El Silicon Valley Bank, con 209 mil millones de activos a fines del año pasado, era el décimo sexto banco más grande de Norteamérica. Sin embargo, su quiebra, representa la segunda más importante en este siglo, sólo por detrás de la caída de Washington Mutual en 2008.
En 2021 SVB había recibido una avalancha de depósitos de las empresas tecnológicas, gracias al auge de inversión en las startups por parte de los fondos de riesgo. Dado que la ganancia de los bancos proviene del diferencial entre el interés que pagan por los depósitos con los que cuentan y el interés que cobran por los préstamos que otorgan, tener una base de depósitos mucho mayor que la cartera de préstamos representa un problema. Para abordar esa situación SVB apostó a bonos hipotecarios y a bonos de largo de plazo del Tesoro norteamericano. Pero los aumentos de la tasa de interés que emprendió la Reserva Federal (FED) norteamericana el año pasado, con el objetivo de contener la más alta inflación de las últimas décadas en los Estados Unidos, cambió las coordenadas.
Luego de una larga racha alcista, el 2022 fue un año de retroceso para las tecnológicas. Como resultado de la caída de la demanda y el principio del fin del crédito barato, las tecnológicas empezaron a sufrir el desplome de sus cotizaciones. De la mano de ese desplome se incrementaron los retiros de sus depósitos del SVB. Los depósitos cayeron ininterrumpidamente durante los últimos cuatro trimestres y los retiros se aceleraron entre los meses de febrero y marzo. Para afrontar esta situación, los responsables de SVB decidieron liquidar 20 mil millones de dólares en valores y reinvertir en activos a más corto plazo para ganar con tasas de interés más altas. Pero la operatoria significó una pérdida de 1.800 millones de dólares, ya que los precios de sus activos habían caído sustancialmente desde el momento en que el SVB los había comprado, como resultado del aumento de tasas de la FED. Junto a la venta de sus valores el SVB vendió parte de sus acciones, colapsando el valor de mercado del banco, que se desplomó un 60%.
Intervención y rescate
El viernes, la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC por sus siglas en inglés), se vio obligada a intervenir y poner bajo su control al Silicon Valley Bank, luego de que se evidenciara quebrado. La FDIC es el regulador estadounidense que oficia como garante de los depósitos bancarios de hasta 250.000 dólares. Pero casi el 96 por ciento de los clientes del SVB, según los números brindados por el propio banco en diciembre de 2022, no estaba cubierto por la póliza de seguro de la FDIC. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ya ha dicho que ayudarán a los depositantes en SVB, aunque descartó en principio la idea de un rescate (Financial Times, 12/3) para todos aquellos que no están cubiertos. La FDIC dijo que pagaría a los clientes sin seguro un “dividendo anticipado” dentro de la semana, que sería un porcentaje de sus depósitos. Más allá de los trascendidos, aún no está claro cuál es el nivel de la cobertura que dependerá en gran medida del propio alcance que asuma la crisis. Desde el mismo viernes, la propia Yellen, al unísono con la prensa financiera internacional, ha intentado brindar calma y confianza a los depositantes y al mercado en general.
Pero la brutal caída de las acciones de SVB contagió a otros bancos estadounidenses y europeos, por el temor a riesgos ocultos en el sector y su vulnerabilidad a un mayor costo del dinero (la política de aumento de tasas de los bancos centrales). El lunes, el mercado abrió con las acciones de los bancos europeos en picada. Muchos analistas señalan que de no ser rescatados los depositantes del SVB que no cuentan con seguros se podría generar una cadena de quiebras. Ya son numerosas las empresas tecnológicas que están incapacitadas de pagar salarios y deberán proceder a ejecutar despidos. El sábado, 210 líderes de empresas tecnológicas del Reino Unido, que emplean a 10 mil trabajadores, firmaron una carta abierta, dirigida al canciller Jeremy Hunt, alertando sobre su “potencial insolvencia” como consecuencia de la quiebra del brazo británico del SVB. Las presiones para que se proceda a un rescate son fuertísimas, y abarcan a legisladores del oficialismo y de la oposición norteamericana y, naturalmente, a los grandes grupos capitalistas interesados en salir bien parados del terremoto financiero.
Los riesgos ocultos en el sistema financiero, que salieron claramente a la luz con la quiebra del SVB, puede replantear la ruta de aumento de la tasa de interés que venía planteando el presidente de la FED Jay Powell con el objetivo de contener la inflación. Hace solo una semana atrás, Powell había reafirmado la política de la FED cuando se conoció el bajo índice de desocupación en Estados Unidos. Es que la alta ocupación facilita las luchas de los trabajadores por aumentos de salarios. Con el pretexto de la la inflación el capital pretende depreciar el valor de la fuerza de trabajo. En febrero y en marzo, cuando se conocieron los bajos índices de desocupación, los principales índices bursátiles se derrumbaron.
Ahora, los bancos centrales se encuentran en una encrucijada. Si congelan el aumento de las tasas de interés, la inflación continuará con su tendencia alcista. Si aumentan las tasas, pueden producir un colapso generalizado del sistema bancario.
Pablo Giachello
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