Entrevista al economista Leonidas Vatikiotis, miembro de la comision de auditoria de la deuda
El economista Vatikiotis está convencido de que es mejor ser un Estado con moneda independiente que seguir en un país con un 27 por ciento de desempleo. La comisión de auditoría de la deuda investiga qué parte es la ilegal.
El ágora de los movimientos antisistema de Atenas, la plaza Exarchia, es el lugar elegido por Leonidas Vatikiotis para explicarnos en detalle por qué Grecia no debería pagar su deuda al FMI, al Banco Central Europeo (BCE) y a los estados miembros de la Unión Europea (UE). Periodista especializado en política exterior, doctor en Economía, asesor del reconocido documental Debtocracy (Deudocracia) y uno de los impulsores de la Comisión por la Auditoría de la Deuda Griega, Vatikiotis tiene pruebas más que suficientes para demostrar que el endeudamiento millonario del Estado griego es “ilegal” y “odioso”.
Desde este mes de abril, el Parlamento heleno puso en marcha un comité internacional presidido por el experto belga Eric Toussaint para auditar la deuda griega y dirimir qué parte es ilegítima –y, por tanto, debería ser cancelada– y qué responsabilidades tienen en ello quienes obtuvieron beneficio de la situación. El grupo está compuesto por 15 economistas, constitucionalistas y abogados del ámbito internacional –entre los que Vatikiotis anticipa que habrá un argentino– y otros 15 auditores griegos, completamente independientes de los aparatos estatales. La investigación que llevan a cabo no tiene un papel vinculante, pero sí que podría servir al gobierno como instrumento de presión ante las negociaciones con el Eurogrupo, si el gabinete de Tsipras se decide a utilizarlo.
En cualquier caso, Vatikiotis tiene muy claro que buena parte de la deuda contraída con la Troika no tiene que pagarse, dado su carácter ilegal. “Los dos antiguos gobiernos firmaron acuerdos por 255 mil millones de euros que no fueron ratificados por el Parlamento griego ni avisados de ello a sus votantes en sus programas electorales”, explica Vatikiotis. “El entonces primer ministro socialista, Giorgos Papandreu, firmó un memorándum en 2010 por el cual los bancos alemanes y franceses fueron progresivamente desplazados por la Troika como acreedores de Grecia. Antes de 2010 la deuda era hacia entidades privadas y ahora el 60 por ciento pertenece a la UE, el 10 por ciento al FMI y el 8 por ciento al BCE, es decir el 78 por ciento le corresponde a la Troika”, advierte.
El rescate recibido por el Estado heleno en 2010 –que permitió salvar a la banca centroeuropea tras la devaluación de los bonos griegos en 2009– produjo un traspaso de la deuda de manos privadas a manos públicas y es esa transferencia uno de los puntos que la auditoría se propone investigar. “El 92 por ciento de esos 250 mil millones de euros del rescate no volvió a los bancos griegos, que previamente habían sido salvados con dinero del pueblo, sino a las entidades financieras privadas internacionales y a la Troika. ¿Por qué entonces somos los ciudadanos los que tenemos que pagar la deuda?”, alerta Vatikiotis. “Las instituciones deberían rendir cuentas acerca de ese movimiento en el que el BCE y el FMI libraron del riesgo a la banca y volcaron una responsabilidad que era del sector privado en la sociedad.”
El segundo memorándum firmado en 2012, por el cual se establecía una quita de la deuda que, según el entonces gobierno de Lukas Papadimos, iba a suponer la reducción de la deuda pública en un 50 por ciento, también está bajo la lupa de la comisión impulsada por Vatikiotis. “Lo cierto es que la deuda griega se disparó en coincidencia con los planes de rescate, pasando del 113 por ciento del PIB en la víspera de la reestructuración del 2012 al 185 por ciento en 2015”, apunta.
Una vez expuestos los principales argumentos para no ceder ante las presiones de la Troika, la siguiente cuestión es cómo puede afrontar Grecia –un Estado al borde de la suspensión de pagos– no recibir más fondos de la Unión Europea. Vatikiotis responde, sereno, que su país “desde agosto del 2014 no recibe ni un euro de la Troika porque los acreedores no han respetado sus obligaciones, mientras que Grecia sí que lo ha hecho, con el dinero de sus contribuyentes”. “Los griegos piensan que si desde Europa no nos dan dinero, no tendremos fondos para las pensiones y servicios públicos pero deben entender que los millones que les estamos pidiendo no van al Estado, sino que vuelve a ellos mismos”, puntualiza.
“Grecia debe afirmar que solventará su sistema público con la recaudación de sus impuestos y hacer como Argentina, no pagar ni un centavo a los fondos buitre”, sostiene Vatikiotis, aunque duda de que el actual primer ministro pueda hacerlo porque, dice, “la táctica de la otra parte siempre es la misma: te asfixio y un segundo antes de morir te doy el dinero necesario para seguir discutiendo y obligarte a hacer más concesiones”.
En su opinión, Grecia debería abandonar la Unión Europea y mantenerse, por un lado, con el dinero de los contribuyentes y, por otro, con la autarquía. “Estamos hablando de países como los mediterráneos, en los cuales, donde quieras que plantes, en una semana tenés tu ensalada”, anima Vatikiotis. “Para llevar a cabo en un 100 por ciento el autoabastecimiento con nuestras propias tierras, todo lo que necesitamos es períodos cultivables y agua. Yo sé que esto suena increíble en Rusia o Escandinavia pero en Grecia no lo es.” Contemplando también el problema energético, el economista explica que su país cuenta con grandes reservas de carbón y, si ahora importa petróleo de países amigos de Estados Unidos con los peores términos del mercado, al pasar a adquirirlo de Irán o Rusia, los precios serán más baratos y las condiciones mucho mejores.
Todo pensado en el caso de un grexit (expresión con la que popularmente se llama a la hipotética salida de Grecia de la Eurozona). Vatikiotis está convencido de que es mejor ser un Estado con moneda independiente que seguir en un país con un 27 por ciento de desempleo en el que, además, uno de cada tres de los que trabajan, no está ahora recibiendo sueldo. “Vivimos en una sociedad en la que sólo el 15 por ciento de la población tiene dinero y el resto está esperando vivir de eso. Es una locura y, sin embargo, ese 85 por ciento quiere pertenecer a la Eurozona porque cree en el super poder de la banca. Los griegos quieren estar en Europa porque piensan que les hace vivir mejor y porque, claro, ¡es muy incómodo tener que cambiar dinero si viajas!”, ironiza Vatikiotis.
Pero no sólo los helenos prefieren seguir dentro de la Unión Europea, la propia Alemania –su principal “enemiga” y acreedora– presiona, según Vatikiotis, para que Grecia no se vaya. “Merkel quiere mandar un mensaje: nuestra moneda común sólo sube y nunca baja, porque de esa estabilidad depende su crecimiento.” El economista explica que la estrategia que Alemania lleva desde hace décadas se basa en el euro, ya que si tuviera una moneda nacional estaría sobrevaluada en un 50 por ciento y no podría exportar a todo el mundo, como lo hace actualmente. “En cambio, teniendo el euro los alemanes gozan de muchos privilegios. Primero que nada, disponen de un mercado interno de millones de personas; segundo, pueden exportar a cualquier país porque tienen la moneda devaluada; y tercero, esa sólida red de consumidores les permite reducir los salarios sin demasiado problema.”
En este sentido es que Vatikiotis cree que Grecia tiene la sartén por el mango y debe plantarse ante Alemania en las negociaciones. “Cuando le digamos que si no aceptan nuestros propios términos, nos iremos del euro, Merkel hará todo lo que tenga a su alcance para impedir esa opción.”
Flor Ragucci
Página/12
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