He tenido que superar fuertes dudas antes de decidirme a comentar la reciente evolución de la situación en Portugal. Antes, he escuchado con mucha atención los argumentos de la camarada Mariana Mortagua en la sesión plenaria de la conferencia Historical Materialism, celebrada en Londres el 9 de noviembre. También leí la entrevista que Francisco Louça, principal dirigente histórico del Bloco de Esquerda (Bloque de Izquierda) concedió a Ugo Palheta para el sitio Contretemps
Sin embargo, basándome en la experiencia griega, cuyas lecciones están empezando a ser entendidas con amplitud por la izquierda radical europea, siento que tengo algo de responsabilidad de presentar una advertencia fraternal a los compañeros de la izquierda radical portuguesa (Bloco de Esquerda y Partido Comunista Portugués). Entiendo que la situación está lejos de ser sencilla para ellos. Hay una tremenda presión de los electores a favor de “dar una oportunidad” a los socialistas para que formen gobierno y evitar así que la derecha establezca un gobierno minoritario en el que Cavaco Silva y Passos Coelho están empeñados, con el apoyo pleno de la UE en su conjunto. Es evidente que un gobierno socialista que dependa del apoyo de la izquierda radical y que se comprometa, al menos oficialmente, a derogar algunas medidas de austeridad se encontrará inmediatamente bajo el fuego de la UE y la clase dirigente portuguesa. En este contexto, tal vez podríamos entender la táctica de un apoyo “exterior” a un gobierno socialista sobre la base de un acuerdo común (1), apoyo que quedaría sin efecto si los socialistas no respetan los acuerdos.
Los riesgos, sin embargo, son enormes y me parecen muy superiores a las ventajas esperadas. Hay tres formas de resumirlos.
1. La primera es que la idea de que un partido como el Partido Socialista Portugués estaría dispuesto a hacer frente a la Unión Europea y a la burguesía nacional para aplicar medidas contra la austeridad, aunque modestas, me parece una ilusión completa. Incluso un partido de la izquierda radical como Syriza, en un país que ha experimentado movimientos sociales de una magnitud desconocida en Portugal se ha mostrado incapaz de continuar el enfrentamiento necesario para obtener siquiera la más pequeña “concesión”. En pocas palabras, parece simplemente imposible incluso poner en práctica un simple “relajamiento” de la austeridad sin abordar de frente el problema de la deuda y la camisa de fuerza impuesta por la zona euro, y es simplemente una locura pensar por un segundo que el Partido Socialista Portugués tenga la intención o esté preparado para ello (en realidad, incluso el BE y el PCP son relativamente prudentes en estas dos cuestiones). En este sentido hay que señalar que en el acuerdo tripartito PSP-Bloco-PCP la cuestión de la deuda se ha eludido completamente, a la vez que los líderes de PSP no dejan de declarar que el acuerdo en cuestión no pone en tela de juicio los “compromisos europeos” de Portugal.
2. En segundo lugar, la experiencia griega ha demostrado también que entre el enfrentamiento a gran escala y la capitulación no hay camino intermedio. Y aquí no se trata de un conjunto de demandas anticapitalistas radicales, sino de un programa tan moderado como el Programa de Salónica, basándose en el cual Syriza ganó las elecciones de enero de 2015. Incluso el actual gobierno de Syriza, que ha aceptado un Memorando terrorífico y se ha comprometido a su ejecución, es totalmente incapaz de obtener la más mínima concesión de la UE en una demanda tan modesta como es la protección (condicional e incompleta) contra la incautación de las residencias principales de los bancos. Las instituciones de la UE serán aún menos proclives a ser indulgentes con un gobierno PSP que depende del apoyo de la izquierda radical, y no cabe duda de que van a realizar un chantaje comparable al que impusieron al primer gobierno de Syriza.
3. Por supuesto, apoyar a un gobierno sin formar parte de éste es menos arriesgado que participar en él plenamente. Cabe la posibilidad de retirarle el apoyo si el gobierno cruza determinadas “líneas rojas”, pero la experiencia demuestra que la definición de éstas “líneas rojas” está lejos de ser un asunto sencillo, como pudimos ver en Grecia entre abril y junio, cuando el gobierno no cesaba de hacer concesiones en todos los frentes. En cualquier caso, es más que probable que la dirección del PSP utilizará el acuerdo con el Bloco de Esquerda y el PCP de la misma manera que Tsipras se comportó ante la izquierda de su propio partido cuando entró en la espiral infernal de concesiones que condujo a la capitulación. A saber, sometiéndola al chantaje permanente consistente en decir “¿Te atreverías a derrocar un gobierno de izquierda, el primero de su clase (y la novedad de la configuración también se aplica para Portugal) en este país? “. Y su cálculo resultó acertado: se las arregló para atrapar a la izquierda de Syriza, hasta que, de alguna manera, fue “demasiado tarde”, es decir, hasta que el coste de la salida del gobierno se volvió muy costoso para la oposición de izquierda y bastante manejable para él. Para referirnos al precedente histórico de Italia en 1990, la experiencia de apoyo externo de Rifondazione Comunista al primer gobierno de “centro-izquierda” de Romano Prodi (1996-1998), un apoyo que le retiraron a los dos años, también mostró que el “socio menor” situado a la izquierda tiene mucho más que perder en un ejercicio de este tipo que la fuerza central de la coalición de “izquierda moderada”.
Respecto más concretamente al Bloco de Esquerda, del que me siento muy cercano, creo que esta decisión está en contradicción con la lucidez con la que estos compañeros han sacado conclusiones de la tragedia griega y han cambiado significativamente su posición respecto al euro, un aspecto destacado de las dos intervenciones de Mariana y Francisco mencionadas antes. Así, en su entrevista en Contretemps Francisco destacó que “la crisis griega ha demostrado que no se puede negociar una reestructuración de la deuda sin estar dispuestos a romper con el euro” y que la citada crisis “ha obligado al Bloco a adoptar una posición más crítica ante el chantaje y las amenazas impuestas por las autoridades europeas y en particular por Merkel.” El notable artículo Catarina Príncipe, otra personalidad del Bloco, publicado en la revista Jacobin inmediatamente después de las elecciones, muestra también la inflexión sensible de la orientación, hasta entonces esencialmente “proeuropeoa”, del partido en la estela de la capitulación de Tsipras.
Siempre es delicado formular desacuerdos con compañeros que conducen la lucha en otro país. Sin embargo, me temo que la izquierda radical portuguesa emprenda un camino que lleve a la dilapidación del valioso capital político que ha logrado acumular con tantas dificultades en los últimos años. La magnitud del desastre sufrido por el pueblo griego y la izquierda radical de mi país, y mi parte de responsabilidad personal en esta situación, sin embargo, me obligan a asumir ese riesgo.
Con la esperanza, por supuesto, como lo hice al escribir sobre Syriza y la situación griega en los últimos meses, de estar equivocado.
“ Dixi et salvavi animam mea ”, como se suele decir en estos casos (2).
Stathis Kouvelakis
www.tlaxcala-int.org
Traducción para Rebelión de Juan Antonio Julián.
Notas
1. He aquí un resumen del acuerdo, en inglés, http://www.esquerda.net/en/artigo/left-w... Las principales medidas previstas consisten en retraer gradualmente, para 2019, el salario mínimo y algunos beneficios sociales a su nivel de 2009, eliminar algunos impuestos y reformar de manera más justa la fiscalidad, reducir la precariedad y congelar las privatizaciones, cancelando las relativas al agua.
2. “ Dixi et salvavi animam mea ”, “Hablé y salvé mi alma”, frase del libro de Ezequiel en la Biblia que figura al final de la Crítica del programa de Gotha , último libro de Karl Marx escrito en 1875.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario