Noel Manzanares Blanco
Este fin de semana, al visitar el Portal Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas (ONU www.un.org), encontré estos titulares:
“FAO convoca cumbre sobre crisis de precios de alimentos
“11/4/2008 - La crisis de los precios de los alimentos debe ser discutida al más alto nivel político, afirmó hoy el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jaques Diouf.”
“PMA podría reducir raciones por altos precios de alimentos
“11/4/2008 - El Programa Mundial de Alimentos (PMA) señaló que está trabajando para movilizar el apoyo de la comunidad internacional con la intención de evitar medidas drásticas como la reducción de sus raciones a la población necesitada o la disminución del número de beneficiarios.”
“Banco Mundial pide medidas para contrarrestar alza de precios de alimentos
“10/4/2008 - El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, pidió hoy a la comunidad internacional que tome medidas para afrontar la crisis alimentaria generada por el alza del precio de los alimentos.”.
Dos días después, vuelvo a esa Web de la ONU y hallo:
“Secretario General alerta sobre crisis alimentaria
“14 de abril, 2008 La rápida escalada de la crisis de alimentos en todo el mundo ha alcanzado proporciones alarmantes, afirmó hoy el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, e instó a la comunidad internacional a desarrollar estrategias para afrontar la situación.
“En su discurso de inauguración de la reunión de alto nivel del Consejo Económico y Social (ECOSOC) con las instituciones de Breton Woods, Ban recordó que los datos del Banco Mundial indican que la crisis alimentaria, iniciada hace tres años, podría sumergir en la miseria a unos cien millones de personas en los países de renta baja.”.
Mientras leía estas informaciones procedentes de un organismo internacional muy poco sospechoso de afiliación comunista, dos aspectos rondaban mi memoria: uno, las causas de tales desdichas; otro, añejas y recientes alertas del compañero Fidel Castro sobre el asunto ─ambos, interrelacionados.
En término causal, una y mil veces será necesario reiterar que con el oro, la plata, una larga lista de materias primas, la sangre, el sudor, las lágrimas y el sinfín de sufrimientos de los pueblos de África, Asia, el Caribe y Latinoamérica se creó y aún se estimulan dos tendencias contrapuestas, al menos desde hace poco más de cinco siglos: tras el traumático encuentro de Europa y América, por un lado comenzó un proceso generador de desarrollo de los países industrializados ─incluidas las bondades económico-sociales de que disfrutan─; y simultáneamente, las naciones tercermundistas fueron forzadas a asistir al fenómeno de la deformación estructural ─nublados y más nublados─, con la retahíla de múltiples y crecientes desgracias.
He aquí algunos datos que ilustran la anterior afirmación: al tiempo que el 50 % de la población mundial apenas cuenta con un 1 % de la riqueza, en el bando opuesto se encuentra que el 1 % de los habitantes más ricos del mundo posee el 40 % de la fortuna en las regiones del planeta. Todo esto ocurre en un orbe que gasta un millón de millones en armas y otro tanto en publicidad comercial. Paralelamente, la ayuda a los países en desarrollo de las naciones ricas bajó por segundo año consecutivo en el 2007, lo cual pone en peligro los “Objetivos del Milenio” contra la pobreza, pues el aporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) a los países más desfavorecidos descendió un 8,4 por ciento el año pasado ─apareció en el sitio www.eltiempo.com el 4/4/08.
Por su parte, el compañero Fidel, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en su intervención en la Asamblea General de la ONU el 26 de septiembre de 1960, enarboló una tesis para desterrar las angustias de las personas oprimidas por el capital: “¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra! ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!”.
Pasadas unas tres décadas de aquel magisterio, el Comandante en Jefe vuelve a alertar a la comunidad internacional en el mismo sentido. Prueba fehaciente de ello está en sus palabras en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, pronunciadas en Río de Janeiro, Brasil, el 12 de junio de 1992, cuando sentenció: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”.
Al ofrecer argumentos sobre tal sentencia, el entonces Presidente Fidel Castro señaló que las sociedades de consumo eran las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente porque ellas habían nacido de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que por aquellos años ─y hasta nuestros días─ azotan a la inmensa mayoría de la humanidad.
Vale recordar que las naciones industrializadas, con solo el 20 % de la población mundial, consumen más de las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo; que han envenenado los mares y ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que cada día son más y más palpables.
Asimismo, apuntó Fidel en la también denominada Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro: “Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo…”.
Más recientemente, en su nueva ofensiva periodística, el Máximo Líder de la Revolución Cubana continúa llamando a que la comunidad internacional reflexione sobre los males que implican la estrategia del mandatario George W. Bush en el sentido de convertir a fuentes de alimentos en biocombustible –de acuerdo con la reunión sostenida por el presidente yanqui con los fabricantes norteamericanos de automóviles el 26 de marzo de 2007.
Así, el compañero Fidel ha venido reflejando la aberración que significa producir maíz, caña y otros productos del agro para biocombustibles de automóviles, amparado en datos de organismos internacionales que han revelado la insostenibilidad del actual orden mundial, y de la mano de sólidos razonamientos de personalidades de la ciencia, la economía y la política.
Además, presenta una alternativa entre cuyos elementos aparece ─por ejemplo─ cómo todos los países del mundo, ricos y pobres, sin excepción alguna, podrían ahorrarse millones de millones de dólares en inversión y combustible simplemente cambiando todos los bombillos incandescentes por bombillos fluorescentes, algo que Cuba ha llevado a cabo en todos los hogares del país. Sin lugar a dudas, se trata de una indiscutible buena opción ─y apenas he resaltado unas pocas de sus ideas.
Entonces, abundan elementos que revelan la fuerza del pensamiento de Fidel Castro para que los pobres de la Tierra luchen por un mundo de oportunidades para infantes, adolescentes, jóvenes y adultos; para la prosperidad y felicidad en mujeres y hombres; para la buenaventura de quienes habitamos el universo, sin el menor asomo de discriminación; en fin, para el bienestar de la triada persona-sociedad-naturaleza.
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