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viernes, junio 10, 2011
Una obra a recuperar: Éxodo. Diario de una refugiada española, de Silvia Mistral
Público edita esta sábado 11, esta tan poco conocida de Silvia mistral que no hace mucho apareció por primera vez entre nosotros en Icaria de Barcelona. Se trata de una ocasión de recuperar una obra clave que nos sirve para recordar a una mujer Silvia Mistral, escritora española republicana refugiada en Francia en 1939 y posteriormente exiliada en México, escribió durante los primeros seis meses de su exilio el diario de su experiencia como refugiada (publicado en México en 1940). El diario es un emocionante testimonio personal del gran éxodo colectivo, y constituye un documento de gran relevancia histórica por ser uno de los primeros diarios publicados de la experiencia del exilio republicano, y también uno de los más reveladores y elocuentes por lo que ofrece de elaborada crónica personal de una experiencia colectiva de desarraigo y negociación de la identidad vista desde el punto de vista de una mujer de a pie. Escrito con urgencia pero con gran sensibilidad y altura literaria, sus páginas contienen emotivas impresiones y lúcidas reflexiones sobre el éxodo republicano.
Ha transcurrido casi un mes desde la salida de Pauillac, un puerto petrolero dependiente de Burdeos. No falta mucho para que los nazis hagan su arribo violento a la historia de esta Población, pero aún no se habla demasiado de ello. ¿En que distraen sus pensamientos los que miran las costas de Francia que se pierden? ¿Acaso en la esperanza? ¿Qué piensa Ricardo ahora que escucha esta música en Veracruz, el que años después condenaría los himnos por considerarlos cantos de muerte, él que, aunque pacifista exacerbado, tarareaba Bandera Negra al llegar a Gerona? ¿Se ha cantado algún himno a bordo durante el largo viaje?. El libro fue editado por su compañero sentimental, Ricard Mestre, justo un año después de desembarcar en el país donde habrá de morir 58 años más tarde: el jueves 13 de febrero del 97. El título de este libro Éxodo, diario de una refugiada española, el prólogo de León Felipe y fue impreso por Ediciones Minerva en 1940 con un prólogo de León Felipe, al que conocían desde tiempo atrás por sus colaboraciones en la “Solidaridad Obrera”.
Minerva era también el nombre del quiosco de periódicos que Ricardo tenía en la catalana población de Vilanova i la Geltrú. Silvia da cuenta del himno de Galicia que algunos marinos entonan cuando alcanzan a divisar lo que se adivina como el Cabo Finisterre. Los vascos han formado un coro, los catalanes cantan L 'Emigrant. El cant de la Senvera, las canciones de la emoción y la nostalgia: Leamos: "En esta segunda expedición a México (el primer barco, donde Silvia, le había anunciado debía viajar junto a otros de sus compatriotas cubanos, fue el Sinaia) va de todo: obreros, marinos, intelectuales, artistas, profesores, campesinos y un elevado tanto por ciento de burocracia". Ricardo me platica del 33 proporcional. Así se había convenido: 33 por ciento de republicanos, 33 de comunistas. 33 de libertarios y otros. Así debió de haber sido la composición de quienes embarcaron. Así no fue. Muchos esperanzados tuvieron que quedarse en la orilla. A pesar de los ofrecimientos de Cárdenas. Algo describe Silvia: "Me han rechazado, todo porque dije la verdad: que no era negrinista, que no apoyaba a Negrin, como la mayoría de los trabajadores españoles y que, considerando que no iba a su país a hacer política, sino a trabajar, era absurdo que se me hiciera tal pregunta.
El libro está considerado como una de las principales obras del los primeros años del exilio. Parte de un diario que relata los últimos meses de la guerra, sufridos en un barrio obrero, próximo a Barcelona. “En un rincón yace llena de polvo la guitarra- nos cuenta la autora-. Las cortinas han sido desgarradas por las bombas. Sobre los tejados ya no revolotean los pájaros. ¿Dónde estarán los pájaros? ¿En qué región habitarán, ahora, las golondrinas, los gorriones y los jilgueros? Todo está, ahora, desgarrado por la guerra. Voy a partir. ¿Cómo y a dónde? No lo sé...” Seguidamente nos narra una amarga visión de los campos de concentración franceses. «En Argelès es más fácil entrar que salir -nos dice Silvia Mistral-. Una playa inmensa, y nada más. Ni caseta, ni agua, ni comida, ni enfermeros, ni medicinas. Sólo la arena y el mistral. Y los senegaleses. Altos y negros, semejan niños a los que se ha dado un fusil y un uniforme y una orden de matar. Nadie puede imaginar cómo es esta playa con el frío y en la noche. No hay una venda para los heridos ni un poco de agua hervida para los enfermos...” Finalmente, la autora nos refiere su viaje hasta México en el buque Ipanema : “Cuando el Ipanema se aleja del espigón, unos y otros lanzan tres gritos: ¡Viva México! ¡Viva Cárdenas! ¡Viva la República! Nadie dio un hurra a Francia”.
Dos palabras sobre Silvia Mistral, en realidad Hortensia Blanch Pita (La Habana, 1914- Lomas de Bellavista, Ciudad López Mateos, del Estado de México, 2004). De padre catalán y madre gallega, desde 1920 hasta 1926 vive en Vilalba, provincia de Lugo, volviendo nuevamente a La Habana. Al proclamarse la República regresa a España, estableciéndose en Barcelona, donde trabaja de ayudante en un laboratorio químico, al tiempo que colabora en el suplemento literario de Las Noticias, y, más tarde, en El Día Gráfico. Su pasión por el cine le lleva a ejercer la crítica cinematográfica en las revistas Popular Film, Films Selectos y Proyector, y a realizar algunas adaptaciones cinematográficas para las compañías Paramount y Metro. Afiliada a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), durante la guerra provocada por la rebelión militar del general Franco colabora en las revistas Umbral y Solidaridad Obrera, y en el periódico La Vanguardia, donde aparecen sus crónicas de guerra. También es locutora de Radio Oficial Republicana y secretaria de la revista Nuevo Cine. Traba amistad con la reportera gráfica húngara Kati Horna, con la que mantiene una colaboración que se prolongaría en el exilio, y lo que sigue es una aventura trágica que Silvia narrará con verismo y pericia, y que ahora, como un acto de justicia, nos llega a las librerías y a los kioscos por un euro.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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