Las masas hondureñas no ahorran sacrificios para movilizarse
Según algunos analistas, Honduras sería un “cinturón geo-estratégico” de la región. Tiene fronteras con El Salvador y Nicaragua, salida tanto al mar Caribe como al Atlántico, y está a un tiro de la sede del Comando del Pentágono para el Mercosur, en el Estado de la Florida. En este marco, cuenta con una base militar norteamericana muy importante, no por el número de efectivos que alberga, sino por la enorme capacidad de su aeropuerto, que permite el aterrizaje de aviones de alta capacidad de cargamento. En síntesis, es una suerte de canal de Panamá y sirve para el despliegue rápido de tropas en el terreno. Solamente un ingenuo podría suponer que el imperialismo yanqui dejaría este territorio al arbitrio de un terrateniente que ha tomado medidas populares de gobierno y afilió su país al Alba. Los yanquis no pueden admitir la perspectiva de una unión centroamericana de esos tres países que son como uno –Honduras, El Salvador y Nicaragua. El Pentágono viene aleccionado por el gesto de independencia nacional del ecuatoriano Correa, que sacó del país a la base de Manta, tal como lo había prometido. El golpe gorila ha sido, en definitiva, una hechura del imperialismo.
Los hechos posteriores lo han demostrado. La diplomacia norteamericana se ha puesto al servicio de asegurar la supervivencia de los golpistas. Los términos de la mediación del costarricense Arias lo dejan bien en claro: Zelaya volvería por un par de semanas, custodiado por un gabinete de gorilas e incluso observadores internacionales. Los gorilas mostraron su completa seguridad en el respaldo con que cuentan, cuando rechazaron semejante salida.
La crisis, desde el vamos, nunca fue un asunto interno de Honduras. Lo ocurrido luego no podía ser más elocuente: los yanquis están instalando tres bases nuevas en Colombia. El paramilitar Uribe eligió este momento para denunciar que Venezuela regala armas suecas a las FARC y también presentó un video que muestra a un jefe de la guerrilla que asegura haber contribuido a financiar la campaña electoral de Correa. Lo que es cierto, sin embargo, documentado por la BBC de Gran Bretaña, es que hay instructores israelíes entrenando a las tropas colombianas –es decir que hay en marcha una preparación de guerra. Israel (y Taiwan) es el único Estado que ha reconocido a los gorilettis; ahora, se dice, lo haría Colombia. En Panamá, el flamante Presidente de derecha anunció desde su asunción, que se daba el objetivo de producir un viraje ideológico en América Latina. En resumen, asistimos a una batalla continental. La fantasía de una OEA de iguales, luego del levantamiento de la expulsión de Cuba, quedará como otra gran pieza del ilusionismo del nacionalismo burgués.
¿La sangre va a llegar al río, como amenazó con ocurrir cuando el para-Uribe bombardeó territorio de Ecuador? Al imperialismo no le interesa, pues toda la diplomacia mundial lo respalda en la política de ganar tiempo y de armar una ficción de salida democrática. Tampoco tiene grandes posibilidades, acosado como está en Irak y Afganistán, o bajo la mirada de China, que pretende incursionar por las materias primas de América Latina.
Lo que importa, sin embargo, es defender los derechos nacionales hondureños y de América Latina – que pasa por el derrocamiento de la junta gorileta. De lo contrario, el imperialismo se servirá de cualquier capitulación para imponer su política. Según se puede apreciar en los videos, los trabajadores de Honduras están cruzando los “caminos verdes” del territorio (o sea fuera de la rutas) para sortear los retenes militares y gestar una marcha nacional contra el gorilaje. Es decir que las masas está buscando, sin medios ni orientación, producir una movilización revolucionaria. El acercamiento de Zelaya a la frontera ya dio lo que podía desde el punto de vista propagandístico. Es necesario que Venezuela, Nicaragua, El Salvador apoyen una lucha revolucionaria, con medios materiales y humanos –y con una orientación política: la constitución de una Federación Centraomericana que le abra las puertas a Costa Rica y Panamá.
Nuestros nacionales y populares se juntaron en el Mecosur para prometer que no reconocerían las elecciones hondureñas que ha convocado el golpismo. Palabrerío. Complicidad con las maniobras para desgastar la lucha popular y diluir la crisis política. A los K les preocupa que los ‘destituyentes’ no tomen ningún gesto de apoyo real a la lucha popular hondureña como un ‘causus belli’ contra el ‘diálogo’ y el Consejo Económico y Social. Estos son los impostores que pretenden constituir un ‘campo nacional’ antagónico con los grandes intereses capitalistas. Farsantes.
Jorge Altamira
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