Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
viernes, noviembre 13, 2015
Preparan el ajuste, apuntan contra la clase obrera
Aunque hacen malabares para seducir a los votantes, a Macri y Scioli les resulta cada día más difícil ocultar que preparan un ajuste con devaluación, aumento de tarifas y ataque al salario. Unos lo quieren hacer gradualmente, otros de golpe o “shock”. Prometen inversiones para el desarrollo, pero en realidad quieren transar con los buitres, volver a endeudar al país y seguir sosteniendo el saqueo imperialista.
¿Cuándo una devaluación resulta exitosa? Toda devaluación busca recomponer la ganancia y la competitividad empresarial. Por ende, una devaluación exitosa implica una reducción del poder de compra del salario. Así fue en todas las devaluaciones al menos desde la segunda mitad del Siglo XX en Argentina: con la de Duhalde de 2002 el salario perdió 28% del poder de compra y con la de enero de 2014 retrocedió 5%. Macri promete levantar el “cepo” liberando el tipo de cambio. Quiere atacar con un “shock” devaluatorio. Cuando el sciolismo habla de una devaluación gradual, no está hablando de un ajuste de menor proporción, sino que está buscando la forma de que sea digerible, tratando de burlar la resistencia obrera.
¿Se puede devaluar sin deteriorar el salario? La devaluación “no es magia”, es un ataque al salario. Los sciolistas tratan de edulcorarla hablando de gradualismo. Los macristas inventaron la increíble teoría que los precios ya tienen incorporados la devaluación a través de la cotización del dólar “blue” (más alta que el oficial), por lo cual no causará mayor inflación. Lo cierto es que la devaluación desata la suba de los precios de los productos importados (que se producen en el exterior y se compran en dólares) como así también de la parte de componentes importados (insumos, partes, maquinarias) que tienen muchos productos nacionales. Pero en el río revuelto los empresarios aprovechan para remarcar mucho más. No sólo eso. Los exportadores, que en Argentina son un puñado de grandes empresas, ven mejorar sus ganancias porque cada dólar de ventas externas le rinde más pesos gracias a la devaluación. Por lo tanto, buscarán subir los precios domésticos para tratar de obtener ganancias similares a las que consiguen en el comercio exterior. Esta dinámica es bien conocida por todos los capitalistas, aún por los que no exportan ni importan. Por eso, el conjunto de los empresarios subirán los precios.
¿Qué pasa con el salario? Nadie está diciendo que van a aumentar los sueldos ni que se va a subir el salario mínimo para que alcance la canasta familiar. Por el contrario, hasta se generan dudas sobre si habrá paritarias. Incluso si las hubiera, nadie garantiza que las subas salariales compensarán el incremento de la inflación. Por eso en la historia argentina muchas devaluaciones fueron con “pactos sociales” donde la burocracia sindical intenta contener la lucha salarial que necesariamente desata la devaluación poniendo topes a las paritarias.
¿Se puede evitar la devaluación? La clase capitalista es consciente que los desequilibrios económicos son profundos: inflación, déficit fiscal, superávit comercial en baja y reservas reducidas. Cuando dicen que faltan dólares (lo que llaman la “restricción externa”) para levantar el “cepo” y que la economía crezca están dando cuenta de un problema profundo que tiene que ver con el atraso económico y la dependencia de las potencias imperialistas. En los mejores años de la última década el superávit comercial (la diferencia entre lo que se exporta y lo que se importa) superó los 16 mil millones de dólares. Eso permitió alimentar toda la salida de dólares que provoca la deuda externa, la remisión de ganancias de las empresas extranjeras y la fuga de capitales. Pero ese superávit se redujo drásticamente: este año no llegará a 2 mil millones. Con la devaluación se pretende recomponer el superávit del comercio exterior para sostener esos flujos con los centros imperialistas.
¿No mejora la economía si arreglamos con los buitres y llegan inversiones? El capital extranjero no hace beneficencia, aprovecha la mano de obra barata, desgravaciones impositivas y todo tipo de libertad para saquear los recursos. No sólo pide devaluación, exige bajar el déficit público (mayor gasto que ingresos) en el cual tienen un peso importante los intereses de la deuda y los subsidios a las ganancias de las empresas. Pero nadie dice que va a dejar de pagar la deuda o estatizar las empresas subsidiadas para terminar con el vaciamiento que hacen los privados (como hicieron con los trenes, Edesur, Edenor, etc.), porque eso afecta los intereses empresarios. Hablan de tarifazos en los servicios públicos y recortar gastos: lo primero que tienen en la mira son los presupuestos de salud, educación y empleo público. Esas medidas no conducen al crecimiento. Por el contrario, generarán recesión (freno económico), agravando la situación de estancamiento actual. En realidad el ajuste está en marcha con las suspensiones y retiros voluntarios en las automotrices, la crisis en Cresta Roja y en varias empresas más. Si vemos a los economistas que asesoran a Macri y Scioli rápidamente salta que son los mismos que estuvieron con Menem, con De la Rúa y con Duhalde. Con el FMI, con el “blindaje”, el megacanje, siempre prometieron dólares e inversiones, pero trajeron ajustes. La receta es conocida.
¿Qué propone la izquierda?
Prohibir los despidos y suspensiones. Repartir de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles sin rebaja salarial. Defender el salario con ajuste automático por inflación y que ningún trabajador cobre menos de la canasta familiar de $14 mil. Conformar una banca nacional única expropiando a los banqueros y establecer el monopolio estatal del comercio exterior para enfrentar a los que especulan con la devaluación. Dejar de pagar la deuda externa. Rechazar los tarifazos y nacionalizar todas las empresas de servicios públicos para mejorar las prestaciones con tarifas baratas o gratis para las familias de menores ingresos. ¡Qué la crisis la paguen los capitalistas!
Pablo Anino
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