sábado, agosto 10, 2013

Tony Richarson, uno de los representantes más radicales del “free cinema”



Si nos atenemos a las ediciones en DVD o las emisiones por TV, es evidente que incluso el peor Hollywood tiene mucho más difusión que el mejor cine europeo, que el “free cinema2, un movimiento que conviene conocer.
Uno de los cineastas más importantes de este movimiento fue sin duda, tony Richarson (Yorkshire, 1928), licenciado en Oxford, y muy comprometido con la izquierda radical durante la época en el que mantuvo relaciones con Vanesa Redgrave.
Tony Richardson comenzó su carrera en la BBC y fue uno de los fundadores de la English Stage Company, la formación que, con sede en el Royal Court, se planteó, desde un rea­lismo militante, la revitalización del teatro inglés. Director estrella en el Court desde 1955, fue el responsable, entre otras muchas, de las producciones de Look Bock in Anger (1956) y The Entertainer (1957), de John Osborne, que también dirigiría en Broadway Richardson debutó como realizador con el docu­mental Momma Dorít Allow, rodado al alimón con Karel Reisz, cuya trayectoria sería bastante paralela a la suya. La cinta, crónica co­ral de la noche de un grupo de jóvenes durante un baile de sábado, fue presenta­da en sociedad en una sesión de febrero de 1956; los historiadores datan ahí et naci­miento del Free Cinema, animado desde las páginas de la revista cinematográfi­ca Sight and Sound. El Free Cinema coincide plenamente con una cierto auge del inconformismo de izquierda en el país, con los postulados revitalizado-res de los llamados angry young men, tanto en teatro (Osborne) como en novela (Alan Sillitoe, Kingsley Amis), y que asume los pre­supuestos fílmicos de la Nouvelle Vague: reflejar la realidad con voluntad do­cumental, rodaje en exteriores naturales, actores jóvenes y poco conocidos.
Después de sus probados éxitos en el teatro, Richardson funda Woodfall Films con un equipo integrado por Harry Saltzman (productor), John Os­borne (guionista) y Oswald Morris (director de fotografía). En 1959 lleva a la pantalla Mirando hacia atrás con ira(Look Back in Anger), protagonizada por Richard Burton, Mary Ure y Claire Bloom, y que no llegará a las pantallas españolas hasta casi una década más tarde. Cuenta la historia de Jimmy Porter (un potente Burton), un inconformista sin futuro, amargado, contra todo y contra todos, que pese a su licenciatura académica malvive lle­vando un puesto de frutas en un mercado y descarga sus frustraciones en su esposa, una muchacha de clase alta, mientras mantiene una relación con una joven actriz (Bloom), la esposa de su mejor amigo. En 1960, Richardson apadrina el debut de su a compañero Karel Reisz, con otro de los títulos los clave del movimiento, Sábado noche, domingo mañana, sobre la novela de Alan Sillitoe, que lanza a Albert Finney como un joven obrero inconformista, que echa en cara al viejo funcionario tradeunionista que tarden tanto tiempo en hacer una huelga de verdad.
El mismo año 1959, Richarson hace la puesta en escena del segundo éxito tea­tral de Osborne, El animador(The Entertainer). Esta vez, el tono es de melodra­ma crepuscular y el protagonista es Archie Rice, un maduro artista de music-hall con más optimismo que talento, que malvive actuando para los veraneantes de un pueblo de la costa. La época (los días de la caída de Suez) actúa como telón de fondo para esta metáfora sobre el declive del Imperio Británico, endulzada por el amor a los cómicos que comparten tanto Osborne como Richardson. Laurence Olivier, fue un impagable Archie Rice, por lo cual recibió una nominación para el Oscar al Mejor Actor…Esta película apenas si es conocida en estos pagos, que yo sepa se estrenó en TV2 a altas horas de la noche. Más tarde, la TV norteamericana hizo un “remake” con Jack Lemmon.
Tom también hizo por entonces una fallida incursión en Hollywood (llamado por los Zanuck para dirigir una olvidable adaptación de Santuario, de Faulkner: Réquiem por una mujer (1961, una proyecto pensado para Lee Remick con Ives Montand y Braford Dillman, que ya había sido llevada al cine con el título de Secuestro (The Story of Temple Drake, Stephan roberts, USA, 1933), que fue una fracaso de crítica y público, aunque según Richarson, el problema fueron las amputaciones operadas en la sala de montaje.
Tony Richardson tuvo claro que en Hollywood no podía hacer lo que quería y regresó a Inglaterra.
En esta nueva etapa contó con un nuevo operador, Walter Lassally lleva a la pantalla otra de las piezas teatrales que había dirigido en el Court, Un sabor a miel,de Shelagh Delaney, uno de sus mayores éxitos abiertamente inconformistas. Era una singular comedia dramática, que entrelaza las vidas de una adolescente embarazada, su amante negro, su ninfomaníaca madre y un amigo homosexual en la ciudad norteña de Blackpool, admirablemente fotografiada por Lassally, Un sabara miel supone el des­lumbrante debut de Rita Tushingham (19 años, aunque su personaje tiene 16), una de las actrices y de los rostros más emblemáticos del “free”. Esta película representó quizás el trabajo más completo y equilibrado de Richardson hasta entonces.
Lo siguió su mayor logro, La soledad del corredor de fondo(1962), sobre un rela­to de Alan Sillitoe, que escribe el guión y que supuso casi un manifiesto de aliento revolucionario. Muy influenciada por Los cuatrocientos gol­pes, de Truffaut, narra la rebeldía de un mu­chacho, detenido por robo y enviado al re­formatorio de Borstal, donde descubren sus aptitudes como corredor de cross-country. Enfrentado al pomposo y despóti­co director del centro (Michael Redgrave), el muchacho recuerda, a lo largo de una ca­rrera en la que se juega el futuro, su deses­peranzada vida anterior. La soledad del co­rredor de fondo supone el lanzamiento del joven Tom Courtenay, otro de los grandes actores que dieron rostro al “free cinema”.
Ese mismo año, el cineasta se casa con una de las mu­sas del cine y el teatro inglés de la época, Vanessa Redgrave con la que, según me cuenta el camarada Andy Durgan, compartió activismo político de signo “trotskista” (muy polémico como se puede comprobar en mi artículo, Ken Loach y el trotskismo, aparecido en Kaosenlared), pero su militancia tuvo que ser de lo más discreta, de forma que no parece existir noticias de ella. De esta unión nacieron dos niñas, Natasha y Joely Richarson, luego reconocidas actrices. En 1963, Tony se casó con Jeanne Moreau, con la que hizo dos películas “cultas”, Mademoiselle (1966), l una adaptación de Jean Genet con un guión escrito por Marguerita Duras, y luego una adaptación de esta misma, El marinero de Gibraltar, en la que Jeanne comparte la cabeza del reparto con Vanesa Redgrave.
En 1965, había realizado una reivindicable adaptación de la novela de Evelyn Waugh Los seres queridos, que fue una pequeña joya del humor negro.
Su mayor éxito fue con Tom Jones (1963), una vitalista adaptación del clásico de Henry Fielding, autor al que contribuyó a popularizar, la película se convierte en un triunfo internacional y se lleva cuatro Oscar. En esta ocasión, abandona el blanco y negro por el color como celebración de la Inglaterra tumultuosa y vitalista del XVIII, Encarga de nuevo el guión a John Osborne, que tam­bién deja de lado el tono amargo de sus primeros trabajos para entregarse a un humor gozoso y picaresco, con gags llenos de inventiva visual, aunque acaban provo­cando una cierta sensación de exceso. Pero todavía resulta patente la mala uva con la que Fielding-Richarson tratan a la clase dirigente y a sus sirvientes sumisos, así como su decidida defensa de la alegría y de la libertad sexual.
La filmografía de Richarson es muy extensa, y por lo general, bastante irregular. Aquí es conocido por sus títulos de los años sesenta, después apenas se le presta atención. Sin embargo, sería injusto olvidar títulos tan notables como, La frontera (The Border, USA, 1982), con Jack nicholson y Harvey Keitel, y que supuso una denuncia de la policía dedicada a reprimir a los “espaldas mojadas”; El Hotel New Hampshire(1984), basada en la novela de John Irving, Mitad comedía negra, mi­tad fantasía excéntrica (y poblada por excéntricos), la cinta se dina casi una puesta al día (con una violación, diversas muertes y un perro primero pedómano y luego disecado) de Vive como quieras, ambientada en Nueva Inglaterra y Viena, con galo­pante música de Offenbach y un notable reparto: Jodie Foster, Rob Lowe, Nastassja Kinski (que se pasa media película disfrazada de oso) y el gran Wallace Shawn. Considero del mayor interés, Las cosas que nunca mueren (Blue Sky, USA, rodada en 1991, fue acabada por otros y estrenada en1994), una despedida del cine por la puerta grande. Es una historia que transcurre en una base americana, entre amenazas nucleares y dramas apocalípticos, con mandos y familiares más preocupados por su moral convencional que por todo lo que está sucediendo con las radiaciones. Jessica Lange, secundada por un eficaz Tommy Lee Jones, regala una gran interpretación. Uno de sus últimos trabajos fue trabajar como director en la versión original británica de la corrosiva serie, Shameless.
En 1991, Tony se declaró bisexual, y a finales del mismo año, murió de sida. Su autobiografía, The Long Distance Runner, se publicaron póstumamente, en 1993. Lástima que no se hayan traducido porque, cabe suponer, ayudarían a situarnos mejor en la historia del “free cinema”, un movimiento fílmico airado del que Tony Richarson fue uno de los más valiosos exponentes.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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