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viernes, junio 03, 2011
La crisis europea y el Mayo español
La oleada de protestas colectivas que se están viviendo por estos días en España no está aislada: forma parte de un universo mayor que la sociedad de la UE está procesando como respuesta al capítulo europeo de la crisis capitalista mundial. Por Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda.
Por ANRed - L (redaccion@anred.org)
En las últimas semanas abundaron noticias francamente contradictorias sobre la crisis europea. Por un lado se asegura “Europa se recupera, crece el doble que los EEUU” y en paralelo “Riesgo de recesión por que el BCE subió las tasas de interés”. Pocos días después “Grecia otra vez necesita ayuda”, “La UE aprobó ayuda financiera a Portugal por 78.000 millones de euros” y “La revuelta de los indignados convoca a miles de jóvenes en España”
Una Europa de dos velocidades
La crisis europea es una crisis de la deuda de Estados soberanos, muy similar en sus orígenes y efectos a las que hemos conocido en América Latina, aunque más compleja por la interdependencia en el bloque. El total de esta deuda alcanza hoy a 8 billones (millón de millones) de euros y es un 25 por ciento mayor de lo que era en el año 2005.
Pero no afecta a todos los miembros de la eurozona (17 países) por igual. Los del Norte -Alemania, Francia, Australia, Bélgica, Holand-a parecieran estar saliendo de la crisis, especialmente Alemania, que ha crecido en el último año un 4.8 por ciento, una tasa récord desde 1990, que arrastra al conjunto.
Así en el 1er. trimestre de este año la eurozona creció un 0.8 por ciento, mientras que EEUU lo hizo sólo un 0.4. Si se analiza el crecimiento europeo es de 2.7 por ciento en los últimos doce meses.
Pero es en el Sur -la llamada periferia de la UE: España, Portugal, Grecia, Irlanda, Italia- donde está ubicado el epicentro de la crisis. Mientras que Gran Bretaña está como empantanada. Empujados por sus déficit fiscales, que superan largamente los Acuerdos de Maastrich, los Estados emiten bonos de deuda que colocan en bancos de esos mismos cinco países. De tal forma que, en una verdadera maraña financiera, bancos y gobiernos de estos países son acreedores y deudores entre sí, a la par que tienen importantes deudas con los bancos de Alemania, Francia y Gran Bretaña.
Cuando los países no pueden hacerse cargo de los vencimientos de los bonos o no acceden a nuevas refinanciaciones, intervienen los organismos financieros internacionales, el BCE y el FMI, que conceden “paquetes” de ayuda financiera a cambio de cruentas políticas de ajuste, que dicho sea de paso se han llevado puestos a varios gobiernos. Así pasó en Irlanda, en Grecia y ahora en Portugal, cuyo principal acreedor es España, cuya economía está tecleando y también su gobierno.
Cualquier similitud con lo sucedido en América Latina en las últimas décadas, y particularmente en nuestro país, no es pura coincidencia. Es como si el Consenso de Washington, que reinara en nuestra región en los años ’90, se hubiera mudado a Europa.
El caso griego
Estaba anunciado, el salvataje de 110.000 millones de euros que el BCE y el FMI acordaron hace un año para Grecia no resolvió la crisis, por el contrario la agravó. No es para menos: las políticas de ajuste estructural que le impusieron como contrapartida -reducción de salarios y pensiones, aumento de la edad jubilatoria, menor gasto social, privatizaciones- no han hecho otra cosa que hundir más aún la economía.
En el 2009 el PBI griego se contrajo un 1.9 por ciento, cayó un 6 por ciento en el 2010 y se espera nuevamente se contraiga este año otro 4 por ciento. Por el contrario la deuda que era de 140.000 millones de euros al inicio de la crisis se estima llegará a los 160.000 millones en el 2013. Como se decía entre nosotros, “Más se paga, más se debe, menos se tiene”. Ahora se está hablando de un posible “default griego” o de que Grecia abandone el euro, todo el andamiaje financiero creado durante décadas para llegar a la moneda común está en veremos.
El Mayo español o la Spanish revolution
Durante muchos meses se ha dicho que en Europa los sindicatos y el movimiento social en general no estaban a la altura de la gravedad de la crisis, que sus respuestas eran tibias y a destiempo.Sin embargo en España ha surgido espontáneamente un movimiento, cuya dimensión y profundidad no es posible discernir hasta ahora, tampoco su futuro, que tiene similitudes con el argentinazo del 2001 y con las recientes revueltas en los países árabes.
Denominado como 15-M por el día en que la represión a un grupo de jóvenes desató un proceso de ocupación y acampe en la emblemática Puerta del Sol de Madrid, que se extendió a más de 60 ciudades. El 15-M se transformó así en el movimiento de los Indignados, de los que claman por ‘¡Democracia Real Ya!’
Sin miedo
En pleno período electoral ni la prohibición de la Junta Electoral, ni el rechazo del Tribunal Supremo a levantar el veto a las protestas, ni las amenazas de desalojo, pudieron desanimar a los manifestantes. “No tenemos empleo, no tenemos casa, no tenemos miedo” fue la respuesta. Es la crisis la que los obliga a ser valientes, audaces e imaginativos. Se trata de la generación mejor preparada de la España contemporánea, también la peor paga y sin horizonte de progreso.
Desde hace ya tres años la desocupación supera el 20 por ciento, pero entre los jóvenes alcanza al 44; la tasa de precariedad laboral está en un porcentaje superior al 30 mientras no se ve un futuro que no sea un agravamiento de la crisis, de la presión a la baja de las condiciones laborales, de los salarios y de las pensiones, de las prestaciones sociales públicas. “Juventud sin futuro” es uno de los colectivos que dieron vida a los acampes.
Contra el sistema
Los miles de jóvenes, y otros no tan jóvenes, se manifiestan contra la banca, contra la salida financiera de la crisis que sólo busca salvar a los bancos; contra las expropiaciones hipotecarias; contra las leyes del mercado; contra la desigualdad social creciente; contra la inacción de los sindicatos; contra la pérdida de soberanía monetaria y fiscal que les imponen la eurozona y el BCE.
Se manifiestan fuertemente contra el bipartidismo, que dicen ha secuestrado a la democracia y bloquea la participación, y contra los políticos y sus privilegios. “Somos los ni-ni, ni PSOE ni PP”. Sin embargo no parecen haber incidido mayormente en los resultados de elecciones municipales y autonómicas del domingo pasado. La abstención fue menor que en elecciones anteriores y sumados votos nulos y blancos no superan el 4 por ciento. Claro está que entre los variados objetivos del 15-M no entraba lo electoral, por el contrario se autodefinen como “apartidarios reivindicativos”.
Un nuevo tipo de movimiento
La formas asamblearias y autoorganizativas que se ha dado el movimiento remiten mucho a la experiencia argentina del 2001, tanto como que el uso de las redes sociales y el acampe en las plazas es impacto directo de las experiencias en Túnez y Egipto. Como pasó en nuestro país, los sindicatos brillan hasta ahora por su ausencia. Conviene recordar que en Túnez y en Egipto lo hicieron recién cuando ya el movimiento estaba lanzado.
Es indudable que las nuevas tecnologías comunicacionales han vuelto a jugar un rol decisivo, facilitando la creación de movimientos en tiempo real. El sociólogo y profesor universitario Jaime Pastor cree que se trata de una dinámica social fundante: “Quizás sea prematuro decirlo pero creo que sí, que efectivamente las manifestaciones en más de 50 ciudades y las acampadas en las principales plazas de muchas ciudades en los días siguientes constituyen un acontecimiento fundador de un nuevo tipo de movimiento social con perspectivas de duración, ya que expresa una indignación colectiva frente a las consecuencias negativas que para una mayoría social tiene una crisis de la que no se sienten responsables”.
A dónde llegar
Al momento de redactar estas notas los Indignados están debatiendo la continuidad del movimiento, llevando las asambleas a los barrios y discutiendo propuestas: "Que la acampada decida adónde queremos llegar, para que no nos desunamos con tantas propuestas distintas". Para Pastor si el movimiento logra consolidarse y dado el desplazamiento más a derecha que emerge de las urnas es posible se abra un nuevo período político caracterizado por lo que llama “un choque de legitimidades” En tanto los Indignados han decidido prolongar el acampe por una semana más y están convocando a manifestarse el próximo 15 de junio.
Tienen claro que la crisis adopta formas propias en cada país pero que es una crisis del capital como sistema y como tal requiere de la internacionalización de la protesta. De hecho ya hubo réplicas en varias ciudades europeas.
El próximo 15-J puede ser la oportunidad para unificar una respuesta a la crisis a nivel mundial, conjuntamente con los trabajadores, los estudiantes y los jóvenes portugueses, griegos, irlandeses y británicos y todos los agredidos por el sistema del capital que no quieren pagar su crisis. Desde América Latina también hay razones para sumarnos.
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