Por caso, The Guardian ha realizado entrevistas a varios médicos y especialistas sobre la situación que se vive particularmente en los hospitales de CABA.
El diario británico señala que la segunda ola tomó con “la guardia baja” al país, puesto que existen restricciones relajadas y una baja tasa de vacunación. Las cifras demuestran un crecimiento exponencial pasando en solo 60 días de 5.000 a 35.000 casos diarios, lo que se tradujo en un ascenso de las muertes que llegaron a un récord de 744 muertos solo el martes. En términos de casos diarios, Argentina se ubica en tercer lugar a nivel mundial solo detrás la India y Brasil. Mientras que en muertes, figura cuarto por detrás de Brasil, India y Estados Unidos. Pero al relacionar los datos con la población Argentina pasa a ocupar el primer puesto con “16,46 muertes por Covid por millón el martes, superando con creces a su vecino gigante Brasil, que registró 11,82 por millón” (Ídem).
La doctora de cuidados intensivos en el hospital Fernández, Vanina Edul, señala que “veo a gente morir en menos de una semana, pacientes jóvenes que no responden al tratamiento (…) luego hay otros pacientes cuyo nivel de oxigenación no es tan malo, pero mueren de todos modos” (The Guardian, 20/05). Agrega que “con estos últimos números, podemos esperar una catástrofe total en 10 días”, puesto que “treinta y cinco mil casos nuevos el martes significan que 1.500 pacientes ingresan a cuidados intensivos en 10 días”, a lo que agrega con preocupación “y no sé dónde los vamos a poner".
Las unidades de cuidados intensivos (UCI) se encuentran en un nivel más que crítico, con un nivel promedio de ocupación del 90% en Buenos Aires, Córdoba, Neuquén y CABA. Lo que se suma a que varias ciudades tienen un 100% de ocupación y los traslados de una ciudad a otra son muy riesgosos. Esta información que surge a partir de un censo nacional de la Sociedad Argentina de Cuidados Intensivos (SATI) incluye también que el desborde de pacientes se da en UCI improvisadas en salas de cardiología e incluso en los pasillos de los hospitales y clínicas. El jefe de cuidados intensivos de la clínica Otamendi, Arnaldo Dubin, presenta la desesperada situación: “Argentina se encuentra en una situación de colapso sanitario. Nuestros hospitales están desbordados y el eslabón débil de la cadena son nuestras unidades de vehículos intensivos, que tienen insuficientes recursos tecnológicos y humanos, insumos o medicinas” (Ibídem).
El colapso también es señalado por el aumento de las tasas de mortalidad, que en algunos lugares oscila por encima del 75% de los ingresados en UCI. Solo 1 de cada 4 internados sobrevive en la terapia intensiva. Esta situación está llevando a un colapso físico, psíquico y humano del personal de salud. Dubin señala que “los médicos de cuidados intensivos en Argentina han entrado en un punto de fatiga terminal". Y Edul agrega “no importa cuántas camas adicionales pongan en las salas, lo que tenemos es un colapso del sistema porque no hay suficientes médicos”.
La falta de trabajadores responde directamente a las muertes y otras enfermedades derivadas de la pandemia: “algunos de mis colegas han muerto de Covid, otros sufren depresión o han intentado suicidarse. Muchos de los que trabajaban en tres hospitales diferentes han dejado uno debido al estrés” señala Edul (The Guardian, ídem).
Edul y Dubin concuerdan en que las medidas del gobierno son insuficientes y que tampoco se cumplen esas pocas medidas vigentes. “Si se mantienen las restricciones y la gente se vacuna lentamente, hay motivos para la esperanza” afirma Edul. Sin embargo, el gobierno ha demostrado una rotunda negativa a declarar una Fase 1, es decir, el cierre total de las actividades no esenciales.
Para el cronista de The Guardian, el problema principal ha sido la politización de la pandemia por parte de los partidos y coaliciones políticas, a causa de las elecciones de medio término y de las carreras presidenciales hacia 2023. La crisis política que atraviesa Argentina, y que envuelve a todos los partidos patronales, responde, en realidad, a la gestión capitalista de la pandemia, que ha impuesto un “retorno a la normalidad” en el peor momento, con la aparición de nuevas cepas, bajo nivel de vacunación y sin un mejora del sistema de salud ni una ampliación de la planta de trabajadores de hospitales y laboratorios. La incompatibilidad entre el capital y la vida se acrecienta y se transforma en el caldo de cultivo de los choques brutales entre los trabajadores, la burguesía y sus gobiernos.
Joaquín Antúnez
20/05/2021
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