sábado, abril 18, 2015

¡Muerte al invasor!: las cámaras se van a la guerra



Tanque de las fuerzas revolucionarias avanza hacia Playa Girón.

Pocas veces el séptimo arte ha servido tanto a la memoria de nuestro pueblo como en aquel histórico abril de 1961, cuando un grupo de cineastas tomaron aventuradamente las cámaras para registrar los ataques mercenarios perpetrados en tierras cubanas bajo la tutela del gobierno estadounidense. La empresa constituía el primer gran proyecto generado por el joven Noticiero ICAIC Latinoamericano, un noticiario que desde junio del año anterior venía reportando semanalmente las labores constructivas del proceso revolucionario.
Cinco fueron los hombres que realizaron la pericia de observar la realidad a través de un lente constantemente aterrorizado ante las desastrosas consecuencias que provocaba el irrespeto a nuestra soberanía nacional. Tras las cámaras concurrían Julio Simoneau y Pablo Martínez, miembros del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, y Mario Ferrer, proveniente de TV Revolución. En las labores de edición y dirección estuvieron a cargo de: Santiago Álvarez, considerado por muchos como el gran cronista de la Revolución Cubana, y Tomás Gutiérrez Alea (Titón), figura insigne de la cinematografía nacional, conocido por su labor en el género ficción con obras sobresalientes como Memorias del Subdesarrollo y Fresa y Chocolate.
La labor realizada por estos valientes corresponsales de guerra, ejemplo del periodismo cabal y comprometido con su tiempo y su público, no solo sirvió como testimonio dentro de la esfera pública nacional, sino que contó con una amplia repercusión en varios festivales internacionales. Fue en estos espacios donde se realizó la mayor obra de denuncia por los actos injerencistas realizados sobre el territorio cubano.
El material había sido procesado como documental independiente bajo el título ¡Muerte al invasor!, práctica que a partir de esta experiencia se hizo recurrente dentro del Noticiero para promover algunas ediciones sobresalientes por su valor artístico o discursivo en certámenes fílmicos foráneos.La película integró varias selecciones oficiales como las del IV Festival Internacional de Documentales y Cortometrajes de Leipzig (RDA), el Festival de los Pueblos (Italia) y el VIII Festival de Cortometrajes de Oberhausen (RFA), entre otras; e incluso llegó a merecer el reconocimiento de “Película Notable del Año” en el V Festival de Cine de Londres (Inglaterra) de 1961.
A lo largo de 16 minutos, el narrador Julio Batista relata con voz vibrante los episodios acontecidos desde los bombardeos del 15 de abril hasta los momentos posteriores a la victoria. No faltan las imágenes de catástrofe y tragedia popular ante el ataque enemigo. Todo acontece por medio de un montaje dinámico y asociativo, que sigue la rítmica marcha del Himno del Guerrillero en los pasajes de enfrentamientos.
Aparece allí el pueblo como unidad compacta y heroica, que alza sus armas de “coraje revolucionario” para liberar la patria de los invasores. Destaca, finalmente, la figura de Fidel como líder ejecutivo que se traslada directamente a la zona de conflicto para acelerar la gesta emancipadora. Quedaba así registrada la mayor epopeya bélica consumada por nuestro pueblo en su historia. Cuba seguiría siendo entonces, y más que nunca, “Territorio Libre de América”.

L. Eduardo Domínguez



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