domingo, agosto 04, 2013

La ruina de la Ciudad Motor



Con una deuda de más de 18 mil millones de dólares, Detroit se declaró en bancarrota. La cuna de la industria automotriz hoy tiene a la mitad de su población desempleada.

El pasado 18 de julio, la ciudad de Detroit, Michigan, en la región del “Medio Oeste” norteamericano, se declaró oficialmente en bancarrota, al no poder hacer frente a las obligaciones de casi 20 mil millones de dólares que tiene frente a sus acreedores. Se trata de la mayor quiebra municipal en la historia de Estados Unidos y ocurre en uno de los mayores centros industriales del país.
La sede histórica de las “tres grandes” de la industria automotriz estadounidense -General Motors, Ford y Chrysler- llevaba décadas en una crisis permanente, generada en buena parte por la política de desregulación de la economía que comenzó Ronald Reagan en la década del 80, bajo las ideas del cerebro neoliberal Milton Friedman, y que continuaron los siguientes presidentes. Estas políticas derivaron en que buena parte de las plantas de las empresas abandonaran Detroit hacia ciudades con menor incidencia de los sindicatos y menor cultura obrera, o incluso hacia el exterior.
La explosión de la llamada burbuja hipotecaria en 2008, uno de los desencadenantes de la crisis mundial, terminó de formar el combo para la actual situación desesperante de la Motor City. En igual o mayor escala que en el resto de Estados Unidos, miles de personas fueron desalojadas de sus hogares por no poder pagar las hipotecas basura que habían adquirido.
Con estos factores, en la actualidad Detroit es una ciudad que oficialmente tiene un 18% de desocupación -más del doble que el promedio nacional de 7,6%-, pero según el propio alcalde, Dave Bing, “en realidad alcanza a alrededor de la mitad de la población en edad laboral”. Además, desde 1970 hasta 2013 la ciudad perdió más del 50% de sus habitantes, pasando del millón y medio de aquel entonces (5º en Estados Unidos) a los 700 mil de hoy (18º). Solamente en los últimos 10 años más de 200 mil personas abandonaron Detroit.
El Downtown, lo que en Argentina se conoce como el Microcentro, tiene hoy cerca de 100 mil edificios abandonados, y el 40% de sus cuadras no tienen iluminación. Este proceso tiene dos vertientes: la ya mencionada de la migración hacia otras ciudades y la migración interna -principalmente blanca- desde el centro hacia los suburbios. Detroit es la ciudad con mayor porcentaje de población negra en todo el país (83%) y a la vez una de las más segregadas racialmente.
El 8 Mile Road (ruta de la milla 8), que separa el centro de las afueras, funciona a la vez como barrera virtual entre blancos y negros. Según señala el corresponsal en Estados Unidos de la revista uruguaya Brecha, Jorge Bañales, la derecha conservadora del Tea Party adjudica esta situación a “las políticas ‘liberales’ que aumentaron los gastos en educación y salud pagados con impuestos que ahuyentaron a la población ‘productiva’ (léase blanca)”.
Esa derecha conservadora esta liderada por el ex candidato presidencial Mitt Romney, nacido en la ciudad, hijo de un dueño de una empresa automotriz y ex gobernador del Estado de Michigan. El mayor defensor de la bancarrota es el actual gobernador estatal, hombre muy cercano a Romney, Rick Snyder, republicano por supuesto. La ciudad propiamente dicha, como la mayoría de las de población mayormente afroamericana, está gobernada por los demócratas.
Detroit, la Ciudad Motor, el símbolo de la industria estadounidense, hoy está en la ruina. Es un símbolo también del fracaso no solamente externo sino también interno de las políticas neoliberales que aquel país propugna como único modelo de libertad. Todas las problemáticas que afronta el pueblo norteamericano se condensan en esta ciudad: discriminación racial, desindustrialización, flexibilización laboral, desempleo y desalojos. Y ahora, la quiebra.

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