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sábado, junio 01, 2013
Las FARC-Ejército del Pueblo: Medio siglo de lucha por la paz
Las FARC saben que la conquista de la paz es inseparable del desmantelamiento de la oligarquía que utiliza el Estado como instrumento de su política de clase
El comunicado conjunto divulgado en La Habana el día 26 de Mayo por las delegaciones de las FARC-EP y del gobierno de Bogotá significó la apertura de un nuevo ciclo de diálogos de paz iniciados en aquella ciudad.
Después de seis meses de conversaciones difíciles, los representantes de la guerrilla y del ejecutivo colombiano firmaron un acuerdo para la “Reforma Rural Integral”, primer punto de la Agenda en debate.
El documento aprobado prevé transformaciones radicales en el mundo agrario. La mayoría de las principales exigencias de las FARC fue aprobada. Entre ellas la relativa al acceso al uso de la tierra, a la formalización de la propiedad, las tierras improductivas, a los programas de desarrollo social (educación, habitación, erradicación de la pobreza),a l estímulo a la producción agropecuaria, al Fondo de tierras para la Paz, al ambiente.
El día 11 de Junio las delegaciones inician la discusión del segundo punto de la Agenda: la Participación Política, que abarca el tema crucial de la Democracia. El presidente Juan Manuel Santos afirmó estar empeñado en la continuación del proceso “con prudencia y responsabilidad”.
En una Declaración emitida simultáneamente en la Habana, las FARC-EP consideran positivo el acuerdo alcanzado sobre la Reforma Agraria, pero alertan sobre las dificultades del dialogo en la Mesa de Negociaciones, sobre los restantes puntos de la Agenda, principalmente los relativos a la droga, al cese al fuego y armamentos y a la reintegración de las poblaciones expulsadas de sus territorios.
Las FARC son conscientes de que la conquista de la paz es inseparable del desmantelamiento de la oligarquía que utiliza el Estado como instrumento de su política de clase, marcada por una represión feroz.
Es significativo que cuando crece el apoyo popular a las iniciativas del Movimiento Colombianos por la Paz, liderado por la ex senadora Piedad Córdoba, algunos ministros –entre ellos Fernando Carrillo, y el del Interior- hablan otro lenguaje, sugiriendo el fin de las conversaciones si antes de la navidad no es firmado un Acuerdo Global.
El alto comando de las Fuerzas Armadas también se empeña en sabotear los debates de La Habana –apoyados por Noruega y Cuba- intensificando la guerra. Los 50 drones –os aviones asesinos sin piloto- recientemente adquiridos ya habrían sido utilizados en bombardeos en La Macarena, Orito, Saravena y Catatumbo.
La posición de Barack Obama es, como habitualmente, ambigua e hipócrita. Dice apoyar los diálogos para la Paz, pero envía al vicepresidente Joe Binden a Bogotá para derramar elogios sobre el gobierno de Colombia, su mejor aliado en América Latina, y expresar allí el deseo de los EEUU de adherirse a la llamada Alianza del Pacifico. Cabe aclarar que esa extraña alianza fue concebida en Washington para funcionar como contrapunto del Mercosur. La integran por ahora México, Chile, Colombia y Perú, países cuyos gobiernos desarrollan políticas de sumisión al imperialismo estadounidense.
El apoyo militar a la guerra contra las FARC-EP prosigue. Los EEUU que ya invirtieron más de ocho mil millones de euros en el financiamiento del Plan Colombia, instalaran en el país siete nuevas bases militares desde el inicio de la Administración Obama.
Medio siglo de lucha
Al contrario de la imagen edénica del país próspero en acelerado desarrollo por la acción de un gobierno democrático y progresista, imagen que Juan Manuel Santos difundió en su visita a Europa, la situación en Colombia continua degradándose.
El paramilitarismo permanece impune con raras excepciones. La corrupción desenfrenada y la miseria, en la capital y en las grandes ciudades son crecientes. Las más numerosas y bien equipadas fuerzas armadas de América latina –medio millón de militares- absorben una tajada colosal del presupuesto. El hambre, endémica en muchas regiones, afecta a ocho millones de personas. 15000 infantes mueren anualmente antes de los cinco años por desnutrición. Dirigentes sindicales son asesinados cotidianamente todos los meses. Pero el número de multimillonarios aumenta cada año en una de las sociedades más desiguales del mundo.
Las FARC-EP, fundadas en Marquetalia después de combates épicos en la ruptura de un cerco, acaban de conmemorar 49 años de existencia y de lucha ininterrumpida. Incluidas por la Unión Europea y por la ONU en la lista de organizaciones terroristas, calumniadas, acusadas de narcotraficantes por un presidente, Álvaro UribeVelez ( que fue aliado de Pablo Escobar, el rey de la coca) las FARC se asumen como organización revolucionaria, marxista-leninista.
“Somos pueblo –afirman- que empuña las armas contra las armas del poder y contra la represión”.
Moderadamente optimistas, todo hacen para que las conversaciones de La Habana permitan la concretización de las aspiraciones de paz del pueblo colombiano. Más no olvidan que una de las cláusulas de la Agenda establece que el Acuerdo General de Paz solamente solamente será posible si todos los puntos en él incluidos fueran aprobados. El rechazo de cualquiera de ellos implicaría la anulación de los demás.
Por si sola, esa exigencia es esclarecedora de la falta de transparencia y de la mala fe que han sido permanentes en las posiciones de los delegados del gobierno en la Mesa de Negociaciones.
Hoy, como siempre, las FARC-EP defienden una solución política cuyo desenlace será una Paz definitiva en una Colombia democrática.
Ellos creen como Bolívar que las Fuerzas Armadas deben ser el pueblo en armas, un instrumento de la defensa de la soberanía nacional. Usarlas contra el pueblo, como ocurre en Colombia, es un crimen monstruoso.
Miguel Urbano Rodrigues
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