La política de Estado, implementada por el presidente Hugo Chávez, de secuestro y entrega express contra periodistas, luchadores populares y revolucionarios ha puesto de manifiesto abiertamente cuál es el verdadero derrotero del proceso bolivariano democrático-nacionalista que él lidera en Venezuela.
Ya no hay espacio al error, ni muchos menos, llamarse al engaño con argumentos pueriles de que Chávez fue asaltado en su buena voluntad por una sarta de funcionarios corruptos e incompetentes. El punto de inflexión hasta dónde estaba dispuesto a llegar el proyecto chavista lo marcó el asunto Joaquín Pérez Becerra, lo demás son especulaciones boliburgueses
No nos llamemos a engaños, ni fundemos vanas esperanzas en que los intereses de Hugo Chávez y su bolivarianismo burocrático pasa por meridiano de la lucha socialista del pueblo venezolano y latinoamericano. Todo está claro, el mismo Hugo Chávez ha asumido la responsabilidad de este adefesio jurídico, antipopular, antidemocrático y anti-ético de entregas express como su política de Estado. Es decir, ya no se trata de “papas calientes”, de “trampas”, ni de “puñaladas en la espalda” como trató de argumentar en el caso de la vil entrega del periodista de ANNCOL, Joaquín Pérez, al régimen fascista de Colombia. Ahora Chávez está en “cumplimiento de los acuerdos internacionales”, ¿cuáles? ¿La agenda gringa de lucha contra el terrorismo o, la del gobierno narco-paramilitar de Juan Manuel Santos, o ambas?
Todos los hechos indican que Chávez está cumpliendo ambas agendas de maravilla hasta el punto que ha rebasado con creces la política del imperio. Entregas express, censura a los medios oficiales y alternativos, despido de periodistas honestos y críticos, operativos conjuntos con los criminales servicios de inteligencia colombianos, y amenazas de captura conjunta a cuanto luchador popular asome por las tierras de Simón Bolívar.
Tras un operativo conjunto entre los servicios de inteligencia del Estado venezolano y del estado fascista de Colombia, para capturar a Julián Conrado -el cantor de la esperanza, la alegría, la libertad y del verdadero proyecto bolivariano- en territorio venezolano, Hugo Chávez llega incluso desafiantemente a afirmar "No podemos permitir la presencia en Venezuela de ningún cuerpo digamos armado o no pero que esté fuera de la ley''. Esta amenaza no es otra cosa que una caza de brujas y no puede llevar a equívocos. Hay que interpretarla como es, pues de lo contrario, puede conducirnos a graves y lamentables consecuencias que atenten contra la seguridad y la vida de luchadores y rebeldes, y por ende contra procesos revolucionarios en Venezuela y en América Latina en especial contra la lucha que desarrollan heroicamente las fuerzas populares y revolucionarias de Colombia.
Que quede bien claro, no es que el suelo de Venezuela, ni su pueblo luchador y solidario se haya convertido en un peligro para los revolucionarios del mundo. El que se ha convertido un peligro para los luchadores y revolucionarios del mundo es el gobierno de Hugo Chávez y su alianza con las fuerzas narco-fascistas de Colombia.
Esta alianza DAS-CIA-MOSSAD-SEBIN puesta en funcionamiento por la dupla Santos/Chávez ha demostrado, además del peligro que encierra para los pueblos bolivarianos, que el imperio gringo, por intermedio del siniestro Juan Manuel Santos, no solamente encantó a Hugo Chávez, sino que Washington se decantó porque éste y el chavismo boliburgues continúe al frente del gobierno de Venezuela.
Esto puede sonar a herejía pero no es así. Estamos en la época de la Guerra de Cuarta Generación (G4G) y ésta fue concebida como guerra de conquista y diseñada, además, para aniquilar las guerras revolucionarias y las luchas de liberación de los pueblos. En la G4G la guerra sicológica conforma su columna vertebral, y al igual que en la guerra militar, un plan de guerra sicológica está destinado a aniquilar, controlar o asimilar al enemigo. Todo parece sugerir que los análisis del Pentágono con relación a la situación venezolana le han conducido a decantarse por una Venezuela gobernada por la boliburguesia burocrática chavista.
En el caso de Hugo Chávez el Pentágono ha optado por el momento controlarlo, pues existen asuntos y conflictos más importantes que atender en el caótico y convulsionado mundo para evitar una caída estruendosa del imperio. Un conflicto armado más y en el patio trasero, con una insurgencia armada en Colombia puede conducir no sólo al entierro del Estado narco-terrorista de Bogotá, sino a que no fluya diligentemente el petróleo venezolano a la sedienta Usamerica de hidrocarburos. Sin petróleo el colapso de imperial es inevitable. ¡Que viva la revolución bolivariana chavista!, pero que fluya el petróleo sin pausa a la metrópoli. Esta elección a favor del boliburguesismo de ninguna manera quiere decir que Usamerica no tenga todas las opciones sobre la mesa en caso de un incomodo Chávez.
El control y suministro de los hidrocarburos de Venezuela es de tal importancia estratégica y de seguridad nacional para Usamerica, que fuerza a que Washington esté dispuesto a llevar a cabo cualquier tipo de política y de agresión con tal de garantizar el petróleo venezolano. Suministro de petróleo que en 12 años de chavismo no se ha visto amenazado. Por eso mismo, es preferible un locuaz presidente que garantice el petróleo que necesita el imperio, que una Venezuela envuelta en un profundo conflicto con imprevisibles desenlaces. Y qué mejor que un presidente Hugo Chávez y su boliburguesía burocrática para esa tarea.
Según como se vayan desarrollando los acontecimientos el imperio gringo puede pasar del control del proyecto boliburgués a asimilarlo, pero esto aún no lo podemos saber, aunque ya se intuyan hechos concretos. Claros ejemplos de ello los podemos ver, en cómo el siniestro presidente del narco-terrorista Estado de Colombia, Juan Manuel Santos, maneja e impone su agenda su agenda “anti-terrorista” al presidente Chávez. Es en Bogotá en donde se dan los “partes de victoria” de las acciones ejecutadas por Caracas.
Ante el alud de críticas nacionales e internacionales que han arreciado contra Chávez por las vergonzosas y canallas entregas express y la pérdida de apoyo por tal vil política, el imperio le tiró una ayudita al imponerle sanciones a PDVSA. Esto le permite de recuperar en cierto grado la pérdida apoyo, ocultar las vergüenzas anti-éticas y la corrupción y, aglutinar a las masas venezolanas a su favor bajo el discurso “anti-imperialista”. Sanciones que hasta la misma Eva Golinger, intelectual acrítica de las entregas express, se apuró a describirlas como una acción imperial “simplemente mediática”.
Si en un momento dado la política de Estado anti-revolucionaria y anti-ética implementada por el gobierno de Hugo Chávez causó dudas e incertidumbres entre defensores de un proceso revolucionario en Venezuela y América Latina, hoy todas estas dudas están despejadas. Creo que eso está bien, aunque ello pueda producir desasosiego en personas y sectores revolucionarios. Y digo que está bien que ahora se haya hecho claridad hasta dónde estaba dispuesto a llegar Chávez y su proyecto boliburgues, pues muchos habían llegado a confundir y más grave aún, a fusionar el válido y necesario proceso democrático-nacionalista e independentista liderado por Chávez, con el proceso revolucionario bolivariano y socialista impulsado por amplios sectores y masas populares y revolucionarias que luchan y sueñan con una Venezuela libre, soberna, solidaria, internacionalista, democrática y socialista.
Por esto mismo, no importa que hoy esté tan cómodo y contento el presidente Hugo Chávez deslizándose éticamente y solidariamente cuesta abajo en el tobogán burgués que le tendió la metrópoli capitalista. Que los abyectos aplaudan hasta reventar. Que algunos no quieran ver la realidad. Que los intelectuales acomodados callen. Que Chávez vaya cogido felizmente de la mano asesina y traicionera de Juan Manuel Santos. Esto no importa, aunque cause dolor, rabia y tristeza ver como los valores éticos sean pisoteados en el fango de las apetencias personales.
Y esto de verdad no importa, hoy existe espacio para la duda Si que queremos una Venezuela y una América Latina libre, soberana, unidad y socialista debemos continuar con nuestro trabaja y lucha cotidiana e infatigable por hacer realidad este sueño y no permitir que cantos de sirenas con discursos light socialistas nos encierren, nos secuestren, y nos maten la esperanza de un mundo mejor para todos.
Lucía Ruiz
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