viernes, octubre 30, 2015

América Latina: con ritmos dispares, una región en crisis



Cercano a concluir el 2015, la región se acerca a terminar el año con la primera contracción regional registrada desde la crisis de 2009. Señales de un fin de ciclo que no hacen distinciones.

A comienzos de este mes, el documento difundido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para la reunión en Lima de comienzos de este mes, volvió a corregir a la baja las proyecciones para la región. Según los pronósticos allí difundidos, América Latina y el Caribe concluirá este año con una contracción de 0,3 %. Se trata de la primer caída en el producto de la región desde 2009, cuando golpeó de lleno el hundimiento del comercio global generado por el crash de Wall Street de septiembre de 2008.
Entre los países más golpeados se encuentra Brasil. Se espera una contracción de 3 % para este año, y de 1 % para 2016. Aún peores son los pronósticos de Venezuela: 10 % de contracción en 2015, y 6 % en 2016. En el caso de la Argentina, este año pronostica un magro crecimiento de 0,4 %, y en 2016 una caída de 0,7 %.
La situación no golpea de forma similar a todos los países. En América del Sur, varios países tienen pronósticos de crecimiento arriba de 2 % para este año y el siguiente: Chile, Colombia, Perú, Bolivia, Uruguay, y Paraguay. Lo mismo ocurre con México, mientras que América Central y El Caribe promediarán tasas de 3,5 %.
En los casos de México y de América Central pesa favorablemente la mayor vinculación con lo que ocurre en la economía de los EE.UU., que crecerá este año 2,6 % y en 2016 2,8 % según el FMI. México está recibiendo además considerables inversiones de multinacionales en el sector automotriz, que lo vienen transformando en plataforma para abastecer a los EE.UU.
Los dispares ritmos se vinculan a las distintas maneras en que está golpeando en América Latina el nuevo momento de la crisis mundial, marcado por la desaceleración del crecimiento económico de China, y la caída de los precios de las commodities. Como observa Eduardo Molina en su contribución para la revista Ideas de Izquierda nº 24 de octubre, “la crisis económica mundial está transmitiéndose a la región a través de tres canales principales: la inestabilidad de la débil recuperación norteamericana, por lo que ejerce escasa tracción sobre América latina; la desaceleración que sufre China, y con ello, la menor demanda y baja de precios de las materias primas que exporta la región (por lo que estos bienes también pierden interés para la especulación financiera en los ’mercados a futuro’)”. A esto se suma “la valorización del dólar frente a otras divisas, que encarece en términos relativos las exportaciones regionales”.
La agencia Stratfor observa que en comparación con otros momentos de deterioro, como las crisis de deuda de los años ‘80, “los países de América Latina están en mucha mejor posición para manejar el declive. Simplemente no son tan vulnerables a las alzas y bajas cíclicas de los mercados de commodities”. El informe agrega que “la mayoría de los países de la región, con excepción de la Argentina, tienen ratios mucho menos de deuda externa y más reservas internacionales. Esto les da mayor flexibilidad en la política monetaria y mayor acceso a los mercados de capital privados, en vez de forzarlos a depender de préstamos condicionados a la aplicación de medidas de austeridad”. Es de señalar que también en la Argentina el nivel de deuda en dólares con acreedores privados está en niveles sumamente bajos, de 10 % del PIB. Sin embargo, la situación no es tan favorable como indicaría el análisis de Statfor. Los menores ratios de deuda son un dato novedoso favorable, pero se han logrado a fuerza de una formidable transferencia de recursos desde la región a los acreedores internacionales. Buena parte de los dólares recibidos por la vía comercial gracias al auge de los precios de los commodities exportados, tuvieron como destino este costoso “desendeudamiento”. Los países que han engrosado la disponibilidad de dólares en sus bancos centrales, lo han hecho apoyados en un fuerte ingreso de capitales de corto plazo, lo que ha profundizado su vulnerabilidad ante cualquier cambio en los flujos de capitales, como los que vienen teniendo lugar a lo largo de este año.
Esta nueva situación, encuentra a los regímenes de la región ante la evidencia de que la supuesta “oportunidad histórica” que traía el superciclo de las commodities ha sido otra promesa incumplida, tanto para los autodenomicados “gobiernos progresistas”, que evidencian en casi todos los casos signos de un irreversible fin de ciclo, como para los que mantuvieron políticas más amigables al capital extranjero, como son los países que se asociaron al Acuerdo del Trans-Pacífico (que analizaremos en el próximo número de Ideas de Izquierda). Volviendo a Molina: “El importante crecimiento de la década anterior, que permitió un aumento de un 80 % del PBI latinoamericano, disminución de la pobreza y miseria extremas y del desempleo, además de acceso al consumo de franjas ampliadas de la población trabajadora, no ha significado verdadero ‘desarrollo’, ni ‘despegue’. Con la crisis quedan expuestos la persistencia del atraso y dependencia históricos del capitalismo en América latina. […] no se transformó la ubicación regional subordinada en el mercado mundial, ratificándose su condición básica como proveedora de materias primas, mercado secundario y fuente de rentas monopólicas y valorización financiera. Más bien se profundizó el sesgo primario-exportador y extractivista, el rezago industrial y la dependencia del capital extranjero, sin poder revertir pese a esto la pérdida sostenida de peso relativo de América Latina en el comercio mundial”.
En el nuevo panorama, aún con mayores márgenes de maniobra por que los precios de los commodities todavía están en algunos casos por encima de sus mínimos históricos, y por el endeudamiento, la implementación de políticas de austeridad, el retorno de la discusión sobre “reformas estructurales”, y la búsqueda de profundizar la integración comercial participando de los planes impulsados por el imperialismo, son parte del consenso que las burguesía de los países latinoamericanos quieren imponer para atravesar la crisis. Un plan que golpea de lleno contra las condiciones de los trabajadores y los sectores populares.

Esteban Mercatante
@estebanm1870

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