martes, mayo 12, 2020

Brasil frente al abismo, golpe en marcha

El fascista Bolsonaro califica al “distanciamiento social” como “comunismo”.

La crisis sanitaria en Brasil ha alcanzado niveles extraordinarios, precisamente por la oposición del Ejecutivo a implementar una cuarentena o ‘lockdown’. Los contagios superan las cien mil personas, aunque se evalúa, junto a los 10 mil fallecidos, que serían un 60% más. A esto se suma la crisis económica: el real se ha devaluado de 3.80 a 5.90 por dólar, en menos de dos meses, como consecuencia de una furiosa salida de capitales, alentada por el propio gobierno, que ha bajado la tasa de interés a un 3% anual, en un país que la tuvo a dos dígitos durante década.
San Pablo, el corazón industrial y financiero de Brasil, es el foco nacional de la pandemia con 39.928 infectados y 3.206 fallecidos. En Río de Janeiro, el gobernador Wilson Witzel admitió el colapso del sistema sanitario. “La Covid-19 ya causó el colapso del sistema sanitario en Río de Janeiro, el segundo estado brasileño más afectado por la pandemia, donde los hospitales padecen por falta de equipos y escasez de personal, a la vez que sus pasillos están copados de pacientes a la espera de atención” (Telam, 8/5). La situación en la región de amazonas y en el nordeste es catastrófica también.
El 3 de mayo la Universidad de São Paulo publicó un estudio en el que se calcula que los casos brasileños desde el comienzo de la epidemia podrían alcanzar la apabullante cifra de 1.6 millones, la más alta en el mundo. Según el doctor Domingo Alves, del Laboratorio de Inteligencia de la Salud de la Escuela de Medicina de la USP, “Brasil es ya el epicentro mundial del coronavirus”.
El director de The Lancet, la revista científica de mayor prestigio en el mundo, escribió que Bolsonaro es la “mayor amenaza” para la lucha contra el coronavirus en Brasil, y estima que llegará 2 millones de contagios y el mayor índice de transmisión del mundo (2,81). También el mayor contagio entre trabajadores de salud. Los trabajadores de servicios esenciales, como médicos, enfermeras, petroleros, trabajadores del metro y trabajadores de aplicaciones, etc., se manifestaron el viernes en São Paulo. Los gobernadores de SP y RJ discuten un “lockdown” completo.

Legislativo y Judicial

En medio de la crisis, Bolsonaro intenta salir hacia adelante, intentando un incremento imposible de poder personal. Las salidas de Mandetta, el ministro de Salud, por apoyar una cuarentena, y el de Sergio Moro, el juez del Lava Jato, que contribuyó a la caída de Dilma Roussef y fabricó la condena judicial de Lula, pusieron al desnudo una crisis política enorme. Moro tuvo que irse ante el intento de Bolsonaro de controlar la policía federal y en especial la de Río, para proteger a las pandillas y milicias que dirige su hijo, sospechadas del asesinato de la luchadora Marielle Franco. La salida de Moro supone una bajada de pulgar del Departamento de Justicia de Estados Unidos, aunque todavía no de Trump, quien teme que el derrocamiento de su colega brasileños tenga un efecto de arrastre hacia el norte. La noticia de los últimos días es la inminente de renuncia del zar económico, el ministro Paulo Guedes, un agente de los fondos internacionales, a quien la pandemia le hundió el plan de ajuste que venía implementando. Los subsidios a las corporaciones capitalistas diseñados para enfrentar los costos de la crisis han superado el ‘ahorro’ de u$s200 mil millones que se esperaba, en diez años, de la “reforma previsional”. Las propuestas de juicio político a Messías Bolsonaro se multiplican en el Congreso, aunque muchos opinan que sería un proceso políticamente costoso que debiera ser superado por medio de un golpe de palacio de las Fuerzas Armadas.
Mientras, el virus hace estragos y Brasil se convierte en el epicentro mundial de la pandemia, el jueves Bolsonaro junto a empresarios acólitos y ministros apeló a Dias Toffoli, presidente del Tribunal Supremo para pedir cancelar la autonomía de los gobernadores sobre la cuarentena. Guedes amenazó con que habría colapso económico y desabastecimiento. Bolsonaro anunció que vetará (sí, que vetará) el aumento salarial para todas las categorías de trabajadores públicos, incluidos aquellos que están e la “primera línea”, como enfermeras, médicos, investigadores y maestros.

Maniobras

El Financial Times dice que Bolsonaro no va a terminar su mandato. Muchos analistas advierten un caos político y social. Como último recurso le sugieren que llegue a un acuerdo con el Congreso.
Rodrigo Maia, titular de Diputados, pretende manejar la situación junto al TSF (Tribunal Supremo). El centro del poder se ha desplazado a este eje parlamentario-judicial. Un juez del Supremo bloqueó el nombramiento del jefe de Policía designado por Bolsonaro, aunque la partida sigue abierta. Bolsonaro procura un salvavidas por medio de un acuerdo con el bloque parlamentario conocido como Centrao. Folha afirma que muchos del Centrão (que en total son 200 bancas) ya aceptaron cargos en organismos públicos y que el Presidente advirtió a sus ministros que van a tener que liberar vacantes en sus segundas y terceras líneas, para ofrecerlas al Centrao. El “Centrao” está poblado por legisladores que enfrentan procesos judiciales por el Lava Jato, cuya denuncia sirvió a Bolsonaro para llegar a la Presidencia.
El primero de mayo se realizó un acto conjunto de la CUT y CTB (PT), que contó con la presencia de Lula, Dilma, la ex petista Marina Silva, el gobernador de Rio de Janeiro, Wilson Witzel, el de San Pablo, Joao Dória, el presidente del Senado, Davi Alcolumbre y Fernando Henrique Cardozo (PSDB). Una enorme unidad nacional alentada por el PT, que convirtió al día de los trabajadores en un evento “verde-amarelo”. El reclamo de los presentes fue la renuncia de Bolsonaro y la asunción de su vice, el general Mourao. El viernes, el Frente Povo Sem Medo y la UNE hicieron una jornada de “Fora Bolsonaro” por redes, sin tocar al vice. Al final del día los manifestantes colocaron una tela negra en las ventanas que simboliza el repudio de la política genocida de Bolsonaro, el repudio del golpe y el duelo por las víctimas de Covid19.
Para una crisis que marcha a todo ritmo, las elecciones municipales de octubre próximos son un muy largo plazo. El desarrollo catastrófico de la pandemia, por un lado, y el del real, darán cuenta de la crisis política mucho antes.

Emiliano Monge
11/05/2020

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