Entrevista a Claudio Katz de Economistas de Izquierda (EDI)
M.H.: Claudio, la idea es analizar la situación política electoral. Me gustaría conocer tu opinión, porque parece ser que la base electoral del candidato Scioli no tenía muchos más votos de los que tenía el kirchnerismo, y esto como mínimo llama la atención.
C.K.: Como señalaron muchos analistas en estos días, en la primera vuelta de la elección presidencial hubo un terremoto político, porque se produjo un inesperado naufragio del oficialismo que perdió Buenos Aires, muchas intendencias, provincias como Jujuy, gobernada por el peronismo desde 1983. Hubo un voto castigo, una reacción muy profunda del electorado, que de tan profunda no la pudieron registrar las encuestas y que desbordó todo el armado para favorecer al oficialismo a través de las PASO.
Me parece que hubo tres procesos, por un lado, hubo un generalizado hastío hacia Aníbal Fernández que se verificó en el corte de boleta, porque es el emblema del aparato de punteros justicialistas. La reacción en contra de su figura es importante, no por el tema del narcotráfico sino porque es el hombre que manejó el aparato de Stiusso, el hombre que secundó a Milani, el que armó la causa contra el “Pollo” Sobrero o Pino Solanas en el caso de los ferrocarriles.
Por otro lado, hubo un fuerte hastío con Scioli, una gran disconformidad por abajo, por la desastrosa situación de la provincia en hospitales, escuelas, durante las inundaciones; y volvió a salir a flote como hace dos años atrás, el cansancio hacia el gobierno por la inflación, el estancamiento, las cadenas nacionales y sobre todo la corrupción, la protección a Boudou, el injustificado enriquecimiento de Cristina, que Jaime recién ahora llegue a un juicio. Es la misma reacción de votantes contra el aparato justicialista que irrumpe cada tanto, por eso hay tantas comparaciones con lo ocurrido con Herminio Iglesias en 1983, se ha confirmado que parecía que el peronismo resurgía pero, en realidad, nuevamente está afrontando una nueva crisis.
Pero claro, esta vez el descontento no ha sido captado por un Alfonsín o por un De La Rúa, sino por la derecha reinventada del macrismo que ha creado una fuerza política muy reaccionaria pero enmascarada en globitos, en evasión, en moralismo hipócrita.
Lo que tenemos que ver es que el macrismo es la cara más visible del giro conservador que propician todos los partidos del sistema, por esa razón todos están preparando acuerdos parlamentarios para gobernar con ajuste, devaluaciones y tarifazos.
Igualmente establecería una distinción, me parece que hay una clara derechización de la dirigencia pero no necesariamente de la sociedad, porque es cierto que hubo muchos votantes de Massa que apuntalaron el discurso de la mano dura, pero el PRO ganó endulzando el mensaje, mucho “paz, amor y tolerancia”, terminar con la confrontación, María Eugenia Vidal con cara de monja. No hay un clima de voto odio que prevalecía durante los cacerolazos o en los momentos de conflicto con los agrosojeros, hay que evitar los análisis despechados que culpabilizan a la sociedad y no al gobierno por el avance del macrismo.
Hay tantas fotos de Scioli y Macri con Menem, que ninguno de los dos aguanta el archivo del pasado
Scioli afronta un dilema sin solución, si sigue repitiendo el mensaje del kirchnerismo puro se aleja de los votantes medios y si adopta el perfil conservador que le cuadra a la perfección, puede afianzar la ola de sufragios hacia el PRO. El trasfondo es que hay un agotamiento del ciclo K, cualquiera sea el maquillaje electoral y estas dos semanas vamos a ver eso, puro maquillaje.
Hubo una primera parte de la campaña, al principio, en la que se trataba de puras frivolidades, Tinelli y evasión. Después vino la rivalidad por las mentiras, bajar ganancias, pagar el 82% a los jubilados, reducir el IVA, fantasía de lluvia de dólares y ahora parece que entramos en la competencia de los miedos, a ver quién genera más pavor al electorado. Pero el gran problema lo tiene Scioli, que está intentando diferenciarse de Macri y le resulta muy difícil porque tiene un parentesco estructural, hay tantas fotos de los dos con Menem, hay tantos episodios comunes de participación en las privatizaciones de los ´90, que ninguno de los dos aguanta el archivo del pasado.
Todas las advertencias de lo que prepara Macri son ciertas, sin embargo, ojo porque si gobierna lo va a hacer con parte del aparato del justicialismo, ya lo está tentando a De la Sota, también con la burocracia de Moyano, y esto es importante para gente tipo el progresismo de Stolbizer que se dispone a votar a Macri y no ve quién lo rodea.
Lo importante es ver también que Scioli prepara un gobierno de derecha, eso lo tenemos que decir ahora, yo no creo en el “ya veremos”, “ya habrá tiempo para las críticas”, “lo importante es llegar al balotaje y después hablamos”, no, miremos lo que está haciendo Scioli, fijate el gabinete que elige, está lleno de represores, Casal, Berni, Granados, lleno de financistas como Blejer, para negociar con los fondos buitres. Los dos se dirigen a los grupos económicos, al grupo Clarín. Entonces hay que hablar de los dos peligros, del peligro Macri que salta a la vista, y del peligro Scioli que prepara la repetición de Brasil.
M.H.: Claudio voy a tratar de ponerte en un brete respecto de esto último que dijiste. Leyendo la última edición de Le Monde Diplomatique, donde hay un artículo de Claudio Scaletta, “La contradicción principal”, este economista dice: “están en pugna dos proyectos, avanzar a una etapa superior que permita retomar el crecimiento con distribución progresiva del ingreso o regresar al pasado vía el ajuste clásico con cuenta en el salario de los trabajadores. Vuelven a estar en pugna dos perspectivas de país antagónicas, el resultado previsible de la aplicación de paquetes diferentes de política económica”. Y continúa: “que mientras el oficialismo identificó a la restricción externa como el problema principal, la oposición macrista habló de efectos como la inflación o el déficit de algunas cuentas públicas al tiempo que ocultó las cabezas de su equipo económico ortodoxo para evitar que se conozca su verdadero plan. El gran éxito del discurso económico opositor fue mezclar consecuencias con causas. La gran diferencia para el votante no politizado es que el primer diagnóstico demanda un proceso de abstracción y el segundo es una realidad inmediata. En otras palabras, el desarrollo demanda una doble ruptura, hacia adentro, al interior de la alianza de clases hegemónicas, y hacia afuera como consecuencia de la ruptura anterior, en materia de alineamientos internacionales, se trata por lo tanto de un proceso que supone un enfrentamiento al interior de la burguesía entre la fracción que representa la vieja estructura productiva y la que terminará representando la nueva y una tensión con el orden imperial bajo la órbita de Estados Unidos y sus satélites europeos. Por diferentes motivos no quedó claro durante la campaña si el sciolismo sería capaz de conducir estos enfrentamientos.” ¿Cómo ves esto? Porque aquí Scaletta afirma que Scioli habría tenido frente al problema principal de la restricción externa, una política económica correcta pero que no la supo explicar.
Hay una diferencia importante de Scioli y Macri en política exterior, no en estrategia económica
C.K.: En materia de fantasías y deseos todo es posible, pero si miramos la realidad con frialdad, lo que tenemos enfrente es una política económica de Scioli y de Macri muy parecida. Lo sintetizaría en un dato, los dos van a buscar atemperar la devaluación con endeudamiento externo. Los dos van a tratar de arreglar con los fondos buitres, conseguir la mayor cantidad de dólares externos para hacer manejable el ajuste, la devaluación, los tarifazos, las restricciones al gasto público que se vienen.
El gradualismo o el shock que formalmente diferencia a uno y a otro dependerá de circunstancias que no manejan, puede haber gradualismo con Macri y shock con Scioli, depende de una infinidad de circunstancias económicas, financieras de los próximos meses. Yo no creo en eso, la idea de esas dos visiones económicas diferenciadas me parece que es un deseo del autor. Lo que sí creo que es cierto en lo que dice el artículo, es que hay una diferencia importante de Scioli y Macri en política exterior, no en estrategia económica.
Macri está dispuesto a buscar un alineamiento con Estados Unidos, con Israel, alejarse de Putin y comenzar a hostilizar a Cuba, a Venezuela y a Bolivia, eso es así. Podríamos decir que si Scioli encara una política conservadora en el mediano plazo va a terminar en un giro igual, porque es un hombre con buenas relaciones con la embajada norteamericana, pero no apunta a ese giro en lo inmediato y Macri sí, ahí hay una diferencia que tenemos que mencionar, con la misma sinceridad con la cual hablamos todos los problemas. Aclararía que el mejor aporte que nosotros podemos hacer para sostener a Cuba, Bolivia y Venezuela, los que simpatizamos con esos procesos, es priorizar la construcción de la izquierda en la Argentina. Hay un conflicto de prioridades cierto, pero tenemos que definir una u otra cosa. Creo que sería un error volver a poner en primer término de nuestras decisiones razonamientos geopolíticos o decisiones de Cancillería, ese fue el gran desacierto que cometieron la mayoría de los Partidos Comunistas en la época de la URSS, razonar la estrategia de construcción popular en cada país en función de las prioridades geopolíticas externas. Hay experiencia y hay que aprender de eso.
Un tercer elemento frente a lo que me comentaste, es que Brasil está muy cercano. El que escribió esa nota omite que tenemos el espejo de lo ocurrido con Brasil, Scioli se apresta a calcar prácticamente lo que hizo Dilma hace muy pocos meses cuando fue a las elecciones asustando con el ajuste que preparaba su rival, asumió, nombró a una especie de Melconian como Ministro de Economía y está aplicando un recorte tras otro.
Pero el problema mayor no es esto, no es solamente el decir una cosa y hacer otra, el problema es la desmoralización popular que generan las políticas de este estilo. Nosotros tenemos que pensar en el día después de la elección y no solo en términos de ministros, de políticas y modelos, sino en función de la acción y el estado de ánimo popular. Cuando los progresismos entran en picada, en regresión, en repliegue como resultado de su impotencia y su giro conservador y sus ilusiones en el capitalismo productivo; sus giros suelen arrastrar al pueblo creando desánimo, apatía, desmovilización y contra esa perspectiva que es muy problemática, tenemos que hablar claro.
Un escenario de ese tipo solo se previene de esta manera, hablando claro y no con arrepentimiento, desgarro y melancolía como la de los intelectuales de Carta Abierta en las situaciones negativas.
Después de una década de cooptación estatal tan fuerte, mucha gente ha terminado razonando en términos de modelos de gobiernos y no de luchas
Pienso que después de una década de cooptación estatal tan fuerte, de movimientos sociales, de militantes, de intelectuales, me parece que mucha gente ha terminado razonando en términos de modelos de gobiernos y no de luchas. Entonces supone que los logros reales que se obtuvieron en los últimos tiempos son simplemente obra del kirchnerismo y no un resultado de la rebelión popular del 2001.
Lo que tenemos que hacer ahora, en el escenario complejo en el que estamos, es recuperar el sentido de la resistencia, si lo que se logró en los últimos años se logró en las calles, solo será mantenido de la misma forma, en las calles, frente a Macri o frente a Scioli y para eso es indispensable recuperar una forma de razonamiento distinto al de “este gobierno es mejor que el anterior”.
Tenemos que recuperar la confianza en la acción política propia, superar el chantaje del mal menor. Hay un ejemplo muy ilustrativo de lo ocurrido, cuando se está atrapado por la resignación, se termina recorriendo el camino de Sabatella, caso emblemático de lo que pasa con el progresismo K que ahora dice “sostengamos a Scioli”.
Sabatella empezó reconociendo logros del período kirchnerista y de a poquito terminó en una subordinación al kirchnerismo y al cristinismo superior al de cualquier militante justicialista, votó todo, se calló todo, aceptó todo y terminó secundando a Aníbal Fernández en la Provincia y no solo perdió ahí sino que también perdió su bastión en Morón.
El mal menor es el camino de una capitulación progresiva, se va bajando una bandera tras otra, primero había que sostener a Randazzo, después “el candidato es el proyecto”, ahora a Scioli, ¿y mañana qué? Contrastaría esta actitud con la de la Resistencia Peronista o con la de la Juventud Peronista en los ´70, que en un momento dijeron: “señores hasta acá llegamos”. Hay que cambiar, hay que producir un giro y todos tenemos que contribuir a eso.
M.H.: Entiendo que de tus palabras se desprende una posición similar a la que han adoptado una serie de fuerzas políticas que llaman a votar en blanco.
C.K.: Tengo decidido mi voto, pero no lo quiero comentar hasta tanto haya concluido la discusión en los colectivos en los que estoy participando. Te adelantaría que hay que tener en cuenta que el voto en blanco es un recurso válido, incluso hay que recordar que fue utilizado hace muy poco por el kirchnerismo en la Capital Federal, recordemos que cuando fue la elección del balotaje entre Lousteau y Larreta, ellos dijeron que eran lo mismo y, por lo tanto, votaban en blanco.
M.H.: Es lo que les recrimina Atilio Borón como un error.
C.K.: Los que ahora opinan que no se puede votar en blanco son los mismos que llamaron a hacerlo en la Ciudad de Buenos Aires. Entonces, si el voto en blanco tiene coherencia con lo que sostuvieron en ese momento, tienen que aceptar que otros mantengan una fidelidad hacia su electorado y si dijeron que el trío Massa, Macri y Scioli representaban lo mismo antes, es lógico que sean fieles al mensaje que plantearon. Igualmente vamos a hablar después del balotaje y ahí veremos si fue o no importante el voto en blanco.
M.H.: Te voy a retrotraer al pasado, probablemente a tus 17/18 años, no votaste en ese momento, pero en el año 1973 en la Ciudad de Buenos Aires hubo una suerte de balotaje a senador entre Fernando de la Rúa y Sánchez Sorondo que era el candidato del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), un gorila total. En aquel momento el FREJULI, programáticamente, representaba muchísimo más de lo que representa hoy el kirchnerismo, sin embargo, fuimos varios los que llamamos a votar en blanco.
C.K.: Yo no creo que el voto en blanco sea una receta válida en cualquier circunstancia, creo que es un recurso excepcional. Además cuando está en juego un choque real entre proyectos, me parece que es desacertado. Por ejemplo, no creo que hubiera sido válido el voto en blanco cuando el primer peronismo se enfrentó a la Unión Democrática, no creo que hubiera sido válido en las 14 elecciones que tuvo el chavismo contra la derecha, para tomar dos ejemplos que se me vienen a la mente.
Es un recurso válido en ciertas circunstancias, tampoco es válido cuando se viene un candidato fascista y, por lo tanto, hay una amenaza explícita, no un poquito más de represión. Cada circunstancia es distinta y hay que ver qué significa en cada momento. El gran voto en blanco que hubo antes de 2001, en las elecciones previas, se trataba de un voto en blanco de malestar, fastidio, cansancio y apoliticismo. Me parece que ahora si el voto en blanco es importante no va a ser un voto testimonial, apolítico o indiferente, si alguien vota en blanco en el balotaje no va a manifestarse indiferente a la política, sino que va a enviar un mensaje de límite al ajuste, a cualquiera que venga, que se sepa que estas voluntades nuestras son advertencias de rechazo a cualquier intento de vulnerar conquistas. Pasa a ser un dato importante para el próximo período.
Mario Hernandez
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