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jueves, diciembre 24, 2015
El Ku Klux Klan y el capitalismo
Dice la historiografía que, unos meses después de terminada la Guerra Civil norteamericana, el 24 de diciembre de 1865, un grupo de jóvenes universitarios sureños organizaron un “club social” en el que se disfrazaban con sábanas. Descubrieron que los recién liberados esclavos se asustaban de los disfraces. El ejemplo cundió y en 1867 se formó el Ku Klux Klan con el objetivo de “poner a los negros en su lugar”.
La realidad es bastante distinta. Lejos de un “chiste” juvenil, el Klan fue organizado por seis veteranos oficiales de la Confederación en distintos condados del derrotado Sur y apoyado por las elites locales, en particular por los dueños de las plantaciones que habían sido trabajadas por los esclavos.
Su problema central era doble: los libertos comenzaban a ejercer sus derechos políticos, eligiendo diputados y legisladores; y aun peor, los esclavos se había convertido en asalariados y demandaban salarios dignos y comenzaban a organizarse sindicalmente. El Klan surgió para impedir la participación política de los libertos, y también para “fijarlos” a la tierra con bajos salarios. Junto al Klan, surgieron el peonazgo por deudas, y la papeleta de conchabo. Esta no fue la única organización de su tipo ya que también surgieron otros como los Caballeros de la Camelia Blanca y el Club de Rifles de Mississippi.
Representativo de todo lo anterior es que el primer “Gran Mago” del Klan fue el general confederado Nathan B. Forrest. Este era un gran terrateniente y especulador basado en Menfis, Tenessee, que se había dedicado a la trata de esclavos. No fue el único. Muchos terratenientes y comerciantes sureños apoyaron al Klan y se convirtieron en sus líderes. Pero el Klan no se dedicó a reprimir solamente “negros”, también atacó a todos aquellos “blancos” que trataban de apoyar a los libertos ya sea educándolos u organizándolos. De ahí que la expresión “nigger lover” (amante de los negros) surgió para describir aquellos que se “mezclaban” con los afrodescendientes. Un resultado fue que logró dividir a trabajadores negros de blancos a través del uso no sólo del racismo sino también de la violencia y el terrorismo contra aquellos que “no se mantenían en su lugar”. Por otra parte, aquellos blancos pobres que se mostraban devotos del Klan, encontraban que podían tener una movilidad social ascendente, ya sea en política o en negocios, a través de la organización.
El Klan fue exitoso y el Sur logró un acuerdo político luego de fraguar las elecciones presidenciales de 1876. El resultado fue su desaparición y su reemplazo por un tipo de apartheid denominado “Leyes Jim Crow”. Pero su antecedente quedó registrado, y fue rescatado por el cineasta D.W. Griffith en su film “Nacimiento de una Nación” que fue prologado por citas racistas del entonces presidente e historiador, Woodrow Wilson.
Inspirado en el film de Griffith, el Klan fue reorganizado en 1915 por William Simmons con el objetivo de reprimir el auge sindical y de izquierda de la época.
Un aspecto interesante es que Simmons pensó el Klan como un gran negocio y contrató una empresa de publicidad que lo difundiera y también que vendiera sus “implementos” en cómodas cuotas por correo. Sus enemigos, ahora, eran los “dirigentes sindicales, socialistas, vagos, mujeres inmorales, católicos, judíos y aquellos trabajadores que no cumplieran con su trabajo”. Era la época donde la inmigración irlandesa era antimonárquica y republicana; gran parte de la colectividad judía era socialista; muchos italianos estaban influenciados por el anarquismo; el villismo y zapatismo cundían entre los mexicanos del sudoeste y la IWW llevaba adelante grandes y muy combativas huelgas.
Apoyado por los organismos “de seguridad” el Klan creció hasta tener decenas de miles de miembros a través de Estados Unidos, incluyendo Estados como Indiana, California y Nueva York donde era particularmente fuerte, mientras los grandes empresarios, como Henry Ford, contribuían a sus finanzas.
Su propio éxito lo llevó a que se fragmentara en múltiples organizaciones, pero continuó sus actividades. En la década de 1930 tenía peso político en la mayoría de los estados de la Unión. Al mismo tiempo se vio enfrentado a una izquierda dispuesta a cerrarle el camino. Así el Partido Comunista organizó la Liga de Arrendatarios del Sur que, además de sus tareas gremiales, desarrolló una muy efectiva autodefensa de masas. Los enfrentamientos fueron numerosos y el Klan aplicó el linchamiento a todo activista que podía encontrar desprotegido. Esto fue representado en la maravillosa “Strange Fruit”, compuesta por el comunista Abel Meeropol y cantada por Billie Holiday.
El Klan, en sus distintas formas, continuó con su actividad y ejerció un poder político importante hasta la actualidad. Dos presidentes, uno republicano y el otro demócrata, Harding y Truman, fueron miembros del Klan, al igual que importantes senadores como Robert Byrd, Theodore Bilbo y Rice Means.
Gobernadores como Edward Jackson (Indiana) y Clifford Walker (Georgia), al igual que el alcalde de Los Ángeles John Porter fueron miembros del Klan, destacando su peso mucho más allá del Sur profundo. Asimismo, por lo menos dos jueces de la Suprema Corte, Edward Douglass White y Hugo Black, se contaron entre sus afiliados. Por último, David Duke “Director Nacional” del “nacionalismo blanco” y Gran Mago del Klan, fue precandidato a Presidente por el Partido Demócrata en 1988. En la década de 1990 Duke emigró hacia el Partido Republicano y se convirtió en el presidente partidario del condado de St. Tammany en Louisiana.
Este somero listado refleja a las claras que el Klan dista mucho de ser una organización marginal. En realidad, y al igual que las milicias y los neonazis, es uno de los instrumentos represivos que ejerce el capitalismo norteamericano en contra de los desafíos que puedan surgir. Al igual que en 1865 el problema nunca fue la “negritud” sino que los trabajadores se organicen y movilicen en función de sus derechos. De ahí que, a pesar de películas como “Mississippi en Llamas”, J. Edgar Hoover y el FBI siempre le tuvieron simpatía. Para Hoover ser judío o negro y subversivo era lo mismo. De ahí que persiguiera a Carlitos Chaplin, conocido miembro del PC, y lo acusara de judío (“No tengo ese honor”, respondió Carlitos granjeándose el odio permanente del racista Hoover).
Para la historiografía norteamericana, el Klan fue una aberración, y los presidentes Harding y Truman sólo “los utilizaron” para avanzar en política. De otra forma tendrían que admitir que Estados Unidos dista mucho de ser una “democracia” y que el “racismo” es una parte integral de su sistema de dominación. Sin embargo, como se demostró en la masacre de Greensboro, Carolina del Norte, el Klan sigue inserto y apoyado en el Estado. En ese entonces, 1979, en una movilización del Partido Comunista de los Trabajadores (CWP) el Klan y el Partido Nazi Americano se hicieron presentes y delante de la policía asesinaron a cinco militantes del CWP. A pesar de los numerosos testigos y de la filmación de la masacre el sistema judicial exoneró a los miembros de Klan “porque habían sido provocados más allá de lo razonable”.
Hoy en día el Klan y los Nazis coordinan sus actividades a través de la revista Stormfront en función de organizar al “nacionalismo blanco”.
Una simple mirada a la lista de “organizaciones de odio” que compila el Southern Poverty Law Center, revela la existencia de docenas de estos grupos.
Los que reivindican abiertamente el “Klan” son 186 y 196 son los neonazis. A estos hay que agregar 111 grupos nacionalistas blancos, 98 skinheads y 93 neoconfederados. Si revisáramos los listados de afiliados disponibles encontraríamos numerosos policías, militares y agentes del FBI entre sus miembros. Y si pudiéramos acceder a su listado de “donantes” encontraríamos a muchos de los poderosos empresarios norteamericanos como los hermanos Koch y la familia Coors.
Pablo A. Pozzi
Historiador, docente titular de "Historia de Estados Unidos" -UBA
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