Rusia y los gobiernos de la Otan se pusieron de acuerdo, en Ginebra, la semana pasada, en la necesidad de desarmar a las milicias que han surgido en el este de Ucrania y en que desocupen los edificios públicos que se encuentran tomados. Los motivó el afán por contener una crisis internacional mayor, pero por sobre todo el temor a que pudiera desarrollarse una situación revolucionaria. Ucrania es un volcán social a punto de estallar a lo largo de su territorio.
La ‘pacificación’, sin embargo, no tuvo lugar. Los medios de comunicación atribuyen la responsabilidad del fracaso a Putin, que alimentaría la acción armada de los ‘pro-rusos’. La cosa no es tan sencilla. En realidad, el gobierno usurpador de Kiev, instalado por un golpe de Estado manejado fundamentalmente por Obama, sin elecciones, con el voto de la mayoría parlamentaria que había sostenido al gobierno derrocado; este gobierno lanzó una operación militar contra el este, bajo la dirección de funcionarios de la CIA y de la NSA. El gobierno usurpador pretende legitimar el golpe pro-Otan, el próximo 25 de mayo, y anexar a Ucrania a la Unión Europea y a la troika que forman la UE, el FMI y el Banco Central Europeo. Es una anexión en la línea estratégica que integró a Alemania del este y a la ex Yugoslavia al dispositivo económico y militar del imperialismo. Estados Unidos envía aviones y tropas al Báltico e incluso ha instalado bases militares ‘provisionales’. Los participantes de la Conferencia Europea convocada por la CRCI, han decidido impulsar el boicot a estas elecciones. La independencia de Ucrania del imperialismo y su unidad nacional solamente podrían ser aseguradas por una Asamblea Constituyente, o sea una deliberación democrática del pueblo de Ucrania, que sea convocada por sus organizaciones de trabajadores.
Rusia plantea, por su lado, una reforma de la Constitución, que dé una forma federal al Estado ucraniano, con el propósito de mantener una influencia decisiva en el espacio geográfico limítrofe. La Otan entregó Crimea, pero no quiere ir más allá (aunque es lo mismo que el PSOE propone para evitar una secesión de Cataluña del estado español). Los voceros de la rebelión en el este han convocado a un referendo para el 11 de mayo, con el propósito de imponer la autonomía política de sus regiones en forma unilateral.
El Estado, en Ucrania, es una ficción. El partido que gobernó los últimos años, el de las Regiones, se encuentra pulverizado. Las fuerzas tradicionales del oeste no reúnen intenciones suficientes de votos para ganar las elecciones del 25 próximo; un oligarca de la industria del chocolate encabeza las encuestas. Este desequilibrio político general, interno como internacional, no puede encontrar una salida por medio de operaciones diplomáticas.
A este escenario se añade una acentuación de los choques entre China y Estados Unidos por el control del espacio marítimo que China disputa con Japón, Filipinas y otros países. Obama ha advertido a China contra el intento de sobrepasar un cierto techo de tonelaje naval, lo cual ha traído el recuerdo de la misma amenaza de Gran Bretaña a Alemania, que desató la guerra del 14. Se está formando un tablero a tres bandas, si se agrega la reticencia de Alemania a alinearse, sin condiciones, con Estados Unidos contra Rusia. Entre estos dos países se desarrolla una fuerte disputa por el control de la zona euro y de la UE (Francia acaba de intervenir para evitar que el pulpo Alshtom sea adquirido por General Electric, y en cambio se asocie a Siemens). Un juego de sanciones económicas creciente amenaza con desestabilizar aún más la economía mundial. Rusia, por de pronto, está sufriendo una fuerte devaluación del rublo. Si las sanciones alcanzaran al pulpo Gazprom, lo que hasta ahora no ocurrió, la desestabilización económica se acentuaría tanto en Rusia como en la UE.
Es necesaria una campaña contra el copamiento de Ucrania por parte de la UE y de la Otan, por un lado, y contra las pretensiones de dominación del gobierno de oligarquías capitalistas de Putin, por el otro. Luchamos por conjugar las tendencias revolucionarias en el este y en el oeste.
Jorge Altamira
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