miércoles, enero 21, 2015

Grecia: polarización política y presiones externas a días de las elecciones



Grecia vive una campaña electoral extremadamente polarizada, bajo una gran presión exterior que ha convertido la permanencia en el euro en el principal tema del debate político.

El próximo día 25 los griegos tienen que elegir entre dos opciones: la salida del rescate y firma de un minirescate, a cambio de nuevos ajustes, propuesta por el conservador Nueva Democracia; y la promesa de “abandono del programa de austeridad” de Syriza, bajo la amenaza de los acreedores de suspender las ayudas.
Esas son las opciones, las promesas suenan algo distintas. El primer ministro, Andonis Samarás, por ejemplo, asegura que este será el año del crecimiento, que Grecia abandonará el rescate y que podrá incluso bajar los impuestos.
El líder de la oposición, Alexis Tsipras, promete un programa de crecimiento económico y de creación de empleo y la anulación de algunas de las medidas tomadas por el actual Gobierno, como la reducción del salario y de las pensiones mínimas o la introducción de un nuevo impuesto sobre bienes inmuebles.
Samarás evita decir que Grecia tan solo cobrará lo que le queda del rescate europeo si antes cumple una serie de medidas pactadas anteriormente con la troika, como la liberalización completa de los despidos en el sector privado y la eliminación de la protección contra los desahucios de las viviendas de primera residencia.
Tampoco se le oye decir en la campaña que el rescate será sustituido por otro minirescate, pues el crédito reforzado acordado con los socios europeos va igualmente vinculado al cumplimiento de una serie de requisitos.
A mediados del año pasado, el Gobierno aseguró que a partir de este año Grecia podría financiarse por su cuenta en los mercados, una promesa que hizo llevarse las manos a la cabeza a más de un socio europeo y que hizo disparar el bono en el mercado secundario a índices similares a los de ahora, rozando el 10 %, esta vez aparentemente por el miedo a una victoria de Syriza.
Finalmente, Samarás echó marcha atrás y pidió una prórroga del rescate hasta finales de febrero.
Pero la mayoría del pueblo griego no quiere saber ya nada de rescates y de promesas de crecimiento. Lo único que han visto es que su situación ha empeorado desde que estalló la crisis hace más de seis años, y que la austeridad ha acabado con la resistencia de muchas familias.
Eso es la imagen que reflejan las encuestas, que dan a Syriza una ventaja frente a los conservadores de Nueva Democracia de un mínimo de tres puntos.
El problema es que no está claro cuánto de su programa podrá aplicar, independientemente de lo que prometa, y que Syriza es una izquierda moderada que no pretende romper el statu quode las instituciones europeas, sino presionar por un nuevo pacto europeo “por el crecimiento”, un “New Deal europeo”, como expresaron algunos de sus economistas afines.
En sus intervenciones, el líder de Syriza asegura que el Programa de Salónica, que incluye una serie de medidas encaminadas a reactivar la economía y un plan de ayuda para los más pobres, es "innegociable" y que el resto será sometido a unas "duras" negociaciones con los socios de la Unión Europea.
Pero el “margen de negociación” entre un posible gobierno de Syriza y Bruselas es muy pequeño, lo que inexorablemente limitará cualquier medida, por más modesta que sea, que quiera tomar el futuro gobierno.
Mucho de lo que pueda hacer un posible Gobierno de Syriza para reactivar la economía dependerá irremediablemente de si consigue una quita de buena parte de la deuda en manos públicas, como reclama.
Por ahora, las voces desde algunos países como Alemania dejan entrever que probabilidades de una quita propiamente dicha son escasas, a lo sumo una reestructuración de la deuda con intereses más bajos y plazos de devolución más amplios.
¿Cómo se las arreglará entonces Tsipras, si llega a ser elegido presidente, para mantener el (imposible) equilibrio entre las enormes expectativas de millones de trabajadores y sectores empobrecidos que van a votarlo para terminar con la austeridad, el paro y la crisis, frente a los requerimientos de “los mercados”, Berlín y Bruselas?
Las concesiones que un eventual Gobierno de Syriza ya adelanta que estaría dispuesto a hacer, sin lugar a dudas defraudará a muchos, particularmente a aquellos que confían en que un “Gobierno de izquierdas” dará marcha atrás a todas las medidas de ajuste, sostiene el analista Petros Stangos, quien por ese motivo ya augura nuevas manifestaciones y huelgas.
Como es poco probable que Syriza pueda gobernar en solitario, aunque su objetivo declarado sea alcanzar la mayoría absoluta, una fórmula para salir airoso de las irremediables críticas de los defraudados podría consistir en una Gobierno de coalición.
De esta manera podría atribuir las medidas que no retire o las promesas electorales que no cumpla a la necesidad de hacer concesiones en un Gobierno de coalición. "Syriza podría hacer de policía bueno y su socio haría las veces de poli malo", dice Stangos.

La Izquierda Diario

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