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sábado, febrero 25, 2017
El Congreso de Podemos, un capítulo de la crisis
Podemos, el partido político español de la “nueva izquierda” que se proclamó sucesor del Movimiento de Indignados del 15 M, realizó el 11 y 12 de febrero su segundo congreso, denominado Vista Alegre II. El resultado del congreso ha sido la reelección de Pablo Iglesias como secretario general, el dominio del Consejo Ciudadano por su facción y la aprobación mayoritaria de su programa.
Lo primero a destacar es el aspecto burocrático y sin discusión política de este Congreso. Podemos, que se reclama expresión de una nueva forma de hacer política, reproduce los peores aspectos de los aparatos. Para ser miembro de Podemos y votar en el Congreso, basta con apretar un botón en Internet. Los círculos de base no tienen ningún poder ni autonomía; existen en el papel. El Secretario General hace y deshace según su voluntad soberana.
Es así como en el Congreso « votaron » 150.000 personas y la reunión final de 8.000 asistentes se limitó a un show de discursos y a la espera de que Internet diera los resultados.
En Vista Alegre I, hace 3 años, este montaje burocrático facilitó la construcción de una « máquina de guerra electoral ». Hubo éxitos importantes en las elecciones ; las últimas, sin embargo - junio del 2016, cuando Podemos se alió con Izquierda Unida (PC e Izquierda Republicana), dio lugar a un retroceso de 1.000.000 de votos.
La estrategia electoral de Podemos entró en un bloqueo; no pudo concretar su alianza con el PSOE ni proponer nada diferente. La forma de gobierno parlamentario está totalmente quebrada en España y todas las fracciones políticas de la burguesía exhiben su impotencia y su deblace. Esto incluye al PSOE, en primer lugar.
Crisis de conjunto
El retroceso de Podemos se explica por el pantano en el que se desenvuelven las tendencias de la izquierda democratizante en Europa y en España.
El Estado español es un eslabón débil de la crisis europea, con su sistema bancario quebrado que traga billones de dólares y la incapacidad de la burguesía de estructurar un gobierno que imponga la política de salvataje capitalista, la austeridad, la miseria de las masas, la eliminación de las conquistas obreras. Las reivindicaciones nacionales, un dato no menor, son a la vez un factor que debilita a la burguesía.
¿Cómo lograr una forma parlamentaria de gobierno en estas condiciones? Podemos anunció el milagro – la hipótesis de un gobierno junto al PSOE - y para ello diluyó su programa al máximo -nada de anulación de deudas, ningún ataque a la propiedad capitalista, estatizaciones para salvar al sistema, no a la ruptura con la UE. Portugal es el espejo. Un gobierno del PS es apoyado por el Bloque de Izquierda y hace marchar el plan de austeridad. A su vez, la dirección de Podemos se ha cuidado muy bien de criticar a Syriza y su acuerdo con la UE, una verdadera catástrofe para el pueblo griego.
En España, el PSOE retrocedió pero no se disolvió al nivel de Grecia. Sigue ocupando un lugar central en el juego electoral y parlamentario. Cualquier alianza institucional pasa por el PSOE. El anterior secretario general Pedro Sánchez estaba orientado a un acuerdo con Podemos pero fue liquidado en una maniobra de aparato. ¿Quiénes la promovieron? Nada menos que El País y otros voceros del capital, que lo acusaron de aventurero, reflejando que la burguesía no está de acuerdo hoy en un gobierno de frente popular para el enésimo ajuste que tiene planteado. Resultado : Podemos se quedó sin interlocutor, mientras la crisis en el PSOE se sigue procesando.
Entonces, ninguna de las cuestiones centrales del poder burgués en España está en vías de resolución: la aplicación de la austeridad, la crisis de la UE, las reivindicaciones nacionales, un gobierno que gobierne. Podemos se ha quedado en el aire, en sus diversas variantes. No se lo quiere como salida desesperada a la crisis y no puede avanzar en una fórmula normal.
La crisis de Podemos, fruto del impasse
La dirección de Podemos cosechó lo que había sembrado y mostró su verdadera cara: un núcleo que busca el poder sin programa, sin atención al movimiento obrero, a las movilizaciones, a la lucha por la emancipación. Errejón propuso lisa y llanamente profundizar la busqueda de las alianzas parlamentarias, esto es, llegar a un acuerdo cualquiera sean las condiciones. Iglesias quiere salvar el rol de Podemos como «último recurso» para evitar una crisis abierta y postula un mínimo de endurecimiento para asustar a sus futuros socios y llevarlos a una negociación.
Las diferencias dieron lugar a una multitud de maniobras y a un mínimo de debate y el resultado ha sido un Congreso que refuerza a Iglesias pero que no resuelve nada.
A lo largo del congreso, los asistentes se dedicaron a corear la consigna de Unidad Unidad, ante el clima de hostilidad abierta entre las dos principales fracciones y las amenazas de Pablo Iglesias de que en caso de que su lista no obtuviera la mayoría, dimitiría a todos sus cargos. Sin embargo, no se puede confundir el histrionismo con una verdadera voluntad de ruptura. Ninguno de los dos dirigentes enfrentados tiene la intención de abandonar el barco.
Una tercera posición
El Congreso registró una tercera posición en discordia, la de Podemos en Movimiento. Tuvo algo más de 13% de los votos para el Consejo Ciudadano (pero solamente 3% de miembros electos) y menos del 10% para su documento político. Se trata de la posición impulsada por Anticapitalistas, cuyo núcleo dirigente pertenece al Secretario Unificado de la IV Internacional. En una votación sobre cuestiones organizativas en diciembre, esta corriente había obtenido el 10%. Tiene figuras públicas reconocidas, como la diputada Teresa Rodríguez en Andalucía, pero el estancamiento y retroceso de Podemos afecta seriamente su estrategia.
La participación de Anticapitalistas en Podemos responde a la línea del SU de construir «partidos amplios», esto es, organizaciones con un programa apenas democratizante, basadas en los resultados electorales, con un buen aparato y un mínimo de militancia y de discusión política de los miembros.
En el primer congreso de Podemos, Anticapitalistas se diferenció casi exclusivamente sobre cuestiones organizativas. La total falta de democracia en Podemos amenazaba su existencia y entonces impugnó el documento organizativo. Podemos necesitaba una ala izquierda e Iglesias terminó por aceptar su existencia. Es fuerte en Andalucía y Madrid.
Para este Congreso de crisis se vio obligado a presentar un documento propio. Buscó el acuerdo con Iglesias (que se consumó en Madrid) pero no fue posible una línea política común.
¿Cuál es el balance del Congreso que hace Anticapitalistas? La dirección se muestra satisfecha (Manuel Gari). Dice que Vista Alegre fue mucho ruido y pocas nueces pero que los Anticapitalistas dieron una lección política. Un militante de Madrid se muestra más realista : «jugamos como nunca, perdimos como siempre» (Viento Sur, 14/2)
Las ideas revolucionarias no pueden progresar en el cuadro de Podemos, por la base política que lo define y la práctica organizativa, concebida para excluir a los militantes. Anticapitalistas puede sobrevivir solamente gracias a una permanente adaptación.
Fenómenos como Podemos deben ser seguidos, no por sus éxitos electorales sino porque su existencia y desarrollo se explican en parte por el apoyo y la intervención de activistas, de luchadores que ven en esta organización una continuidad de movilizaciones callejeras por reivindicaciones populares. Podemos pretende la continuidad con el movimiento del 15 M. En la crisis actual, Errejón indicó con claridad que esta herencia ya no se justifica y que tenemos que borrarla definitivamente.
Es la realidad. Podemos no es un cuadro militante y/o una estructura política en la que pueden avanzar las ideas de la lucha de clases. No es el caso de ciertos Partidos Socialistas en la década del 30, que se convirtieron en canales episódicos de la radicalización de masas – Trotsky aconsejó el entrismo en ellos, aún cuando sus programas eran abiertamente reformistas.
Podemos renuncia a la diferencia entre izquierda y derecha, no quiere saber nada con la lucha de clases. Anula toda energía que no sea electoral y de aparato. Es el balance más importante que hay que sacar de Vista Alegre II.
Carlos S. de Hortaleza y Roberto Gramar
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