lunes, diciembre 30, 2019

Encontró una baldosa rota que homenajeaba a un desaparecido, la reparó y la devolvió a su familia



“En recuerdo a Wolfang Achtig ‘el austríaco’ detenido el 16/9/77 durante la última dictadura cívico militar”, decía la baldosa que Paulo encontró. Investigó, la reparó, contactó a su familia y hoy está puesta en la casa de la que se lo habían llevado.

“Las baldosas permiten marcar los pasos de los compañeros, contar sus historias”, reflexionó Paulo Giacobbe, quien la semana pasada aportó su granito de arena para dar continuidad a la de Wolfang Achtig, un militante del PRT-ERP desaparecido durante la última dictadura. Tras encontrarla rota en la calle, Giacobbe restituyó la baldosa que construyeron estudiantes de una escuela secundaria de Quilmes Oeste y colocaron en la última casa donde vivió el “Austríaco” para homenajearlo. “Fue un acto esperanzador”, definió la docente Leonor Romero, coordinadora de la actividad de memoria.
Giacobbe caminaba por las calles de su barrio en Lanús Oeste la semana pasada cuando vio tirada en una vereda una baldosa que, por sus características, no era cualquiera: fondo de color, pedacitos de azulejos de colores y una leyenda que reconoció perfectamente ya que él participó en la realización y colocación de varias de esas junto a vecinos de San Cristóbal, en la ciudad de Buenos Aires. En las clásicas letras blancas, ésta que halló en la vereda, partida en tres partes, decía: “En recuerdo a Wolfang Achtig ‘el austríaco’ detenido el 16/9/77 durante la última dictadura cívico militar”.
“Me llamó la atención. Estaba tirada en el pasto, partida en tres, pero armada. Re raro. Decía que era de una escuela de quilmes y esto era Lanus oeste”, contó a este diario Giacobbe. Lo primero que atinó a hacer fue tocar timbre en la casa de la vereda en donde encontró la pieza. “No atendió nadie”, aclaró. Sacó fotos, la recogió y comenzó a buscar por internet a quién devolverla.
Las sospechas de Giacobbe resultaron atinadas. La baldosa que homenajea al “Austríaco”, como era conocido el militante, había sido elaborada y colocada por estudiantes de la escuela secundaria 71, de Quilmes, tras un proyecto de investigación que estudiantes de quinto año llevaron a cabo con la docente Leonor Romero en el marco del programa Jóvenes y Memoria.
“Este año encontramos la historia de un desaparecido que vivía cerca de la escuela y lo elegimos”, introdujo Romero. Wolfang Achtig era músico aficionado y bioquímico --trabajaba en la fábrica Ferrum-- y militaba en el PRT-ERP. Docente y estudiantes supieron que había llegado a una casa de Quilmes Oeste, ubicada en la calle San Mauro 1315, gracias al favor de un amigo que se la había prestado. De allí se lo llevaron el 16 de septiembre de 1977. El centro clandestino de detención Vesubio, ubicado en el sur del gran Buenos Aires, es el último destino que se le conoce.
En el marco del proyecto de investigación que Romero coordinó con sus estudiantes, entrevistaron al hijo del “Austríaco”, contactaron a vecinos y los dueños de la casa de donde se lo llevaron para consultar sobre la colocación de la baldosa. La casa estaba deshabitada, pero recibieron la aprobación. En la colocación, que sucedió el 6 de noviembre pasado, estuvieron presentes familiares, organismos de derechos humanos provinciales, el colectivo del sitio de memoria Pozo de Quilmes, la comunidad educativa, vecinos y el sobreviviente de Vesubio Ricardo Cabello, quien vio a Achtig por última vez.
Pero alguien la sacó y la dejó en Lanús, a unos 15 kilómetros del lugar en donde Achtig fue libre por última vez. Con los días, miembros de la comunidad supieron que el ataque respondió a un conflicto interno de la familia dueña de la casa. El 21 de diciembre, luego de que se contactara con Romero, Giacobbe regresó la baldosa a José Dabrowski, uno de los hijos del “Austríaco”, militante de Hijos en Lomas de Zamora, otra localidad del sur del Conurbano bonaerense. La había resguardado: “Más allá de que la intención sea armar otra baldosa nueva, capaz para los familiares era importante tener” la original, indicó.
Durante un tiempo, Giacobbe participó del colectivo de vecinos de San Cristóbal por la memoria, encargado de homenajear con baldosas a desaparecidos y desaparecidas de la zona. “Las colocaciones de las baldosas permitían marcar los pasos de los compañeros, visibilizar por donde transitaron, vivieron, militaron, estudiaron. Pero lo más importante para mí era el acto (de colocación) en donde se encontraban compañeros de militancia que estaban desconectados y se contaban historias, en donde familiares (de las víctimas) conocían a los compañeros de los desaparecidos y desaparecidas. Se restablecen los lazos que la dictadura vino a destruir”, consideró.
Tal como intuyó Giacobbe, la docente y los y las estudiantes construirán una nueva baldosa, que colocarán en la casa de al lado de donde vivió Achtig. Para la docente, la restitución del pequeño monumento fue “un hecho esperanzador”, así como enterarse de que el motivo por el cual fue vandalizado responde a una pelea familiar. “Sabemos que hay un sector muy pequeño de la sociedad que no quiere baldosas por la memoria de los desaparecidos, que prefiere tener de vecino a un genocida. Pero somos muchos más los que no, y les pibes son parte de eso”, sostuvo.

Ailín Bullentini

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