miércoles, diciembre 11, 2019

La movilización en Colombia no se apaga



En Colombia continúa el proceso de movilizaciones contra el paquetazo de medidas ajustadoras y privatistas de Iván Duque. Este martes 10, hubo concentraciones en todo el país que añadieron a los reclamos un aumento del salario mínimo, dado que se está discutiendo su actualización anual. El 4, por tercera vez en veinte días, los trabajadores y la juventud colombiana desarrollaron un cese de actividades convocado por el comité nacional de paro (que nuclea a la CUT, la CGT y la CTC).
El rechazo a la gestión de Iván Duque alcanzó, según la encuestadora Invamer, el 70%. El país vive cacerolazos, marchas y “plantones” estudiantiles, y las organizaciones indígenas se han sumado también a la lucha. El domingo hubo un masivo festival musical, “Un canto por Colombia”, en el cual artistas muy conocidos expresaron su apoyo a las protestas. El clima se extendió incluso a las canchas de fútbol: durante el partido de América Cali-Santa Fe, la hinchada coreó al unísono “Uribe, paraco, el pueblo está berraco” (enojado). Alvaro Uribe, ex presidente conocido por sus vínculos con paramilitares (de ahí lo de “paraco”), es socio político de Duque.
El empuje de las masas ha obligado a las centrales sindicales a ir más allá de lo que deseaban. El titular de la CGT había planteado, tras el histórico paro y movilizaciones del 21, que debía “volver la normalidad” al país. Pero esa misma noche se produjeron cacerolazos masivos y en los días siguientes hubo nuevas protestas, en el curso de las cuales la represión criminal del Esmad (Escuadrón Móvil Antidisturbios) se cobró la vida del joven Dilan Cruz. Ante esta presión popular, las centrales sindicales debieron convocar nuevas medidas. Pero el propósito de desmovilizar y regimentar sigue intacto. Tras la jornada del 10, las centrales quieren suspender las medidas de fuerza por el resto del año. "Nosotros entendemos que esta es una época de fiesta, incluso de descanso", intentó justificar un vocero de la CUT (El Tiempo, 10/12).
Esto cuando la movilización ha planteado la posibilidad de derrotar a Duque.

Mesa de negociación

Como resultado de las gigantescas protestas, el gobierno derechista propuso una serie de diálogos con los partidos de la oposición y las organizaciones que llevan a cabo las protestas. Ya se han dado algunas reuniones con el comité nacional de paro, pero han fracasado.
El proceso de negociaciones no impide que Duque siga tratando de hacer pasar su paquete de ajuste. Ya avanzó en la constitución de un holding financiero, privatizando el sistema financiero público, y está buscando una mayoría en el Congreso para imponer una reforma tributaria que beneficia a los grandes capitalistas. En este punto, el partido de Duque (Centro Democrático) depende del apoyo de otras fuerzas (Cambio Radical, Partido de la U). En carpeta están una reforma laboral y previsional reaccionarias.
Con tan solo quince meses de gestión, Duque demostró ser un alfil del FMI y del imperialismo. Se alineó a la cruzada de Trump contra Venezuela y retomó la fumigación aérea con glifosato de los cultivos de coca. Los activistas sociales siguen muriendo a manos de las bandas paramilitares.

Luchar hasta vencer

Si bien desde hace meses los trabajadores se movilizan, el 21N marcó un punto de inflexión. El pueblo parió una rebelión inusitada, concordante con el resto de Latinoamérica (Haití, Ecuador, Chile, la movilización antigolpista en Bolivia), exponiendo su hartazgo ante la desigualdad social, el desempleo galopante y los constantes golpes a las reivindicaciones de la juventud. Se vuelve a demostrar que las recetas del FMI son contrarias a las necesidades de los trabajadores.
Por un congreso de bases del movimiento obrero y la huelga general para derrotar a Duque.

Álvaro Chust

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