Las redes sociales e internet están jugando un rol importante en los movimientos políticos y sociales. Las oportunidades que genera el hecho de estar conectadas y recibir información es en muchos casos una ventaja a nivel movilizador y organizativo.
Pero en el análisis de internet y las redes sociales hay que tener en cuenta como ve el sistema capitalista este nuevo terreno de acumulación de capital. La idea generalizada es que las personas que utilizamos las redes sociales somos clientes. La realidad es muy diferente. Para estas empresas somos producto, y no cliente. O mejor dicho, el producto son nuestros datos que luego pueden vender a otras empresas.
La salida a bolsa de Twitter, aunque se dice habitualmente que no da ningún tipo de beneficio, muestra que lo que vende Twitter, al igual que el resto de redes sociales, son los datos de las personas que las usan. Unos datos cada día más valiosos que reciben el nombre de Big Data. Es decir los grandes volúmenes de información que se registran y almacenan por todo el mundo y los sistemas y herramientas que sirven para analizar estos datos. Como cualquier otro producto en el capitalismo se pone en el mercado para hacer dinero.
Google, por ejemplo, procesa 25 petabytes de datos al día. Un petabyte equivale a un millón de gigabytes. Por lo tanto cada dos días sólo Google registra y almacena datos equivalentes a todos los libros conocidos escritos en la historia de la humanidad. Cada día se recogen a través de todas las redes conectadas dos trillones y medio de bits de datos y los números de dispositivos en la red duplicarán la población mundial en 2015.
Pre-competencia
Pero el capitalismo necesita un mecanismo para ordenar todos los datos y que sean útiles. La empresa de análisis Gartner da un valor a este nuevo mercado de 132.000 millones de dólares y calcula que más de cuatro millones de personas trabajarán en el sector. El sistema de Big Data está es tan importante que empresas como Google, Facebook o Amazon desaparecerían si este sistema dejara de funcionar. Un poder que por lo menos tienen potencialmente estas cuatro millones de personas que trabajan.
Estos datos sirven a las empresas para detectar los gustos de las personas consumidoras y adelantarse a lo que supuestamente quieren. La competencia entre empresas ya no sólo se da en los mercados, sino que podríamos decir que hay una pre-competencia para conseguir antes que nadie la información de qué será lo que se querrá. Un ejemplo práctico son las empresas Cap Gemini y SAP que están desarrollando un sistema para enviar ofertas al móvil de la clientela de supermercados en base a lo que ponemos en el carro de la compra antes de que lleguemos a pagar en la caja.
Pero el problema va más allá. Estos sistemas también se están empezando a utilizar en administraciones públicas y fuerzas de seguridad. Películas como Minority Report, donde se detenían a personas antes de cometer el delito, podrían ser más reales de lo que pensamos. Las precogs (las personas que en la película supuestamente predecían lo que pasaría) serían sustituidas por el análisis de datos. El documental The Age of Big Data muestra un ejemplo. El departamento de policía de Los Ángeles, EEUU, recibe cada mañana un mapa donde a raíz del análisis de datos masivos, aparecen marcadas las zonas de la ciudad donde supuestamente hay más probabilidad de delitos. Obviamente sin tener en cuenta qué hace que haya delitos y qué sistema social y económico los incentiva.
Manel Ros
enlucha.org
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