sábado, diciembre 26, 2015

Pinceladas de otras navidades

I
Pasada la navidad se cumplirán quince meses de la desaparición y asesinato de los estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa en Guerrero, no es secreto para nadie, que más allá de cualquier creencia o ideología, los familiares y amigos no tendrán una celebración ni muchos menos, será un día más de esta larga pena que ha consternado al país y al mundo. La espera, la esperanza puesta en el regreso sigue movilizándolos, de igual forma, en que la mentira y las falsas verdades del poder van quedando gravadas con mayor profundidad. Se sabe de la mentira del Estado, de sus falas verdades, pero también se sabe de la desolación y el desamparo que se quiere imponer para dar lugar a la desesperanza y el ocultamiento de una página más de la historia patria.
La luz de la luna que se anuncia para esta noche buena reflejará las sombras que la injusticia deja por donde pasa, ese reflejo que retumba cada mañana en el interior de los familiares, estará presente en los hogares de miles de mexicanos que de una u otra forma dedicarán un instante a la memoria de los normalistas de Ayotzinapa, porque en el sentido más cristiano posible, no puede haber navidad alguna sin el reparo del dolor de todo un pueblo, que clama cese el peso de la cruz lacerante sobre las espaldas de los desposeídos y pueda darse paso al renacimiento de los desaparecidos.

II

Estamos ante la próxima celebración en gran parte del mundo de la navidad o natividad, fecha que occidente ha marcado para la conmemoración del natalicio de Jesús, cuyo papel en la historia se le ha otorgado como el “Hijo de Dios”, por lo que no es para nada una celebración menor, muy al contrario, es la ocasión fundadora del cristianismo. Viene a la mente la guerra genocida que el sionismo judío ha desplegado desde décadas atrás sobre el pueblo palestino. Israel potencia bélica y cómplice del imperialismo estadounidense, lleva décadas masacrando a los palestinos e impidiendo el establecimiento de su pueblo, la Franja de Gaza es zona de guerra permanente, los bombardeos son constantes incluso en fechas santas, los cadáveres de niños y mujeres no causan conmoción ante los ojos de quienes se han auto nombrado el “pueblo de elegido”, y llevan a la práctica, un holocausto como el que ellos sufrieron de manos del nazismo alemán.
Un poco irónico pero mucho más trágico, han condenado a desaparecer al pueblo palestino que resiste con todos los medios posibles, ante el abandono de la ONU, de las potencias del mundo y de millones de seres humanos que han olvidado que muy pero muy cerca de ahí, en esa pobre y apartada geografía del orbe, nació a quien hoy celebran y desarrolló gran parte de su apostolado que da sustento a su fe.

III

El pasado 22 de diciembre se cumplieron dieciocho años de la masacre de Acteal en Chiapas, se reabrió una herida no cerrada y cada vez más olvidada. Cuarenta y cinco indígenas fueron masacrados por grupos paramilitares, en un crimen más de Estado. De aquellos integrantes de las bandas criminales que fueron detenidos sólo dos permanecen en prisión, los demás, disfrutan ya un poco más de impunidad. El Estado al igual que en el caso de Ayotzinapa, se niega a investigar a los autores intelectuales, cosa lógica pues tendría que investigarse a sí mismo. Nada nuevo para una navidad más en uno de los estados de la república mexicana más podre, pero y sin embrago, el estado que alberga la mayor esperanza en décadas: el movimiento zapatista.
El zapatismo o neozapatismo ha generado y enriquecido en buena medida el pensamiento crítico de las últimas dos décadas, sus formas poco convencionales, su organización horizontal, su escuelita y su otra política, significan un quebranto y un renacer entre quienes aspiramos al resurgimiento del ideal humano, escondido bajo los escombros de un sistema que ha demostrado en los siglos de existencia, su incompatibilidad con la naturaleza humana. Cada diciembre-enero se celebra otra natividad: el renacimiento de la utopía.

IV

De niño la navidad era junto a mi cumpleaños una fecha esperada, creo es un caso aplicable a muchos, la idea mágica de un ser que nos trae desde lejos regalos, el sentimiento por compartir con los nuestros, y desde luego las vacaciones, hacían de estas fechas algo especial. Con el tiempo, entre cambios de pensamiento, crisis existenciales y rutinas vacías la navidad fue perdiendo esa esencia especial, se convirtió incluso en una obligación cumplida más a regañadientes que por interés real. Del nacimiento de Valeria para acá, he ido recuperando esa ilusión, desde otra perspectiva, ahora toca ser propiciadores de esa ilusión, ser quien otorgue magia a la vida.
Estas fechas tienen muchos de símbolos y significados, que se contraponen o se utilizan de forma hasta perversa, la mercadotecnia, las empresas han fetichizado aún más estas fechas, otorgándole al objeto un valor mayor del real, despojando su lado humano (y no hablo solo de la producción) y provocando que el hecho de regalar sea medido por el costo y no por la intensión de dar, de hacer sentir bien o al menos de intentarlo. Sin embargo, el ser humano persiste, cada vez que un niño recibe un regalo y lo valora en su dimensión o se alimenta una ilusión mediante el estimulo de la mente y los sentidos; la humanidad se renueva. Ese es uno de los significados que me parece se conservan, y no obstante con ello se otorgue una idea cíclica de la historia, la vida y los seres humanos renacemos cada día, cada periodo y cada vez que sembramos o cosechamos a favor y en resultado de una utopía. La humanidad tiene futuro en cuanto mantenga la ilusión y esperanza de renacer en sí misma cada día.

Cristóbal León Campos

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