Han convertido el Yemen en caldo de cultivo para al-Qaida en la Península Arábiga
En lo que han sido tres décadas de guerras insensatas en Medio Oriente, la guerra de Arabia Saudí en Yemen puede ser la más insensata de todas. La “Operación Tormenta Decisiva” el nombre irónico de la campaña aérea de Arabia Saudí en Yemen, no ha conducido a nada decisivo más allá de asegurar que el país siga siendo un Estado fallido y un campo fértil para organizaciones como al-Qaida en la Península Arábiga (AQAP). Mucho antes del comienzo de “Operación Tormenta Decisiva”, Yemen, el país más pobre de Medio Oriente, enfrentaba una cantidad de problemas que iban de la grave escasez de agua, la inseguridad alimentaria y una economía moribunda a una antigua insurgencia en múltiples frentes. La guerra de Arabia Saudí en Yemen ha exacerbado todos estos problemas y podría ser el golpe de gracia para un Yemen unido y relativamente estable.
El martes 21 de abril, el Gobierno de Arabia Saudí anunció abruptamente que terminaba la “Operación Tormenta Decisiva” y que reduciría su campaña aérea en Yemen. La “Operación Tormenta Decisiva” será reemplazada por la “Operación Restauración de la Esperanza”, un nombre desafortunado para una operación militar dado que también fue el nombre de la intervención estadounidense destinada al fracaso en 1992-1993 en Somalia. No está claro qué se propone lograr la “Operación Restauración de la Esperanza”, sin embargo la primera fase de la guerra de Arabia Saudí en Yemen ha sido desastrosa.
Según la Organización Mundial de la Salud, más de 900 personas han muerto en Yemen desde el comienzo, el 25 de marzo, de la campaña aérea dirigida por los saudíes. Además 150.000 yemeníes han sido desplazados y la cantidad de personas afectadas de inseguridad alimentaria ha aumentado a más de 12 millones. Debido al continuo bloqueo de sus puertos –Yemen importa más de 90% de sus alimentos– los precios de los alimentos básicos han aumentado y existe una escasez generalizada. En Adén, donde las temperaturas aumentan rutinariamente a altísimos niveles, la mayor parte de la ciudad de más de 500.000 habitantes no tiene acceso al agua. En todo el país los suministros de gasolina y gas se han agotado. A los hospitales, que ya tienen problemas para enfrentar la falta de medicinas y suministros, les queda poco o ningún combustible para los generadores. Es probable que los pacientes de las unidades de cuidados intensivos de Yemen mueran, ya que las máquinas salvavidas dejan de funcionar por falta de electricidad.
Hasta ahora AQAP ha sido el único beneficiario de la guerra de Arabia Saudí en Yemen. En el sudeste de Yemen, en la gobernación de Hadramawt, al-Qaida en la Península Arábiga (AQAP) se ha apoderado de la quinta ciudad de Yemen, Mukalla, y también tomó el control del aeropuerto y del puerto de la ciudad. La “Operación Tormenta Decisiva” atacó a los huthíes, una milicia zaidí que es enemiga declarada de al-Qaida. El bombardeo de Arabia Saudí también se concentró en las Fuerzas Armadas Yemenitas, aliadas con los huthíes y el antiguo presidente yemenita Ali Abdullah Saleh. Esas mismas unidades militares, incluida la Fuerza Aérea Yemenita que ha sido destruida en gran parte, también eran críticas para combatir AQAP y sus aliados. La “Operación Tormenta Decisiva” ha neutralizado efectivamente dos fuerzas responsables de impedir el progreso de AQAP en grandes sectores del sur y del este de Yemen.
¿Qué esperaban lograr los saudíes con la “Operación Tormenta Decisiva”? El Gobierno de Arabia Saudí afirmó que había lanzado operaciones militares contra Yemen para restaurar al Gobierno exiliado del presidente yemenita Abd Rabbuh Mansur al-Hadi quien huyó de Yemen a Arabia Saudí el 25 de marzo.
Sin embargo la restauración del gGbierno de Hadi, que tenía poco apoyo antes de que él y sus ministros llamaran abiertamente a los saudíes y sus socios a bombardear su propio país, sigue siendo poco probable. Hadi, quien fue durante mucho tiempo el vicepresidente de Saleh, fue elegido para ese puesto por Saleh por un motivo: Hadi no tiene una base de poder en Yemen. Es un sureño que no tiene vínculos con las tribus perennemente poderosas del norte de Yemen y como sureño que apoyó a Saleh y al norte en la guerra civil de 1994, es considerado traidor por muchos del sur.
También es importante señalar que los partidarios de Hadi que combaten contra las milicias huthíes y sus aliados en el sur de Yemen lo hacen bajo la bandera de la República Democrática Popular de Yemen (PDRY). La mayoría de los que combaten en Adén y en otras ciudades del sur no combaten por Hadi, sino por la independencia del norte debido a una larga lista de agravios no solucionados. Hasta unos meses antes de su partida a Arabia Saudí los servicios de seguridad bajo el control de Hadi perseguían y arrestaban a miembros de al-Hirak, el Movimiento Separatista del Sur.
El segundo objetivo de la campaña aérea dirigida por los saudíes era obligar a los huthíes a desarmarse. Esto era tan poco probable como la restauración del Gobierno de Hadi. Los huthíes han librado seis guerras contra las Fuerzas Armadas Yemenitas desde 2004 y han rechazado exitosamente a las fuerzas saudíes en 2009-2010. Aunque la guerra aérea de Arabia Saudí indudablemente debilitó algunas capacidades militares de los huthíes y puede haber llevado a la pérdida de lo que ya se puede decir que es un apoyo limitado a los huthíes y sus aliados, de ninguna manera derrotó a los huthíes, que han resistido cosas peores con mucho menos recursos de los que tienen ahora.
Después de bombardear Yemen durante casi un mes y provocar lo que podría ser una prolongada guerra civil, el Gobierno de Arabia Saudí puede haber llegado finalmente a la conclusión de que el único camino hacia adelante en Yemen es mediante el diálogo y la negociación. Ningún partido o facción en Yemen es capaz de establecer el del país, incluso con el apoyo de una potencia regional, sea Arabia Saudí o Irán. El antiguo presidente yemenita Ali Abdullah Saleh, un maestro en política maquiavélica con un conocimiento enciclopédico de tribus y clanes de Yemen, nunca pudo ejercer un control total sobre el país. Durante gran parte de sus 33 años en el poder se refirieron burlonamente a Saleh como el “alcalde de Saná porque su poder no se extendía mucho más allá de la capital. En muchos aspectos Yemen puede describirse como un “asilo de libertad”. El poder se ha dispersado históricamente entre varias facciones. Esta dispersión del poder milita contra una fuerte autoridad centralizada.
En una entrevista del 19 de abril a Russia Today, Jamal Benomar, quien renunció como Consejero Especial de las Naciones Unidas sobre Yemen el 16 de abril, antes de que empezase el bombardeo afirmó que en Yemen había negociciones entre todas las partes y se acercaban a una exitosa conclusión provisoria. En su vago discurso del 19 de abril, el líder huthi Abdul Malek al-Huthi, prometió no rendirse pero también indicó que los huthíes se mantienen abiertos a negociar. El antiguo partido gobernante de Yemen, el Congreso General Popular, y su exlíder Ali Abdullah Saleh, han llamado a nuevas negociaciones.
Yemen tiene un abundante acervo de tradiciones que, si se permite que funcionen, pueden limitar conflictos y favorecer acuerdos negociados. Esas tradiciones se evidenciaron durante el propio levantamiento popular de Yemen en 2011, que aunque violento no condujo, entonces, al tipo de guerras civiles brutalmente violentas que han afectado completamente a Libia y Siria. La guerra de Arabia Saudí en Yemen, si continúa, podría destruir muchas de esas tradiciones y asegurar que Yemen sea la próxima Siria o Libia. La guerra ya ha causado la muerte de cientos de civiles, ha destruido infraestructura crítica, ha empobrecido a miles de yemeníes más y ha permitido que AQAP expanda drásticamente las áreas bajo su control.
Michael Horton
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