jueves, noviembre 15, 2018

El duelo Trump-Macron



La reciente gira de Donald Trump por Francia da cuenta de un nuevo salto en las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Europea. El presidente francés Emmanuel Macron venía de proponer la creación de un ejército europeo para proteger a Europa, “en relación con China, Rusia e incluso Estados Unidos”. La propuesta fue saludada por Angela Merkel y otros funcionarios alemanes.
Trump consideró” insultante a esta propuesta e insistió en su reclamo para que sus aliados europeos refuercen el financiamiento de la Otan.
El magnate azuzó los antiguos enfrentamientos entre París y Berlín -hoy aliados y socios en la Unión Europea, evocando los acontecimientos de la Primera y Segunda Guerra. “Ellos (los franceses) estaban comenzando a aprender alemán en París antes de que Estados Unidos intervenga”, escribió Trump en su Twitter, en relación con la ocupación nazi sobre la capital francesa, entre 1940 y 1944. Se olvidó de decir, claro, que el imperialismo yanqui alentó y colaboró económicamente con el ascenso de Hitler, con la esperanza de que el régimen nazi se lanzara contra Rusia y pusiera fin al Estado obrero. Por otra parte, Estados Unidos retrasó deliberadamente su intervención en la guerra, apostando al desangre de las potencias europeas para consolidar su hegemonía mundial. A despecho del “relato” de Trump, Estados Unidos es uno de los principales responsables de la carnicería de las dos guerras mundiales.
El duelo Trump-Macron, de todos modos, incluye a una agenda muy vasta. La imposición a la Unión Europea de aranceles al acero y aluminio puede extenderse a otros sectores, entre ellos, la estratégica rama automotriz. Alemania y los Países Bajos serían los principales afectados por la medida, que podría provocar miles de despidos en las fábricas locales.
Pero la guerra comercial no se circunscribe a los aranceles. El secretario del Tesoro norteamericano apuntó en anteriores reuniones contra las barreras no arancelarias y los subsidios. “Tienen que tratarse las tres cuestiones juntas”, dijo, en referencia al complejo sistema de subsiios y otras normativas de la Unión Europea, especialmente en lo que respecta a la agricultura.
Pero, además, la guerra comercial amenaza potenciarse con una guerra monetaria. Las devaluaciones de la moneda de las distintas naciones rivales de Estados Unidos-Unión Europea y China- había sido puesta en el candelero en vísperas de la anterior cumbre del G20.
En otro orden, la Casa Blanca viene torpedeando la construcción del gasoducto que debe llevar el fluido de Rusia a Alemania y al resto de la Unión Europea a través del Báltico y reclama, en cambio, que aumenten los suministros al continente europeo provenientes de Estados Unidos.
Washington condena los pactos de la Unión Europea con Moscú. Pero Trump no se priva de utilizar los compromisos que ha establecido con el gobierno de Putin para golpear a las potencias rivales, en primer lugar, a la Unión Europea.

Irán

Otra cuestión cada vez más conflictiva gira en torno de Irán. Washington ha puesto en marcha nuevas sanciones contra el país, destinadas a estrangular su economía y provocar un cambio de régimen en Teherán. Así, acaba de resolver el embargo de las exportaciones de energía iraní, dejando a este país fuera del sistema financiero mundial dominado por Estados Unidos. Las empresas y los países que comercien o hagan negocios con Irán serán excluidas del mercado estadounidense y estarán sujetos a represalias y multas.
En cambio, la Unión Europea ha resuelto preservar los canales financieros y comerciales con Teherán. Con esa finalidad, ha establecido un mecanismo especial para que las empresas europeas y de otros países puedan realizar transacciones comerciales con Irán utilizando el euro o alguna otra divisa que no sea el dólar.
Hasta ahora, sin embargo, las corporaciones europeas no se han animado a desafiar a Washington, postergando la implementación de este canal comercial independiente con Irán. Pero esa demora está dejando sus secuelas y ha horadado seriamente las relaciones entre Estados Unidos y Europa. El conflicto ha golpeado los planes del capital europeo de capturar una posición privilegiada en el mercado interno de Irán y explotar las ofertas iraníes de concesiones masivas de petróleo y gas natural. En el plano político, los líderes europeos temen que la confrontación de Estados Unidos con Irán dispare la extensión de la guerra en todo Oriente Próximo, lo que provocaría una nueva crisis de refugiados, una suba en los precios del petróleo y, por último, un nuevo reparto de la región en desmedro de las potencias europeas, que carecen de los medios militares necesarios para contrarrestar la hegemonía norteamericana.

Cumbre de crisis

Pero la decisión de la Unión Europea de formar una fuerza militar propia no implica un abandono de la Otan. Las potencias europeas no pueden prescindir del soporte norteamericano. Por eso han terminado cediendo a las presiones de la Casa Blanca y aumentado sus aportes económicos para sostenerla. Tampoco están en condiciones de rivalizar con el poderío y al superioridad abismal militar norteamericana. De todos modos, el conflicto está latente. Nada menos que el secretario general de la Otan, Jens Stoltenberg, alertó sobre la posibilidad de que la Unión Europea empiece a desarrollar “duplicidades” con la Alianza Atlántica.
Más lejos en los pronósticos, António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, inauguró el reciente Foro por la Paz en París señalando que hay un panorama político similar al que condujo a las dos guerras mundiales. Junto a él se encontraban Macron y Merkel, y fue visible el faltazo de Trump.
La Otan viene de realizar las maniobras militares más grandes que haya hecho en territorio europeo, orientadas estratégicamente contra Rusia. El gobierno ruso, a su turno, con el respaldo del ejército chino y el de Mongolia, ha hecho un gigantesco, operativo con 300 mil soldados movilizados. La Otan denunció que tales maniobras constituyeron un ensayo para “un conflicto en gran escala”. Esto se une al incremento del presupuesto militar norteamericano y la decisión de dar por concluido el acuerdo de arsenal nuclear intermedio, dejándole las manos libres para una nueva escalada armamentística. A Estados Unidos y a las potencias europeas les une el interés por avanzar y completar una colonización económica y política del ex espacio soviético y de China, aunque se diputan el liderazgo de este proceso.
El cuadro descripto se desarrolla a sólo dos semanas para el comienzo del G20 en Buenos Aires. Está claro que estamos ante una cumbre de crisis. Va a ser un réplica agravada de los últimos cónclaves internacionales, incluido el preparatorio con los ministros de finanzas, que tuvo lugar en abril en Buenos Aires.
El empeño de Macri por tratar de disimular estas contradicciones explosivas está condenado al fracaso.

Pablo Heller

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