sábado, noviembre 27, 2010

¿Pensamiento nacional?, ¿qué era eso?


Entre las groseras distorsiones que estamos sufriendo sobre la década del sesenta-setenta está la que le atribuye a todo el activismo “pensamientos” “nacionales”, “populares”, “peronistas” y una copiosa ristra de ideas congeladas, hoy muy manoseadas por esa militancia que parece creer que la conquista de los derechos humanos fue el objetivo por la cual dieron la vida cientos de jóvenes y decenas de viejos. Recuerdo un circunstancial compañero de mesa que no tiene empacho en aditar a su apellido el título: “sobrino de”, porque su tio es un “famoso”, corrije el término “setentista” llamando a esa generación , la generación “peronista revolucionaria”, sin tener en cuenta que habíamos inventado esa rara palabra “setentista”, precisamente para cubrir un contenido ideológico , político, programático y sobre todo práctico, muy variado.
Pues bien señores, entre esos setentistas existió el PRT-ERP, que si bien no fue todo lo numeroso que hubiéramos deseado, fuimos varios miles y dimos mucho que hablar, y no por el deporte nacional de hacer uso insensato de las palabras, sino porque fue mucho lo que hicimos, Creo que de esto no caben dudas.
Pues bien señores, parece necesario recordarles, incluso a ex militantes del propio PRT-ERP, que olvidaron o ignoran que el PRT-ERP no fue para nada “pensamiento nacional”, ni fue tampoco “pensamiento popular”; mucho menos tenia una lectura ni católica, ni oligárquica, ni revisionista, ni populista, ni stalinista de la historia.
El PRT-ERP se definía así mismo como marxista-leninista, concepto que en aquel entonces, reemplazaba “nacional” por internacional y el policlasista “popular” por el clasismo obrero. Eso quería decir, en la práctica, que los sujetos éramos nosotros, los obreros industriales de “vanguardia”. En el Buró Político del PRT, debido a la tenacidad de Santucho, de ocho miembros , cuatro éramos obreros de la gran industria: ¿Exagero? Pues ahí van los nombres: Carlos Germán, Luis Mattini, Juan Ledesma, Antonio del Carmen Fernández. Los otros eran Santucho, Urteaga, Mena y Gorriarán. Que me diga alguien si conoció algo parecido en Argentina, tanto en el PC, como en los partidos trotskistas o en el propio peronismo. Y en América, bueno, puede ser Uruguay, quizás Chile y ahí paramos de contar. Va de suyo que no estoy haciendo una alharaca de esto, sólo recordar cómo eran las cosas. (porque, justicia ordena, por otra parte también cargamos con algunos “obreros” que te voglio dire!!!! Mejor perderlos que encontrarlos)
Es cierto también que el PRT propiciaba una revolución llevada a cabo por una alianza de carácter ”obrero y popular”. O sea, (y perdonen la ironía, pero es la verdad) nosotros no éramos “populares”, populares serían nuestros aliados. Porque para el PRT “popular” era una categoría sociológica inferior a la de clase. Algo parecido a cuando hoy se habla de “progresismo” en lugar de revolucionario. Además del origen trostkysta, nuestra tendencia, liderada por Mario Roberto Santucho, adoptó el guevarismo como guía táctica y contenido ético, superador de la pesadilla stalinista, (sin que ello implique el haber estado vacunados contra el stalinismo) .
Claro, a los actuales neo-populistas, sean de origen peronista como stalinistas, los entiendo, los comprendo, no puedo evitar mi conmiseración. La idea de “popular” les da cabida, les posibilita el derecho a ser “vanguardia” y no “pequeños burgueses”, epíteto descalificativo que debieron sufrir en los partidos leninistas de aquellos tiempos. ¡Pobres!!!! Hay que reconocer que el marxismo leninismo fue realmente aristocratizante, sólo los obreros— y dentro de estos los industriales— podían ser “vanguardia”. Hay que decir que el propio Santucho no escapaba a este dogma. A mi me divierte eso, pues es la queja del Colorado Vicente en el libro de la hija del Roby, en el que relata que Santucho lo retó por no haber incorporado a Mattini al Comité Central, cuando él, Santucho, estaba preso.
Por supuesto, el PRT-ERP, nunca creyó que la revolución la podría hacer solo con la vanguardia de la clase obrera y por eso tuvo profundos acuerdos tácticos con las organizaciones de origen peronista y también con Montoneros. (O sea los “populares”) Pero a no confundir señores: acuerdos tácticos y respetando sus creencias. Pero no compartíamos mucho más allá que la perspectiva de tomar el poder y lanzarnos a una Argentina socialista, como proyecto todavía a crear. Eso no era poca cosa, pero no significaba que compartiéramos las visiones filosóficas, éticas, históricas y de clase con esos sectores. Claro que hay que reconocer que lo que si nos enseña esta porfiada historia, es que dentro del PRT eran también frecuentes los “populares”, se los vio apenas asomó Cámpora en el 73 y sólo la energía y el prestigio de Santucho pudo controlar la situación, expulsando sin remilgos. De lo contrario nos hubiéramos diluido en un grupo más de populistas. Sin embargo, a la vista de los coqueteos con el actual gobierno, compruebo que eran más de los que yo pensaba.
Debemos ser claros. Nosotros, los que seguimos a Santucho, no éramos cristianos, no creíamos en la “burguesía nacional”, ni nos seducían los ensayistas “nacionales y populares” hoy tan de moda, que en aquellos tiempos sólo sabían hablar de “cipayos” y le exigían a Cortazar ¿oyó bien? Si, a Julio Cortazar, que regresara a la Argentina a fin de poder “escribir para el pueblo”. Tampoco se no ocurría “comparar” al Che con Evita, simplemente porque son tan diferentes que son incomparables.
Nuestro enemigo era oligarquía terrateniente y a la gran burguesía agraria e industrial, a la que no considerábamos “cipaya”, sino socia del imperialismo. A la hoy llamada “clase media” la considerábamos una aliada objetiva, pero le teníamos tal desconfianza que tratábamos de no reclutar gente de ese sector social; estábamos convencidos de que sólo la clase obrera debía ser la conductora de un de un proceso que era, nacional por su forma e internacional por su contenido, llevando de aliados a la pequeña burguesía rural y urbana, (o sea los campesinos medios y pobres) a la intelectualidad combativa y a los “pobres de la ciudad”, como llamábamos a los que otros decían villeros.
Repito por si no queda claro: nacional sólo por su forma, por lo tanto no éramos nacionalistas, éramos internacionalistas, o sea propiciábamos un mundo sin fronteras ni banderas. Sabíamos poco de lenguas, pero si lo suficiente como para saber que en las lenguas germánicas el adjetivo va delante del sustantivo, por lo tanto “nacional socialismo” quiere decir en alemán exactamente “socialismo nacional”, sin que por ello todo socialismo nacional fuese siempre fascista ya que los modelos de formas nacionales de socialismo eran numerosos. .
Pero, por sobre todas las cosas, al menos en los hechos, y quizás sin saberlo, fuimos profundamente inmanentes, es decir, creíamos que la historia la hacen los sujetos humanos por propia decisión, aquí y ahora y no siguiendo un trascendente plan predeterminado desde afuera, sea dado por Dios, por la Providencia o por abstractos mandatos. Ese contenido es quizas el más ausente hoy en día. Asimismo no aceptábamos los subjuntivos, los “hubiera”. No creíamos que si el latifundista ganadero Juan Manuel de Rosas “hubiera” ganado la batalla de Caseros, los ingleses “habrían” perdido influencia en la historia nacional. Por algo Rosas murió exiliado en Inglaterra. (Ah, que cosa rara ¿No? Su tumba estaba muy cercana a la de Carlos Marx, pero así son lo ingleses de exotéricos)
En el PRT-ERP estudiábamos mucho la historia, porque la historia es la más pedagoga de las disciplinas. De la historia verdaderamente se aprende. Pero nosotros éramos marxistas empeñados de cuerpo y alma en una revolución proletaria, de modo que, fiel a ese empeño, es natural que buscáramos escapar de la influencia de la ideología burguesa. Y, por supuesto, el peronismo, como el radicalismo, era una ideología burguesa. ¿O tiene Ud dudas? ¿Tiene Ud dudas que Pacho O’Donnell es tan burgués como Romero? La diferencia a favor de Romero es que por un lado él no lo niega y por otro es un intelectual, políticamente estable y previsible, un profesional de la ciencia sumamente estudioso, no un Escriba. y, por lo tanto de su obra es más factible sacar nuestras propias conclusiones .
Claro, no podíamos evitar que las ciencias estuvieran en manos de la burguesía en corrientes de diversos matices e intereses. —Dicho de paso como lo están hoy en día incluso en las supuestas Universidades “populares”, como la de Madres de Plaza de Mayo, o también la socialista como la Cubana, ya que repiten los modelos académicos y las prácticas sociales de las Universidades surgidas de la Modernidad burguesa oficiales en donde el uso del título profesional ha reemplazado al título de nobleza— Por lo tanto en el PRT tratábamos de seguir a los historiadores más profesionales, sabiendo que nadie esta desideologizado y que la realidad es siempre muy compleja. Y si bien teníamos claro lo enseñado por Marx, que los hombres suelen responder a intereses de clase, también la propia historia enseña que hubo numerosos hombres que se emanciparon de los intereses de clase para actuar en favor de los intereses, digamos, humanos. ¿O cree Ud que el Che Guevara respondía a intereses de clase? A esos desinteresados los vamos a encontrar en la Universidad de Berlin, en La Sorbona, en La Habana, en la UBA y puede ser que en algunos casos en Madres de Plaza de Mayo
¿Como dilucidar cuándo respondían o no a intereses de determinadas clases? No era fácil, pero un buen consejo es seguir la conducta del sujeto, no las palabras: Hay que empezar a distinguir a los profesionales de una ciencia, conservadores, liberales, católicos, o comunistas, de los simples Escribas. Los primeros tienen obviamente ideología, de derecha a izquierda piensan con cabeza propia, porque para lograr efecto real en el conocimiento deben, al menos, controlar sus propios prejuicios ideológicos, tratar de evitar que los condicione, abrirse a las ideas y a las prácticas. Si no fuera así la burguesía no hubiera desarrollado las ciencias del modo como lo hizo. En cambio estos Escribas no tienen ideología, escriben a pedido. Cumplen órdenes. Puede ser a pedido del Poder Político, como también del Mercado.
Y es muy preocupante el reverdecer de Escribas en este momento en Argentina, que parece ser una consecuencia de la increíble mercantilización, a lo que se le suma la institucionalización de las organizaciones populares. Yo puedo asegurar que esto último ni siquiera es un invento argentino, es un invento sueco. Pregunte Ud sino, cómo resolvió la socialdemocracia sueca la influencia del Mayo Francés a fines de los sesenta. Sólo tenga en cuenta que la soja rinde más dividendos que la industria sueca.
Luego también es válido seguir la acción de los hombres en la historia Fijese: José de San Martín, que era un profesional de las armas, liberó América con genio y talento, creatividad, audacia política, y sobre todo desinterés, por eso, una vez cumplida su misión, se retiró al exilio sin intervenir en las posteriores disputas internas. En su monumento de Boulogne Sur Mer reza su mejor homenaje: dice: “General Argentino que renunció al poder” Que yo sepa el otro que renunció al poder fue también argentino: el Che Guevara.
En cambio, Simón Bolívar, que era un ganadero devenido general, también tuvo gran talento, audacia y creatividad para liberar América, pero acabada esa labor, siguió peleando y reprimió para desarmar las comunidades agrarias indígenas, en favor de los terratenientes ganaderos. Además se eternizó en el poder fundando una república que lleva su nombre, impuesto por los criollos, no por los aborígenes; Bolivia, dividiendo aquel Alto Perú, que fue, junto con México, una de las culturas autóctonas más desarrolladas. En consecuencia, los del PRT, podíamos considerarnos legítimamente sanmartinianos, como así también guevaristas, gente que no nos interesaba el poder personal, pero dificilmente podíamos considerarnos bolivarianos, el hombre que destruyó el autóctono y comunitario Alto Perú a favor de una “criolla” (léase hija de españoles) y sobre todo latifundista “gran Colombia”.
Claro, “sanmartiniano” suena muy cerca de los militares argentinos ya que ellos tienen una fundación con ese nombre. En cambio bolivariano parece “más nacional y popular”. Bueno, lo lamento, pero yo no voy dejar que los militares me roben. Todo porque en efecto, el General San Martín era un plebeyo nacido en Corrientes, probablemente hijo de una indígena, medio asceta, talentoso oficial de rigurosa formación, de genio indiscutido, sólo comparable con los grandes de la historia militar, en cambio el otro era un aristócrata estanciero, conocido por lo rumboso, ligado a la clase dominante de Venezuela, y a cierta realeza mundial, venido a general por las circunstancias.
Que los militares argentinos tomen la formalidad de ese aspecto supuestamente asceta del general San Martín, me tiene sin cuidado. Yo no valorizo a las personas ni por el ascetismo ni por la rumbosidad. Sólo me puede preocupar con qué recursos se paga la rumbosidad. Pero el mérito indiscutido de San Martín fue renunciar al poder después de haber liberado América
Por su parte, Belgrano, abogado, tuvo que asumir como general sin siquiera saber andar a caballo en un país de gauchos, lo hizo sin vacilar y con inesperada eficacia. Dedicó su vida a ello, muriendo en la pobreza. ¿Puede Ud decir qué intereses de clase representó? Por el mismo camino andaban Monteagudo, Castelli, el propio Moreno.
En cambio Rosas, de quien no necesito insistir que era un gran ganadero, organizó la primera “conquista del Desierto, para recuperar tierras para la ganadería, represión a los indígenas que sistemáticamente olvidan los nacionalistas, incluso los “populares”. Claro, no fue genocida como Roca, a los indígenas que se rendían les propiciaba lugar como vasallos en las estancias feudales que aun existen hoy en dia en determinadas provincias.
Y así llegamos al general que parece haber aprendido de los ingleses a ganar todas las guerras perdiendo todas las batallas: Bartolomé Mitre también fue un conspiscuo hombre de la oligarquía y defendió intereses oligárquicos, además de haber dirigido la Guerra del Paraguay, una acción bélica de exterminio, casi un genocidio, de los más infames de nuestra historia. Sin embargo, por otro lado y entre otras variadas cosas, Mitre incursionó por disciplina histórica. Digamos que como historiador no es un genio, pero no es mucho peor que otros. Negar la competencia de Mitre como historiador porque era un representante de la oligarquía, es como negar el talento de Balzac porque era monárquico. Por lo demás Mitre no era más reaccionario que José Maria Rosa y mucho menos un arrepentido como Manuel Gálvez, quien subió al árbol por la izquierda y bajó por la derecha. Y francamente señores; si en cuestión de ideas me obligan a elegir, me quedo con el liberalismo antes que con el catolicismo. Señores nacionales y populares, parecen ustedes olvidarse que catolicismo siempre fue –y sigue siendo-- sinónimo de reacción. (los sacerdotes del tercer mundo son demasiado recientes y pocos)
En fin,..lo que quiero decir es que la nefasta conducta de Mitre como gobernante, no lo inhabilita como intelectual. De él no es recomendable leer su traducción del Dante porque, según dicen los expertos, es tan mala que hubo un conato de declaración de Guerra de Italia a la Argentina por haber ofendido la cultura italiana. Pero a pesar de eso, Mitre, tiene textos históricos respetables. Por algo la dictadura de Videla prohibió “La Guerra de las Republiquetas” de Bartolomé Mitre, libro que el Che llevaba en su mochila y que Santucho siempre recomendaba. La propia “Historia de San Martín” de Mitre no es el summun de una historia, pero no es peor que otras, sobre todo es bastante mejor que alguna escrita por materialistas dialécticos que atribuyen toda la acción de nuestro general, ese que renunció al poder, a su “objetiva” posición de clase, a punto tal de negarle casi su condición de sujeto deseante..
El problema del llamado revisionismo histórico que prolifera en nuestros días en manos de Escribas de la Reina como escribas del Mercado, no consiste en su supuesta interpretación distinta de la historia; eso seria bueno, un enriquecimiento, la posibilidad de debates interesantes. No, el problema con estos periodistas pretendidos historiadores que sacan folletines como conejos de la galera, es la falta de seriedad, la inconcebible superficialidad y la burda carga ideologista, bastardeando los hechos históricos con el único fin de justificar el presente. Eso ya no lo puede hacer Mitre porque murió hace décadas.
Pero además la propia historia se defiende de los Escribas llenándonos de cachetadas, es decir la historia es una disciplina que se cuida sola porque vive enseñando: no entiendo como los revisionistas no aprenden. Fijese, por ejemplo, respecto al imperialismo inglés. Los ferrocarriles fueron uno de los símbolos mayores de la injerencia inglesa en Argentina, tema especialmente denunciado por Scalabrini Ortiz. Pues bien, Perón hizo un acto de indiscutida y maravillosa justicia histórica, un acto que valió más que toneladas de páginas: los nacionalizó. ¡Grande Perón!, tan grande que incluso les borró los nombres que le habían puesto los ingleses (FC Central Argentino; FC del Sur; FC Pacífico, etc…..) y les puso nombres nacionales; si señores, nombres bien nacionales, porque les guste o no, estas personas nacieron en Argentina: Mitre, Sarmiento y Roca, y claro también San Martin y Belgrano. ¿Cómo explica ese señor que aprendió del judio Marx a ser nacionalista y que siempre recuerda a Codovilla caminando con el paraguas abierto una tarde de sol, cómo explica, digo, que el General Perón en ese magnifico acto de justicia histórica, haya bautizado con nombres de “vendepatrias” como Mitre, Roca y Sarmiento, a los ferrocarriles nacionalizados?
Pare, pare, no siga inventado…no es que la “oligarquia” presionó a Perón...yo se lo voy a explicar: Porque Perón no fue revisionista, ni rosista, ni antisemita, ni nacionalista católico, Perón fue peronista, para bien o para mal, Perón fue, ante todo peronista; y Perón fue tan libre de prejuicios como corresponde a ese gran pragmático que era. O sea un gran caso de inmanencia, no hizo su obra inspirado en la trascendencia divina o histórica, sino en su voluntad inmanente. Además, si alguien sabia de historia, no solo nacional sino universal, era Perón. Y él sabía que esos personajes fueron grandes impulsores de los ferrocarriles.
Y para terminar por ahora, Para bien o para mal, —yo estoy convencido que para bien, porque yo soy y fui siempre un convencido internacionalista—; el PRT “de Santucho” era ante todo guevarista internacionalista y tozudamente clasista. Los populistas, que evidentemente estuvieron por error en el PRT, que hoy florecen generosamente regados por este gobierno, tienen derecho a hacer la suya, derecho a la autocritica, al arrepentimiento o a lo que les plazca, sólo les pido que, por silencio u omisión, no se apropien de esta parte de la historia.

Luis Mattini

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