Desde comienzos de año, las fuerzas israelíes agredieron en al menos tres oportunidades el territorio sirio.
El miércoles 8, un ataque con misiles desde el Mediterráneo dejó fuera de funcionamiento el aeropuerto de Alepo, que ya había sido atacado previamente en 2023. A mediados de febrero, una ráfaga de misiles desde los Altos del Golán contra un barrio residencial de Damasco dejó 15 muertos, entre ellos varios civiles.
Los lanzamientos se han intensificado con el paso de los años y se contabilizan 145 desde 2018 a 2022 (Monitor de Oriente, 8/3).
El Estado israelí dice que están dirigidos contra objetivos del grupo libanés Hezbollah y contra Irán, que apoyan al régimen de Bashar al-Assad.
Obviamente, estos ataques recalientan el enredado tablero sirio.
El gobierno ruso los condenó públicamente, pero lo cierto es que, en la medida que controla el espacio aéreo del país, los deja correr. La presencia rusa en Siria es una de las principales razones por las que Israel sostiene una postura cautelosa con respecto a la guerra de Ucrania. Debido a sus lazos tanto con la Casa Blanca como con Moscú, el anterior gobierno de Naftali Bennett exploró una mediación (fallida) entre Kiev y el Kremlin. Ha proporcionado asistencia humanitaria e información técnica al gobierno de Volodomir Zelensky (sobre cómo contrarrestar los drones iraníes que emplean las tropas rusas), pero no armamento.
El gobierno de Joe Biden presiona a Tel Aviv para que se involucre decididamente contra Rusia.
El temor actual del Kremlin, en lo que atañe a Siria, es que las fuerzas de al-Assad respondan las agresiones israelíes y se produzca una escalada.
Tiempos de guerra
La guerra en Siria, que estalló en 2011, ya ha dejado más de 400 mil muertos y la mitad de la población desplazada de sus hogares. La pobreza envuelve al 80 o 90% de sus habitantes. El reciente terremoto en el norte del país agravó la catástrofe humanitaria.
En los últimos años, gracias a la intervención rusa e iraní, el régimen de al-Assad recuperó posiciones y se estima que hoy manda en dos tercios del país, incluyendo las ciudades más importantes (El País, 9/3). La oposición, en la que revisten Tahrir-al Sham (grupo que rompió con Al Qaeda) y el Ejército Libre Sirio, entre otros, domina todavía la ciudad y región de Idlib, donde se siente la influencia de la vecina Turquía. Las fuerzas kurdas, en tanto, controlan parte del norte del país, aunque sufren cotidianamente las agresiones criminales del régimen de Erdogan –quien cuenta en esa accionar con la complicidad yanqui y rusa.
Estados Unidos, que está enfrentado a al-Assad e impuso duras sanciones a Damasco, ha perdido relevancia en la zona a manos de sus adversarios internacionales (y de Turquía). Trump ordenó en 2019 el repliegue de sus tropas, aunque al día de hoy no se ha consumado. La Cámara de Representantes acaba de rechazar por mayoría un proyecto de dos legisladores republicanos que iba en ese sentido, pero el debate está abierto. Unos 900 soldados permanecen en el territorio.
¿Normalización?
Turquía viene promoviendo una normalización de los vínculos con Siria, aunque incorporando en ese proceso a la oposición islamista, con la que tiene lazos. “Estados Unidos debe comprender que las políticas que se están siguiendo desde hace años no llegan a ninguna parte”, sostuvo recientemente el canciller turco Mevlüt Çavuşoglu (agencia TRT, 9/3).
Siria fue expulsada de la Liga Arabe en 2011, pero, a la luz del sostenimiento de al-Assad en el poder, algunos Estados de la región impulsan una reaproximación de características pragmáticas. Es el caso de los Emiratos Arabes Unidos, que reabrió su embajada y recibió al presidente sirio.
Al-Assad visitó este mes Omán y recibió la comunicación telefónica del presidente egipcio, Abdelfatah al-Sisi, quien, de todos modos, debido a su alianza con Estados Unidos, aclaró que solo se propone brindar asistencia humanitaria ante el terremoto.
Arabia Saudita y Qatar, en tanto, condicionan cualquier aproximación con al-Assad a una reducción de la influencia iraní en el país.
Los intereses divergentes y las grandes contradicciones del tablero sirio dificultan la tentativa turca.
La situación en Siria, con las grandes potencias involucradas, es la mayor expresión de la barbarie de la guerra imperialista.
Gustavo Montenegro
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