“Todo lo sólido se desvanece en el aire”.
Karl Marx
I
Después del derrumbe del muro de Berlín en 1989 y la desintegración del bloque socialista en 1991, el capitalismo creyó haber encontrado la vía libre para su expansión a lo largo y ancho de casi todo el mundo. Para muchos, estos acontecimientos marcaron el fin de la modernidad, e incluso, para Francis Fukuyama, el apocalíptico “fin de la historia”. Esta postura declaraba al capitalismo como el último estadio humano, como el fin de la evolución social del hombre, dejando fuera toda posibilidad de cambio, de transformación y revolución. Se consideraba que el fin de las utopías y de las ideologías había llegado, y que la democracia liberal es la forma final de gobierno, todo esto, con base en la presunta muerte del pensamiento de Marx y del marxismo.
Sin embargo, la realidad ha dado la mejor respuesta a estos postulados, desmintiendo el llamado “fin de la historia” y la supremacía del capitalismo, pues e n las últimas décadas se han desarrollado en muchas partes del mundo y particularmente en el seno de la América Latina, diferentes focos de resistencia como los Sin Tierra en Brasil o los piqueteros en Argentina, además de los movimientos indígenas de Ecuador, Bolivia, Perú y del EZLN en México. Junto a los movimientos de resistencia popular de Chile, Honduras, Colombia y Nicaragua, entre otros países latinoamericanos. Todos ellos luchan por demandas sociales cada vez más urgentes en nuestra América y en el mundo golpeado por los nefastos efectos de las políticas económicas neoliberales, como el derecho al trabajo, la defensa de la propiedad de la tierra para quien la trabaja. Derecho a una vivienda digna, a los servicios básicos como el agua, electricidad y servicios de salud, derecho a la educación. Estas exigencias sociales, económicas y políticas son imposibles de cumplir por los gobiernos neoliberales-capitalistas actuales de México, Latinoamérica y el mundo. La explotación y la marginación siguen siendo las principales huellas del capitalismo.
II
La vigencia del pensamiento de Karl Marx a doscientos años de su natalicio, tiene razón en cada una de las laceraciones provocadas por el capitalismo, es el mismo sistema opresivo y explotador, el que da sentido y vitalidad al marxismo en la actualidad, el análisis que Marx realizó sobre las particularidades, las funciones y las formas de operación del capitalismo siguen siendo en su mayoría los principios básicos para comprender el colosal reto que implica plantearnos en el siglo XXI la construcción de alternativas para el mejoramiento humano, y que a mi juicio, sigue siendo el socialismo el proyecto a edificar. La gran disyuntiva que afronta la humanidad hoy en día, es su propia persistencia, por una lado; por las condiciones de vida, y por otro; por las propias concepciones que de la humanidad se han divulgado en los últimos años, generando un abierto y claro incremento de la desesperanza, la sinrazón y la desmemoria, la humanidad ha comenzado a negarse a sí misma, debido a las formas ideológicas de control que el capitalismo difunde mediante la educación, los medios masivos y la ruptura paradigmática en el seno de las academias, cuyos análisis van perdiendo profundidad y utilidad para la vida diaria.
La lectura y relectura de la obras de Marx y el marxismo, bajo la mirada crítica de los tiempos que vivimos, considerando las experiencias históricas del socialismo real, y los movimientos sociales actuales, debe ser la semilla que fecunde las nuevas utopías emancipadoras de nuestra América, los gobiernos populares de las últimas décadas, reabrieron el debate sobre la posibilidad de construir el socialismo, procurando una actualización de las interpretaciones, el socialismo del siglo XXI surgió como una corriente más dentro de estos debates, sus postulados, como la puesta en práctica de ellos también deben considerarse para la renovación del proyecto socialista. Hoy el imperialismo ha vuelto a mover sus piezas y procurado duros golpes a la realidad latinoamericana, hoy más que nunca debemos volver a Marx y al marxismo para generar respuestas a las interrogantes que vivimos.
III
Entre las muchas aportaciones teóricas es necesario regresar a los textos fundacionales, como El Manifiesto Comunista, que sintetiza pensamiento de Marx y Engels, en él se expresa la esencia del marxismo; la teoría de la realidad, la crítica de todo lo existente, el proyecto de emancipación y la interpretación práctica para la transformación del mundo.
El Manifiesto es ante todo un llamado a la acción, a la transformación de la sociedad capitalista explicada casi en su totalidad de detalle en la obra de Marx y referida de manera concreta en el documento programático, las razones del porqué es necesario superar al capitalismo están ahí en las páginas de El Manifiesto , pero tanto Marx como Engels siempre fueron prudentes en describir la sociedad futura comunista, dibujan algunas líneas a seguir y algunos aspectos necesarios para dejar atrás la explotación y opresión capitalista, más no plantean un molde estático y dogmático, como se ha querido decir tergiversando sus postulados, desde luego, lo anterior llevado a cabo por los intelectuales al servicio del capital.
La vigencia de El Manifiesto es la misma de Marx a doscientos años de su natalicio, un pensamiento tan abierto y dialéctico, que fueron justamente, Marx y Engels, los primeros en cuestionar algunos postulados de El Manifiesto , y rectificarlos a lo largo de su obra posterior, baste para comprobarlo, leer lo diferentes prólogos que escribieron para las diferentes ediciones que se hicieran de El Manifiesto , ellos mismo superaron y contribuyeron con una aguda crítica a superar aquellos aspectos que fue necesario desarrollar o superar.
IV
El Capital, la obra cumbre de Marx, cumplió ciento cincuenta años de publicada en septiembre de 2017, en ella se revela la especificidad de la explotación en el capitalismo y examina las formas de justificación ideológicas, el fetichismo y demás ilusiones que genera para poder funcionar. Es una obra clara escrita para contribuir al movimiento obrero que convulsionaba el mundo, busca proporcionar claridad en la lucha, pues enumera, desenmascara y explica el orden del capital, su naturaleza antagónica, destructiva e inhumana. Con claridad expone Marx los motivos y razones por las cuales es inútil la ilusión de que el capital puede ser reformado, mejorado o humanizado, y que para ello el Estado habría de contribuir, El Capital es la obra demoledora de la razón del capitalismo y la luz anunciadora de la necesidad de la construcción de otra sociedad de carácter socialista.
La crítica del capital y de la economía política que expone Marx en El Capital, revierte la manera de interpretar políticamente que los economistas burgueses usaban a las categorías con que explicaban el modo de producción, dándoles el grado de eternas e inmutables, queriendo dar lugar a la creencia de que el capitalismo es la expresión y culminación de la naturaleza humana. Marx con su aguda mirada pone de cabeza toda la lógica explicativa burguesa y da lugar al profundo análisis a favor de los oprimidos. Marx explica cada uno de los elementos fundamentales del capitalismo, las formas de explotación, la enajenación, el carácter del trabajo, el plusvalor, las crisis, la operación totalizante del capital que impone las condiciones materiales de vida, además de las culturales, políticas y tecnológicas que garanticen la producción de mercancías.
Ahora bien, El Capital como toda la demás obra de Marx establece las bases para la comprensión y crítica de los fundamentos primordiales del capitalismo, dando lugar a la posibilidad de generar proyectos revolucionarios que superen las condiciones de vida en la actualidad, pero sin importar la gran obra que nos legó, en nuestras manos está profundizar el estudio y la lucha contra el capital, buscar las formas de superar la explotación y superar cada una de las laceraciones hoy vigentes contra la humanidad.
V
En frente se tiene una gran tarea, pues pensar que el capitalismo está en crisis o se encamina a su fracaso es engañamos a nosotros mismos, y si lo pretendemos de mostrar con la creciente miseria en el mundo y en particular en Latinoamérica, con el enorme sufrimiento humano, la acumulación de la riqueza en manos de pocos y la pobreza de muchos, tendríamos que preguntamos ¿cuándo le ha importado el sufrimiento de los pobres y desprotegidos a los capitalistas?
La muerte del pensamiento de Marx ha sido anunciada en muchas ocasiones y en todas ellas resucitado. Aceptar el planteamiento “posmoderno” del fin de las utopías y admitir que no existe posibilidad de crear una mejor sociedad -solo una basada en un capitalismo más “humano”- es en definitiva dejar morir a la historia.
El proyecto socialista está aún vigente y es posible de realizar, pues la misma persistencia del capitalismo, el incremento de los males sociales engendrados por su propia naturaleza, convierten al socialismo hoy más que nunca en necesario, y ya no únicamente para los individuos, grupos sociales o pueblos que sufren, sino también por los desastres ecológicos, nucleares o genéticos que amenazan a toda la humanidad. La utopía socialista, de inspiración marxiana, de una sociedad más justa, más digna, más libre y más igualitaria, en pleno siglo XXI mantiene su vitalidad y vigencia, más allá de los obstáculos de todo tipo que pretenden imposibilitar su construcción.
Como mencionara Rosa Luxemburgo, los peores utópicos, que están completamente divorciados de cualquier base, son en realidad aquellos políticos que siguen proclamando la idea de una desaparición estable y sin enfrentamientos del capitalismo. Para alcanzar la meta de una mejor sociedad es necesario organizamos, crear un debate continuo y abierto sobre el camino que hemos de tomar y los medios para conseguirlo, es aquí donde el intelectual juega un papel muy importante. Hay que tener siempre presente que la población mundial vive en el presente y se debe satisfacer sus necesidades.
Marx sustentó, que “la historia es la historia de la lucha de clases” y que “la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos”. La autogestión y autoorganización de los oprimidos son la semilla que dará el fruto emancipado del renacimiento humano. Sólo a raíz de nuestras acciones, de nuestra reflexión y nuestra capacidad de respuesta a las complicadas situaciones del mundo, conseguiremos lograr el objetivo de garantizamos a quienes vivimos el mundo actual y a las próximas generaciones, la creación de un mundo mejor y superior al que ahorra vivimos, que sin duda aún es posible.
Cristóbal León Campos
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