Las protestas en una veintena de ciudades brasileñas denotan hoy un creciente malestar popular por la continúa alza de los precios, el elevado costo de la vida y el gran gasto público para la Copa de Confederaciones.
Las manifestaciones, iniciadas el pasado día 3 en Sao Paulo en contra del aumento del pasaje de los ómnibus, trenes y metro, adquirieron fuerza hasta extenderse por principales municipios estaduales, sumando a su paso otros reclamos.
Ahora, además de rechazar una subida de la tarifa del transporte público en casi todos los estados en 0,20 reales (0,10 centavos dólar estadounidense), la ciudadanía demanda menos corrupción y mayor inversión en educación y salud.
Los pronunciamientos son también en contra del excesivo gasto público en las construcciones de los estadios para la Copa de Confederaciones y los aun en ejecución para el Mundial de 2014.
Estos reclamos fueron la gran motivación de las marchas, que alcanzaron su clímax este lunes con la participación -según medios de prensa brasileños- de unas 200 mil personas en las manifestaciones en una veintena de ciudades.
En Brasilia, más de cinco mil jóvenes se concentraron en las afueras del Congreso Federal, donde gritaron consignas en contra de los parlamentarios y llamaron al Gobierno a preocuparse más por el gasto público.
Queremos escuelas dignas, educación y salud de calidad y menos corrupción, declaró Joao Ventia, de 27 años de edad, al criticar los ostentosos gastos realizados para remodelar los estadios, que ahora tienen precios más altos.
No nos hace falta ese tipo de instalaciones deportivas, ni Copa de Confederaciones y Mundial en 2014; nos hace falta una mejor atención médica, buenas escuelas públicas y una enseñanza de excelencia, destacó por su parte Camilo Moroti, estudiante universitario de 22 años de edad.
Además de la capital federal se registraron masivas manifestaciones en Belo Horizonte, Minas Gerias, donde unas 30 mil personas marcharon hasta las proximidades del estadio Mineirao durante el partido Nigeria y Tahití y fueron reprimidos por las fuerzas del orden.
En Río de Janeiro salieron a las calles unos 15 mil jóvenes, mientras en Sao Paulo lo hicieron 65 mil según datos de movimientos y redes sociales.
En la capital carioca un grupo de protestantes protagonizó destrozos en las afueras de la Asamblea Legislativa, quemó un auto y una agencia bancaria, lo cual motivó la intervención policial. En Sao Paulo, la marcha fue pacífica.
En Porto Alegre, Río Grande do Sul, la policía dispersó también un grupo con gases lacrimógenos, mientras ocurrieron igualmente protestas en Salvador, Curitiba, Maceió, Belem y Santos, entre otras ciudades.
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