La conmemoración del sesenta aniversario del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, acaecido el 9 de abril de 1948, es muy importante para el proceso de recuperación de la memoria histórica de un país anestesiado y olvidadizo. Gaitán es asesinado en medio de una orgia de sangre y de terror que desde el gobierno, sus fuerzas armadas y la policía se ejercía contra la oposición.
Por Juan Cendales
En esta violencia se apoyaba el gobierno en bandas de asesinos a sueldo llamados “chulavitas”, en unas regiones, y “pájaros”, en otras. Terratenientes, ganaderos y políticos regionales atizaban los asesinatos como parte de la estrategia de exterminar a la oposición, de garantizar sus curules parlamentarias y arrebatarle la tierra al campesinado colombiano. Miles de muertos es el resultado de esta política de tierra arrasada.
Nada diferente a lo que acontece hoy.
Recordar el asesinato de Gaitán y el genocidio del gaitanismo, lo mismo que los miles de crímenes en las zonas agrarias, la acción bárbara y cruel de “pájaros” y “chulavitas” es desmentir la propaganda oficial que vende la falsa historia de que la violencia en este país comenzó con la violencia guerrillera. La utilización que el gobierno, la policía y el Ejército hicieron de los “pájaros” y los “chulavitas” para la realización de miles de crímenes demuestra que fue la oligarquía colombiana quien mediante la “combinación de diversas formas de lucha” ha ejecutado la violencia como forma de poder. Así construyeron este régimen antidemocrático y violentamente excluyente. El régimen de los “chulavitas”, las Convivir y los paramilitares. De la política de tierra arrasada y el Plan Colombia. Y del Estado de Sitio, el Estatuto de Seguridad Nacional y la Seguridad Democrática. Diversas formas de violencias legales e ilegales que han ejercido durante estos últimos setenta años. Ocasionando más de un millón de víctimas y el despojo de las tierras de indígenas y campesinos. Ayer para impulsar la ganadería extensiva, el algodón y el ajonjolí. Hoy para desarrollar los agrocombustibles y el narcotráfico.
Ayer como hoy el pueblo ha sido víctima de la “guerra sucia” y el terrorismo de estado.
Ayer como hoy recurren a asesinos a sueldo.
Ayer eran los “pájaros” y los “chulavitas” Hoy son las bandas paramilitares.
Ayer como hoy contaban con el apoyo total de los Estados Unidos.
Ayer era la lucha contra el comunismo y el expansionismo soviético. Hoy es la lucha contra el terrorismo y el expansionismo venezolano.
Ayer asesinaron a Gaitán y liquidaron el gaitanismo.
Hoy asesinan sindicalistas, a periodistas, estudiantes y liquidaron a la Unión Patriótica.
Ayer asesinaron a Gaitán y truncaron violentamente carrera a la presidencia.
Hoy, sesenta años después, han agregado al de Gaitán los nombres de los candidatos presidenciales Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo.
Entonces, quienes son los violentos? Quienes son los terroristas? Quienes son los que realmente han combinado todas las formas de lucha? Quienes fueron los que obligaron al pueblo a tener que defenderse mediante la violencia?
Y que denunciaba Gaitán?
Lo mismo que ahora se denuncia.
Sus palabras de ayer sirven completamente para que se digan hoy:
Oración por la paz
Bogotá, Febrero 7 de 1948
Señor Presidente: En esta ocasión no os reclamamos tesis económicas o políticas. Apenas os pedimos que nuestra patria no transite por caminos que nos avergüencen ante propios y extraños. ¡Os pedimos hechos de paz y de civilización!
Oración a los humildes
Manizales, febrero 15 de 1948
“Compañeros de lucha: sólo ha muerto algo de vosotros, porque del fondo de vuestras tumbas sale para nosotros un mandato sagrado que juramos cumplir a cabalidad. Seremos superiores a la fuerza cruel que habla su lenguaje de terror a través del iluminado acero letal.”
Dos meses después de pronunciar estos discursos Gaitán fue asesinado. De la misma manera que días después de participar en la marcha Por las Victimas del pasado 6 de marzo, seis sindicalistas han sido asesinados por las sindicaciones y señalamientos hechos desde la propia presidencia de la República.
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