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martes, febrero 21, 2017
Camilo Torres, el cura que apostó a la guerrilla
Camilo Torres Restrepo, un cura referente de la iglesia católica, adoptó el camino de la lucha armada en la convulsionada Colombia de los 60.
Hijo de una familia adinerada, nace en Bogotá el 3 de febrero de 1929. Dos meses antes de su nacimiento, unos 25.000 trabajadores de las plantaciones de banana de la United Fruit Company protagonizan una huelga de más de un mes por mejores condiciones laborales, y son asesinados más de un centenar de ellos por las fuerzas policiales. Este hecho será retratado por García Márquez en Cien años de Soledad.
Camilo vivirá en Europa de 1931 a 1934. Al regresar a su país, transcurrirá su niñez y adolescencia como cualquier chico de la burguesía colombiana. Luego de terminar el secundario, mientras estudiaba la carrera de Derecho, decide ingresar al Seminario Conciliar de Bogotá, donde estudiará por 7 años. Estos años serán decisivos en su interés por la realidad social de Colombia, su acercamiento a los pobres. Una vez ordenado como sacerdote en 1954, viaja a Bélgica a estudiar sociología en la Universidad de Lovaina, donde tomará contacto con la Democracia Cristiana, movimiento sindical cristiano y los sectores de la resistencia argelina.
En Lovaina fundará un grupo de investigadores colombianos socioeconómicos y mantendrá un activismo en los círculos eclesiásticos, se graduará con un trabajo titulado “Una aproximación estadística a la realidad socioeconómica de Bogotá”, publicado 30 años después como La proletarización de Bogotá.
En 1959 regresa a Colombia e inmediatamente lo nombran con un cargo en la Universidad Nacional, donde un par de años después fundará la carrera de Sociología. En estos años iniciará su militancia política en la Universidad y en los barrios. Siendo profesor se solidarizó con huelgas estudiantiles, hecho que llevará al arzobispo de Bogotá a pedirle la renuncia de la alta casa de estudios. También ocupará cargos en instituciones públicas, sin descuidar su militancia política, que afianzarán el contacto con las comunidades campesinas y urbanas del país.
Las iglesias latinoamericanas se verán conmovidas por dos hechos que impactan profundamente en los hombres de sotana: la Revolución Cubana y el Concilio Vaticano II, que iniciará un importante cambio en la Iglesia Católica. Este se inicia en 1959 con el papado de Juan XXIII, pero dura hasta 1965, fecha de la última congregación. La crisis de autoridad que venía sufriendo la más antigua institución mundial, obligó a plantearse algunas reformas en su seno: promover un desarrollo de la fe católica entre los pobres, adaptar la creencia a los nuevos tiempos que corrían, lograr una mejor interrelación con otras religiones, entre otras.
La crisis colombiana y las continuas luchas populares
Tras la muerte del candidato liberal Jorge Eliecer Gaitán en 1948, se produce una rebelión popular conocida como el “Bogotazo”, donde en todo el país salió a protestar, saquear e incendiar edificios públicos. Se llegaron incluso a constituir juntas revolucionarias en algunas localidades, extinguiéndose al poco tiempo por no contar con un partido revolucionario capaz de ofrecer una perspectiva socialista. Este hecho obligó a la burguesía colombiana a iniciar un periodo de casi dos décadas de represión y encarcelamiento a luchadores populares. Se calcula entre 1948 y 1966 más de 200.000 muertos y la migración de 2 millones de personas a causa de la espiral de violencia. Incluso se crearán por algunos años las “Repúblicas Independientes” en algunas ciudades, donde apoyados por la guerrilla, los campesinos intentarán autogobernarse en sus territorios, para finalmente ser desarticuladas por el ejército.
Camilo Torres intentará desde la iglesia hacer un trabajo de base, dedicando los dos últimos años de su vida a dos proyectos políticos: la formación del “Frente Unido”, agrupamiento que nucleaba a distintas organizaciones sociales, políticas, estudiantiles, etc., teniendo militancia en algunos barrios urbanos y campesinos, editando un boletín y difundiendo los famosos “mensajes” de Camilo, proclamas que llamaban a la población a luchar. Por otro lado, inicia su acercamiento al ELN (Ejército de Liberación Nacional), una guerrilla nacionalista burguesa, que empieza a operar en 1965 en las zonas campesinas.
Las proclamas que lanza Camilo a la población colombiana develan una ingenuidad y una desesperación por unir al cristianismo y al marxismo, además de una visión simplista sobre el proceso revolucionario que desestima el rol de la clase obrera colombiana, con una visión marcadamente militarista, que evidenciará a las claras su derrotero político. En su “Mensaje a los cristianos” escribe: “Los efectos temporales de la iglesia no nos deben escandalizar (…) si nosotros, los cristianos, cumplimos con nuestra obligación de amar al prójimo, estamos fortaleciendo a la iglesia”. En su último llamado, “Mensaje al pueblo de Colombia”, señala: “La clase obrera, como el pueblo colombiano, ha sido superior a mucho de sus dirigentes. Cuando la clase obrera se unifique por la base hará la presión necesaria para que los dirigentes que no quieren la unión o no quieren al revolución sean arrojados a la orilla por el pueblo colombiano, que como un torrente se ha desencadenado en busca de la toma del poder”.
Cuentan los propios testigos de los hechos, que en contra de la sugerencia del jefe de la guerrilla, Camilo decide combatir y tener las mismas obligaciones que los otros guerrilleros. Después de varios meses de entrenamiento, cae en su primer enfrentamiento militar, tratando de arrebatarle el arma a un militar.
Ricardo Farías
Docente | Corriente Nacional 9 de Abril | Lista Marrón L.de Zamora
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