Es un placer anunciar que, tras muchas horas de hemeroteca online, nunca había visto una intervención militar tan exitosa como la de Francia en Malí. Basándome en las fuentes consultadas, esta intervención militar no ha causado ni una sola víctima civil o inocente, y sin embargo ha “neutralizado” a muchos cientos de terroristas. En este análisis quiero centrar mi atención en la única víctima de la intervención que he podido corroborar: La verdad.
He intentado hacer un recuento aproximado de víctimas inocentes en Malí, revisando las noticias llegadas desde el terreno, los medios nacionales, para hacer una valoración de esta guerra abierta en el norte de África. He descubierto con asombro que prácticamente el 99 por ciento de las noticias que se publican en Malí, sobre Malí, llegan de medios franceses, sobre todo de Agence France-Presse, AFP, y de Radio France International, RFI.
Según estas noticias solamente han muerto soldados de las tropas aliadas e islamistas, yihadistas o terroristas. Las pocas víctimas civiles que podemos encontrar han muerto a manos de los terroristas. Algo extraño si tenemos en cuenta que, desde el mismo día 11 de enero de este año, cuando Francia “acudió a la llamada de socorro de Malí”, la estrategia fue bombardear intensivamente.
Por ejemplo, el 15 de enero, podemos contar 5 yihadistas muertos tras los “intensivos bombardeos nocturnos de los aviones franceses sobre la localidad de Diabali”. El día anterior había dado la vuelta al mundo la noticia de que los islamistas habían “atacado” o “tomado el control” de la ciudad de Diabali, en el centro Malí. No se dan cifras de víctimas civiles a manos de los terroristas. Tampoco se dice cuánta población tiene la ciudad de Dabali, ni se han visto imágenes de esta urbe, que al parecer tiene “escasa población”. La AFP cuenta que los terroristas se habían escondido entre la población, tomando a ésta como rehén. Si esto era así, resulta poco creíble la cifra oficial de cinco terroristas muertos y ningún civil tras los bombardeos. Un vecino de una localidad cercana, a 20 kilómetros, testigo de los bombardeos, declaró a la AFP que había visto cómo unos “islamistas”, que huían de Diabali en un todoterreno, tuvieron un accidente y algunos de ellos murieron en este accidente. Como fueran cinco, ¿los bombardeos intensivos no mataron a una sola persona?
La agencia de noticias china Xinua, a la que también refiere la web Malíjet, el día 18 de enero cita a un oficial maliense que calcula que las tropas aliadas (ellos y los franceses) han matado a “muchos” terroristas “mientras huían de Konna”. ¿En retirada? ¿Por la espalda? ¿No hacen prisioneros? ¿No habría que investigar este tipo de acciones?
La respuesta más cercana a esta duda la pude encontrar en otro balance que ofrece el ministro de Defensa, el día 5 de febrero, de “muchos cientos” de yihadistas muertos por los bombardeos franceses en las regiones de Konna y Gao. A la pregunta de un periodista sobre si no había “prisioneros”, el ministro respondió escueto “algunos”. Hasta más de la mitad del texto no hay modo de saber si el ministro que hablaba es el de Malí o el de Francia. Era el de Francia, Jean- Yves Le Drian, la noticia es de AFP.
El 9 de febrero podemos sumar dos soldados malienses muertos, aunque no fue en combate, sino en uno de los varios enfrentamientos internos entre los boinas rojas (partidarios de Amadou Toumani Touré, el presidente depuesto en 2012) contra los boinas verdes (partidarios del capitán golpista Amadou Sanogo).
El 19 de febrero murieron “más de 20 islamistas” en uno de los combates más duros, en las montañas de Adrar de los Ifoghas, tras la operación pantera, llevada a cabo por soldados malienses y franceses. Aquí murió un paracaidista francés, el segundo que muere en Malí, el primero murió en un accidente de helicóptero. Aunque en noticias posteriores sobre este combate la cifra de los muertos, ofrecida por la misma AFP, se reduce a 15 yihadistas “neutralizados”.
El 3 de marzo Europe 1, citando a AFP y recogido por Malíjet, cita “al menos 50 islamistas muertos”, a 60 kilómetros al norte de Gao. Ningún aliado.
Ya el 27 de marzo, un balance general ofrecido por el portavoz del ministerio de Defensa maliense a la AFP, el teniente coronel Souleeymane Maïga, habla de 63 soldados malienses muertos, dos de Togo, uno de Burkina Faso, 36 de Chad, y unos 600 combatientes, supongo que islamistas. Ningún civil. Justifica este redondeo constante de los muertos yihadistas porque “generalmente ellos se llevan a sus muertos para enterrarlos”, como si fuera una particularidad rara de los villanos de esta película.
Otra teoría sobre este redondeo se puede deducir por intuición de hechos como estos. El 19 de enero, la AFP informa a través de Malíjet, que los habitantes de Gao han linchado a un líder islamista, en represalia porque éste había matado al periodista Kader Touré “acusándolo de trabajar para el enemigo” (RFI). El supuesto linchado es Alioune Touré, jefe de la “policía” islámica en Gao. Pues no sumen todavía estos muertos, porque RFI anunció después que Kader estaba vivo, y el 10 de mayo el mismísimo Alioune Touré reivindicó un doble atentado suicida en las ciudades del norte de Ménaka y Gossi, según RFI. En este doble atentado suicida murieron cinco personas, cuatro en Gossi y una en Ménaka, los cinco eran camicaces. Parece que los suicidas en Malí no van solos, van de dos en dos, de tres en tres ¡y hasta de cuatro en cuatro! como en Gossi, para una explosión que no logró matar a nadie más.
Otro terrorista muerto que después resultó ser un muerto-viviente, es el famoso Mokhtar Belmokhtar, su imagen dio la vuelta al mundo varias veces, porque se le responsabiliza de los atentados con rehenes en In Amenas, Argelia, después fue a Malí y allí los militares de Chad aseguraron a los medios internacionales que le habían matado. Mostraron al mundo una foto del supuesto cadáver de Mokhtar Belmokhtar, con copyright de RFI, por cierto. Pero resulta que el 24 de mayo, el mort-vivant, como le llaman algunos en Malí, es el responsable de un atentado suicida esta vez ¡en Níger!
Me cuesta creer que no haya víctimas civiles, salvo las 23 personas que anoté, muertas a manos de los rebeldes tuareg del MNLA. 20 en la villa de Bougoumi, en la región de Mopti, el 20 de marzo y tres en Kidal el 24 de abril. Y una cifra todavía no fijada de personas muertas por “exacciones de los soldados malienses” al entrar en el norte, en represión contra los islamistas.
No quiero compararme a otras personas que pueden conocer en persona, mejor, más profunda y directamente la historia e idiosincrasia de la vida en Malí, por lo tanto hago mi análisis desde mi experiencia, desde el terreno que piso: los medios y la información.
Lo primero que pongo en duda es que la entrada de Francia en Malí, el día 11 de enero, fuera una reacción rápida a la llamada de socorro del presidente Dioncounda Traoré, del que los malienses dicen que la única decisiónque ha tomado ha sido ponerse una bufanda blanca, y cuyo régimen es conocido como el de “ATT sans ATT”. Según esta versión oficial, habría que considerar una afortunada casualidad que ya estuvieran pre posicionadas en Malí tropas francesas del Primero de infantería de la Marina, un regimiento de paracaidistas, helicópteros de Operaciones Especiales, tres Mirage 2000D, dos Mirage F-1, tres C135, un Hércules C130 y un Transall C160, como desveló en enero el periodista francés, Thierry Meyssan.
Francia ha acudido solamente a asegurar sus intereses económicos en Malí y en toda la región, esto creo que ya nadie lo duda a estas alturas, ni siquiera los propios malienses, que recibieron a los soldados franceses en su “entrada triunfal, agitando banderas francesas y gritando ¡gracias Francia!” (AFP, 16 de enero). Ahora dudan sobre “las verdaderas intenciones de Francia”, se enfadan con que hace concesiones a los tuareg del MNLA que se han quedado el control de Kidal, protegidos por Francia, a pesar de que los malienses no quieren ni plantearse el dejar alguna región a los tuareg. Ahora la guerra es de guerrillas, sin un final en el horizonte. Oficialmente, para Francia la región se ha liberado prácticamente, y podría retirarse si no fuera porque no considera que haya nadie capacitado en Malí para dirigir Malí. “¿A quién vamos a devolver las llaves?”, se lamentaba Pierre Lellouche, en la Asamblea Nacional francesa, el 22 de abril.
No podemos olvidar el papel de Estados Unidos. Ya en los años 60, algunos documentos desclasificados del gobierno de los EEUU hablaban de presionar a los países (“socios”) europeos para que intervengan en África en la lucha por el control de los recursos, quedando ellos como “observadores preocupados” ante la opinión pública. Tanto entonces como ahora, EEUU interpreta muy bien su papel de “observador preocupado”, aunque se hace obvio y de conocimiento público, no mediático, que la ayuda militar a las guerras en África es enorme, y verdaderamente sin ella, ni siquiera Francia podría haber llevado a cabo las guerras en Costa de Marfil, Libia y Malí. Por ejemplo, cuando la OTAN se había estancado combatiendo a las fuerzas de Gadafi en Libia, un submarino estadounidense situado en el Mediterráneo, el USS Florida, “observando” lanzó 100 misiles crucero contra las fuerzas de defensa aéreas de Gadafi en una sola noche, con lo que abrió un corredor para que los franceses y demás países europeos de la OTAN entrasen y pudieran seguir “conquistando” Libia.
Cómo no mencionar el papel de los líderes africanos de la región, que han demostrado a los ciudadanos sobradamente su ineptitud, o tal vez su falta de interés por los verdaderos problemas de los pueblos. Cuando por fin se reunieron para debatir sobre Malí, la conclusión más importante a la que llegaron es que había que pedir más dinero. En la reunión de la ECOWAS o CEDEAO (Comunidad Económica de Países del África Occidental) del 25 de febrero, tenían sobre la mesa una oferta de ayuda a la guerra de 455 millones de dólares, que los “donantes” internacionales habían prometido en enero. Tras debatir en algún hotel de lujo, llegaron a la conclusión de que el coste de la guerra en Malí se elevaría al doble, como poco, 950 millones de dólares, y procedieron a comparecer públicamente para pedir más dinero. Esto ya no sorprende a los africanos, que hartos de sus líderes y sus queridos “donantes” se ven hundidos en deudas ilegales que jamás podrán pagar. ¿A dónde ha ido a parar todo el dinero que han pedido en nombre de sus pueblos a los “socios donantes occidentales”? Al parecer a generar más deuda, pero nada tangible ni pagable.
Frente a la postura crítica que cuestiona las intervenciones militares de este tipo, muchos aducen “pero ¿Qué hacemos? ¿Qué solución hay? ¡Estaban sufriendo!”. Si los malienses pidieron ayuda, no creo que se estuvieran refiriendo a “bombardead nuestras ciudades y pueblos”. Los ciudadanos de Europa que queramos ayudar a los ciudadanos de Malí tal vez debiéramos reflexionar dos veces sobre la ayuda que nuestros gobiernos envían, pagada con nuestros impuestos: bombardeos intensos. ¿Es así como queremos ayudar? ¿Alguna vez esto ha ayudado a alguien? ¿Era eso lo que se nos pedía? ¿Ha mejorado la situación de los malienses con esta militarización externa occidental?
Es difícil responder a alguna de estas preguntas cuando la información sobre la realidad de la guerra de Malí está completamente manipulada y sesgada por los propios “intervinientes”, como hemos visto más arriba. ¿Cómo podemos tragarnos esta desastrosa información, totalmente inverosímil, descuidada y falsa? Aminata Traoré, maliense, en una carta durísima titulada “El naufragio y la ofensa Malí ha de ser devuelto a los malienses”, mencionó la razón de esto “El credo de Margaret Thatcher «There Is No Alternative» (TINA)”. Los medios nos lo han trasmitido como el catecismo, repitiéndolo una y otra vez hasta que lo hemos asimilado, nos hemos creído que no hay más alternativa que bombardear a las poblaciones que sufren, para ayudarlas.
Rosa Moro
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