Luego de intensos días de tramitación y negociaciones con la derecha, el Congreso despachó la ley corta de gratuidad. Bachelet logró promulgar el texto legal en los plazos propuestos luego de la impugnación del TC a glosa presupuestaria. La Nueva Mayoría y la derecha lograron acuerdo, pese a rechazo del movimiento estudiantil.
La tramitación parlamentaria de la ley corta de gratuidad llegó a su fin. Este miércoles fue aprobada por la sala del Senado, luego fue ratificada en tercer trámite constitucional por la Cámara de Diputados, para finalmente ser promulgada por la presidenta Bachelet. Se espera que este sábado sea publicada en el Diario Oficial, tras lo cual tendría vigencia para el proceso de postulaciones universitarias 2016.
Tanto la derecha como la Nueva Mayoría celebran aprobación
"Este ha sido un gran triunfo para las familias. Al final tenemos que estar agradecidos del trabajo del Parlamento, del trabajo en equipo", aseguró el ministro de Hacienda Rodrigo Valdés. Por su parte, los parlamentarios de la Nueva Mayoría celebraron en el Congreso calificando de “histórica” la iniciativa.
La derecha también sacó cuentas alegres. "En Chile Vamos estamos convencidos que haber denunciado el profundo error de La Moneda en esta materia fue un acierto, pues fue una señal potente en contra de políticas públicas excluyentes y demagógicas", aseguraron desde la oposición en una declaración pública.
La derecha ha desplegado un discurso demagógico en torno a la no discriminación de los estudiantes pobres y se anotó un triunfo político al ganar en el Tribunal Constitucional. Pese a que la derecha es acérrima opositora a la gratuidad universitaria, no quieren quedarse abajo del carro, puesto que la medida cuenta con un amplio apoyo de la población y se sentirá en el bolsillo de miles de familias. Y es que la oposición tiene varios motivos para celebrar.
La novedosa figura de la gratuidad mercantil
No cabe duda que la medida significa un alivio económico para miles de estudiantes. La educación gratuita se impuso como bandera de lucha del movimiento estudiantil del 2011 y desde entonces cuenta con el apoyo de la mayoría de los trabajadores, estudiantes y sectores populares. Es por esto, que la reforma educativa es el corazón de todas las reformas del gobierno.
Sin embargo, la figura impulsada por el gobierno y pactada con la derecha no atenta contra los pilares del mercado educativo impuesto por la dictadura. Se trata más bien de una gratuidad mercantil.
En primer lugar, la gratuidad de Bachelet no es un derecho universal: sólo beneficia a que 178 mil estudiantes, quedando fuera de ella más de un millón de estudiantes de la educación superior. En segundo lugar, significa una transferencia millonaria de recursos del Estado hacia los empresarios educativos de las universidades privadas, potenciando el sistema de subsidios a los empresarios por parte del Estado, piedra angular del mercado educativo. Y en tercer lugar, implica una mezcla entre aportes a las instituciones y aumento de becas para los estudiantes.
El rechazo estudiantil
El gobierno de la Nueva Mayoría asumió avivando la expectativas en sectores del estudiantado. Sin embargo, al correr de los meses y a medida que avanzaba la tramitación de las diversas reformas, fue quedando cada vez más claro que éstas no respondían a las demandas históricas del movimiento estudiantil. La imagen de la cocina entre el gobierno, la derecha y los empresarios se impuso como sello del plan de reformas de la Nueva Mayoría.
Los últimos días han estado marcados por un aumento de las movilizaciones en rechazo a la reforma educativa del gobierno, lo que se avivó con las nuevas concesiones realizadas por la Nueva Mayoría a favor de la derecha. Las dirigencias de la CONFECH solicitaron que la ley corta no fuera aprobada y anunciaron un 2016 con mayores movilizaciones.
Y es que el movimiento estudiantil desde el 2006 ha aprendido que una ley en donde oficialismo y oposición se toman las manos no puede ser favorable a los intereses estudiantiles.
Resulta fundamental tras la aprobación de la ley corta que las diversas organizaciones estudiantiles, de funcionarios, académicos, organismos sindicales y agrupamientos de izquierda definan una postura común y un plan de lucha de cara al 2016. La convocatoria por parte del CONFECH de un Congreso educativo que nuclee a estos sectores se vuelve una necesidad.
Es fundamental, a su vez, que el movimiento estudiantil utilice su rol como actor político de peso en la escena nacional para explicar por qué la gratuidad aprobada por el gobierno y la derecha no responde a las demandas históricas. A su vez, articular una voz clara que exija una educación gratuita para todos, universal y financiada completamente por el Estado a las instituciones de su propiedad, las cuales deben ampliar su matrícula y eliminar todo filtro de acceso para que todo estudiante que lo desee, pueda estudiar de manera gratuita en la educación pública. Esta es la única forma de asegurar el derecho a la educación gratuita y terminar con el subsidio a los empresarios educativos, que es la base del mercado educativo.
Fabián Puelma
Director de La Izquierda Diario Chile
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