El apretón de manos entre Obama y Raúl Castro concentró la atención de la Cumbre de las Américas desarrollada en Panamá; fue, sin duda, el hecho relevante. Pero ¿qué significa?
Sistema interamericano
La Cumbre en cuestión forma parte del sistema interamericano, fue una iniciativa en el marco de la OEA. La participación de Cuba en el evento constituye una señal en dirección a su reingreso en la OEA, de la que fuera expulsada en 1962. La participación en la OEA supone la adhesión a sus principios estratégicos, que explícitamente son los principios jurídicos del capitalismo y del estado constitucional basados en el capitalismo. En este marco, la participación en la Cumbre se relaciona directamente con el llamado ‘deshielo’ entre Estados Unidos y Cuba, que tiene en vista la reanudación de las relaciones diplomáticas y la promesa de una atenuación del bloqueo. Desde que Obama anunciara el fin del bloqueo, hace un par de meses, no se ha avanzado nada por este camino, el cual depende legislativamente del Congreso norteamericano, dominado por los republicanos. De modo que todo este llamado ‘deshielo’ se encuentra en un verdadero impasse. Cuba se ha sumado a una operación de presión sobre el Congreso, con un resultado incierto, en lugar de poner el levantamiento del bloqueo como condición para los pasos ulteriores. La asistencia a Panamá forma parte del nuevo juego de presiones. La incorporación de Cuba a la OEA cambiaría estratégicamente el alcance de un levantamiento o atenuación del bloqueo comercial y económico, porque significaría un cambio de principios del régimen social y político de Cuba. El gobierno norteamericano ha condicionado la reanudación de relaciones diplomáticas a la admisión de una embajada en Cuba que goce de completa libertad de acción política. En el mismo sentido, condiciona el levantamiento del bloqueo a una libertad de inversiones capitalistas en la isla.
Los gobiernos nacionalistas de América Latina tienen, desde hace tiempo, una caracterización diferente. Presentan una reincorporación de Cuba a la OEA como una ‘victoria’ sobre el imperialismo, esto porque esa reincorporación significaría una mayor autonomía de acción para América Latina. Se trata, por un lado, de un planteo superficial, porque esa mayor autonomía nunca podría quedar tallada en la piedra, sino que depende de los vaivenes políticos de los países en cuestión. Por otro lado, es claro que los gobiernos nacionalistas están interesados en una alteración de los principios de organización social en Cuba, porque ellos son gobiernos capitalistas que se beneficiarían con una apertura de Cuba al capital internacional. Brasil y México ya han avanzado bastante en esta dirección de promover la inversión de sus capitales en la isla.
Venezuela
Mientras Raúl Castro se despachaba con un certificado de honestidad para Obama, Venezuela venía de ser declarada una amenaza para Estados Unidos por parte del mismo Obama. El asunto es muy interesante, porque mientras la versión progre ve en el acercamiento de Obama a Cuba una tendencia lineal hacia mayores espacios de convergencia, para el imperialismo yanqui significa otra cosa: usar ese certificado de honestidad para operar con mayor alcance en la crisis que atraviesan los países latinoamericanos -desde Brasil a Venezuela, pasando por Ecuador y Argentina. La ‘dureza’ de los discursos de los presidentes de estos países se explica por este motivo y constituye un contraste con las mieles intercambiadas entre Obama y Castro. Nicolás Maduro tuvo que archivar, al final, la presentación de diez millones de firmas que habían sido recogidas en repudio al decreto ejecutivo de Obama.
China
Los grandes capitales han apurado a Obama a tomar una iniciativa respecto de Cuba, en función de neutralizar la penetración económica de China en América Latina, que podría acentuarse si prosperan acuerdos con Cuba. Se ingresa, de este modo, en nuevos terrenos de crisis y conflictos. China, por otra parte, choca con sus propios límites en esta penetración, porque se convierte en acreedora de Estados insolventes, como Venezuela y Ecuador (exportadores de petróleo en caída), o incluso Brasil y Argentina. A la hora del rescate, las burguesías y pequeño burguesías de estos países deberán golpear la puerta de Wall Street para refinanciar sus abultadas deudas públicas.
Frente Popular
La crisis mundial se ha vuelto a enseñorear con América Latina a partir de la caída de los precios de sus productos de exportación y la nueva fuga de capitales. Esto ocurre cuando el espíritu de resistencia popular sigue en pie, desde el fracaso estrepitoso de los gobiernos ‘neoliberales’. Para hacer frente a nuevas rebeliones y crisis políticas en América Latina, Estados Unidos busca un nuevo punto de apoyo en las burguesías latinoamericanas. El ‘deshielo’ con Cuba favorece las iniciativas políticas de constituir una suerte de Frente Popular Panamericano, como recurso de contención política de las masas.
En este cuadro político, reivindicamos el levantamiento del bloqueo a Cuba en tanto sea incondicional y vinculamos esa reivindicación a la lucha estratégica por la Unidad Socialista de América Latina.
Jorge Altamira
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