A diferencia de París y otras capitales de Europa occidental, Leningrado no se rindió nunca ante el fascismo. El asedio comenzó el 8 de septiembre de 1941 y duró hasta el 27 de enero de 1944; el bloqueo se había roto el 18 de enero de 1943.
Durante esos más de 900 días la ciudad quedó aislada del mundo exterior, escaseaban los alimentos y el combustible y el lago Ládoga era la única vía por la que llegaban esporádicamente envíos con alimentos, en verano por el agua y en invierno por el hielo.
Murieron más personas en el asedio Leningrado que en cualquier campo de concentración nazi. Sólo durante el primer invierno fallecieron cientos de miles de personas de hambre y frío, a pesar de los hospitales y los comedores organizados por los soviets. En la ciudad se crearon huertos que estaban vigilados todo el tiempo.
Las tropas alemanas llevaban a cabo bombardeos desde el aire con la intención de obligar a los soldados que defendían la ciudad a que se rindieran. La mayor parte de los edificios resultaron dañados, varios miles de personas murieron y decenas de miles resultaron heridas.
Diario Octubre
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