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lunes, febrero 12, 2018
¿Estados Unidos necesita el petróleo de Venezuela?
Vivimos en un mundo dependiente de la energía que proviene del petróleo, tanto por sus facultades energéticas como por lo que produce económicamente. Esta relación entre el petróleo y sus derivados y el mundo industrial comenzó a tejerse en el siglo XIX, y se reforzó en el XX, luego de la Segunda Guerra Mundial, ya que la industria armamentística requería de mucha energía para desarrollar el negocio que hasta los presentes días mantiene.
Actualmente, uno de los países que más usa petróleo es Estados Unidos, tan sólo por detrás de China como mayor consumidor de energía en el mundo. Las corporaciones petroleras estadounidenses han obtenido ganancias extraordinarias gracias a este movimiento energético tan dependiente. Chevron y ExxonMobil son las más sonadas a la hora de hablar del negocio del crudo, tanto por alcance como por ganancias.
Por su gran industria energética, se vende mediáticamente que EEUU no necesita del petróleo venezolano actualmente para poder abastecerse, y que por lo tanto es una teoría de la conspiración que habría que desestimar. Algunos datos a continuación podrían desenredar esta falacia, pues las corporaciones como ExxonMobil no sólo necesitan del petróleo para proyectar sus negocios, también sirve para expandir mercados, engordar los sistemas financieros y aumentar las reservas particulares con miras a un futuro de escasez petrolífera.
ADN petrolero made in USA
Según el informe de la Agencia Internacional de la Energía, “Estados Unidos, que ahora dispone de más petróleo de esquistos y, sobre todo, del petróleo proveniente del Golfo de México -extraído por Pemex (Petróleos Mexicanos)-, debería teóricamente sobrepasar a Arabia Saudita en 2018 y rivalizar con Rusia”.
Esta entidad afirma que la producción estadounidense alcanzará este año la cifra récord de 10 millones de barriles de crudo diarios. ¿Sirve para abastecer el mercado interno de ese país?
El consumo total de EE.UU. en 2016, por ejemplo, llegó a los 19.7 millones de barriles por día. Eso multiplicado por 365 da la cantidad 7 mil 300 millones de barriles al año: lo que necesita en promedio EE.UU. para desarrollar su economía y los servicios necesarios a la población residente.
Esto quiere decir que, en promedio, el déficit se encuentra en casi 10 millones de barriles por día para 2018, así que lo no producido debe ser importado. Y EE.UU. tiene un mercado que lo abastece plenamente, incluyendo el crudo venezolano.
Además, el gobierno estadounidense almacena cerca de 700 millones de barriles de crudo en reserva, suficientes para suplir al país de varios meses de importaciones petroleras en caso de una emergencia de desabastecimiento.
La importancia de la industria petrolera para el funcionamiento (económico) de EE.UU. es vital, y ello se refleja en la política. Algunos de los grandes magnates del petróleo han sido altos funcionarios del gobierno estadounidense, como miembros de la familia Rockefeller en puestos de máxima diplomacia, los servicios de inteligencia y otros puestos importantes de la burocracia gringa.
De hecho, ExxonMobil invierte millones de dólares al año en el Partido Republicano para hacer valer su visión de la política, sus necesidades empresariales y objetivos.
El negocio del petróleo, capítulo ExxonMobil
Queda aclarado entonces el papel de ExxonMobil, anteriormente conocida como Standard Oil, si recorremos sus rastros en la historia estadounidense. El periodista de investigación Steve Coll lo llama “Imperio privado”, que ha usado la fuerza suficiente para imponerse en sucesivas revoluciones, guerras y órdenes geopolíticos. Su negocio moldeó la política del gobierno y la sociedad estadounidenses, de tal forma que la política exterior de la empresa ha sido altamente representada por el Departamento de Estado.
Es un imperio corporativo tan vasto que si los ingresos se contabilizaran como producto interno bruto, la corporación estaría entre los 30 países principales. Es decir, que si ExxonMobil fuera un país, su economía fuera más grande que las de Islandia, Chile, Portugal, Perú y República Checa. Su capitalización bursátil se calculaba, para 2014, en 321 mil 593 millones de dólares.
Opera instalaciones y lleva sus productos a unas 200 naciones y territorios, donde también hace inversiones. Está enclavado, con grandes infraestructuras de extracción, producción y refinación, en 54 países. Explora constantemente en pos de encontrar yacimientos de petróleo y gas natural en seis continentes.
Por ese afán explorativo y desde 2013, ExxonMobil retiene en estos momentos reservas en el Golfo de México, el Mar Mediterráneo, Siberia y el Esequibo. Son potenciales puntos de explotación de crudo.
El capital estructural de ExxonMobil se encuentra en unos 170 mil millones de dólares, lo que refiere según los analistas económicos una sólida solvencia financiera.
Nos referimos entonces al negocio del petróleo como un engranaje más dentro del negocio de la política en EE.UU. Es una pieza fundamental del llamado Estado profundo gringo, sobre todo por la relación corporativa de la rama Rockefeller, y tiene un papel principal en el desarrollo del complejo industrial-militar occidental, hoy día expresado en la junta militar que gobierna la Casa Blanca, con su secretario de Estado Rex Tillerson, y que tiene a Venezuela en la mira.
Pugna y negocios en el Esequibo
Si bien EE.UU. tiene su abastecimiento propio como país y sociedad lo suficientemente cubierto, la pugna geopolítica y geoeconómica contra el proyecto euroasiático constituye un punto de emergencia ya que niega la hegemonía excepcionalista.
Esa agenda de EE.UU. incluye jugar con el pulso de los negocios que deben seguir andando, sobre todo en una época en la que el petrodólar corre con peligro desde que China anunciara el lanzamiento de uso del petroyuan. EE.UU. espera recuperar con la movida de mata del complejo industrial-militar la brecha generacional que tiene con el complejo ruso y al mismo tiempo movilizar mercados varios, incluidos los financieros, para maquillar la debacle incontenible del dólar como principal referencia monetaria del mundo.
Un periodista antichavista venezolano residenciado en Miami fue vapuleado en vivo y directo por haber declarado que el petróleo hallado por ExxonMobil en el Esequibo es un gran negocio, el mayor de los tiempos presentes. Y tiene razón, porque es una obviedad.
ExxonMobil aumentó sus ganancias con sólo hallar pozos tras su exploración en el Esequibo, ya que abrió “expectativas” en el mercado financiero bursátil, especulativo, como un agente de “confianza” (las palabras entrecomilladas son claves en la nomenclatura financiera). Es como soplar un globo: en Wall Street el petróleo se transa con compra de futuros y las creaciones de bonos petroleros. Inflar el dólar se trata de especular con los diferentes mercados y comprar acciones donde el negocio es rentable. Y el negocio del petróleo sí que lo ha sido.
No en balde ExxonMobil, con permisos del Gobierno guyanés liderado por David Granger, ha realizado operaciones exploratorias en el territorio esequibo desde hace tres años. En 2015 se calcularon las reservas de petróleo en 2.75 mil millones.
De hecho, ExxonMobil anunció que sus reservas aumentaron un 19%, en parte gracias a lo avanzado en el Esequibo, que no deja de pasar las primeras etapas de extracción luego de la exploración. La proyección de la corporación estadounidense va en subida, y por lo tanto el interés estratégico.
Asimismo, es una política de EE.UU. la explotación y transnacionalización sistemática del Esequibo como bien lo refieren los documentos oficiales del Departamento de Defensa. Los hilos de la guerra y el petróleo se encuentra por doquier en donde se vive el “sueño americano”.
La influencia de las compañías energéticas en el gobierno estadounidense no sólo se traslada a grandes puestos gubernamentales para magnates del petróleo, sino también en reformas fiscales y en una estrategia energética privada que es sumamente importante para la élite militar de EE.UU.
No sólo se trata de tomar recursos en zonas estratégicas del Caribe y la boca norte de América Latina, lo que hace a Venezuela un enemigo geoestratégico para los intereses de EE.UU. La destrucción del Estado-nación para sustituirlo por un gobierno multicorporativo es el objetivo principal de los agentes de la intervención. Ese es el mayor de los negocios.
Ernesto Cazal
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