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martes, junio 18, 2013
La rosa de fuego. El obrerismo barcelonés de 1899 a 1909 (*) Una reedición necesaria
"Rosa de fuego" era la expresión empleada por anarquistas de América, el referenet de la épica proletaria insumisa contra una patronal que se creía ungida por Dios y que se reunía en una agencia llamada "Fomento Nacioanl del Trabajo"...
Rosa de fuego" era la expresión empleada por anarquistas de América al referirse al empaque revolucionario de la Barcelona de inicios del siglo XX, y así quedó, como un referente de la épica proletaria. Pese a ello, en 1900 un patrono catalán, José Badía, veía al proletariado de la urbe poco radical: "El obrero es bueno, útil y dócil, pero en demasía impresionable". ¿Cómo eran entonces trabajadores de la capital catalana?
La medida más justa nos la ofreció Joaquín Romero Maura (Niza, 1940), doctorado en Historia por Oxford, con esta obra publicado en 1974 y ahora reeditado. Es trabajo de 400 páginas (y 300 de anexos y notas) reconstruye con minucia y perspicacia las condiciones de vida del proletariado, muestra las fluctuaciones de su encuadramiento político y organizativo, los altibajos de su violencia y sus nexos con el anarquismo y el republicanismo entre la derrota colonial de 1898 y la Semana Trágica de 1909. Su reedición está más que justificada por dos razones. Una es su estilo ágil y narrativo, que combina con habilidad explicaciones complejas y anécdotas ilustrativas, como la de un desertor preso que captó el carácter efímero de la insurrección anti clerical de 1909: liberado por los revoltosos, se negó a huir de la cárcel arguyendo que "eso que hacéis durará ocho días, y entonces me la cargaré por desertor y por revolucionario". La otra es el gran conocimiento de las fuentes que refleja el autor, que le permite cuestionar tópicos arraigados, como reducir el influjo de Alejandro Lerroux a su demagogia (cuando fue un hábil constructor de partido) ó mostrar el carácter poliédrico del anticlericalismo.
Romero Maura traza una gran panorámica política y social de la Barcelona de la época, una ciudad cosmopolita de más de medio millón de habitantes (de los que 150.000 eran obreros) y culturalmente tributaria de Londres, París y Berlín. El libro expresa como aquí los clamores regeneracionistas posteriores al “desastre del 98” se tradujeron en el fin de las elecciones amañadas (el censo electoral de 1899 tenía 100.000 votantes, incluyendo a 27.328 ficticios y excluyendo a 37.000 verdaderos) y el hundimiento de los partidos dinásticos ante el empuje de nuevas fuerzas que conformaban partidos de masas, el catalanismo y el republicanismo acaudillado por Lerroux, mientras el movimiento obrero se reorganizó sentando las bases de su futuro crecimiento.
En este convulsivo contexto, la formación de Solidaritat Catalana, candidatura que en 1906 unió a catalanistas, republicanos y carlistas (para oponerse al proyecto de ley de jurisdicciones) fue un catalizador político decisivo, pues favoreció tanto a la Lliga (su discurso catalanista devino hegemónico) como a Lerroux (que se mantuvo al margen y se creó un perfil propio, a diferencia de los republicanos solidarios). A la vez, en 1907 se constituyó la federación Solidaridad Obrera, que reunió a anarquistas, socialistas y lerrouxistas. Dos años después, la Semana Trágica mostró cómo se habían establecido estrechos vínculos entre los obreros y Lerroux.
La conclusión es un ensayo excelente, cuya lectura ofrece un incentivo inesperado en la medida que el paisaje político que describe reviste llamativas concomitancias con el actual. Nos referimos, por ejemplo, al descrédito de la política de los partidos tradicionales; al enorme influjo de Catalunya en España, que el conde de Romanones (varias veces ministro), sintetizó así: "Durante un cuarto de siglo, los gobiernos de España han vivido pendientes de las vibraciones catalanas"; o a los agricultores de Monzón (Huesca) que en 1898 pedían recortar gasto al Estado en estos términos: "La patria nos cuesta más de lo que vale. Para que estemos satisfechos de haber nacido en ella, hay que abaratarla". ¿No resulta hoy todo ello de una familiaridad inquietante? Sísifo vuelva a hacer suya la piedra.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
(*)- Joaquín Romero Maura: La rosa de fuego. El obrerismo barcelonés de 1899 a 1909
RBA, Barcelona, 732 páginas
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