le permita aspirar al cargo de jefe del Estado y desprecia a sus rivales, lo que multiplica las iniciativas sucias.
Sin duda lo más grave es la deriva autoritaria que ha causado la encarcelación de decenas de periodistas y cientos de opositores, especialmente kurdos. La brutalidad de la represión contra los manifestantes de Taksim ha reunido contra Erdogan un amplio frente muy heterogéneo y que probablemente no se limita a los «laicos». Así que, recordando a James Dorsey, por primera vez desde hace 30 años los forofos de tres grandes clubs de fútbol de Estambul, sin embargo rivales, se unieron a los manifestantes cuya diversidad política y sociológica es muy notable, como señalan Didem Collinsworth y Hug Pope The Politics of an Unexpected Movement , 4 de junio:
«Todavía más sorprendente es la presencia de grupos rivales que actúan codo con codo, incluidos los representantes de la comunidad aleví (alrededor del 10% de la población de Turquía), ultranacionalistas, conservadores de derecha, algunos islamistas y los kurdos de Turquía –algunos ondeando la bandera del PKK- Algunos grupos más marginales también se unieron a las manifestaciones, incluidos los izquierdistas y los marxistas, así como los anarquistas ondeando banderas negras».
El enfoque que querría ver en esas acciones un movimiento contra la «reislamización» de la sociedad no corresponde a la realidad. Levent Yilmaz señala:
«Nosotros hemos entendido claramente un actuación frente a un gobierno conservador musulmán, que sin embargo no ejerce una opresión confesional. Erdogan presenta un perfil autoritario. Parece en vías de 'putinización'. Se mete en todo y suscita miedo. Esta atmósfera de temor agobiante ha ganado sectores que parecían intelectualmente armados para resistir: los medios de comunicación, la universidad…
Pero los enfoques en Francia u otros lugares a veces empujan a ‘sobreinterpretar’ algunos signos de autoritarismo como señales religiosas. El ejemplo de las recientes disposiciones que limitan el comercio del alcohol es sintomático. El asunto me parece menos represivo que muchas de las ordenanzas del otro lado del Atlántico donde, por ejemplo, la venta está prohibida a los menores de 21 años. En Turquía se basa en una legislación ya existente, el poder puede impedir semejante comercio tras las 22 h. o en la proximidad de las escuelas. Veo más la señal de conservadurismo que de islamismo».
También hay que señalar que el control del poder sobre los grandes medios de comunicación audiovisuales también jugó un papel en la furia de los manifestantes (leer Dans la rue, la colère monte contre “CNN-Pingouins” et les médias turcs acquis au pouvoir , LeMonde.fr, 4 de junio.
¿Qué pasará ahora que el primer ministro está en el Norte de África, que el sindicato de la función pública ha llamado a una huelga de 48 horas (poco seguida) y que la Confederación Sindical de los Trabajadores Revolucionarios (DISK), que declara 420.000 miembros, llama a una huelga el miércoles 5 de junio?
En ausencia de Erdogan, el viceprimer ministro Bülen Arinc reconoció, según la AFP, las «legítimas» reivindicaciones de los ecologistas que están en el origen de la revuelta. Además presentó sus «excusas» a los numerosos heridos civiles y lamentó la utilización abusiva de gas lacrimógeno por parte de la policía «que hizo descarrilar las cosas».
¿Hay divisiones en el AKP? Sin duda, y las declaraciones del presidente Gul fueron tan apaciguadoras como las del viceprimer ministro. Pero sería prematuro descartar a Erdogan, que todavía dispone de amplios apoyos, incluso en una parte importante de la población.
(Sobre el movimiento de Fethullah Gülen, leer de Wendy Kristianasen Ces visages multiples de l’islamisme , Le Monde diplomatique, julio 1997.
Hay otro factor que pesará, revela Dorsey: «El rival islamista de Erdogan, Fethullah Gülen, un religioso con poder autoexiliado en Pensilvania, que ejerce una influencia en la policía, puede muy bien haber visto las protestas como una ocasión de debilitar al primer ministro. El colega de partido de Erdogan, el presidente Abdullah Gul, está considerado próximo a Gülen. En una alusión velada a Erdogan, Gülen predicó recientemente contra el orgullo. Por otra parte, los informes que circulan en Estambul dicen que el ejército, que comparte las sospechas de los laicos con respecto al gobierno, ha rechazado las demandas de ayuda de la policía y que incluso un hospital militar distribuyó máscaras antigás a los manifestantes».
Alain Gresh
Le Monde diplomatique
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