El porcentaje de hogares ubicados por debajo de la línea de pobreza alcanzó al 31,2% del total, es decir 2.895.699 hogares que representan un total de 11.726.794 personas, mientras un 8,2% de hogares están por debajo de la línea de indigencia.
En comparación con el segundo semestre de 2020, cuando la pandemia arreciaba y la economía caía 10 puntos, la incidencia de la pobreza registró una reducción de apenas 0,4% en la cantidad de hogares y una caída de 1,4% en la cantidad de personas. En el caso de la indigencia, por el contrario, hubo un aumento de 0,4% en los hogares y de 0,2% en el total de personas que quedan comprendidas dentro de esta situación. Mientras en el Gran Buenos Aires (GBA) y en la Patagonia se observó una reducción de la incidencia de la pobreza e indigencia, en el resto hubo un incremento. Los principales aglomerados urbanos que superaron el porcentaje nacional de pobreza fueron Resistencia, en Chaco, con el 51,9; la ciudad de Santa Fe, 50,5%; Santiago del Estero, con el 50,2%; Formosa, 47%; Córdoba, 46,6%; Tucumán, 46,2%; San Luis, 44,3%; Mendoza, con el 43,7%; y los partidos del Gran Buenos Aires, con 45,3%.
En relación a la medición de pobreza según grupo etario el informe detalla que el 54,3% de las personas de hasta 14 años son pobres. Esto significa que casi un tercio de las personas pobres son menores. El informe revela de manera disgregada cómo afecta la pobreza al interior de esta franja etaria y señala que entre los niños de hasta 5 años, es del 50,8 %, entre 6 y 11 años del 54,9 % y entre 12 y 17 del 57,8 %. Por su parte la cantidad de los niños indigentes, es decir a los que no les alcanza el ingreso para comer, aumentó a 16,6 % equivalente a 1,7 millones de personas. Por su parte, en el grupo comprendido entre 15 y 29 años la pobreza alcanza al 48,5% y entre 30 a 64 años, al 36,3% de las personas de entre 30 y 64 años. En la población de 65 años y más, el 13,8% del total se encuentra en situación de pobreza.
La pobreza es el núcleo de la crisis histórica que atraviesa la Argentina. Sin embargo, el Gobierno de los Fernández la semana pasada realizó un pago al FMI cercano a los U$S 1.900 millones. Las medidas para paliar el hambre, la desocupación y la crisis habitacional, en cambio, se reducen a planes cosméticos misérrimos que no resuelven nada.
La emisión monetaria que la oposición acusa como causante de la inflación ha sido dirigida al rescate de los grupos capitalistas, que recibieron 3 de cada 4 pesos que salieron del Tesoro durante la cuarentena. Esto, claro, la oposición lo oculta. Solamente denuncia el “gasto” cuando refiere a los jubilados y desocupados. Como explicó Marcelo Ramal en Intratables, estamos frente “a una inflación de ganancias para unos y de confiscación y miseria para otros”.
Frente a la incapacidad total de quienes gobiernan de dar una salida a la miseria social se impone que las y los trabajadores nos unifiquemos por una salida política propia que parta del desconocimiento de la deuda con el FMI y que ataque los intereses de las grandes patronales en defensa de los salarios, contra la precarización laboral, por trabajo genuino y viviendas para todas y todos mediante nuestros propios métodos. Vamos por un Congreso obrero de trabajadores ocupados y desocupados.
Ana Belinco
01/10/2021
No hay comentarios.:
Publicar un comentario