miércoles, julio 29, 2009

Entrevista al dirigente haitiano Henry Boisrolin

“Nuestro pueblo seguirá resistiendo a las tropas de ocupación de las Naciones Unidas”

En Latinoamérica hay un país que no sólo fue el primero en liberarse sino que ayudó a que otras naciones sojuzgadas por los españoles aceleraran el camino de su emancipación. Se trata del más olvidado y mancillado de los sitios de nuestro continente: Haití. Allí precisamente se está desarrollando una importante escalada de resistencia popular no sólo contra el mal gobierno de René Preval sino también contra quienes afirman estar en suelo haitiano para colaborar con su población. Nos referimos a las tropas de las Naciones Unidas (MINUSTAH).
Más concretamente, a finales de 2008, la MINUSTAH contaba con la participación de 9.028 uniformados (7.009 soldados y 2.019 policías), apoyados por 502 funcionarios internacionales, 1.197 funcionarios nacionales y 205 voluntarios de la ONU, todos bajo la comandancia de militares brasileños.
Estas tropas mercenarias, entre las que hay argentinos, uruguayos, brasileños, chilenos, bolivianos y de otros países, operan represivamente contra la población haitiana y es por ello que desde allí surgen innumerables denuncias, que en general quedan en la total impunidad.
Uno de los casos documentados por organizaciones haitianas de derechos humanos es la masacre ocurrida el 22 de diciembre de 2006 en la comunidad de Cité Soleil, luego de una manifestación de cerca de diez mil personas que demandaban el retorno del ex presidente Jean-Bertrand Aristide al país y la salida de los efectivos militares extranjeros. Según relatos de la población local e imágenes de vídeos producidos por la organización Haiti Information Project – HIP (Proyecto de Información de Haití), las fuerzas de la ONU atacaron a la comunidad y mataron a cerca de 30 personas, incluyendo a mujeres y niños.
Esto ocurre también en un marco de silencio generalizado a nivel informativo. Haití no cuenta en las crónicas de periódicos y mucho menos en las pantallas televisivas. Sus gentes no entran en las estadísticas poblacionales. Pero a pesar de ello, el pueblo no se resigna a la dominación, y lucha.
De esta realidad y sus consecuencias en Latinoamérica conversamos con el dirigente del Comité Democrático Haitiano, Henry Boisrolin, quien recientemente ha llegado desde la capital haitiana en misión de recabar la urgente solidaridad con quienes hoy están a la cabeza de la resistencia popular, los estudiantes universitarios y secundarios que se encuentran, desde hace meses, ocupando varios de los establecimientos educacionales.
-Cuál es la situación de Haití en la actualidad?
-Haití se encuentra bajo ocupación pero la gran prensa internacional presenta este hecho como si fuera “ayuda humanitaria”. Incluso el nombre mismo de la Misión de la ONU dice que es “para la estabilización de Haití”. Hay una combinación de 40 países integrantes de esta Misión y desgraciadamente tenemos tropas latinoamericanas adentro del país. Como es sabido, la comandancia militar se encuentra bajo el liderazgo de Brasil. Esto es algo que nosotros rechazamos porque entendemos que es una violación de nuestra autodeterminación, de nuestra soberanía y dignidad como pueblo.
La resistencia proviene de distintos sectores de la población, pero últimamente son los estudiantes universitarios, a los que se suman algunos de colegios secundarios, los que han ganado las calles para exigir el retiro de las tropas y la promulgación de una ley sobre salario mínimo votada por el Parlamento. Lo que ocurre es que el gobierno de Preval no lo acepta, bajo el pretexto de que si Haití ya tiene un 70% de su población activa en el desempleo, promulgar una ley que signifique aumentar de 1,70 dólares a 4 o 5 dólares el salario mínimo por día, “va a provocar una avalancha de despidos y agravará aún más la situación de los trabajadores” Para los estudiantes, esta respuesta es una nueva falacia del gobierno, y han planteado acciones de resistencia, ocupando varias Facultades.
-¿Cómo reaccionó el gobierno de Preval?
-Reprimiendo a los estudiantes. Ha habido varios muertos y decenas de detenidos, profesores perseguidos, se lanzaron bombas de gases lacrimógenos y balas de plomo sobre los manifestantes. La Misión de las Naciones Unidas ha sido acompañar a la policía haitiana en toda esa tarea represiva. Esto es lo que queremos denunciar y a la vez pedir solidaridad para que los gobiernos latinoamericanos entiendan que esa no es la vía, que Haití no necesita de tropas militares. Lo que nosotros precisamos es el tipo de ayuda que brindan Cuba y Venezuela, ése es el modelo valedero de apoyo, de humanidad, de respeto a nuestra independencia y soberanía.
-Vamos a detenernos en este último tema. Las tropas de Naciones Unidas dicen que ellos van para cumplir tareas humanitarias. Eso es al menos lo que explican las cancillerías de los países que están complicados en esta maniobra, como Argentina, Uruguay, Brasil y otros. Incluso, algunos partidos progresistas se encargaron de explicar que “era mejor que vayan las tropas latinoamericanas a que Haití esté invadido por los EEUU”. ¿Qué opina de esos planteos?
- Antes que nada, hay que desmentir algo: no hubo ninguna autoridad legítima de mi país que pidiera tal intervención, eso es una mentira. En el año 2004, el del Bicentenario de nuestra independencia, había un presidente legítimo que era Jean-Bertrand Aristide. Había disturbios en el país, y bajo esa excusa entró un comando militar norteamericano que lo secuestraron, lo pusieron en un avión y lo mandaron al exilio, en la República Centroafricana y ahora está en Sudáfrica. Algo muy parecido a lo que han hecho ahora con el presidente Zelaya. No son casos aislados y sientan precedentes que amenazan la seguridad y la democracia en el resto de los países latinoamericanos.
Así es la historia, nadie pidió tal intervención. Ellos impusieron un gobierno de facto que organizó las elecciones y ahí ganó Preval, legitimando el golpe, igual al intento actual en Honduras.
Sí es cierto que el presidente Preval, que ganó los comicios, solicitó el mantenimiento de la Misión de la Minustah, pero originalmente no hubo ninguna autoridad haitiana que haya pedido esto.
Por otra parte, no porque Preval lo haya hecho, tiene que ser el sentir del pueblo haitiano, esa es otra falacia. Habría que ir a Haití y andar por las calles de sus barrios más populares, para comprender el rechazo mayoritario de la gente a la presencia de las tropas de ocupación.
-¿Cómo actúan esas tropas invasoras?
-El accionar de las tropas de las Naciones Unidas es algo que indigna a cualquier ser humano con un poquito de sensibilidad. En un país donde hay un 70% de su población activa que no tiene trabajo, donde tenemos una tasa de mortalidad infantil superior al 80 por mil y una tasa de analfabetismo, en el campo, que supera el 70% y en las ciudades el 50%, o donde se da una esperanza de vida que no supera los 50 años. Estamos hablando de un país con sus estructuras económicas destruidas, donde el 60% del presupuesto haitiano proviene de la ayuda internacional y de las remesas que envían los haitianos que trabajan fuera. Por todo ello, plantear que hay que ir con tanques, aviones y helicópteros para resolver eso, es totalmente falso y cruel.
¿Qué han hecho estos “salvadores”? Han violado a niñas y mujeres haitianas, han golpeado y torturado a nuestros jóvenes. No lo decimos nosotros, sino que una propia investigación de la ONU confirmó esos hechos, y lo único que se hizo fue sacar a algunos soldados y mandarlos a su casa, porque según el Convenio de la Resolución 545, que permitió la entrada de las tropas el 1º de junio del 2004, Haití no tiene derecho de juzgar a ningún militar extranjero, por más que haya cometido crímenes de lesa humanidad. Más sometimiento que eso, no puede existir. Y hay que decir que hay soldados de Sri Lanka, de Uruguay y de otros países, acusados de estos abusos.
-O sea, violaciones de derechos humanos realizados dentro de una “legalidad” impuesta, que asegura más impunidad…
-Exacto. Pero hay otro tema que quiero abordar y que a veces queda postergado porque profundizamos más en estudiar la realidad política o económica de un país. Me refiero a la dignidad humana, el valor de la relación y los sentimientos humanos, el contacto entre los pueblos. Es decir, una historia en común. Haití, después de independizarse, brindó una solidaridad efectiva a muchos pueblos latinoamericanos, ayudó a Miranda, a Bolívar, en dos oportunidades, con fusiles, con dinero y otros suministros, pero fundamentalmente con voluntarios. Centenares de haitianos murieron por la independencia de Venezuela y otros países. Por eso decimos, que recibir este trato actual es una afrenta para la historia. Nuestra gente no cometió ningún crimen, salvo pedir mayor justicia. Y sufrimos un comportamiento mercenario, porque muchos de estos invasores vienen por la paga, ganan miles de dólares sin gastar absolutamente nada. En seis o siete meses que están allí, vuelven a sus respectivos países con una buena cantidad de dinero en mano, cosa que no pueden tener en sus lugares de origen.
Entonces, aprovechando una situación de debilidad, de falta de capacidad del movimiento popular haitiano para revertir esta situación, vienen y te avasallan.
Hay que ver, por ejemplo, en Puerto Príncipe, en algunos de los barrios más acomodados, como a la noche (porque no hay prácticamente vida nocturna en Haití, no hay luz, ni los servicios que se pueden encontrar en otros países) se ve un continuo desfile de autos de las Naciones Unidas, al frente de los mejores bares y restaurantes, gastando muchos dólares, y afuera el pueblo durmiendo en las calles.
-Es realmente ofensivo e indignante…
-Esto llama a la reflexión, porque hemos escuchado a algunos gobiernos, cuando pasan los huracanes o suceden otros acontecimientos climáticos, decir que las tropas están alli precisamente para ayudarnos en los malos momentos. Pero eso no es lo determinante ni mucho menos. La ocupación de Haiti es un nuevo esquema para doblegar a la rebelión popular en un país donde las clases dominantes no tienen posibilidad alguna de ganar las elecciones de manera limpia. Entonces, hace falta imponer, por la fuerza de las armas una estrategia de dominación. Ese es el verdadero rol de los ocupantes. Y para quienes dicen que “mejor esas tropas en vez de las de EEUU”, nosotros decimos que es todo lo contrario. De la otra forma hubiéramos tenido enfrente al enemigo de manera más clara. En cambio, ver a hermanos latinoamericanos enviados por gobiernos que tendrían que tener otro tipo de comportamiento frente al drama haitiano, es durísimo. Yo estuve en barrios populares muy castigados por estas tropas, y escuché lo que dice el corazón de esa gente. La indignación con que cuentan cómo bombardean en horas de la madrugada para sacar supuestos bandidos de estos barrios. O cuando los soldados entran en tropel y patean las puertas, arrastrando fuera a los aterrorizados pobladores. Por eso no hay lugar a más mentiras: se trata de una ocupación lisa y llana de la República de Haití, y en la medida que esta situación siga, habrá más resistencia.

Carlos Aznárez
Rebelión

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