martes, agosto 07, 2018

Hiroshima y Nagasaki: las bombas nucleares que iniciaron la hegemonía de EE. UU. en el mundo



Fue un gran "atentado terrorista" perpetrado en nombre de la democracia. La Segunda Guerra mundial había terminado pero EEUU necesitaba demostrar al mundo su fuerza hegemónica.

El 16 de julio de 1945 EEUU realizó la primera prueba de un arma nuclear en el desierto de Alamogordo (Nuevo México, EEUU). El 6 y 9 de agosto del mismo año lanzó las primeras bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima (al oeste de Japón) y Nagasaki (sobre la costa sudoeste de Kyushu, Japón).
Según EEUU necesitaba hacer esto para evitar la muerte de miles de soldados norteamericanos. Sin embargo, Japón a esa altura de la guerra ya estaba derrotado. El objetivo era político-militar. EEUU. se proponía, desde el inicio de la guerra, definir el reparto del mundo a su favor y consolidar su hegemonía a nivel mundial, así como Alemania se había propuesto dominar Europa. A un objetivo contrarrevolucionario le corresponden medios contrarrevolucionarios. Los dos recurrieron al terrorismo de Estado, al racismo y el genocidio para exterminar en masa a millones de personas y lograr sus objetivos.
Las bombas fueron para derrotar a las masas pero no a los imperialistas japoneses: La exigencia de rendición incondicional de Japón de los “aliados” durante la Conferencia de Postdam en julio de 1945, fue sólo para los militares. Los aliados debatieron si preservar al emperador de Japón, Hirohito, que luego de dirigir la guerra había decidido, en junio de ese año, cambiar el gobierno para favorecer la negociación con los aliados. Al mismo tiempo que las masas japonesas eran bombardeadas cuando ya no había objetivos militares. En marzo de 1945, el primer bombardeo a Tokio destruyó el 50 % de la ciudad. Durante mayo, junio y julio, otras ciudades japonesas fueron destruidas bajo las bombas de napalm de los Aliados. Algunos calculan que los muertos ya llegaban a un millón, antes de Hiroshima y Nagasaki (donde murieron casi 200.000 personas y los efectos radiológicos continuaron durante decenas de años).
Lo que temían los Aliados era un posible levantamiento de las masas japonesas frente al derrumbe de un régimen ya derrotado. Tal como hicieron en Francia, Italia y Grecia, pactaron con los regímenes más reaccionarios (muchos de ellos colaboracionistas de los nazis) a cambio de “preservar” los regímenes y el Estado capitalista frente a las masas, que se habían vuelto o podían volverse revolucionarias. La política de EEUU para Japón fue bombardear, invadir, mantener al emperador Hirohito e imponer un gobierno de ocupación (que llamaría a elecciones). Bajo el gral. Douglas MacArthur, la ocupación duró siete años. Entre otras medidas “democráticas”, prohibió toda referencia a las consecuencias de las bombas en los periódicos. Pese a que hubo una cierta recuperación de las masas japonesas en la posguerra, aún hoy sufren las secuelas de las bombas. Los “hibakushas” (miles de sobrevivientes de las bombas) fueron librados a su suerte durante años. Japón continuó siendo una potencia imperialista pero subordinada a los dictados de EEUU.
Uno de los objetivos más importantes de las bombas nucleares era poner límites al expansionismo de la URSS: Los acuerdos de Yalta y Potsdam redefinieron el mapa del mundo según los intereses de las potencias ganadoras. Allí se sentaron EEUU, Gran Bretaña y la URSS. La presencia de la URSS no era del agrado de EEUU. Sin embargo, debía aceptar la relación de fuerzas que le habían sido impuestas al triunfar la URSS sobre los nazis. Luego de estos acuerdos quedaban algunos “detalles” por definir, especialmente en Asia, donde Stalin tenía interés en avanzar. "El hundimiento de la potencia japonesa ha dejado a los EEUU como el amo indiscutido en el Pacífico. Al ocupar ellos solos Japón, tienden a transformarlo en su bastión principal en Extremo oriente. Restablecen ciertos sectores de la industria nipona; en particular la industria textil que funciona a pleno rendimiento, con la gran inquietud de Inglaterra y China. Ellos quieren hacer del Japón de nuevo el principal centro industrial de Extremo oriente. La posesión del inmenso mercado de la China es uno de los objetivos esenciales del imperialismo norteamericano. Para lograrlo, los EEUU ponen por delante el principio de “puertas abiertas”, es decir de la no división de China en zonas de influencias y la libertad de la iniciativa privada. La aplastante supremacía económica de los norteamericanos les permitiría así acaparar la totalidad del mercado chino" (La lucha de los pueblos coloniales y la revolución mundial, II Congreso de la IV Internacional, 1948). Pero aquí se contraponían los objetivos de EEUU con los de la URSS, que contaba con el Partido Comunista Chino en franco crecimiento y posiciones estratégicas importantes (Port Arthur, derechos rusos sobre Daïren, ferrocarriles). A la burocracia estalinista no le interesaba “expandir la revolución” (aunque terminó formando más adelante a su alrededor el "glacis" en Europadel Este solo para su propia defensa). Ya había dado muestras de su “falta de interés” en ello en Grecia, Francia, Italia, donde los Partidos Comunistas habían entregado los procesos revolucionarios a las burguesías de esos países. Igualmente, y más allá de Stalin, la URSS era un socio poco “confiable” para el imperialismo, continuaba siendo un Estado obrero y había sido vista por las masas del mundo como la vencedora de los nazis. Por ello, era necesario ponerle límites.
Demostrar la hegemonía militar frente a las otras potencias (incluidas las “aliadas”) y las nuevas semicolonias: De acuerdo a sus objetivos imperialistas, Roosevelt autorizó la fabricación de la bomba desde marzo de 1942. El “proyecto Manhattan” siguió su curso hasta 1945. Harry Truman, que reemplazó a Franklin Roosevelt al final de la guerra, vio en el lanzamiento de las bombas la posibilidad de “dictar nuestros propios términos al final de la guerra”. Con ellas, EEUU inauguró la “pax americana”, que sufrió su primer revés recién en los 70, con la derrota de Vietnam.
Imponer su democracia “atómica” a las masas del mundo: Las bombas atómicas fueron la culminación de los bombardeos a las masas que comenzaron los aliados desde el desarrollo de procesos revolucionarios en Europa y Asia en 1943. Entre este año y 1947, mientras EE.UU. fundaba su “democracia” y su “libertad”, al mismo tiempo que se mostraba como el “liberador” de las colonias, millones de trabajadores, pobladores, hombres, mujeres y niños murieron bajo sus bombas (y las de Gran Bretaña y Francia) en Roma, Grecia, Alemania (en especial Dresde), Argelia, India, Madagascar y otras ciudades. Abortando y derrotando las revoluciones proletarias, el imperialismo logró imponer su continuidad y sus “democracias” basadas en millones de muertos.

Gabriela Liszt
@gaby_liszt

Libros recomendados:

León Trotsky, [O.E. Vol. 8] La Segunda Guerra Mundial Y La Revolución.
Ernest Mandel, El Significado De La Segunda Guerra Mundial.

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