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lunes, junio 27, 2011
¿Cómo las corporaciones dominan la diplomacia estadounidense?
Cinco revelaciones de WikiLeaks
Una de las plagas más importantes que paralizan la democracia de EE.UU. es la fusión del poder de las corporaciones con funcionarios elegidos o nombrados a los más alto niveles. La influencia tiene un precio muy alto en la política estadounidense donde se compra y se paga a los políticos con donaciones cada vez mayores del gran capital a las campañas electorales, asfixiando toda voz que defienda el interés público.
Millones de dólares en financiamiento para las elecciones inundan las salas del poder de Washington junto con decenas de miles de lobistas corporativos bien remunerados, y una puerta giratoria interminable que permite que los ejecutivos de las corporaciones se desplacen entre los sectores público y privado ha borrado la línea entre organismos del gobierno y corporaciones privadas.
Esta dominación corporativa sobre la actividad del gobierno ayuda a explicar por qué estamos infestados por un sistema de salud que llena los bolsillos de los ejecutivos de la industria en detrimento de los enfermos; una industria de la guerra que causa insuperable muerte y destrucción para enriquecer a fabricantes de armas y contratistas de la defensa; y un sector financiero que viola a la clase trabajadora y a los pobres para distribuir miles de millones de dólares en bonificaciones a los directores ejecutivos de Wall Street.
Las implicaciones de este corporativismo en rápido crecimiento llegan mucho más allá de nuestras fronteras en el campo de la diplomacia estadounidense, como en un caso en el cual los esfuerzos de diplomáticos de EE.UU. obligaron a mantener las maquiladoras por debajo del salario mínimo para trabajadores haitianos asediados.
En este contexto de corrupción del gobierno por parte de las corporaciones, uno de los mayores logros de WikiLeaks ha sido sacar a la luz la exorbitante influencia que las corporaciones multinacionales tienen sobre la diplomacia de Washington. Muchos de los cables de embajadas de EE.UU. publicados por WikiLeaks revelan la descarada intervención del personal de nuestras embajadas en los negocios de otros países por cuenta de corporaciones estadounidenses. Desde compañías mineras en Perú a compañías farmacéuticas en Ecuador, un cable de embajada de WikiLeaks tras el otro ilustran un modelo de diplomáticos de EE.UU. que embaucan por cuenta de intereses corporativos en el extranjero del modo más sórdido e indecoroso imaginable.
Mientras la fusión del poder corporativo y gubernamental no es exactamente algo nuevo, es uno de los temas más críticos pero poco descrito de nuestros tiempos. Y WikiLeaks nos ha presentado una mirada al funcionamiento interno de esta colusión corporativa-gubernamental, que a menudo opera a los más altos niveles del poder. Es claro como el agua que se trata de un procedimiento operativo normal que los funcionarios del gobierno de EE.UU. tengan un segundo empleo como secuaces de las corporaciones. Gracias a WikiLeaks podemos presentar cinco ejemplos que muestran hasta dónde está dispuesto a llegar Washington para proteger y promover las corporaciones estadounidenses en todo el mundo.
1. Funcionarios estadounidenses trabajan de vendedores para Boeing.
La fusión del poder estatal y corporativo es impresionante en una gran cantidad de cables que detallan cómo los funcionarios del Departamento de Estado de EE.UU. actúan como agentes de mercadeo por cuenta de una afortunada corporación. Antes este año el New York Times reveló detalles sobre la manera en que los diplomáticos de EE.UU. han promovido activamente la venta de aviones jet comerciales construidos por la compañía estadounidense Boeing.
Cientos de cables de WikiLeaks muestran que Boeing tenía un personal de ventas de diplomáticos estadounidenses que llegaban hasta los niveles más altos de los gobiernos, llegando incluso a sabotear ventas del rival europeo de Boeing, Airbus. Ofrecieron contratos seductores de aviones comerciales a los jefes de Estado y a ejecutivos de aerolíneas en Arabia Saudí, Bahréin, Jordania, Turquía y otros países. Los documentos de WikiLeaks también sugieren que todavía existen pedidos de sobornos, o por lo menos pagos a intermediarios sospechosos.
En un negocio que se evalúó en 3.400 millones de dólares aproximadamente, la embajada de EE.UU. en Estambul presionó por la venta de aviones Boeing a Turkish Airlines (THY), según un cable de enero de 2010. A cambio, el presidente de Turquía pidió al gobierno de Obama que permitiera que un astronauta turco participara en un vuelo espacial de la NASA.
La parte más intrigante e irónica del cable es el desconcierto del embajador de EE.UU. ante “la amalgama de interacciones del USG [gobierno de EE.UU.] y del GOT [gobierno de Turquía] y lo que es ostensiblemente una venta comercial entre firmas privadas”, y se queja de que constituye “un grado inoportuno, pero no sorprendente de influencia política en esta transacción”. La acusación de que existe influencia política inadecuada entre el gobierno turco y una línea aérea privada es risible considerando que el Departamento de Estado es el que impulsa la venta por cuenta de una firma privada.
El cable dice a continuación: “Probablemente no podemos poner en órbita a un astronauta turco, pero hay programas que podríamos emprender para fortalecer la capacidad de Turquía en esta área que satisfagan nuestros propios objetivos de mejora de la seguridad de la aviación. En todo caso, debemos mostrar alguna reacción ante la vaga solicitud del ministro si queremos maximizar las probabilidades de la venta.”
En noviembre del año pasado, Arabia Saudí anunció un acuerdo con Boeing para comprar aviones por más de 3.300 millones de dólares, un negocio que según revela WikiLeaks fue precedido por años de intenso cabildeo por funcionarios estadounidenses al más alto nivel.
A finales de 2006, el presidente George W. Bush escribió una carta que hizo entregar personalmente al rey Abdullah de Arabia Saudí, implorando prácticamente al rey que comprara hasta 43 aviones Boeing para modernizar Saudi Arabian Airlines, y 13 jets para la flota real saudí.
El rey Abdullah respondió pidiendo al gobierno de EE.UU. y al presidente Bush que instalaran en su avión privado el mismo equipo de alta tecnología utilizado en Air Force One [El avión del presidente de EE.UU.] Sugirió que si EE.UU. satisfacía su pedido, haría una gran compra de aviones Boeing para la familia real y Saudi Arabian Airlines. Y, ¡vaya sorpresa! El rey Abdullah consiguió su avión mejorado, y Boeing ganó miles de millones.
Un cable de principios de 2008 detalla un plan que saboteó exitosamente una venta de Airbus. En diciembre de 2007, la línea aérea propiedad de Bahréin, Gulf Air, anunció planes para la compra de una nueva flota de aviones Airbus. Funcionarios de Boeing alertaron al Departamento de Estado, que intervino de inmediato instando a la Gulf Air a que comprara a Boeing en su lugar. Después de meses de intenso cabildeo del embajador, el príncipe heredero y el rey de Bahréin aceptaron desechar la compra de Airbus. Ordenaron a Gulf Air que reabriera negociaciones con Boeing, y finalmente consiguieron el negocio evaluado en 6.000 millones de dólares, que se firmó cuando el presidente Bush visitó Bahréin.
2. Diplomáticos de EE.UU. de día – Secuaces de Monsanto de noche.
Boeing no es la única corporación multimillonaria por la que han estado presionando los diplomáticos estadounidenses. En un cable de finales de 2007, el ex embajador en Francia Craig Stapleton aconsejó a Washington que lanzara una guerra comercial de estilo militar contra cualquier país de la Unión Europea que se opusiera a los cultivos modificados genéticamente (GM)
“El equipo del país en París recomienda que calibremos una lista de represalias contra objetivos que causen un cierto daño en toda la UE ya que esto es una responsabilidad colectiva, pero que también se concentre en los peores culpables. La lista debería ser más mesurada que cruenta y debe ser sostenible a largo plazo, ya que no debemos esperar una victoria rápida,” escribió.
Era la reacción de Stapleton ante los esfuerzos franceses de prohibir una variedad de maíz GM de Monsanto. Específicamente pidió a Washington que castigara a países de la UE que no apoyaran el uso de cultivos GM.
“Proceder a represalias dejará claro que el actual camino tiene verdaderos costes para los intereses de la UE y podría ayudar a fortalecer las voces europeas favorables a la biotecnología”.
El cable de la embajada de 2009, escrito por el embajador en España, cita directamente reuniones con ejecutivos de Monsanto, mostrando que los diplomáticos de EE.UU. recibían órdenes directamente de compañías de GM.
El director de biotecnología de Monsanto para España y Portugal informó a los funcionarios de la embajada sobre la región, y se quejó de que “España se está convirtiendo cada vez más en un objetivo de las fuerzas contrarias a la biotecnología dentro de Europa. Si España cae, el resto de Europa la seguirá.”
En un insulto al azar metido dentro del cable, el embajador dice: “Dentro del sector agrícola, solo los sindicatos izquierdistas de agricultores tienen opiniones negativas sobre los GM”.
El cable termina con un dramático llamado a la intervención del gobierno de EE.UU. por cuenta de Monsanto: “PEDIDO DE ACCIÓN: Como respuesta a urgentes pedidos del secretario de Estado [español para asuntos rurales] Josep Puxeu y Monsanto, el autor solicita renovado apoyo del gobierno de EE.UU. para la posición de biotecnología agrícola española basada en la ciencia a través de intervención a alto nivel del gobierno de EE.UU.”
3. Fármacos + diplomáticos estadounidenses = mejores amigos para siempre.
En octubre de 2009, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, promulgó un decreto para mejorar el acceso a las medicinas y apoyar programas de salud mediante un protocolo que reduciría los costes de los medicamentos. Cables de personal de la embajada de EE.UU. en Ecuador al Departamento de Estado muestran que EE.UU., las compañías farmacéuticas multinacionales y tres ministros dentro del gobierno, compartieron información y trabajaron para estropear la nueva política de Ecuador.
En un cable con fecha 13 de octubre de 2009, antes de la promulgación del decreto, el embajador de EE.UU. mostraba su preocupación por los planes de Correa porque darían prioridad a la producción local y eliminarían las patentes farmacéuticas. En otras palabras, Ecuador quería hacer cambios que impactarían negativamente en los beneficios de las compañías farmacéuticas estadounidenses.
En cuanto supieron de los planes de Correa, personas de la embajada de EE.UU. se reunieron con representantes locales de las compañías farmacéuticas estadounidenses Pfizer, Merck, Sharp and Dohme, Schering-Plough, y Wyeth para compartir estrategias que impedirían o limitarían los cambios del sistema de licencias de Ecuador.
Las preocupaciones estadounidenses se intensificaron, como revela un cable escrito días después, que se refiere a reuniones con “contactos bien situados” en “ministerios potencialmente comprensivos”. En lo que suena como un intento de chantaje, la ministra de salud, Carolina Chang –uno de los contactos bien situados”, descrita como un aliado– aseguró a las farmacéuticas multinacionales que estaba investigando irregularidades financieras y actividades empresariales de algunos de los productores locales con la intención de obtener alguna influencia.
A pesar de los esfuerzos por estropear el protocolo de acceso de Ecuador, el país promulgó su primera licencia obligatoria en abril de
2010, posibilitando importaciones de genéricos de la droga ritonavir contra el VIH/SIDA.
4. Washington ‘adora’ a las abusivas compañías mineras en Perú.
De Bolivia a Venezuela y Perú, los diplomáticos estadounidenses están obsesionados por asegurar los beneficios de las corporaciones mineras multinacionales a costa de los derechos indígenas y el entorno. Por lo menos es la impresión que dejan los cables de WikiLeaks que detallan la erupción de protestas contra la minería cerca de la frontera con Ecuador contra la firma Minera Majaz.
En agosto de 2005, un grupo de manifestantes en el norte de Perú marchó a la instalación de una mina de cobre operada por la firma Minera Majaz, subsidiaria de la compañía minera británica Monterrico Metals. De los cientos de manifestantes de las comunidades locales que convergieron en la instalación de la mina, 28 fueron brutalmente torturados y tres fueron heridos a balazos, de los cuales uno murió desangrado.
Pero eso no lo mencionan los cables de la embajada de EE.UU. revelados por WikiLeaks que describen las manifestaciones. El tono es de compasión hacia la compañía minera, mientras presentan a los manifestantes como tenebrosos y siniestros “manifestantes militantes contra la minería” que sabotean malvadamente a Majaz.
En un cable posterior a las protestas, J. Curtis Struble, ex embajador de EE.UU. en Perú, sigue la línea de Majaz de que los comunistas y sindicatos son los culpables de sembrar las semillas de rebelión, una acusación que huele al típico proceder de Washington de tildar de ‘rojo’ a todo el que se oponga a las prácticas abusivas de las corporaciones en el mundo en desarrollo.
“Las fuerzas anti-mineras en acción en Majaz representan por cierto una extraña combinación –la iglesia católica, violentos izquierdistas radicales, ONG, ronderos y tal vez narcotraficantes-. Trabaja entre bastidores una combinación del Partido Comunista Peruano/Patria Roja, maestros nacionales, el sindicato SUTEP y tal vez traficantes de amapolas de opio”, dice Struble.
El resplandeciente perfil de la compañía minera de Struble dice: “Majaz ha gastado 20 millones de dólares buscando cobre durante más de un año, construyendo carreteras y suministrando servicios y empleo a los habitantes de la zona. Los militantes todavía niegan acceso a la mayor parte de la ruta del oleoducto.”
Ni una sola vez reconoce Struble la larga historia de la devastación que las compañías mineras han causado en toda la región, como la contaminación del suministro local de agua y de la tierra, el uso de brutales paramilitares para asesinar a dirigentes indígenas que las desafían, o el desplazamiento causado por el robo de tierras indígenas.
Solo días después de las flagrantes violaciones de los derechos humanos cometidas contra los manifestantes, otro cable revela que los embajadores de EE.UU. y Canadá organizaron una reunión con representantes de varias compañías mineras internacionales en Perú. Struble expresa su plan de reforzar la seguridad en las minas, evitar el cierre de carreteras por manifestantes que perjudicaría el comercio, y alentar al gobierno peruano para que procese a los manifestantes.
5. Diplomáticos y espías corporativos.
Un cable más reciente de una embajada de EE.UU., de fecha 17 de marzo de 2008, revela que los diplomáticos estadounidenses espiaron a activistas indígenas y a sus partidarios que estaban organizando protestas contra la cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea y de Latinoamérica que estaba programada en Lima ese año.
El embajador de EE.UU. en Perú, James Nealon, identificó a activistas indígenas específicos y siguió la huella de la participación del presidente boliviano Evo Morales, del presidente venezolano Hugo Chávez, del embajador de Bolivia, Pablo Solon, del destacado activista quechua Miguel Palacín Quispe y de otros líderes comunitarios influyentes.
¿Qué tiene en común toda esta gente? Su apoyo inquebrantable a los derechos indígenas y al medio ambiente, junto con sus exitosas tácticas de organización y su popularidad entre las poblaciones indígenas, que hacen que los amos corporativos de Washington tiemblen en sus botas.
Nealon describe a los grupos contra la cumbre como una “variedad de movimientos sociales radicales peruanos y ONG europeas contra la globalización”, y cita grupos campesinos e indígenas específicos con los nombres de destacados organizadores a quienes rastrea la embajada de EE.UU. El cable está repleto de referencias insultantes a Hugo Chávez de Venezuela y a Evo Morales de Bolivia, en particular contra Morales y sus partidarios. Un líder social boliviano es descrito como “ideólogo favorable a Morales” y otro como “alto consejero de Evo Morales y gurú contra el libre comercio y la globalización”
En casi todos los cables desde Perú, el gobierno de EE.UU. interpreta a los enemigos del poder corporativo como enemigos de EE.UU. Como resultado, los activistas de izquierdas y los organizadores comunitarios, en particular los que amenazan los beneficios de las corporaciones, se convierten en objetivos regulares. Los sindicatos, ecologistas, y las comunidades indígenas que desafían a las multinacionales se contemplan permanentemente con desdén y como facinerosos hostiles. La propensión del gobierno de EE.UU. de amalgamar las amenazas a los intereses corporativos con amenazas a los intereses estadounidenses debería alarmar a todo el que valore la democracia.
¿Qué es lo que ignoramos?
Aparte de reírnos un buen rato al ver a diplomáticos patéticamente corruptos que se prostituyen ante ejecutivos corporativos, estos cables nos brindan un vistazo fuera de lo común al servilismo de los diplomáticos estadounidense ante los monstruos corporativos, sin que importe el coste para la gente y el medio ambiente.
Parece que la colusión entre ejecutivos corporativos y los diplomáticos de EE.UU. tiene lugar a un ritmo en aceleración permanente en todo el globo, y sin embargo, esos tenebrosos esfuerzos siguen envueltos en el secreto. La transparencia y la responsabilización han recibido un golpe tan devastador durante la última década, que los denunciantes y medios noticiosos como WikiLeaks son los únicos mecanismos que quedan que todavía son capaces de elucidar las consecuencias de la influencia corporativa desenfrenada que infecta nuestro gobierno.
Como todavía hay decenas de miles de cables de las embajadas divulgados por WikiLeaks que no se han publicado, es seguro que existen cientos, si no miles, de episodios que involucran la cooperación entre las corporaciones y el gobierno de EE.UU. que aún no han sido descubiertos.
Rania Khalek
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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