“A la mujer no le está permitido hacer una obra positiva, y por consiguiente, hacerse reconocer como una persona completa. Por respetada que sea, no deja de ser una criatura subordinada, secundaria, parasitaria. La pesada maldición que gravita sobre ella consiste en que el sentido mismo de su existencia no está en sus manos.”
Simone De Beauvoir
María Luisa Bemberg (1922-1995) es la protagonista de la semblanza cinematográfica realizada por Alejandro Maci en 2021, a modo de homenaje a, quien fuera en vida, su mentora. La plataforma Star+ estrenó recientemente el documental.
Fundamentalmente se destaca allí que en todas sus películas ha tratado la cuestión de la mujer, profundizando, en cada una de ellas, diferentes aspectos de su rol social y de la opresión histórica que sufre. El documental logra destacar el gran papel que ha tenido la directora en el cine femenino, empezando por su propio salto hacia un trabajo que estaba destinado al mundo de los varones.
Juan Carlos Desanzo, director de cine, fue uno de los mayores impulsores en su carrera. Ante los reclamos de Bemberg por cómo le “destruían” sus guiones, le dijo: “para que eso no pase, empezá a dirigir vos tus propias historias”. Ese puntapié inicial motivó a que quien hasta entonces se había mantenido en la escritura, tomara las cámaras y comenzara a especializarse. No alcanzaba con volcar en diálogos y escenas la opresión femenina, sino con tener la mirada –literal- de quien la experimenta desde su condición de género.
Las doce películas de Bemberg tienen una raíz común: la desigualdad de la mujer en un mundo de hombres, creado y dirigido por ellos. Es interesante que el documental cuente con declaraciones suyas, que corresponden a grabaciones de charlas con Maci, en los últimos días de vida de la directora, ya que es la misma Bemberg quien narra aquello que vivió y cómo resultó en un camino irreversible, que supo plasmar en la pantalla grande.
Su maternidad, la vida familiar, sus orígenes patricios en la sociedad high society porteña (es descendiente del fundador de la Cervecería Quilmes), implicaron situaciones que llevaron a su propio reconocimiento de que ello la obligaba a hacer concesiones, y que con ese rol social no le alcanzaba.
Lo que plasmó en sus obras fue a mujeres que van en contra del prejuicio, empezando a romper sus cadenas, a cuestionar y a mostrar que el quiebre puede darse. Así mismo, ella supo la trascendencia de su obra y acción: “si yo me equivocaba, me equivocaba por todas”.
Libertad y poder
El recorrido por las películas de Bemberg permite ver cómo su reivindicación de la libertad de la mujer entra en choque con los poderes, tanto al interior de la trama como a la luz de su exhibición y recepción pública. Sus dos primeros films como directora, “Momentos”–donde presenta a una mujer casada que comienza un romance- y “Señora de nadie” –que gira sobre una mujer casada y engañada e incluye a un personaje homosexual-, fueron realizados durante la dictadura militar y tuvieron que hacer frente a la censura.
Pero quizás “Camila”, de 1984, sea la que mejor expone ese choque. La película pone en escena el histórico amorío de Camila O’Gorman y el sacerdote Ladislao Gutiérrez en la década de 1840 (una historia que se había pretendido llevar al cine en 1954 y a la que Perón le bajó el pulgar para evitar roces con el clero). En el film de Bemberg, de gran dinamismo narrativo, queda expuesta la persecución hacia los amantes por parte de la Iglesia y todos los bandos de la política patronal, tanto los unitarios ensalzados por la historia oficial como el federalismo de Juan Manuel de Rosas, quien ordena el fusilamiento de la pareja. La realización fue nominada al Oscar como mejor film de habla no inglesa; “El eco de mi voz” recupera las entrevistas hechas a la directora, tras esta trascendencia internacional, por parte de conductores y periodistas misóginos.
A su turno, Bemberg supo plasmar su conocimiento de primera mano de la burguesía argentina para retratar su carácter decadente, destacándose en este hilo películas como “Crónica de una señora” (1971), con guion de Bemberg y dirección de Raúl de la Torre. En ese sentido, puede asociársela con otras artistas de su misma generación que, en los ’60 y ’70, hicieron lo propio en el campo de la literatura, como las exitosas Silvina Bullrich, Beatriz Guido y Marta Lynch, o la ahora reivindicada Sara Gallardo.
Ecos
Bemberg trabajó la libertad como temática, desde el amor, pero no a través del amor romántico, sino a partir de los quiebres y vaivenes sociales, recuperando la voz de la mujer, el amor de la mujer y su identidad como tal, mostrando las continuas tensiones con el Estado, el matrimonio, la maternidad, la Iglesia, la mirada social de otras mujeres. Su propia militancia también está reflejada como una evolución en sus películas: fue fundadora del grupo UFA (Unión Feminista Argentina), en los años 1960´s.
En épocas donde la Iglesia y sus planteos oscurantistas se mantienen en la agenda política, en las que se hace gala de un Ministerio de Mujer, Género y Diversidad mientras continúa la violencia sobre las mujeres y diversidades, el eco de la voz de María Luisa Bemberg debe seguir resonando, tomando sus saltos como ejemplos de trascendencia e impacto políticos en la conquista de los derechos de las mujeres.
Julieta Rusconi
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