lunes, noviembre 22, 2010

La visita del papado como barómetro del cambio de época


Malhumorado por el espectáculo de la visita papal, un antiguo camarada me comentaba algo así como “estas cosas no hay manera de cambiarlas”. Le respondí que se equivocaba del cabo al rabo. El espectáculo de hipocresía y sumisión que se ven Santiago y Barcelona, no era más que un pálido reflejo del que sucedió con las visitas de Wojtyla, el mismo que en agosto del año 2000, con motivo de las XV Jornada Mundial de la Juventud logró congelar en Roma a dos millones de jóvenes…Seguro que no fueron tantos, pero fueron muchos.
Esto sucedía además en un momento en el que la izquierda y la juventud parecían andar, no ya separados, sino en sentido opuesto. Y estamos hablando de la izquierda consecuente, porque parte de la otra ya se había arrodillado –entre parte de la plana mayor del PCI-, o no salía de su estupor. Es verdad que un año antes también sucedió lo de Seattle, pero se trataba solamente de un comienzo. En las actividades que se organizaban, la presencia de la juventud era una excepción y la de los veteranos, la regla. Una mirada a la juventud más cercana, a la compuesta por los hijos de antiguos izquierdistas, era literalmente, causa de desaliento. Todavía, en abril del 2005, cuando ya gobernaba el “nuevo talante” de postsocialismo de Rodríguez Zapatero, la TV pública cubría la muerte del papa polaco con una sumisión parecida seguramente a la que se daba en el antiguo Egipto cuando se daba la noticia de la muerte de un gran faraón.
Han bastado cinco años para que todo comience a cambiar, y cuando se habla de cambio, lo fundamental es tener en cuenta de qué situación venimos…No se puede venimos de la mayor derrota, del más grande abismo que la izquierda haya padecido desde 1789, por lo menos.
Rossana Rossanda en un artículo de la época, La afasia de los laicos (El País, 25-8-2000), se hacía eco de la información que el día de los “dos millones” hacía 38 grados a la sombra, y que por más que no todos fuesen “una tribu devota y amaestrada, como tras que hemos visto llegar para el Jubileo”, lo cierto esto es que los laicos lo sintieron como lo que era: una derrota. Rosana decía los “laicos”, o sea nada de comunistas, socialistas, ni tan siquiera demócratas, algo que resulta totalmente pertinente a la hora de hablar de una Estado basado en el “Derecho Divino” en el que la palabra del monarca es “infalible”. En el que se postergan los derechos de las mujeres, y se castiga a los disidentes. Era la época en que Wojtyla, exaltado por las masas polacas radicalmente decepcionadas por lo que le habían vendido como “socialismo”, trabajaba codo con codo con la “contra” neoliberal. El mismo que atendía benévolamente a Reagan o a Pinochet, y castigaba a los representantes de la Teología de la Liberación.
Esto no le impidió citar a monseñor romero ante aquella multitud de jóvenes que ocupaban el lugar vacío de lejanas movilizaciones obreras y juveniles, y que ahora parecían historias tan lejanas como la de Garibaldi. Lo hacía a sabiendas que el propio papa estuvo al corriente de lo que le iba a suceder a Romero, lo mismo que lo estaban de los asesinatos de el Salvador. Pero la Iglesia no tiene en estas cosas ningún problema, la doblez es parte esencial de su naturaleza, baste recordar que a la hora del V Centenario de “Descubrimiento” hizo que la actuación eclesial estuviese personificada en…el padre Las Casas. No iban a ser aquellos jóvenes ajenos completamente a cualquier pensamiento crítico quienes cuestionaran esos datos. Sí es cierto, y Rossana lo señala, que los jóvenes presentes no comulgaban con el ideario papista sobre la sexualidad, sólo faltaba.
Pero la cuestión fundamental era que todos o la maría de ellos si comulgaban con la idea de que el cristianismo, el “alabado sea Cristo” que compartían, no se refería al compromiso con los de abajo, y al amor a la humanidad sometida por los poderosos bendecidos por el Vaticano y a la naturaleza que estaba siendo esquilmada por la codicia capitalista sobre la que, tampoco faltaba más, el papa solía lanzar alguna que otra amonestación tan difusa como hipócrita. Seguro que alguno habría dicho como el ABC, que la Iglesia es la mayor ONG del mundo. Una verdad, pero más bien perturbadora. Primero, porque para que para que la “caridad” funcione, los pobres son necesarios, y el neoliberalismo lo estaba fabricando al por mayor. Segundo, porque era la que más subvencione lograba, sobre todo en países como España o Italia. Rossana nos recuerda la capacidad del papa en mostrar “la cara más bondadosa”, pero estas eran cosas que ya mi abuelita, que era católica y apenas si sabía firmar, sabía distinguir. Para ella una cosa era predicar y otra dar trigo, y por eso ella no iba nunca a misa, y cuando tenía, daba trigo.
La antigua comunista italiana se pregunta como era posible algo así, “que estos jóvenes menores de 20 años, acudan para encontrar una respuesta a un viejo pontífice, no especialmente cordial de entre los papas recientes, a uno de los más cerrados y dogmáticos?”, y también hace alusión a esos jóvenes situado “en eso años en los que, al menos que sea un necio, se busca a sí mismo…”. Pues francamente, pienso que la primera repuesta a la primera pregunta está en las miserias de la izquierda establecida (socialdemócrata, comunista de tradición estalinista o sea “aparatista” y agarrada al “mal menor”. Aquí hay mucha tela que cortar, pero las demostraciones de estas miserias casi nos sepultan en las últimas décadas del siglo pasado. La consecuencia fue una juventud que no solamente o se buscaba a sí mismo, es que huía de sí mismo, de todo lo que fuesen problemas y conflictos. Si había algún espacio “diferente” al que se expuso a los pies del papa del apogeo neoliberal, eran las discotecas y lugares similares. Lugares de aturdimiento y en los que plantearse alguna discusión sobre sí mismo y el mundo, era y es, provocar para que te tomen el pelo.
Desde el 2000 –insisto- han cambiado mucho las cosas. Las víctimas de las cuevas –sexuales- de la Iglesia, han empezado a movilizarse. Las mujeres están ampliando el frente de rechazo. Los polacos están aprendiendo que el socialismo es un buen invento aunque fue mal aplicado. Hasta la prensa se muestra más desafiante. El viento va en otra dirección.
No habían muchos jóvenes ni tan siquiera en un lugar donde la Iglesia se viste e Hollywood, como es la Sagrada Familia. Un lugar donde el arte se expresó en unos tiempos en lo que las catedrales se creaban –como el Sacre Coeur de Paris-, para exorcizar la respuesta de los trabajadores. No hubo jóvenes, al menos no de una manera significada, y sí hubo gente que protestaba con inteligencia. Gais, laicista, mujeres de dentro y fuera de la Iglesia, y más. Por lo tanto camarada, las cosas cambian, claro que a veces ocurre como la yerba. Que nadie la ve crecer. En lo que no ha cambiado mucho la cosa es en la complicidad de los poderosos –saben que la Iglesia es su mejor aliada en el terreo de la cultura y la ideología-, ni en la sumisión de una izquierda cuya única seña de identidad actualmente es que…no es exactamente como la derecha-derecha.
Y también en este la izquierda combativa, se ha hecho notar.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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