La “espectacularización” de la política. Días negros para el PSOE, remontada de Podemos y disputa por el “centro”. Pablo Iglesias y la moderación como gesto permanente. La ausencia de Alberto Garzón en los debates. La necesidad de una alternativa anticapitalista y de clase.
Los debates televisados entre los candidatos, comentados por miles desde las redes sociales, replicados en programas de televisión y los informativos, marcan otro paso hacia la espectacularización de la política. Porque más que en lo que dice cada candidato, la atención está puesta en el show mediático, las posturas, los gestos, la audiencia.
Las últimas semanas han sido pródigas en la presencia de candidatos en programas de entretenimiento. Bailando, arriba de un globo, jugando al futbolín, tocando la guitarra o cocinando. Todos los candidatos, del PP y PSOE a Ciudadanos y Podemos, se han prestado al juego del rating y la seducción del prime time.
Será porque el debate de programas y propuestas no tiene mucho sentido, en el marco de una campaña donde más allá de las ubicaciones en el tablero (a la derecha y al centro), nadie tiene mucho que decir que pueda romper el statu quo.
El intento de “renovación mediática” llegó hasta el PP y sorprendieron algunos avisos publicitarios, como este en el que busca conquistar el voto “hípster”, más proclive a un partido de derecha “moderna” como Ciudadanos.
El momento negro del PSOE y la disputa por el centro
El Confidencial publica este viernes los resultados de la encuesta DYM, con una muestra realizada para medir el impacto del debate del lunes. Esta señala un momento negro para el PSOE y abre expectativas sobre una posible “remontada” de Podemos, aunque lejos de alcanzar su mejor momento.
Según el estudio, Podemos logra un 19,1%, pasando al tercer puesto, superando al PSOE que caería al 17%. El primer lugar lo mantiene el PP con el 26,7% y el segundo lo ocuparía Ciudadanos con el 23,2%. La caída de Pedro Sánchez del PSOE en más de un punto, y la subida de más de 5 puntos de Pablo Iglesias (en comparación con la misma encuesta realizada hace 40 días), podría ser consecuencia de las repercusiones del debate presidencial transmitido por Antena3.
En aquel, Pedro Sánchez “recibió” golpes por derecha y por izquierda, ya que los dos partidos “emergentes” (Ciudadanos y Podemos) apuestan a ganar votos indecisos del “centro político”. Según algunas estimaciones, estos indecisos alcanzarían nada menos que un 53,6% de los votantes del “centro”. Mientras que el voto al PP aparece más consolidado y es claramente de derecha, hay un sector en disputa, ni de derecha ni de izquierda”, entre Ciudadanos, Podemos y el PSOE.
La experiencia de Pablo Iglesias como conductor de TV le valió algunos puntos durante el debate: los gestos hacia el público, la “política de la sonrisa”, el postureo mediático, lo que sea para dejar atrás cualquier asomo de ideas disruptivas en su discurso y su programa. La transformación de los líderes de Podemos en defensores “ilustrados” del régimen, “celebrando” los pactos de la Transición y la Constitución del ‘78, o a la incorporación de un general de la OTAN en sus listas, ha sido la culminación de ese famoso “giro a la centralidad” que no podía terminar más que en territorio del establishment.
La ausencia de Alberto Garzón
En las redes sociales y entre los votantes de Unidad Popular - Izquierda Unida se lamenta la marginación intencionada de Alberto Garzón en los debates televisivos, así como la aceptación silenciosa de Podemos de esas reglas del juego antidemocráticas.
Ante el pronunciado giro al centro de Podemos, muchos activistas sociales piensan votar las listas de Unidad Popular. En muchos casos, es una reacción a la derechización galopante de la que hasta no hace mucho se presentaba como la última esperanza de “renovación” de la izquierda española, así como a la expectativa de una candidatura unitaria para las generales.
La realidad, sin embargo, es que más allá de la retórica y la nueva sigla en la papeleta electoral, Unidad Popular terminó siendo la “marca blanca” de Izquierda Unida. Una formación que aunque ahora se presenta como la “alternativa por izquierda”, cuenta con una larga trayectoria en la gestión del estado capitalista, con numerosos casos de corrupción entre sus filas y pactos con partidos del régimen, como con el PSOE en Andalucía, donde aprobaron recortes y despidos a funcionarios. Por ese motivo, ni Podemos ni Unidad Popular son una alternativa para los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Ante las próximas elecciones, será el momento de mirar más allá del espectáculo, de discursos vacíos y promesas de campaña, para plantearse la urgencia de construir una alternativa anticapitalista, junto a los trabajadores, para prepararse ante los ataques que se vienen.
Josefina L. Martínez
Historiadora | Madrid | @josefinamar14
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