China recibió al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, con los brazos abiertos. En Shanghái inició su visita con un recorrido por la Feria Internacional de Exportaciones. Los resultados de su estancia en el país asiático fueron indudablemente fructíferos.
Basta pasar revista a los acuerdos firmados y los fraternos encuentros sostenidos con sus líderes. En cuanto a los primeros, resalta la trascendente incorporación de Cuba a la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI, el listado de proyectos priorizados para incrementar la capacidad productiva y la inversión, el convenio de cooperación económica y técnica entre los dos gobiernos, las líneas de crédito para adquisición de equipos de construcción en el sector de energías renovables, equipos para el incremento de la producción de cultivos varios en Guantánamo y el proyecto de fábrica de conservas de frutas y vegetales en Ciego de Ávila, los que tendrán notable influencia en el desarrollo económico y social de la isla.
No menos importante, el estrechar relaciones políticas entre los dos gobiernos y partidos comunistas. Resulta elocuente este tuit desde Beijing del jefe de Estado de Cuba, que sin mencionar a Estados Unidos compara su actitud cerrada con la de apertura de China: Fructífero e inolvidable encuentro con el presidente Xi Jinping. Como lo calificó Fidel, un revolucionario firme y capaz. Entre la tradición y la proyección al futuro China abre puertas donde otros levantan muros. A su vez, el líder chino consideró relevante la tradicional fraternidad La Habana-Pekín, abogó por fortalecer los lazos bilaterales en múltiples terrenos y apreció el papel de la isla en promover las relaciones de su país con Latinoamérica y el Caribe.
El tramo vietnamita estuvo inspirado por los históricos y solidarios vínculos bilaterales desde la guerra de resistencia, que culminó con la bochornosa derrota de Estados Unidos por los vietnamitas. Coherente con los muy amistosos gestos de Fidel y Raúl con la nación asiática a lo largo de los años, Díaz-Canel se dio tiempo para visitar los extensos túneles guerrilleros de Cu Chi, en Ciudad Ho Chi Minh, vitales para las operaciones de las fuerzas patrióticas durante el conflicto.
El gobierno y el empresariado vietnamitas mantienen una presencia importante en la dinamización de la economía de la isla y de su proceso de actualización. Decididas a elevar sus relaciones económicas a la altura de las políticas, ambas partes se proponen más que duplicar a corto plazo su comercio, que asciende a 240 millones de dólares anuales en las dos direcciones, con vistas a reafirmar a Vietnam como el segundo más importante socio de Cuba en Asia. Cabe recordar la visita a la isla en marzo del homólogo de Díaz-Canel, Nguyen Phu Trong, también secretario general del Partido Comunista de Vietnam, cuando se signaron nueve acuerdos para impulsar la cooperación bilateral. Uno de ellos se refería a la conclusión de un acuerdo comercial entre los dos países, concretado durante esta visita en presencia de los dos presidentes. En las conversaciones que ambos mantuvieron se confirmó el alto nivel de coincidencia de los dos estados en los principales temas de la agenda internacional y en la cooperación en foros multilaterales.
Como en todos los países, Díaz-Canel se reunió en Vietnam con el personal cubano, lo que dio pie a este apunte de un colega: “para decirlo así, rapidito y a lo cubano, el presidente no dejó afuera a nadie y habló cuando menos con un estudiante, con un médico, con un especialista en vialidades –¡qué momento!–, con la gente de la embajada, con los hijos de los diplomáticos ¡y hasta con los periodistas de Prensa Latina, sin advertirnos off the record ni nada de eso!”
De Vietnam, el mandatario isleño enfiló a Vientiane, capital de Laos, en la primera visita al hermano país de un presidente cubano, aunque, antes de serlo, Raúl y Díaz-Canel habían hecho estancias allí. La amistad con Laos viene de hace medio siglo, cuando se fundó su ejército de liberación y médicos cubanos acudieron allí como cooperantes internacionalistas. Un intenso programa reafirmó las estrechas relaciones de Cuba con esa nación, otrora muy pobre y arrasada por las bombas yanquis, que ahora crece a tasas de 6 por ciento catapultada por el caudaloso Mekong y la laboriosidad de su pueblo.
Díaz-Canel había mostrado ya sus dotes en política exterior, particularmente en su intensa visita a Nueva York durante la Asamblea General de la ONU y esta gira lo confirmó. No es casual el silencio o minimización dispensados por las bocinas mediáticas. Los hechos hablan ¡y hablarán por sí solos!
Ángel Guerra Cabrera
La Jornada
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