La campaña Ciudadanos por la Revocación del Mandato es impulsada por diputados como el panista Javier Corral o Manuel Bartlett, connotado ex priista y operador del fraude de 1988. Promueve una consulta ciudadana concomitante con las elecciones parlamentarias. Participan de ella artistas y activistas sociales.
Recientemente se lanzó la Campaña Ciudadanos por la Revocación del Mandato. La misma es impulsada por diputados como el panista Javier Corral, Manuel Bartlett –connotado ex priista, operador del fraude de 1988 y actual coordinador del grupo parlamentario del Partido del Trabajo- y el ex diputado Gerardo Fernandez Noroña, actualmente candidato por el ya mencionado PT. Participan también de la campaña varios artistas y connotados activistas sociales, como Daniel Giménez Cacho y Alejandro Solalinde.
Con esta campaña buscan impulsar lo que en los hechos es una consulta ciudadana para repudiar al gobierno de Enrique Peña Nieto. Los organizadores proponen exigir que las hojas de revocación de mandato –que quienes acudan a las urnas podrían introducir en las urnas junto a su voto- se contabilicen.
Esto es planteado por los organizadores como “una forma legal, civilizada y en el marco del proceso electoral: agregar a nuestro voto, manteniendo la secrecía de ese ejercicio, una boleta de petición de revocación del mandato del Presidente de la República”.
Ya en el pasado Bartlett y Corral coincidieron en la oposición parlamentaria a algunas medidas del peñanietismo, como fue en ocasión de la reforma en telecomunicaciones, donde actuaron como los portavoces del arco opositor a dicha reforma, la cual fue avalada no solo por priistas y panistas, sino también por parlamentarios petistas.
En este caso, su propuesta busca, evidentemente, empalmar con el fuerte sentimiento de repudio al gobierno que, desde octubre del 2014, se hizo evidente en las calles de México y resonó en cada manifestación exigiendo la aparición con vida de los 43 compañeros normalistas de Ayotzinapa. Por ello, despierta la simpatía y el apoyo de activistas políticos y sociales contra el gobierno, como es el caso de Alejandro Solalinde.
Una operación para desviar el descontento
Sin embargo -independientemente de las ilusiones que la misma pueda despertar en sectores honestos que quieren denunciar al gobierno- hay que decir que la propuesta de Corral, Bartlett y Noroña no puede disociarse de que sus respectivos partidos participan del actual proceso electoral, ni de su estrategia política.
Sin duda, uno de los alicientes que está tras la actuación de Corral –que desde hace años se presenta como el ala de “oposición civilizada” dentro de ese partido reaccionario que es el PAN- es atraer votos descontentos con el PRI para los candidatos panistas. Esto no le vendría mal al blanquiazul, que como resultado de sus políticas derechistas y del “legado” de la guerra contra el narco de Calderón, no se recompone a los ojos de sectores amplios de la población, y puede caer mucho en las próximas elecciones. En el caso del PT, es evidente que pretende atraer algo del voto más opositor al gobierno, en detrimento del MORENA de Andrés Manuel López Obrador.
Tanto el PAN –socio del PRI e integrante del Pacto por México desde su inicio- como el Partido del Trabajo, son parte de lo que es una verdadera operación política que hemos denunciado: desviar hacia la trampa electoral del 7 de junio el descontento de la población y evitar que éste pueda expresarse, ese día, como un verdadero repudio contra los partidos de esta democracia asesina del PRI, PAN y PRD.
Mientras que a nadie puede extrañar esta actuación del PAN y sus parlamentarios -un partido claramente conservador que ha avalado todas y cada una de las reformas antiobreras del PRI-, en el caso del Partido del Trabajo su discurso izquierdista está al servicio de recomponer las instituciones mediante el proceso electoral… esto mientras participa en alianzas con el PRI y el PAN (!) en algunas entidades.
El PT levanta una estrategia política que es -en términos generales- similar a la que sostiene el MORENA de López Obrador, con el que han establecido en su momento múltiples alianzas políticas. Esto es, reformar y democratizar las instituciones defensoras del capitalismo mexicano, y sembrar la ilusión en que, votando a sus candidatos, será posible reformar algo de este régimen irreformable.
La campaña representa además un gran peligro para los millones que se movilizaron contra la “narcopolítica” del PRI-PAN-PRD y que clamaron “Fue el Estado”. Pretende generar la ilusión en que, confiando en los mecanismos constitucionales (como el “incidente electoral” y la “consulta ciudadana”) se podrá concretar la demanda de que se vaya Peña Nieto. Esto es, busca generar confianza en que las instituciones pueden actuar favorablemente y en interés del reclamo mas escuchado en los meses previos, una perspectiva opuesta a lo que planteó, como necesidad urgente, la lucha por Ayotzinapa: enfrentar de forma radical y hasta el final a las instituciones como el Congreso de la Unión.
Mas allá de las justas ilusiones que pueda despertar en sectores que la vean como una vía para expresar el repudio a Peña Nieto, esta campaña, en manos de panistas y petistas, es funcional a la política de recomponer las instituciones.
Ante esto, el camino es impulsar una política claramente independiente de las instituciones y los partidos del régimen político. La única forma de imponer el Fuera Peña Nieto que sonó en las calles desde Ayotzinapa, es retomando la lucha, encabezada por los trabajadores junto a la juventud combativa y el conjunto del pueblo, y preparando el camino para un verdadero paro nacional contra el gobierno, por la aparición de los 43 y contra las reformas estructurales.
En esa perspectiva, ante las próximas elecciones, lejos de llamar a votar por los partidos que buscan recomponer las instituciones y democratizarlas, lo planteado es repudiar activamente la trampa electoral. Para ello, debemos ser millones los que ese 7 de junio acudamos a anular el voto, como forma de expresar la lucha por los 43, escribiendo en la boleta electoral #Faltan43, como plantea el Movimiento de Trabajadores Socialistas.
Esta intervención electoral independiente del PRI y los partidos opositores –desde el PAN y el PRD hasta el Morena y el PT- es parte, como decimos antes, de preparar una gran movilización obrera y popular para echar abajo al gobierno de Peña Nieto y el conjunto de las instituciones de esta democracia asesina.
Pablo Oprinari
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