El 24 de octubre de 2007 en la sede del Departamento de Estado en Washington, el presidente George W. Bush pronunció un largo discurso de una virulencia extrema contra el gobierno de La Habana. Mientras una gran parte de California es pasto de las llamas e Iraq se hunde en una sangrienta e interminable guerra, la Casa Blanca volvió a sacar un asunto que le obsesiona desde 1959 –y que justifica casi cinco decenios de agresiones terroristas, castigo económico cruel e inhumano y guerra política y diplomática–: Cuba (1).
“ Pocos problemas han desafiado a este Departamento –y a nuestra nación– como la situación de Cuba”, declaró Bush, subrayando el carácter inaceptable de semejante realidad. Desde la llegada de Fidel Castro al poder, Washington no ha cesado en su pretensión de derrocar a cualquier precio al gobierno revolucionario. Pero éste, gracias al apoyo mayoritario de la población, ha podido resistir el estado de sitio que diez presidentes de Estados Unidos le han impuesto sucesivamente (2).
Bush empezó su discurso dando muestras de su profundo conocimiento de la realidad cubana: “En Cuba es ilegal cambiar de oficio, mudarse de casa, viajar al extranjero y leer libros y revistas sin el permiso expreso del estado”. Además, según el presidente estadounidense, “es ilegal que se reúnan más de tres cubanos sin permiso” y “los programas de los Comités de Defensa de la Revolución no luchan contra la criminalidad. En vez de eso controlan a los ciudadanos, vigilan las idas y venidas de los visitantes y averiguan las emisoras de radio que escuchan”. En una palabra, “el sentido de comunidad y de confianza de base entre los seres humanos ha desaparecido” (3).
El inquilino de la Casa Blanca no se paró en barras. Como no teme al ridículo, no vaciló en evocar la situación de la prensa: “Un periodista cubano pidió una cosa a los extranjeros que lo visitaban: un bolígrafo. Otro utiliza el betún para zapatos como tinta”, declaró el líder estadounidense con toda la seriedad del mundo. Aprovechó la ocasión para afirmar que los “disidentes de hoy serán los líderes de la nación mañana”, recordando que éstos –aislados y sobre todo motivados por el afán de lucro– son generosa –e ilegalmente– financiados por Estados Unidos: “El Congreso de Estados Unidos votó recientemente fondos adicionales [45,7 millones de dólares] para apoyar los esfuerzos democráticos cubanos” (4).
“ El régimen cubano utiliza el embargo americano como chivo expiatorio de las miserias de Cuba”, aseguró Bush. Así, las inhumanas sanciones económicas que afectan gravemente a la vida cotidiana de todas las categorías de la población, sólo sería una excusa. Pero, en este caso, el presidente no explica por qué “aconsej[a] [al] Congreso que muestre [su] apoyo y [su] solidaridad para un cambio fundamental en Cuba manteniendo [el] embargo” (5).
Bush exhortó la comunidad internacional a que se uniera a su política irracional e ineficaz y a que aplicara sanciones a Cuba. Citó como ejemplo las naciones europeas que siguen dócilmente las directrices de Washington, a saber República Checa, Hungría y Polonia, que no vacilan en entrometerse en los asuntos internos cubanos y fomentar la subversión (6).
El presidente, siempre muy al tanto de la realidad cubana, propuso becas para los estudiantes cubanos “para que tengan mejores oportunidades de educación”, cuando todas las instituciones internacionales –desde las Naciones Unidas hasta el Banco Mundial– son unánimes a la hora de ensalzar la excelencia cubana en el ámbito de la educación. A este respecto, 157 países sobre 175 acaban de elegir a Cuba para el Consejo Ejecutivo de la UNESCO. Por otra parte, ironías de la historia, actualmente 500 estudiantes estadounidenses pobres, excluidos del sistema universitario de la primera democracia del mundo, siguen una carrera de medicina completamente gratuita en Cuba. Pero este punto escapó aparentemente a la sagacidad del presidente (7).
El inquilino de la Casa Blanca también anunció la creación de un “Fondo de la Libertad para Cuba”, de varios miles de millones de dólares, bajo la dirección de la Secretaria de Estado Condoleezza Rice y el Secretario de Comercio Carlos Gutiérrez, destinado a derrocar al gobierno de La Habana y llevar de nuevo a Cuba a la esfera de influencia de Estados Unidos. Bush lo dijo claro: “la palabra básica en nuestras futuras relaciones con Cuba no es ‘estabilidad’ [sino] ‘libertad’”. Quizás aludía a la que reina actualmente en Iraq y Afganistán (8).
A guisa de conclusión, Bush lanzó una llamada a la insurrección destinada a los militares: “Cuando se levanten los cubanos para pedir su libertad [...] ustedes tendrán que escoger. ¿Defenderán un orden moribundo y vergonzoso usando la fuerza contra su propio pueblo? ¿O abrazarán el deseo de su pueblo por el cambio?”. Finalmente aprovechó la ocasión para dirigirse a los “cubanos que [lo] est[aban] escuchando –quizás corriendo grandes riesgos”- a través de Radio y TV Martí, dos medios estadounidenses que difunden ilegalmente programas subversivos hacia Cuba: “No queremos nada de ustedes sino darles la bienvenida a la esperanza y la felicidad de la libertad” (9).
Pero, contrariamente a las afirmaciones de Bush, los cubanos no corrían “grandes riesgos” escuchando su discurso. Éste se difundió en Cuba por radio, televisión y en la prensa escrita, por ejemplo en Granma, órgano oficial del Partido Comunista Cubano. El Nuevo Herald, periódico de extrema derecha de Miami controlado por la antigua oligarquía cubana, no dejó de expresar su sorpresa al señalar que las palabras de Bush se difundieron “sin interrupciones” (10).
Los habitantes de la isla, que odian cualquier atentado a su soberanía e independencia nacionales, pudieron así darse cuenta de hasta qué punto Washington proponía un intervencionismo a ultranza en sus asuntos internos, a la vez inaceptable y contrario a la legalidad internacional. También pudieron observar hasta qué punto el presidente estadounidense está completamente desconectado de la realidad cubana. En su discurso, de fuerte tufo colonialista, Bush hizo añicos el principio de autodeterminación de los pueblos. Lejos de ofrecerles “la esperanza y la felicidad de la libertad”, el presidente estadounidense les prometía incrementar aún más las sanciones económicas contra ellos y aumentar así sus sufrimientos y dificultades cotidianas.
Felipe Pérez Roque, canciller cubano, condenó con vigor “la escalada sin precedentes en la política del gobierno de Estados Unidos contra Cuba”. Según él, se trata de una “confirmación de que la política en vigor [...] es el cambio de régimen en Cuba, incluso por la fuerza”. El discurso de Washington es “un acto irresponsable que da una idea del nivel de frustración, desesperación y odio personal del presidente Bush por Cuba; una invocación a la violencia, una llamada, incluso, al uso de la fuerza para derrocar la revolución cubana e imponer sus designios en Cuba” (11).
Pero Cuba, desde 1959, es poco sensible al lenguaje de la amenaza y del chantaje que lo único que ha conseguido es radicalizar el proceso revolucionario cubano a lo largo de decenios. En 1962 los cubanos estaban dispuestos a sufrir un holocausto nuclear antes que renunciar a su soberanía. Fundamentalmente no ha cambiado nada. Pérez Roque insistió bastante sobre ese punto: “si el objetivo de las palabras del Presidente de Estados Unidos es intimidar al pueblo, asustar a sus dirigentes, debo decirle desde ahora que es un completo fracaso” (12). Para Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional cubana, “no se trata sino de la prueba del delirio [de Bush]. Jamás tendrá a Cuba” (13).
El actual gobierno de Estados Unidos que acaba de destruir dos países, que es responsable de los crímenes de Guantánamo y de Abu-Ghraib así como de la masacre de cerca de un millón de personas en Iraq y Afganistán, de las prisiones secretas, de los vuelos clandestinos, que legalizó la tortura, no tiene ninguna autoridad moral para disertar sobre la libertad y los derechos humanos.
La declaración de Bush suscitó diversas reacciones, entre ellas la del candidato demócrata a la presidencia Barack Obama que criticó las palabras del inquilino de la Casa Blanca: “La causa de la libertad no va a avanzar con amenazas contraproducentes o discursos convencionales. Hay que permitir que los estadounidenses de origen cubano visiten a sus familias en la isla y les envíen dinero. Es hora de romper con el statu quo de George W. Bush” (14).
Wayne S. Smith, ex embajador estadounidense en Cuba, calificó las medidas de “absurdas”. “Este supuesto fondo por la libertad de varios millones es simplemente fruto de la imaginación del presidente”, subrayó. Cuba “dispone ya de varios miles de millones de dólares de Venezuela y China. La economía cubana anda bien”, concluyó (15).
Por su parte, la Associated Press reconoció que la política de fabricar y financiar una oposición interna no era nueva: “Desde hace varios años el gobierno de Estados Unidos ha gastado millones de dólares para apoyar a la oposición cubana” (16). Ninguna nación del mundo aceptaría que agentes al servicio de una potencia extranjera actúen impunemente en su territorio.
La Unión Europea, una vez más, dio muestras de su cobardía política encerrándose en un silencio cómplice. No se dignó condenar las palabras, inadmisibles para el derecho internacional, del presidente Bush. ¿Acaso hubiera sido tan discreta si China, Rusia o Irán hubieran llamado a derrocar al gobierno de otra nación soberana?
Cualquier analista que se respete sabe a ciencia cierta que los objetivos de Bush no son realizables en Cuba. Washington persiste en la misma política que ha fracasado lamentablemente desde hace casi medio siglo. El gobierno revolucionario dispone del apoyo masivo de la población y está lejos de hallarse aislado en la escena internacional. Además, incluso los sectores insatisfechos de la sociedad cubana forman un frente unido junto a los dirigentes del país cuando se trata de preservar la soberanía y la identidad nacionales. Las desestabilizaciones externas sólo refuerzan la cohesión del pueblo en torno al gobierno. En cuanto a una eventual intervención armada, la reacción popular sería tal que la guerra de Vietnam y el actual conflicto iraquí parecerían paseos por el campo en comparación con lo que espera a las tropas estadounidenses si cometieran la locura de desembarcar en Cuba. No se trata de ninguna manera de una exageración. El pueblo cubano está política e ideológicamente listo para cualquier sacrificio para defender la integridad de su patria. No negociará su independencia y Estados Unidos tiene que aceptar esta realidad.
Salim Lamrani
Rebelión
Revisado por Caty R.
Notas
(1) George W. Bush, «Remarks by the President on Cuba Policy», Office of the Press Secretary, The Miami Herald, 24 de octubre de 2007.
(2) Ibid.
(3) Ibid.
(4) Ibid.; Wilfredo Cancio Isla, «La Cámara da sólido apoyo a la democracia en Cuba», El Nuevo Herald, 22 de junio de 2007.
(5) George W. Bush, «Remarks by the President on Cuba Policy», op. cit.
(6) Ibid.
(7) Ibid.
(8) Ibid.
(9) Ibid.
(10) Wilfredo Cancio Isla, «Transmiten en la isla el discurso presidencial», El Nuevo Herald, 25 de octubre de 2007.
(11) Felipe Pérez Roque, «Nosotros estamos claros de qué significa la ‘libertad’», Cuba Debate, 25 de octubre de 2007.
(12) Ibid.
(13) Alexandra Valencia, «Cuba’s Alarcon Uncertain on Castro’s re-election», The Miami Herald, 25 de octubre de 2007.
(14) El Nuevo Herald, «Opiniones sobre el discurso», 25 de octubre de 2007.
(15) Antonio Rodriguez, «Bush Call for Cuba Democracy Fund Likely to Fall on Deaf Ears», Agence France-Presse, 26 de octubre de 2007.
(16) Ben Feller, «Bush Touts Cuban Life After Castro», Associated Press, 24 de octubre de 2007.
Salim Lamrani es profesor, escritor y periodista francés especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado los libros: Washington contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005), Cuba face à l’Empire (Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises, 2006).
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la revisora y la fuente.
Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
miércoles, octubre 31, 2007
Miente Bush sobre el "no - acceso" de Cuba a Internet
En el reciente discurso del presidente George W. Bush dedicado al tema Cuba, destacan algunos "curiosos" planteamientos, demostrativos del derroche de cinismo y demagogia presente en su retórica.
Al referirse a la disposición de la Casa Blanca a brindar "apoyo al pueblo cubano", Bush señaló textualmente: "...aquí les presento una idea interesante para ayudar al pueblo cubano - el gobierno de los Estados Unidos está dispuesto a conceder licencias a organizaciones no gubernamentales y a grupos religiosos para que suministren al pueblo cubano computadoras y acceso a Internet - si los gobernantes cubanos ponen fin a sus restricciones que prohíben que el pueblo tenga acceso a Internet."
Sería como para reírse a carcajadas si no fuera tan groseramente cíni ca tal proposición.
W. debía saber que desde octubre de 1996, casi cuatro años antes de su arribo a la Oficina Oval, cuando la mayor de las Antillas quedó enlazada a la red informática Internacional de computadoras, Washington le ha creado obstáculos diversos, incrementados durante su actual mandato.
El más sobresaliente de estos tropiezos se relaciona con los soportes técnicos para garantizar el libre flujo de datos, pues la abundante legislación estadounidense sobre el bloqueo prohíbe la conexión de Cu ba al cable de fibra óptica administrado por ellos y por el cual viaja la casi totalidad de la red de redes.
Rodea el archipiélago cubano pero no puede tocar sus costas, y como lógica consecuencia el acceso a la red se ha visto limitado al quedar como única opción la satelital, mucho más lenta, de menor calidad y capacidad y, por supuesto, mucho más costosa.
Bush no puede haber olvidado que en diciembre del 2006 -hace apenas 10 meses - su gobierno se dirigió a los proveedores de servicios de Internet con el objeto de prevenirlos de ofrecer servicios a Cuba.
Como resultado de ello se ha visto seriamente limitado el acceso de los cubanos a determinadas bases de datos y páginas web.
Los usuarios de Internet en la ínsula no pueden entrar al buscador Google Herat. Al intentarlo, se recibe el aviso: "This product is not available in your country". (Este producto no se encuentra disponible en su país).
De igual modo ocurre con la actualización de los programas antivirus. Si desde Cuba se desea actualizar el McCaffe, la respuesta en inglés traducida al español será: "Lo sentimos, pero al parecer usted se encuentra ubicado en un país al cual no podemos exportar de acuerdo con la legislación de Estados Unidos.")
La mas reciente agresión en este terreno se produjo en Brasil, donde la filial local de la fábrica estadounidense de ordenadores Dell, exige a sus clientes firmar un documento en el cual se comprometen a "no transferir, exportar o reexportar, directa o indirectamente, cualquier producto adquirido de Dell para: Cuba, Irán, Corea del Norte, Sudán y Siria..."
Cínicamente oculta el mandatario cómo, pese al obsesivo empeño imperi al de dañar a Cuba, el archipiélago realiza un esfuerzo supremo para avanzar en la informatización de la sociedad mediante un abarcador programa priorizado por el Ministerio de la Informática y las Comunicaciones.
La demagogia del inquilino de la Casa Blanca no le permite dedicar el menor comentario a los más de 600 Joven Club de Computación y Electrónica a disposición de los cubanos en sus 169 municipios, y en los cuales se han graduado más de 800 mil ciudadanos, en su mayoría jóvenes.
Tampoco dice una palabra de los 26 Institutos Politécnicos de Informática con una matrícula de 40 mil estudiantes y la recién cread a Universidad de las Ciencias Informáticas, con casi 10 mil alumnos.
Autorice Bush la conexión de Cuba al cable de fibra óptica y verá desatarse las enormes potencialidades creadas en la nación caribeña para sacar provecho de Internet, como valioso instrumento del desarrollo.
Ángel Rodríguez Álvarez
AIN
Al referirse a la disposición de la Casa Blanca a brindar "apoyo al pueblo cubano", Bush señaló textualmente: "...aquí les presento una idea interesante para ayudar al pueblo cubano - el gobierno de los Estados Unidos está dispuesto a conceder licencias a organizaciones no gubernamentales y a grupos religiosos para que suministren al pueblo cubano computadoras y acceso a Internet - si los gobernantes cubanos ponen fin a sus restricciones que prohíben que el pueblo tenga acceso a Internet."
Sería como para reírse a carcajadas si no fuera tan groseramente cíni ca tal proposición.
W. debía saber que desde octubre de 1996, casi cuatro años antes de su arribo a la Oficina Oval, cuando la mayor de las Antillas quedó enlazada a la red informática Internacional de computadoras, Washington le ha creado obstáculos diversos, incrementados durante su actual mandato.
El más sobresaliente de estos tropiezos se relaciona con los soportes técnicos para garantizar el libre flujo de datos, pues la abundante legislación estadounidense sobre el bloqueo prohíbe la conexión de Cu ba al cable de fibra óptica administrado por ellos y por el cual viaja la casi totalidad de la red de redes.
Rodea el archipiélago cubano pero no puede tocar sus costas, y como lógica consecuencia el acceso a la red se ha visto limitado al quedar como única opción la satelital, mucho más lenta, de menor calidad y capacidad y, por supuesto, mucho más costosa.
Bush no puede haber olvidado que en diciembre del 2006 -hace apenas 10 meses - su gobierno se dirigió a los proveedores de servicios de Internet con el objeto de prevenirlos de ofrecer servicios a Cuba.
Como resultado de ello se ha visto seriamente limitado el acceso de los cubanos a determinadas bases de datos y páginas web.
Los usuarios de Internet en la ínsula no pueden entrar al buscador Google Herat. Al intentarlo, se recibe el aviso: "This product is not available in your country". (Este producto no se encuentra disponible en su país).
De igual modo ocurre con la actualización de los programas antivirus. Si desde Cuba se desea actualizar el McCaffe, la respuesta en inglés traducida al español será: "Lo sentimos, pero al parecer usted se encuentra ubicado en un país al cual no podemos exportar de acuerdo con la legislación de Estados Unidos.")
La mas reciente agresión en este terreno se produjo en Brasil, donde la filial local de la fábrica estadounidense de ordenadores Dell, exige a sus clientes firmar un documento en el cual se comprometen a "no transferir, exportar o reexportar, directa o indirectamente, cualquier producto adquirido de Dell para: Cuba, Irán, Corea del Norte, Sudán y Siria..."
Cínicamente oculta el mandatario cómo, pese al obsesivo empeño imperi al de dañar a Cuba, el archipiélago realiza un esfuerzo supremo para avanzar en la informatización de la sociedad mediante un abarcador programa priorizado por el Ministerio de la Informática y las Comunicaciones.
La demagogia del inquilino de la Casa Blanca no le permite dedicar el menor comentario a los más de 600 Joven Club de Computación y Electrónica a disposición de los cubanos en sus 169 municipios, y en los cuales se han graduado más de 800 mil ciudadanos, en su mayoría jóvenes.
Tampoco dice una palabra de los 26 Institutos Politécnicos de Informática con una matrícula de 40 mil estudiantes y la recién cread a Universidad de las Ciencias Informáticas, con casi 10 mil alumnos.
Autorice Bush la conexión de Cuba al cable de fibra óptica y verá desatarse las enormes potencialidades creadas en la nación caribeña para sacar provecho de Internet, como valioso instrumento del desarrollo.
Ángel Rodríguez Álvarez
AIN
Entrevista al intelectual estadounidense Noam Chomsky
"América Latina es el hogar de los movimientos populares más significativos del mundo"
Chomsky abarca distintos temas relacionados con el papel de EE.UU. en Nuestra América, su hegemonía y asimismo, da su opinión sobre el futuro de los pueblos que hoy luchan por su verdadera independencia.
Noam Chomsky, nuestro entrevistado para Correos para la Emancipación, nació en 1928 en Filadelfia, Pensilvania, EE.UU. En la Universidad de Pensilvania estudió filosofía y lingüística, donde se doctoró en 1955. Es doctor honoris causa de más de 30 universidades, entre ellas, las de Londres, Chicago, Georgetown, Buenos Aires, Columbia, Pisa, Harvard y Nacional de Colombia.
Su actividad como militante de la izquierda intelectual es reconocida internacionalmente. Durante la guerra de Vietnam se destacó como firme opositor a la misma, lo que fue el inicio de su trascendente postura crítica contra el sistema gubernamental estadounidense.
En su trabajo académico e intelectual se adentra en los terrenos de la lingüística, la comunicación, la política, la economía y la sociología. Su obra, la mar de prolífera, comprende más de treinta libros donde expone tanto su teoría lingüística (es reconocido como el padre de la gramática generativa transformacional) como su crítica al sistema, además de cientos de artículos de análisis político en los cuales analiza los mecanismos de censura y las debilidades del sistema democrático en el campo de la comunicación.
En nuestra entrevista con el director de Correos para la Emancipación, Fernando Bossi, Chomsky abarca distintos temas relacionados con el papel de Estados Unidos en Nuestra América, su hegemonía y asimismo, da su opinión sobre el futuro de los pueblos que hoy luchan por su verdadera independencia.
Fernando Bossi: La opinión pública mundial es un campo de batalla donde muchas veces, y en los últimos años principalmente, las políticas imperialistas de los Estados Unidos han sufrido severas derrotas. El caso de la invasión a Irak es un ejemplo. Ahora, ¿qué otros casos usted podría mencionar? y ¿cómo analiza usted el hecho que si bien la opinión pública internacional se manifestó adversa a la invasión estadounidense a Irak, ésta no pudo evitarla?
Noam Chomsky: La administración Bush ha sido sorprendente en su capacidad para antagonizar la opinión mundial, asunto tras asunto. Como muestran las encuestas internacionales habituales, el miedo y a menudo el odio hacia Estados Unidos se ha elevado paulatinamente durante los años de Bush, a alturas notables -aunque las encuestas más cuidadosas revelan que el miedo y el odio son dirigidos contra la política, no hacia la población o la sociedad-. Los casos más allá de Irak pueden ser seleccionados casi al azar. Tomemos Líbano, donde «hace un año las proporciones que vieron a Estados Unidos favorablemente (40 %) e infavorablemente (41 %) estaban casi niveladas» (Encuesta Gallup). Hacia septiembre-octubre de este año, Gallup encontró que «el doble de los libaneses está ahora inclinado a expresar probablemente una opinión negativa total contra Estados Unidos (59 %) como uno positivo (28 %). Casi la mitad de los libaneses (47 %) va tan allá como para decir que ellos tienen una ‘muy desfavorable’ opinión de Estados Unidos». La razón, desde luego, fue el ataque salvaje de verano que destruyó la mayor parte de Líbano una vez más, y que los libaneses, correctamente, lo consideran como una invasión Estados Unidos-Israelí.
La administración también ha tenido éxito en antagonizar la opinión de la élite en su propia casa. La crítica dentro de la corriente principal de la élite ha sido de una dureza sin precedentes. En los círculos más respetados dentro de la erudicción estadounidense y de análisis político, Bush ha sido condenado por seguir el curso del fascismo japonés (Arthur Schlesinger) y conducir al mundo hacia «el juicio final» o hasta «el pronto Apocalipsis» (John Steinbrunner, Robert McNamara). Un comentarista distinguido, que escribe en el diario más moderado y respetable del país, acusa a los asesores jurídicos de Bush por «la articulación, de parte de la administración Bush, de una visión de la autoridad presidencial que está del todo muy cercana al poder que Schmitt estaba dispuesto a conceder a su propio Führer», refiriéndose a «Carl Schmitt, el principal filósofo alemán en jurisprudencia durante el período Nazi y la verdadera eminencia gris de la administración» (Sanford Levinson, en el diario de la Academia Americana de Artes y Ciencias). Y es fácil seguir. Palabras como estas son escuchadas rara vez en el corazón del Establishment.
La oposición global por la invasión de Irak fue aplastante. En Europa, el apoyo llegó escasamente hasta el 10 %. Esta era también la primera vez en siglos de Imperialismo Occidental que una guerra fue protestada masivamente- en Estados Unidos también - antes de que hasta oficialmente fuera iniciada (aunque descubrimos de documentos británicos escapados a la luz pública, que estaba ya en camino, contrario a las mentiras piadosas de Blair y Bush). Si las protestas hubieran sido sostenidas, es dudoso que Washington pudiera haber procedido. Pero las protestas no continuaron, al menos en un nivel suficientemente visible y enérgico. El poder centralizado sistemáticamente desatiende la opinión pública cuando se incurre en poco coste. Es muy fácil de ilustrar, a través de la historia. Sólo para revisar algunos ejemplos actuales, 2/3 de los americanos favorecen las relaciones diplomáticas con Cuba, números que han sido bastante estables ya que la encuesta comenzó hace 30 años (Gallup). La organización principal que supervisa actitudes públicas sobre asuntos internacionales encontró en noviembre que «una gran mayoría (75 %) prefiere tratar ‘de construir mejores relaciones’ con Irán, antes que ‘presionarlo con amenazas implícitas como que Estados Unidos puede usar la fuerza militar contra ellos’ (22 %)» (Programa sobre Actitudes Internacionales de Política). Tales resultados, que son usuales, tienen poco efecto sobre la política a no ser que las opiniones sean manifestadas en una manera que genere costes para el poderoso. En gran parte de las sociedades despolitizadas, en las cuales el pueblo siente que no puede desempeñar ningún papel serio en asuntos políticos, los centros de poder tienden a concluir que pueden actuar como prefieran.
Fernando Bossi: ¿La actual hegemonía estadounidense a nivel planetario, será reemplazada por otra de características similares o existen posibilidades de avanzar hacia un mundo multipolar?
Noam Chomsky: Por ahora, la hegemonía americana descansa sobre bases inseguras. Al final de Segunda Guerra Mundial, los hechos fueron diferentes. Estados Unidos tenía literalmente la riqueza de la mitad del mundo y seguridad y poder incomparables. Los líderes políticos estaban bien conscientes de esto, y desarrollaron proyectos sofisticados para controlar la mayor parte del mundo bajo sus intereses – lo que significó, esencialmente, los intereses de grupos dominantes nacionales, principalmente el sector corporativo, para entonces moviéndose a su etapa multinacional. Como explicó más tarde el Departamento de Comercio de Reagan, el Plan Marshall «preparó el escenario para la inversión privada directa de grandes cantidades en Europa desde Estados Unidos», trazando el trabajo preliminar para las Corporaciones Transnacionales que cada vez más dominan la economía mundial. Esto era «la expresión económica» del «marco político» establecido por los planificadores de la posguerra, mientras «el negocio americano prosperó y se amplió bajo instrucciones de ultramar... abastecido al principio por los dólares del Plan Marshall» y protegido «de acontecimientos negativos» por «la sombrilla del poder americano» (Business Week, 1975).
Pero esa «edad de oro» de la intervención de Estado en la economía internacional fue desafiada según las economías industriales se recuperaron del desastre del tiempo de guerra, y la descolonización cambió el carácter del control global. Por los años 70, la participación de Estados Unidos en la riqueza global había declinado cerca de 25% — aproximadamente su nivel en la preguerra — y la economía internacional era «tripolar», con tres regiones aproximadamente comparables: Norteamérica, Europa, Asia, con Japón como base. En aquel tiempo las reglas neoliberales fueron impuestas donde fue posible, conduciendo sistemáticamente al desastre económico donde las reglas fueron seguidas (notablemente América Latina) mientras el crecimiento muy rápido ocurrió donde no hicieron caso de ellas (notablemente Asia Oriental). India y China están retornando lentamente a un papel importante en el mundo, aunque es poco probable que logren algo como su estado mundial antes de las conquistas europeas, cuando ambos países fueron los centros comerciales e industriales del mundo. Estados Unidos se mantiene como la economía más rica del mundo, con ventajas sin par, pero ya no reina en supremacía.
El bienestar a largo plazo de la economía también ha enfrentado serios embates por la administración Bush, que un desconcertado observador marciano pudiera concluir se dedica a perjudicar a la población de Estados Unidos tan seriamente como sea posible - aparte de los muy ricos, que están prosperando con enorme empuje. Para citar solamente un ejemplo actual, los interventores de la Oficina de la Responsabilidad del Gobierno acaban de divulgar que las responsabilidades totales y las comisiones flotantes del gobierno se elevaron a cerca de $50 trillones, por encima de $20 trillones cuando Bush tomó posesión del cargo. Es uno de los muchos severos legados dejados a las futuras generaciones.
En una dimensión, Estados Unidos reina soberano: Poder militar. Sus gastos militares son aproximadamente iguales a aquellos del resto del mundo combinado, y tecnológicamente es más avanzado, y ahora moviéndose adelante para militarizar el espacio con la oposición casi unánime en las Naciones Unidas, además de analistas estratégicos, que advierten que estos pasos aumentan considerablemente la amenaza «del juicio final».
Sin embargo, la capacidad para controlar por la violencia ha estado disminuyendo. Irak es un ejemplo. Si Estados Unidos falla en mantener el control de Irak, el asimiento de parte de Estados Unidos de los principales recursos de energía del mundo podría ser amenazado, un golpe contundente a los principios fundamentales de la política global. América Latina es otro ejemplo, en este caso uno de profunda preocupación para Estados Unidos no sólo por lo material, sino también por motivos ideológicos. Si Estados Unidos no pudiera controlar a América Latina, el Consejo Nacional de Seguridad determinó hace años que, no podría esperar «alcanzar un dominio exitoso en otra parte del mundo».
No hay ninguna perspectiva plausible de surgimiento de otro poder hegemónico, y hay al menos aperturas para la posibilidad que los pueblos del mundo sean capaces de tomar un control mucho más significativo de su propio destino.
Fernando Bossi: «Otro mundo es posible», es la consigna del Foro Social Mundial. ¿Cómo usted se imagina ese otro mundo posible y sobre qué ejes se podría construir?
Noam Chomsky: A través de la historia ha sido cierto que «otro mundo es posible», y la posibilidad ha sido llevada a cabo consecuentemente, al menos en parte. Es por eso que no vivimos conforme a las reglas de reyes o señores feudales, o toleramos la esclavitud y otras prácticas inhumanas, y por qué hubo, con el tiempo, éxitos sustanciales en la extensión de la justicia y la libertad. Voces de privilegiados han proclamado periódicamente «un final de la historia» en una utopía de los amos, y siempre han probado ser incorrectas. No hay ninguna razón de por qué este largo proceso histórico debiera llegar a un final. Constantemente hay nuevos desafíos, pero gracias a las luchas de nuestros precursores, éstos pueden ser enfrentados a un nivel más elevado que antes. ¿Cómo? Si hubiera alguna fórmula mágica, alguien seguramente nos habría dicho sobre ella. Los únicos caminos conocidos son aquellos que han sido usados en el pasado, a menudo con bastante eficacia. De manera consistente, la libertad y la justicia no han sido regalos concedidos desde arriba, sino más bien derechos ganados desde abajo, por la lucha popular y el compromiso, tomando muchas formas diferentes, como el cambio de las circunstancias y de objetivos, sin una fórmula fija.
Incluso, aunque muy a menudo no haya sido claramente articulado, podemos, pienso, discernir que un principio fundamental que ha motivado a los participantes en estas luchas es que la autoridad y dominación y la jerarquía no se «autojustifican». Llevan una carga pesada de prueba. Deben demostrar que son legítimos, y si fallan en hacerlo, que es generalmente el caso, deberían ser desmantelados, como se ha hecho en el pasado. Hay un largo camino por andar en esta búsqueda de una existencia humana digna, y la oportunidad amplia de llevarla hacia adelante.
Fernando Bossi: La agresiva política exterior de los Estados Unidos se sostiene también sobre un apoyo significativo de su propia ciudadanía ¿es correcta esta afirmación?, de ser así ¿es posible en estos momentos revertir esa tendencia? ¿Qué rol ocupará en un futuro, según su criterio, el bloque Latinoamericano Caribeño de Naciones? ¿Qué valor estratégico le otorga a la unidad de países de América Latina y el Caribe? ¿Se concretará en el siglo XXI el sueño de Simón Bolívar?
Noam Chomsky: El término «tolerancia» es generalmente más exacto que «apoyo». Ha habido épocas de verdadero apoyo a la política extranjera: por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial. Pero el apoyo es generalmente tibio, y tiene que ser despertado espantando a la población con las imágenes de demonios alrededor para destruirnos, alcanzando a veces proporciones que serían cómicas si los efectos no fueran tan trágicos. Por ejemplo, en 1985, cuando Reagan, temblando en sus botas de vaquero, declaró una Emergencia Nacional en el miedo por las hordas nicaragüenses que estaban solamente a dos días de viaje de Harlingen, Texas. Es bastante usual para el público oponerse a la política exterior, como en los casos que mencioné: Cuba e Irán. Y hay muchos otros. El abismo entre la opinión pública y la política pública es muy grande. Ambos partidos políticos están muy a la derecha de la población sobre una multitud de cuestiones primordiales, una razón de porqué las elecciones tienen que ser controladas de tal modo para evitar discusiones y enfocar en imágenes e ilusión. Las elecciones son controladas por las mismas instituciones que venden el dentífrico y automóviles con anuncios de TV, y mercadean a los candidatos de igual modo. Uno no espera aprender sobre una materia de un anuncio de TV, bien sea que lo que se esté mercadeado fuese un dentífrico o un candidato.
Hay poca duda que la tolerancia o el apoyo basado en el miedo fabricado pueden ser invertidos, como ha sucedido en el pasado. Pero tales acontecimientos no ocurren por sí solos. Requieren la acción concertada, y la solidaridad internacional - que, afortunadamente, en años recientes se ha elevado por entero a nuevos niveles, un desarrollo muy prometedor, simbolizado por los movimientos de solidaridad, los foros sociales, y mucho más.
Volviendo a América Latina, Centroamérica al menos temporalmente ha sido sometida por el terror Reaganita. México siempre ha sido sumamente volátil. En 1990, un Taller de Desarrollo de Estrategia de la América Latina en el Pentágono 1990 encontró que las relaciones estadounidenses con México eran «extraordinariamente positivas», aunque los participantes expresaran preocupaciones tales como que «una apertura democrática» en México podría poner a prueba la relación especial al llevar a la dirección un gobierno más interesado en «desafiar a Estados Unidos en los argumentos económicos y nacionalistas». Un objetivo primario del Tratado de Libre Comercio (NAFTA) era «encerrar a México» dentro de las reformas neoliberales de los años 1980, que tenían sus consecuencias habituales, de modo que incluso si una temida «apertura democrática» ocurriera, los esfuerzos populares para «desafiar a Estados Unidos sobre razones económicas y nacionalistas» serían impedidos según las obligaciones del tratado, y según las disposiciones económicas y sociales que NAFTA institucionalizaría. Pero aquella contienda está lejos de terminar.
Desde Venezuela a Argentina, América Latina ha estado sacudiéndose el control, y por primera vez desde las conquistas españolas está moviéndose hacia adelante en lo que podría ser la exitosa integración, un requisito previo para la independencia significativa. Ambos de los instrumentos tradicionales de predominio han estado perdiendo su eficacia: violencia y control económico. Y América Latina comienza a llegar a acuerdos en algunos de sus terribles problemas internos. Los siglos de predominio imperial dejaron las sociedades que en gran parte fueron separadas una de la otra, pero también bruscamente escindidas internamente, con una pequeña élite rica, típicamente blanca, orientados hacia el Oeste antes que a la región y con poco interés por la población nacional.
Los contrastes con el Asia Oriental en varias décadas pasadas son instructivos. América Latina es mucho más rica en recursos, pero se ha quedado muy atrás. Más bien generalmente, a partir de los años 1980 América Latina ha sido un estudiante fiel de las máximas neoliberales, y la vasta mayoría ha sufrido; Asia Oriental en gran parte no hizo caso de ellas, y se desarrolló. América Latina lidera al mundo en la desigualdad; Asia Oriental ha sido relativamente igualitaria. América Latina estaba más abierta a la inversión libre extranjera y a la importación de objetos de lujo para el rico, lo que algunos analistas han llamado «el encanto del extranjero». En Asia Oriental la inversión fue dirigida por la política nacional, que también insistió en la transferencia de tecnología, y las importaciones fueron enfocadas en bienes de capital para el desarrollo. El desarrollo económico latinoamericano permanece en gran parte concentrado en la exportación de bienes primarios, mientras Asia Oriental ha planificado su subida en la escala del desarrollo con la manufactura y avanzó en la tecnología en mucho mayor grado. Por estos y otros motivos el modelo de desarrollo ha sido drásticamente diferente.
Pero las cosas están cambiando. América Latina es el hogar de los movimientos populares más significativos del mundo. Hay un despertar de las poblaciones indígenas. Éstas son fuerzas poderosas para la democratización, justicia social, e independencia y progreso económicos. Por estos y muchos otros medios, Sudamérica se ha convertido en la región más apasionante del mundo. En parte como una consecuencia de su larga lucha contra la dominación extranjera, América Latina, en el pasado, ha conducido al mundo en el progreso hacia la justicia social y derechos humanos. El Nuevo Trato de Roosevelt estuvo inspirado en parte por la jurisprudencia latinoamericana liberal y la rebelión contra la autoridad impuesta. La Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas es un punto significativo de referencia para el progreso, lejos todavía de alcance, pero no menos relevante en articular y en guiar las aspiraciones. Su enfoque sobre derechos sociales, económicos y culturales debe mucho a iniciativas latinoamericanas en la formulación de la Declaración. Las palabras pueden adquirir un significado más rico por las nuevas fuerzas sociales que están emergiendo. Los pasos hacia la integración están vacilantes, pero son prometedores: dos ejemplos, sólo hace pocas semanas, la Conferencia de Líderes Sudamericanos en Cochabamba y los pasos adelantados hacia un Parlamento Mercosur en Brasilia un poco después.
Los asuntos humanos son notablemente difíciles de predecir — por una razón, porque los resultados dependen fuertemente de la voluntad y la elección. Podemos mirar esto como un pronóstico optimista.
Fernando Bossi
Correos para la Emancipación
Chomsky abarca distintos temas relacionados con el papel de EE.UU. en Nuestra América, su hegemonía y asimismo, da su opinión sobre el futuro de los pueblos que hoy luchan por su verdadera independencia.
Noam Chomsky, nuestro entrevistado para Correos para la Emancipación, nació en 1928 en Filadelfia, Pensilvania, EE.UU. En la Universidad de Pensilvania estudió filosofía y lingüística, donde se doctoró en 1955. Es doctor honoris causa de más de 30 universidades, entre ellas, las de Londres, Chicago, Georgetown, Buenos Aires, Columbia, Pisa, Harvard y Nacional de Colombia.
Su actividad como militante de la izquierda intelectual es reconocida internacionalmente. Durante la guerra de Vietnam se destacó como firme opositor a la misma, lo que fue el inicio de su trascendente postura crítica contra el sistema gubernamental estadounidense.
En su trabajo académico e intelectual se adentra en los terrenos de la lingüística, la comunicación, la política, la economía y la sociología. Su obra, la mar de prolífera, comprende más de treinta libros donde expone tanto su teoría lingüística (es reconocido como el padre de la gramática generativa transformacional) como su crítica al sistema, además de cientos de artículos de análisis político en los cuales analiza los mecanismos de censura y las debilidades del sistema democrático en el campo de la comunicación.
En nuestra entrevista con el director de Correos para la Emancipación, Fernando Bossi, Chomsky abarca distintos temas relacionados con el papel de Estados Unidos en Nuestra América, su hegemonía y asimismo, da su opinión sobre el futuro de los pueblos que hoy luchan por su verdadera independencia.
Fernando Bossi: La opinión pública mundial es un campo de batalla donde muchas veces, y en los últimos años principalmente, las políticas imperialistas de los Estados Unidos han sufrido severas derrotas. El caso de la invasión a Irak es un ejemplo. Ahora, ¿qué otros casos usted podría mencionar? y ¿cómo analiza usted el hecho que si bien la opinión pública internacional se manifestó adversa a la invasión estadounidense a Irak, ésta no pudo evitarla?
Noam Chomsky: La administración Bush ha sido sorprendente en su capacidad para antagonizar la opinión mundial, asunto tras asunto. Como muestran las encuestas internacionales habituales, el miedo y a menudo el odio hacia Estados Unidos se ha elevado paulatinamente durante los años de Bush, a alturas notables -aunque las encuestas más cuidadosas revelan que el miedo y el odio son dirigidos contra la política, no hacia la población o la sociedad-. Los casos más allá de Irak pueden ser seleccionados casi al azar. Tomemos Líbano, donde «hace un año las proporciones que vieron a Estados Unidos favorablemente (40 %) e infavorablemente (41 %) estaban casi niveladas» (Encuesta Gallup). Hacia septiembre-octubre de este año, Gallup encontró que «el doble de los libaneses está ahora inclinado a expresar probablemente una opinión negativa total contra Estados Unidos (59 %) como uno positivo (28 %). Casi la mitad de los libaneses (47 %) va tan allá como para decir que ellos tienen una ‘muy desfavorable’ opinión de Estados Unidos». La razón, desde luego, fue el ataque salvaje de verano que destruyó la mayor parte de Líbano una vez más, y que los libaneses, correctamente, lo consideran como una invasión Estados Unidos-Israelí.
La administración también ha tenido éxito en antagonizar la opinión de la élite en su propia casa. La crítica dentro de la corriente principal de la élite ha sido de una dureza sin precedentes. En los círculos más respetados dentro de la erudicción estadounidense y de análisis político, Bush ha sido condenado por seguir el curso del fascismo japonés (Arthur Schlesinger) y conducir al mundo hacia «el juicio final» o hasta «el pronto Apocalipsis» (John Steinbrunner, Robert McNamara). Un comentarista distinguido, que escribe en el diario más moderado y respetable del país, acusa a los asesores jurídicos de Bush por «la articulación, de parte de la administración Bush, de una visión de la autoridad presidencial que está del todo muy cercana al poder que Schmitt estaba dispuesto a conceder a su propio Führer», refiriéndose a «Carl Schmitt, el principal filósofo alemán en jurisprudencia durante el período Nazi y la verdadera eminencia gris de la administración» (Sanford Levinson, en el diario de la Academia Americana de Artes y Ciencias). Y es fácil seguir. Palabras como estas son escuchadas rara vez en el corazón del Establishment.
La oposición global por la invasión de Irak fue aplastante. En Europa, el apoyo llegó escasamente hasta el 10 %. Esta era también la primera vez en siglos de Imperialismo Occidental que una guerra fue protestada masivamente- en Estados Unidos también - antes de que hasta oficialmente fuera iniciada (aunque descubrimos de documentos británicos escapados a la luz pública, que estaba ya en camino, contrario a las mentiras piadosas de Blair y Bush). Si las protestas hubieran sido sostenidas, es dudoso que Washington pudiera haber procedido. Pero las protestas no continuaron, al menos en un nivel suficientemente visible y enérgico. El poder centralizado sistemáticamente desatiende la opinión pública cuando se incurre en poco coste. Es muy fácil de ilustrar, a través de la historia. Sólo para revisar algunos ejemplos actuales, 2/3 de los americanos favorecen las relaciones diplomáticas con Cuba, números que han sido bastante estables ya que la encuesta comenzó hace 30 años (Gallup). La organización principal que supervisa actitudes públicas sobre asuntos internacionales encontró en noviembre que «una gran mayoría (75 %) prefiere tratar ‘de construir mejores relaciones’ con Irán, antes que ‘presionarlo con amenazas implícitas como que Estados Unidos puede usar la fuerza militar contra ellos’ (22 %)» (Programa sobre Actitudes Internacionales de Política). Tales resultados, que son usuales, tienen poco efecto sobre la política a no ser que las opiniones sean manifestadas en una manera que genere costes para el poderoso. En gran parte de las sociedades despolitizadas, en las cuales el pueblo siente que no puede desempeñar ningún papel serio en asuntos políticos, los centros de poder tienden a concluir que pueden actuar como prefieran.
Fernando Bossi: ¿La actual hegemonía estadounidense a nivel planetario, será reemplazada por otra de características similares o existen posibilidades de avanzar hacia un mundo multipolar?
Noam Chomsky: Por ahora, la hegemonía americana descansa sobre bases inseguras. Al final de Segunda Guerra Mundial, los hechos fueron diferentes. Estados Unidos tenía literalmente la riqueza de la mitad del mundo y seguridad y poder incomparables. Los líderes políticos estaban bien conscientes de esto, y desarrollaron proyectos sofisticados para controlar la mayor parte del mundo bajo sus intereses – lo que significó, esencialmente, los intereses de grupos dominantes nacionales, principalmente el sector corporativo, para entonces moviéndose a su etapa multinacional. Como explicó más tarde el Departamento de Comercio de Reagan, el Plan Marshall «preparó el escenario para la inversión privada directa de grandes cantidades en Europa desde Estados Unidos», trazando el trabajo preliminar para las Corporaciones Transnacionales que cada vez más dominan la economía mundial. Esto era «la expresión económica» del «marco político» establecido por los planificadores de la posguerra, mientras «el negocio americano prosperó y se amplió bajo instrucciones de ultramar... abastecido al principio por los dólares del Plan Marshall» y protegido «de acontecimientos negativos» por «la sombrilla del poder americano» (Business Week, 1975).
Pero esa «edad de oro» de la intervención de Estado en la economía internacional fue desafiada según las economías industriales se recuperaron del desastre del tiempo de guerra, y la descolonización cambió el carácter del control global. Por los años 70, la participación de Estados Unidos en la riqueza global había declinado cerca de 25% — aproximadamente su nivel en la preguerra — y la economía internacional era «tripolar», con tres regiones aproximadamente comparables: Norteamérica, Europa, Asia, con Japón como base. En aquel tiempo las reglas neoliberales fueron impuestas donde fue posible, conduciendo sistemáticamente al desastre económico donde las reglas fueron seguidas (notablemente América Latina) mientras el crecimiento muy rápido ocurrió donde no hicieron caso de ellas (notablemente Asia Oriental). India y China están retornando lentamente a un papel importante en el mundo, aunque es poco probable que logren algo como su estado mundial antes de las conquistas europeas, cuando ambos países fueron los centros comerciales e industriales del mundo. Estados Unidos se mantiene como la economía más rica del mundo, con ventajas sin par, pero ya no reina en supremacía.
El bienestar a largo plazo de la economía también ha enfrentado serios embates por la administración Bush, que un desconcertado observador marciano pudiera concluir se dedica a perjudicar a la población de Estados Unidos tan seriamente como sea posible - aparte de los muy ricos, que están prosperando con enorme empuje. Para citar solamente un ejemplo actual, los interventores de la Oficina de la Responsabilidad del Gobierno acaban de divulgar que las responsabilidades totales y las comisiones flotantes del gobierno se elevaron a cerca de $50 trillones, por encima de $20 trillones cuando Bush tomó posesión del cargo. Es uno de los muchos severos legados dejados a las futuras generaciones.
En una dimensión, Estados Unidos reina soberano: Poder militar. Sus gastos militares son aproximadamente iguales a aquellos del resto del mundo combinado, y tecnológicamente es más avanzado, y ahora moviéndose adelante para militarizar el espacio con la oposición casi unánime en las Naciones Unidas, además de analistas estratégicos, que advierten que estos pasos aumentan considerablemente la amenaza «del juicio final».
Sin embargo, la capacidad para controlar por la violencia ha estado disminuyendo. Irak es un ejemplo. Si Estados Unidos falla en mantener el control de Irak, el asimiento de parte de Estados Unidos de los principales recursos de energía del mundo podría ser amenazado, un golpe contundente a los principios fundamentales de la política global. América Latina es otro ejemplo, en este caso uno de profunda preocupación para Estados Unidos no sólo por lo material, sino también por motivos ideológicos. Si Estados Unidos no pudiera controlar a América Latina, el Consejo Nacional de Seguridad determinó hace años que, no podría esperar «alcanzar un dominio exitoso en otra parte del mundo».
No hay ninguna perspectiva plausible de surgimiento de otro poder hegemónico, y hay al menos aperturas para la posibilidad que los pueblos del mundo sean capaces de tomar un control mucho más significativo de su propio destino.
Fernando Bossi: «Otro mundo es posible», es la consigna del Foro Social Mundial. ¿Cómo usted se imagina ese otro mundo posible y sobre qué ejes se podría construir?
Noam Chomsky: A través de la historia ha sido cierto que «otro mundo es posible», y la posibilidad ha sido llevada a cabo consecuentemente, al menos en parte. Es por eso que no vivimos conforme a las reglas de reyes o señores feudales, o toleramos la esclavitud y otras prácticas inhumanas, y por qué hubo, con el tiempo, éxitos sustanciales en la extensión de la justicia y la libertad. Voces de privilegiados han proclamado periódicamente «un final de la historia» en una utopía de los amos, y siempre han probado ser incorrectas. No hay ninguna razón de por qué este largo proceso histórico debiera llegar a un final. Constantemente hay nuevos desafíos, pero gracias a las luchas de nuestros precursores, éstos pueden ser enfrentados a un nivel más elevado que antes. ¿Cómo? Si hubiera alguna fórmula mágica, alguien seguramente nos habría dicho sobre ella. Los únicos caminos conocidos son aquellos que han sido usados en el pasado, a menudo con bastante eficacia. De manera consistente, la libertad y la justicia no han sido regalos concedidos desde arriba, sino más bien derechos ganados desde abajo, por la lucha popular y el compromiso, tomando muchas formas diferentes, como el cambio de las circunstancias y de objetivos, sin una fórmula fija.
Incluso, aunque muy a menudo no haya sido claramente articulado, podemos, pienso, discernir que un principio fundamental que ha motivado a los participantes en estas luchas es que la autoridad y dominación y la jerarquía no se «autojustifican». Llevan una carga pesada de prueba. Deben demostrar que son legítimos, y si fallan en hacerlo, que es generalmente el caso, deberían ser desmantelados, como se ha hecho en el pasado. Hay un largo camino por andar en esta búsqueda de una existencia humana digna, y la oportunidad amplia de llevarla hacia adelante.
Fernando Bossi: La agresiva política exterior de los Estados Unidos se sostiene también sobre un apoyo significativo de su propia ciudadanía ¿es correcta esta afirmación?, de ser así ¿es posible en estos momentos revertir esa tendencia? ¿Qué rol ocupará en un futuro, según su criterio, el bloque Latinoamericano Caribeño de Naciones? ¿Qué valor estratégico le otorga a la unidad de países de América Latina y el Caribe? ¿Se concretará en el siglo XXI el sueño de Simón Bolívar?
Noam Chomsky: El término «tolerancia» es generalmente más exacto que «apoyo». Ha habido épocas de verdadero apoyo a la política extranjera: por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial. Pero el apoyo es generalmente tibio, y tiene que ser despertado espantando a la población con las imágenes de demonios alrededor para destruirnos, alcanzando a veces proporciones que serían cómicas si los efectos no fueran tan trágicos. Por ejemplo, en 1985, cuando Reagan, temblando en sus botas de vaquero, declaró una Emergencia Nacional en el miedo por las hordas nicaragüenses que estaban solamente a dos días de viaje de Harlingen, Texas. Es bastante usual para el público oponerse a la política exterior, como en los casos que mencioné: Cuba e Irán. Y hay muchos otros. El abismo entre la opinión pública y la política pública es muy grande. Ambos partidos políticos están muy a la derecha de la población sobre una multitud de cuestiones primordiales, una razón de porqué las elecciones tienen que ser controladas de tal modo para evitar discusiones y enfocar en imágenes e ilusión. Las elecciones son controladas por las mismas instituciones que venden el dentífrico y automóviles con anuncios de TV, y mercadean a los candidatos de igual modo. Uno no espera aprender sobre una materia de un anuncio de TV, bien sea que lo que se esté mercadeado fuese un dentífrico o un candidato.
Hay poca duda que la tolerancia o el apoyo basado en el miedo fabricado pueden ser invertidos, como ha sucedido en el pasado. Pero tales acontecimientos no ocurren por sí solos. Requieren la acción concertada, y la solidaridad internacional - que, afortunadamente, en años recientes se ha elevado por entero a nuevos niveles, un desarrollo muy prometedor, simbolizado por los movimientos de solidaridad, los foros sociales, y mucho más.
Volviendo a América Latina, Centroamérica al menos temporalmente ha sido sometida por el terror Reaganita. México siempre ha sido sumamente volátil. En 1990, un Taller de Desarrollo de Estrategia de la América Latina en el Pentágono 1990 encontró que las relaciones estadounidenses con México eran «extraordinariamente positivas», aunque los participantes expresaran preocupaciones tales como que «una apertura democrática» en México podría poner a prueba la relación especial al llevar a la dirección un gobierno más interesado en «desafiar a Estados Unidos en los argumentos económicos y nacionalistas». Un objetivo primario del Tratado de Libre Comercio (NAFTA) era «encerrar a México» dentro de las reformas neoliberales de los años 1980, que tenían sus consecuencias habituales, de modo que incluso si una temida «apertura democrática» ocurriera, los esfuerzos populares para «desafiar a Estados Unidos sobre razones económicas y nacionalistas» serían impedidos según las obligaciones del tratado, y según las disposiciones económicas y sociales que NAFTA institucionalizaría. Pero aquella contienda está lejos de terminar.
Desde Venezuela a Argentina, América Latina ha estado sacudiéndose el control, y por primera vez desde las conquistas españolas está moviéndose hacia adelante en lo que podría ser la exitosa integración, un requisito previo para la independencia significativa. Ambos de los instrumentos tradicionales de predominio han estado perdiendo su eficacia: violencia y control económico. Y América Latina comienza a llegar a acuerdos en algunos de sus terribles problemas internos. Los siglos de predominio imperial dejaron las sociedades que en gran parte fueron separadas una de la otra, pero también bruscamente escindidas internamente, con una pequeña élite rica, típicamente blanca, orientados hacia el Oeste antes que a la región y con poco interés por la población nacional.
Los contrastes con el Asia Oriental en varias décadas pasadas son instructivos. América Latina es mucho más rica en recursos, pero se ha quedado muy atrás. Más bien generalmente, a partir de los años 1980 América Latina ha sido un estudiante fiel de las máximas neoliberales, y la vasta mayoría ha sufrido; Asia Oriental en gran parte no hizo caso de ellas, y se desarrolló. América Latina lidera al mundo en la desigualdad; Asia Oriental ha sido relativamente igualitaria. América Latina estaba más abierta a la inversión libre extranjera y a la importación de objetos de lujo para el rico, lo que algunos analistas han llamado «el encanto del extranjero». En Asia Oriental la inversión fue dirigida por la política nacional, que también insistió en la transferencia de tecnología, y las importaciones fueron enfocadas en bienes de capital para el desarrollo. El desarrollo económico latinoamericano permanece en gran parte concentrado en la exportación de bienes primarios, mientras Asia Oriental ha planificado su subida en la escala del desarrollo con la manufactura y avanzó en la tecnología en mucho mayor grado. Por estos y otros motivos el modelo de desarrollo ha sido drásticamente diferente.
Pero las cosas están cambiando. América Latina es el hogar de los movimientos populares más significativos del mundo. Hay un despertar de las poblaciones indígenas. Éstas son fuerzas poderosas para la democratización, justicia social, e independencia y progreso económicos. Por estos y muchos otros medios, Sudamérica se ha convertido en la región más apasionante del mundo. En parte como una consecuencia de su larga lucha contra la dominación extranjera, América Latina, en el pasado, ha conducido al mundo en el progreso hacia la justicia social y derechos humanos. El Nuevo Trato de Roosevelt estuvo inspirado en parte por la jurisprudencia latinoamericana liberal y la rebelión contra la autoridad impuesta. La Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas es un punto significativo de referencia para el progreso, lejos todavía de alcance, pero no menos relevante en articular y en guiar las aspiraciones. Su enfoque sobre derechos sociales, económicos y culturales debe mucho a iniciativas latinoamericanas en la formulación de la Declaración. Las palabras pueden adquirir un significado más rico por las nuevas fuerzas sociales que están emergiendo. Los pasos hacia la integración están vacilantes, pero son prometedores: dos ejemplos, sólo hace pocas semanas, la Conferencia de Líderes Sudamericanos en Cochabamba y los pasos adelantados hacia un Parlamento Mercosur en Brasilia un poco después.
Los asuntos humanos son notablemente difíciles de predecir — por una razón, porque los resultados dependen fuertemente de la voluntad y la elección. Podemos mirar esto como un pronóstico optimista.
Fernando Bossi
Correos para la Emancipación
martes, octubre 30, 2007
Abrumadora condena en ONU a bloqueo estadounidense contra Cuba.
Naciones Unidas rechazó hoy por 184 votos el bloqueo mantenido por Estados Unidos contra Cuba durante casi medio siglo
La resolución que pide el fin de ese bloqueo económico, comercial y financiero contó con los solitarios votos en contra de Estados Unidos y otros tres, mientras que uno se abstuvo.
Cuba denunció hoy que la brutal guerra económica que Estados Unidos impone a su país afecta a otros Estados y constituye una afrenta al Derecho Internacional y los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
La brutal guerra económica que se le impone a Cuba no solo afecta a los cubanos, dijo el ministro del Exterior Felipe Pérez Roque.
En un discurso ante la Asamblea General el titular expresó que la gravedad de estas medidas es peor por la aplicación extraterritorial de las leyes norteamericanas.
Para el Ministro esto constituye un "menosprecio de los legítimos intereses de terceros países de invertir y desarrollar relaciones económicas y comerciales normales con Cuba, es un tema que concierne a todos los Estados aquí reunidos".
Pérez Roque habló durante el debate del tema Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba.
Señaló que solo de mayo de 2006 a mayo de 2007, al menos 30 países se vieron afectados por las disposiciones extraterritoriales de la política de bloqueo contra Cuba.
Pérez Roque puso varios ejemplos de las medidas aplicadas, como las adoptadas contra el Banco Netherlands Caribbean, al cual se le congelaron las cuentas en Estados Unidos y se le prohibió realizar cualquier transacción de ciudadanos y entidades norteamericanas.
Mencionó las multas contra la empresa británica PSL Energy Service por exportar a Cuba equipos y servicios para la industria del petróleo y la imposibilidad de adquirir equipos o productos porque las compañías que los elaboran fueron adquiridas por Estados Unidos.
Así sucedió, agregó. con compresores marca Sabroe, de Dinamarca, y con la empresa finlandesa Datex-Ohmeda, a la que se compraban excelentes equipos de anestesia y monitorización multipropósito.
El Canciller señaló que tampoco su país pudo adquirir un espectrofotómetro infrarrojo a la compañía japonesa Shimadzu, porque el equipo tiene más de 10 por ciento de componentes norteamericanos.
Igual sucedió con herbicidas de la empresa alemana Basf, porque el ingrediente activo es de origen norteamericano.
El Ministro dijo asimismo que desde fines de 2006 la compañía de cruceros española Pullmantur fue adquirida por la norteamericana Royal Caribbean, por lo cual el crucero Holiday Dream, propiedad de la primera, tuvo que suspender sus operaciones en Cuba.
Dio a conocer que en diciembre pasado, la gerencia del hotel Scandic, de Noruega, canceló las reservaciones de una delegación cubana, porque la instalación había sido comprada por la cadena estadounidense Milton.
A juicio de Pérez Roque, el episodio más notorio del año respecto al bloqueo fue la guerra sin cuartel del Departamento del Tesoro de Estados Unidos contra las relaciones de Cuba con instituciones financieras y bancarias de otros países.
Precisó que eso fue posible luego que el gobierno de Washington accediera a la información confidencial de la Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales.
A través de esa entidad, dijo, se realizan prácticamente todos los pagos e intercambios de mensajes entre instituciones financieras.
Pérez Roque dijo que en el último año, más de una veintena de bancos de diversos países "han sido groseramente amenazados a fin de interrumpir cualquier tipo de relación o transacción con Cuba. (PL)
Transgénicos: la ciencia al servicio del mercado.
Los conocemos como “transgénicos”. Los organismos modificados genéticamente (OMG) son animales, plantas o microorganismos manipulados por la ingeniería genética, es decir, nuevos seres vivos extraídos del laboratorio del doctor Frankenstein.
Olvidando la admiración un tanto literaria que despierta la manipulación genética, el mercado internacional concentra su beneficio en dos desarrollos científicos aplicados a algunas especies vegetales: la resistencia a plagas y la tolerancia a determinados productos químicos. Pero como respuesta al desarrollo de los cultivos transgénicos, ya se ha registrado una proliferación de malas hierbas que muestran resistencia a algunos herbicidas. En el circo de la ciencia crecen los enanos, porque la aparición de estas especies modificadas amenaza de muerte a la biodiversidad. De igual forma, se aventuran peligros impredecibles sobre la salud humana.
La primera objeción a la aplicación de la ingeniería genética sobre productos de consumo tiene que ver con el principio de precaución, en definitiva, tiene que ver con evitar la imprudencia de implantar indiscriminadamente los últimos hallazgos de la ciencia cuando aún no disponemos de datos concluyentes sobre sus riesgos y consecuencias. Hablamos de protección de la salud. A día de hoy, la ingeniería genética ha desarrollado la habilidad de crear seres vivos superdotados pero no parece capaz de prever los riesgos de su comercialización.
Sabemos que el mercado no se muestra escrupuloso, y la salud humana es una moneda de cambio muy rentable. A menudo parece que la ciencia ha mordido el anzuelo empresarial a través de las patentes sobre seres vivos, y convierte a los consumidores en víctimas de un gran experimento genético. Todo en busca del beneficio privado.
Tecnologías como el Terminator garantizan una segunda generación de semillas estériles, con lo que el mercado de los transgénicos queda en manos de unas pocas multinacionales. Este hecho evidencia que el desarrollo de la tecnología genética no está sirviendo para paliar el hambre y la pobreza mundial como se ha proclamado falsamente, sino para convertir el desarrollo agrícola de los países empobrecidos en esclavo de las grandes empresas del sector.
Ante la colonización transgénica, el grito ciudadano no se ha hecho esperar. Multitud de ayuntamientos y regiones europeas se han declarado como zonas libres de organismos genéticamente modificados y muchos propietarios de explotaciones agropecuarias, colegios y proveedores de comida han hecho lo mismo a título individual. Sin ir más lejos, la Comunidad Autónoma Vasca fue declarada este mes de febrero zona libre de cultivos transgénicos destinados a la alimentación humana o animal.
Mucho más allá del carácter simbólico de estas declaraciones, las instituciones deben adquirir el compromiso de evitar las consecuencias negativas de los productos transgénicos sobre la salud pública y evitar los desequilibrios de mercado que la práctica de los cultivos transgénicos conlleva, además de conservar y promover la agricultura y la alimentación de calidad.
El objetivo es proteger nuestra salud y garantizar la biodiversidad y la pervivencia de los cultivos tradicionales. El camino pasa por sumar esfuerzos, multiplicar conciencias. Empujar a las instituciones a deshacerse de los cultivos transgénicos y sujetar con fuerza las riendas del mercado de la ingeniería genética.
Jonathan Martínez
Olvidando la admiración un tanto literaria que despierta la manipulación genética, el mercado internacional concentra su beneficio en dos desarrollos científicos aplicados a algunas especies vegetales: la resistencia a plagas y la tolerancia a determinados productos químicos. Pero como respuesta al desarrollo de los cultivos transgénicos, ya se ha registrado una proliferación de malas hierbas que muestran resistencia a algunos herbicidas. En el circo de la ciencia crecen los enanos, porque la aparición de estas especies modificadas amenaza de muerte a la biodiversidad. De igual forma, se aventuran peligros impredecibles sobre la salud humana.
La primera objeción a la aplicación de la ingeniería genética sobre productos de consumo tiene que ver con el principio de precaución, en definitiva, tiene que ver con evitar la imprudencia de implantar indiscriminadamente los últimos hallazgos de la ciencia cuando aún no disponemos de datos concluyentes sobre sus riesgos y consecuencias. Hablamos de protección de la salud. A día de hoy, la ingeniería genética ha desarrollado la habilidad de crear seres vivos superdotados pero no parece capaz de prever los riesgos de su comercialización.
Sabemos que el mercado no se muestra escrupuloso, y la salud humana es una moneda de cambio muy rentable. A menudo parece que la ciencia ha mordido el anzuelo empresarial a través de las patentes sobre seres vivos, y convierte a los consumidores en víctimas de un gran experimento genético. Todo en busca del beneficio privado.
Tecnologías como el Terminator garantizan una segunda generación de semillas estériles, con lo que el mercado de los transgénicos queda en manos de unas pocas multinacionales. Este hecho evidencia que el desarrollo de la tecnología genética no está sirviendo para paliar el hambre y la pobreza mundial como se ha proclamado falsamente, sino para convertir el desarrollo agrícola de los países empobrecidos en esclavo de las grandes empresas del sector.
Ante la colonización transgénica, el grito ciudadano no se ha hecho esperar. Multitud de ayuntamientos y regiones europeas se han declarado como zonas libres de organismos genéticamente modificados y muchos propietarios de explotaciones agropecuarias, colegios y proveedores de comida han hecho lo mismo a título individual. Sin ir más lejos, la Comunidad Autónoma Vasca fue declarada este mes de febrero zona libre de cultivos transgénicos destinados a la alimentación humana o animal.
Mucho más allá del carácter simbólico de estas declaraciones, las instituciones deben adquirir el compromiso de evitar las consecuencias negativas de los productos transgénicos sobre la salud pública y evitar los desequilibrios de mercado que la práctica de los cultivos transgénicos conlleva, además de conservar y promover la agricultura y la alimentación de calidad.
El objetivo es proteger nuestra salud y garantizar la biodiversidad y la pervivencia de los cultivos tradicionales. El camino pasa por sumar esfuerzos, multiplicar conciencias. Empujar a las instituciones a deshacerse de los cultivos transgénicos y sujetar con fuerza las riendas del mercado de la ingeniería genética.
Jonathan Martínez
Cuba debate.
En la imagen construida desde los discursos internos y externos a la isla, en ocasiones aparece una Cuba monolítica, uniforme, despojada de toda confrontación de ideas. Unos porque presentan la unidad en el proyecto revolucionario como unanimidad, y la justeza del ideario revolucionario como una realidad ya lograda, acabada, perfecta, libre de otras contradicciones que no sean las antagónicas que nos enfrentan al imperialismo. Los otros porque, en su afán de denigrar al socialismo, dan como una verdad incuestionable la falta de espacios y posibilidades para un pensamiento crítico, cuestionador de la realidad, so pena de ser reprimidos. Sin embargo, quienes vivimos aquí, sabemos que el debate nunca ha cesado, que entre nosotros tiene lugar un continuo intercambio de críticas e ideas sobre posibles soluciones a nuestros problemas. Ello es un rasgo del cubano y la cubana, muy enriquecido por el alto nivel de instrucción alcanzado desde el triunfo revolucionario en 1959. Como toda forma de organización humana, más allá de sus intenciones, la sociedad socialista es portadora de contradicciones internas e imperfecciones que motivan una opinión pública activa e integrada al sistema social, aunque muchas veces, en nombre de la defensa de la Revolución, los espacios de debate hayan quedado aprisionados a la esfera de lo privado y de lo informal, o a momentos muy puntuales.
En los últimos meses, sobre todo a raíz del discurso de Raúl el pasado 26 de julio, se han creado y estimulado los espacios para el intercambio de ideas y el pensamiento crítico en la sociedad cubana. Ha sido un proceso rico no sólo en críticas y propuestas sino también generador de esperanzas y confianza en la dirección histórica de la Revolución, en esta ocasión muy concentrada en la figura de Raúl Castro. Estos espacios de intercambio debieron existir siempre y es importante que se mantengan como parte del funcionamiento de las instituciones porque la participación real de las personas en los asuntos públicos es una condición de existencia del socialismo, un derecho ciudadano que el capitalismo escamotea con subterfugios y parodias de participación, pero que el socialismo tiene que garantizar para no desnaturalizarse.
Pero, ¿qué es lo que se discute hoy en Cuba? ¿Acaso la pertinencia de regresar al capitalismo o de aceptar el plan Bush o por el contrario las maneras de hacer funcionar y avanzar mejor la sociedad que tenemos, las formas de superar las contradicciones que atraviesan al entramado social cubano, las vías, estructuras y métodos que permitan aprovechar mejor el potencial humano creado en la propia revolución?
Por supuesto que en un intercambio de ideas a escala social hay diversas manifestaciones, pero creo apreciar que la tendencia fundamental es a apostar por el perfeccionamiento de la sociedad que hemos erigido, con el esfuerzo, sacrificio, renuncias y estoicismo de varias generaciones de cubanos y cubanas. No olvidemos que en enero próximo comenzaremos a vivir el año 50 de la Revolución. Esta sociedad, aún con muchas imperfecciones y errores, se identifica por la mayoría como la “nuestra”, como el espacio en el que se puede aspirar a un mundo mejor, en el que se pueden solucionar muchas de las necesidades sentidas por la población. Justamente por ello hay posibilidades y necesidad de renovar, en el ejercicio democrático del intercambio de ideas, el consenso y el compromiso alrededor de las metas, las políticas concretas, las instituciones, y sus modos y estilos de funcionamiento.
Por supuesto que ningún análisis sobre la realidad cubana puede soslayar el impacto de las políticas del gobierno de los Estados Unidos y las difíciles condiciones del entorno mundial, sin embargo ello no debe impedir que se construya una visión crítica y realista de la sociedad cubana actual, ni debe lastrar la capacidad para imaginar, ensayar y aplicar otras formas de organización y de funcionamiento que ayuden a enfrentar mejor esas realidades. Es necesario y posible encontrar las vías para desplegar en toda su potencialidad las capacidades y valores de nuestras mujeres y hombres, y hacer un uso más eficiente y eficaz de los recursos materiales y financieros con que se cuenta. Hoy día el país no aprovecha en toda su plenitud el aporte de ideas, de esfuerzos y de realizaciones que pueden emerger de nuestro pueblo, ni se hace un uso que pudiera catalogarse de eficiente de los demás recursos.
El camino para lograr ese mejoramiento, según mi manera de apreciar la situación, es el de desplegar en toda la magnitud posible, la formas y vías que existen en nuestra sociedad para la participación de las personas en la determinación de los asuntos que atañen a sus vidas. Me refiero a una participación conciente, organizada y crítica, como sujetos y no como objetos de la “movilización social”.
Esto significa, en primer término, fortalecer el funcionamiento de los órganos del Poder Popular, acercar la práctica del ejercicio del gobierno a lo que está declarado en la Constitución y las leyes. Hoy día la diferencia entre la normatividad jurídica y la práctica es enorme. Se debe dotar a los delegados, los Consejos Populares y las Asambleas Municipales de la autoridad y de los recursos posibles para hacer real esa participación en los asuntos comunitarios y locales, y renovar al papel de los delegados a las Asambleas Provinciales y de los Diputados a la Asamblea Nacional en su vinculación frecuente con sus electores y en correspondencia con ello, en su función de representante de sus intereses específicos tanto en la labor legislativa como en el control parlamentario sobre la acción gubernamental y administrativa. Actualmente el funcionamiento de los órganos del Poder Popular se ve lastrado por un excesivo centralismo, que deviene burocrático, y que vacía de contenido real a procesos tan importantes como las rendiciones de cuenta de los delegados ante sus electores o limita en extremo la realización de proyectos comunitarios que ayuden a contrarrestar la nociva tendencia a esperar todo del Estado, lo que provoca una especie de distanciamiento y pasividad en muchas personas. El actual proceso eleccionario que conduce a la renovación de las asambleas del Poder Popular a todos los niveles es una oportunidad que no puede desperdiciarse, porque ha llegado justo en el momento en que el debate ha abierto esperanzas y expectativas que de frustrarse dañarán la credibilidad en el sistema político y en su capacidad para renovar y mejorarse.
El Partido no puede quedar fuera de este perfeccionamiento de la participación real, despojándolo de mecanismos excesivamente centralistas y formales, y fomentando la capacidad de los núcleos de actuar, siguiendo la línea política general, en correspondencia con su realidad inmediata y específica. Es decir, deben ser “órganos vivos” y no meros cumplidores de normativas superiores, y los cuadros del Partido deben tener como una de sus funciones principales, contribuir a crear esa capacidad en los núcleos. De igual forma los órganos de dirección del Partido están llamados a organizar un diálogo con toda la sociedad y en especial con los núcleos como vía para estar en permanente contacto con el pensar y sentir del pueblo, y para la creación de una visión compartida del presente y del futuro del país. En ello pudiera servir como punto de giro la realización de un congreso del Partido que presente un proyecto renovado, actual, realista, a la vez que apegado a los principios y sueños más sentidos por muchas generaciones que acogieron a la Revolución y al socialismo como parte esencial de sus proyectos de vida personales. La presentación de esa propuesta debe incluir un debate abierto y democrático, en el que puedan participar todos los cubanos y cubanas que lo deseen. Con ello se estaría no sólo aprovechando la riqueza de ideas de cientos de miles de personas instruidas y con experiencia acumulada, sino además construyendo una visión de sociedad a partir de un consenso real, con sólidas raíces en el pueblo.
El camino de la participación debe incluir la ampliación de la autonomía de las organizaciones sindicales, campesinas, comunales, profesionales, estudiantiles y otras expresiones de la sociedad civil organizada para que logren funcionar en una lógica menos centralista, en la que las bases tengan un papel mucho más protagónico en la determinación de sus políticas y acciones, representando los intereses sectoriales y regionales que deben ser tenidos en cuenta y conciliados con los intereses más generales de la sociedad. Muy a menudo se subordinan los intereses concretos de sectores y regiones en aras de unos supuestos objetivos generales, que tampoco han sido debidamente consensuados, o mejor aún, construidos participativamente.
Otra de las contradicciones principales que afronta la sociedad cubana actual, y sobre la que se versan los debates dentro y fuera de las asambleas, es el rompimiento de la relación entre el trabajo y el bienestar personal y familiar. Esto es sumamente grave en cualquier sociedad, pero particularmente peligroso en una sociedad de trabajadores.
La vinculación entre trabajo y bienestar debe ser pensado no sólo en términos de salarios, sino que hay que explorar otras formas eficaces que fortalezcan el sentido de propietarios colectivos de los medios de producción y distribución entre los trabajadores y trabajadoras, que es uno de los problemas nunca resueltos satisfactoriamente en las experiencias socialistas. Este rompimiento entre trabajo y bienestar, producido fundamentalmente por la disminución dramática del salario real en la primera mitad de los años noventa, y no totalmente remontada en el periodo posterior, es una de las causas básicas del robo y la corrupción muy generalizadas que sufrimos.
José R. Vidal
Alai-amlatina
Texto completo en: http://alainet.org/active/20405&lang=es
- José R. Vidal es Psicólogo y Doctor en Ciencias de la Información. Profesor Titular adjunto de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Actualmente coordina el Programa de Comunicación Popular del Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr.
En los últimos meses, sobre todo a raíz del discurso de Raúl el pasado 26 de julio, se han creado y estimulado los espacios para el intercambio de ideas y el pensamiento crítico en la sociedad cubana. Ha sido un proceso rico no sólo en críticas y propuestas sino también generador de esperanzas y confianza en la dirección histórica de la Revolución, en esta ocasión muy concentrada en la figura de Raúl Castro. Estos espacios de intercambio debieron existir siempre y es importante que se mantengan como parte del funcionamiento de las instituciones porque la participación real de las personas en los asuntos públicos es una condición de existencia del socialismo, un derecho ciudadano que el capitalismo escamotea con subterfugios y parodias de participación, pero que el socialismo tiene que garantizar para no desnaturalizarse.
Pero, ¿qué es lo que se discute hoy en Cuba? ¿Acaso la pertinencia de regresar al capitalismo o de aceptar el plan Bush o por el contrario las maneras de hacer funcionar y avanzar mejor la sociedad que tenemos, las formas de superar las contradicciones que atraviesan al entramado social cubano, las vías, estructuras y métodos que permitan aprovechar mejor el potencial humano creado en la propia revolución?
Por supuesto que en un intercambio de ideas a escala social hay diversas manifestaciones, pero creo apreciar que la tendencia fundamental es a apostar por el perfeccionamiento de la sociedad que hemos erigido, con el esfuerzo, sacrificio, renuncias y estoicismo de varias generaciones de cubanos y cubanas. No olvidemos que en enero próximo comenzaremos a vivir el año 50 de la Revolución. Esta sociedad, aún con muchas imperfecciones y errores, se identifica por la mayoría como la “nuestra”, como el espacio en el que se puede aspirar a un mundo mejor, en el que se pueden solucionar muchas de las necesidades sentidas por la población. Justamente por ello hay posibilidades y necesidad de renovar, en el ejercicio democrático del intercambio de ideas, el consenso y el compromiso alrededor de las metas, las políticas concretas, las instituciones, y sus modos y estilos de funcionamiento.
Por supuesto que ningún análisis sobre la realidad cubana puede soslayar el impacto de las políticas del gobierno de los Estados Unidos y las difíciles condiciones del entorno mundial, sin embargo ello no debe impedir que se construya una visión crítica y realista de la sociedad cubana actual, ni debe lastrar la capacidad para imaginar, ensayar y aplicar otras formas de organización y de funcionamiento que ayuden a enfrentar mejor esas realidades. Es necesario y posible encontrar las vías para desplegar en toda su potencialidad las capacidades y valores de nuestras mujeres y hombres, y hacer un uso más eficiente y eficaz de los recursos materiales y financieros con que se cuenta. Hoy día el país no aprovecha en toda su plenitud el aporte de ideas, de esfuerzos y de realizaciones que pueden emerger de nuestro pueblo, ni se hace un uso que pudiera catalogarse de eficiente de los demás recursos.
El camino para lograr ese mejoramiento, según mi manera de apreciar la situación, es el de desplegar en toda la magnitud posible, la formas y vías que existen en nuestra sociedad para la participación de las personas en la determinación de los asuntos que atañen a sus vidas. Me refiero a una participación conciente, organizada y crítica, como sujetos y no como objetos de la “movilización social”.
Esto significa, en primer término, fortalecer el funcionamiento de los órganos del Poder Popular, acercar la práctica del ejercicio del gobierno a lo que está declarado en la Constitución y las leyes. Hoy día la diferencia entre la normatividad jurídica y la práctica es enorme. Se debe dotar a los delegados, los Consejos Populares y las Asambleas Municipales de la autoridad y de los recursos posibles para hacer real esa participación en los asuntos comunitarios y locales, y renovar al papel de los delegados a las Asambleas Provinciales y de los Diputados a la Asamblea Nacional en su vinculación frecuente con sus electores y en correspondencia con ello, en su función de representante de sus intereses específicos tanto en la labor legislativa como en el control parlamentario sobre la acción gubernamental y administrativa. Actualmente el funcionamiento de los órganos del Poder Popular se ve lastrado por un excesivo centralismo, que deviene burocrático, y que vacía de contenido real a procesos tan importantes como las rendiciones de cuenta de los delegados ante sus electores o limita en extremo la realización de proyectos comunitarios que ayuden a contrarrestar la nociva tendencia a esperar todo del Estado, lo que provoca una especie de distanciamiento y pasividad en muchas personas. El actual proceso eleccionario que conduce a la renovación de las asambleas del Poder Popular a todos los niveles es una oportunidad que no puede desperdiciarse, porque ha llegado justo en el momento en que el debate ha abierto esperanzas y expectativas que de frustrarse dañarán la credibilidad en el sistema político y en su capacidad para renovar y mejorarse.
El Partido no puede quedar fuera de este perfeccionamiento de la participación real, despojándolo de mecanismos excesivamente centralistas y formales, y fomentando la capacidad de los núcleos de actuar, siguiendo la línea política general, en correspondencia con su realidad inmediata y específica. Es decir, deben ser “órganos vivos” y no meros cumplidores de normativas superiores, y los cuadros del Partido deben tener como una de sus funciones principales, contribuir a crear esa capacidad en los núcleos. De igual forma los órganos de dirección del Partido están llamados a organizar un diálogo con toda la sociedad y en especial con los núcleos como vía para estar en permanente contacto con el pensar y sentir del pueblo, y para la creación de una visión compartida del presente y del futuro del país. En ello pudiera servir como punto de giro la realización de un congreso del Partido que presente un proyecto renovado, actual, realista, a la vez que apegado a los principios y sueños más sentidos por muchas generaciones que acogieron a la Revolución y al socialismo como parte esencial de sus proyectos de vida personales. La presentación de esa propuesta debe incluir un debate abierto y democrático, en el que puedan participar todos los cubanos y cubanas que lo deseen. Con ello se estaría no sólo aprovechando la riqueza de ideas de cientos de miles de personas instruidas y con experiencia acumulada, sino además construyendo una visión de sociedad a partir de un consenso real, con sólidas raíces en el pueblo.
El camino de la participación debe incluir la ampliación de la autonomía de las organizaciones sindicales, campesinas, comunales, profesionales, estudiantiles y otras expresiones de la sociedad civil organizada para que logren funcionar en una lógica menos centralista, en la que las bases tengan un papel mucho más protagónico en la determinación de sus políticas y acciones, representando los intereses sectoriales y regionales que deben ser tenidos en cuenta y conciliados con los intereses más generales de la sociedad. Muy a menudo se subordinan los intereses concretos de sectores y regiones en aras de unos supuestos objetivos generales, que tampoco han sido debidamente consensuados, o mejor aún, construidos participativamente.
Otra de las contradicciones principales que afronta la sociedad cubana actual, y sobre la que se versan los debates dentro y fuera de las asambleas, es el rompimiento de la relación entre el trabajo y el bienestar personal y familiar. Esto es sumamente grave en cualquier sociedad, pero particularmente peligroso en una sociedad de trabajadores.
La vinculación entre trabajo y bienestar debe ser pensado no sólo en términos de salarios, sino que hay que explorar otras formas eficaces que fortalezcan el sentido de propietarios colectivos de los medios de producción y distribución entre los trabajadores y trabajadoras, que es uno de los problemas nunca resueltos satisfactoriamente en las experiencias socialistas. Este rompimiento entre trabajo y bienestar, producido fundamentalmente por la disminución dramática del salario real en la primera mitad de los años noventa, y no totalmente remontada en el periodo posterior, es una de las causas básicas del robo y la corrupción muy generalizadas que sufrimos.
José R. Vidal
Alai-amlatina
Texto completo en: http://alainet.org/active/20405&lang=es
- José R. Vidal es Psicólogo y Doctor en Ciencias de la Información. Profesor Titular adjunto de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Actualmente coordina el Programa de Comunicación Popular del Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr.
lunes, octubre 29, 2007
La emancipación de la mujer en Rusia antes y después de la Revolución Rusa.
La revolución rusa de octubre de 1917 fue el acontecimiento más importante en la lucha por la emancipación de la mujer en historia rusa. Comprender este acontecimiento hace que sea más fácil entender la evolución del movimiento de liberación de las mujeres hasta el día de hoy. Además, la experiencia de la maravillosa lucha de las mujeres bolcheviques contiene muchas lecciones vitales para nosotros, es un ejemplo de la forma más efectiva para acabar con la opresión de la mujer.
Como el resto del mundo, el desarrollo industrial de los siglos XVII y XVIII, que cambiaron radicalmente las relaciones dentro del núcleo familiar, también tuvo un efecto profundo sobre el desarrollo de la conciencia de las mujeres rusas con relación a su propia explotación. Con la consolidación del modo capitalista de producción, el viejo modelo económico familiar se desintegró. Se basaba principalmente en la producción para el consumo familiar, las mujeres estaban condenadas a quedar físicamente exhaustas. En el contexto de la vieja familia basada en el modo de producción, aunque oprimidas firmemente por los hombres, las mujeres no eran conscientes de los límites que imponían sobre su desarrollo individual y menos aún sobre sus derechos sociales fundamentales. Primero como hija, después como esposa y madre, una mujer podía pasar su vida dentro de los límites del hogar y la única sociedad que realmente conocía era el núcleo familiar. Cuando el modo capitalista de producción se impone, y con ello la extensión del uso de la maquinaria, la opresión de género comienza a ser percibida como una limitación de la libertad de las mujeres. Por eso estas máquinas socavaron totalmente la producción independiente (o familiar) y permitió a las mujeres de la clase obrera ocupar un papel fuera del hogar. Las mujeres comenzaron entonces a adquirir la conciencia que las empujó a defender sus intereses, comenzaron a ver que estaban discriminadas, fueron conscientes de que tenían menos derechos que los hombres.
Históricamente, las reivindicaciones de la emancipación de las mujeres surgieron inicialmente dentro del movimiento feminista burgués que contaba con mayores recursos financieros y culturales. Sin embargo, sólo cuando estas reivindicaciones fueron adoptadas por las mujeres de la clase obrera, adquirieron la fuerza necesaria para conseguir victorias importantes. No obstante, las mujeres de las clases superiores tendían a ver la lucha por los derechos civiles como una manera de defender su propio estatus social. Esto no necesariamente también debía beneficiar a las mujeres trabajadoras.
El marxismo no considera la cuestión de la mujer como un problema de género, la ve también como la opresión de los empresarios que existe bajo el capitalismo, y un papel fundamental en ella es la opresión de las mujeres. Es una explotación capitalsita que favorece el mantenimiento de la discriminación de sexo. Dentro de las diferentes clases sociales, la driscriminación de las mujeres, así como los métodos y objetivos de las luchas de las mujeres, por necesidad asume una naturaleza distinta. En el momento decisivo, cada mujer apoyará la clase social a la que pertenece. Una mujer de la burguesía no vacilará en apoyar leyes antisindicales, incluso aunque vayan dirigidas contra los intereses de sus "hermanas" de la clase obrera, si contribuyen a aumentar su riqueza. Esta situación no significa que los movimientos feministas burgueses, si sienten necesidad de hacerlo, nunca busquen el apoyo de las mujeres de la clase obrera, lo que demuestra que el poder real en la lucha por la emancipación de la mujer, tanto organizativa como numéricamente, está en las mujeres de la clase obrera.
La mujer durante el reinado de los zares
Como señalaba Engels, el círculo Tchaikovsky (1) fue "el primer grupo en Rusia donde las mujeres jugaron un papel activo e independiente". Este grupo se fundó a principios de 1870 y fue organizado por estudiantes de ambos sexos, unidos por principios éticos y morales, pero sin una ideología común. El objetivo de este grupo era extender la propaganda socialista entre la población, para concienciarla tanto de la explotación económica que sufría como de la posibilidad de superar esta situación con una revolución basada en los campesinos. Los grupos socialistas que trabajaban dentro de las organizaciones políticas que se formaron en esa época, tendían a concentrar su atención en el problema del analfabetismo y la necesidad de elevar el nivel cultural de las capas más explotadas de la sociedad. Con ese objetivo desarrollaron la organización de conferencias sobre el capitalismo y la explotación de clase, además de distribuir escritos políticos y económicos con carácter diverso a un precio muy bajo.
La mayor contribución del grupo Tchaikovsky a la lucha por la emancipación de la mujer fue cómo implicaban a las mujeres en las discusiones y en la actividad política al mismo nivel que los hombres. Las mujeres de estos círculos, sin embargo, procedían de grupos que prohibían la participación masculina. El separatismo y la sospecha hacia la mezcla de grupos no debería sorprendernos si recordamos que se producía dentro del contexto de una Rusia zarista atrasada, donde el temor a la dominación masculina se experimentaba en diferentes maneras dentro de la familia y de la sociedad, las activistas socialistas consideraban la presencia masculina como una amenaza a su autonomía. Esta actitud sólo era una fase necesaria, en ese contexto particular, de un proceso de emancipación personal. El separatismo estaba determinado por la necesidad de las mujeres de desarrollar libremente su propia conciencia de su situación de explotación, superar su propia falta de confianza y prepararse para actuar políticamente junto con los hombres, pero sin sentido de subyugación hacia ellos. Después de haber alcanzado cierto grado de conciencia económica, le necesidad de ir más allá de la lucha "personal" y abrazar una lucha más amplia de un carácter social evidente. Mucho del desarrollo político de las mujeres siguió el mismo patrón general, la conquista de la independencia individual las empujaría a abandonar el feminismo, en su forma más limitada (burguesa), este proceso llevó a la radicalización del grupo Tchaikovsky y otras iniciativas similares, donde ambos sexos se unían para hacer propaganda y agitación socialista.
La mayoría de los grupos estudiantiles (2) estaban influenciados por la ideología bakuninista (anarquista), entre ellos estaba el grupo Rosalie Jakesburg (1872). Estaba muy próximo al Partido Tierra y Libertad, reflejaban -no es sorprendente- la orientación hacia la "mayoría campesina" de la época, incluso entre la vanguardia obrera y estudiantil. En los grupos de estudiantes, se educaba políticamente a las mujeres para que hicieran su actividad de propaganda entre los trabajadores, que condenaban a las mujeres la doble opresión del trabajo en la fábrica y en casa, junto con la implicación directa en la gestión democrática de los procesos de producción y la organización de la sociedad, se podría garantizar la emancipación efectiva de las mujeres. Sólo de esta manera las mujeres serían capaces de decidir y crear servicios y estructuras que las emancipara de los deberes privados del cuidado familiar.
Estos eran los objetivos que animaron a muchas mujeres a participar directamente en el trabajo de propaganda en toda una serie de huelgas en Moscú en 1875. Sin embargo, la mayoría de los organizadores de estas huelgas fueron arrestados y pasaron mucho tiempo en prisión hasta que se realizaron los juicios. Éstos fueron conocidos como el "juicio de las cincuenta" o el "juicio de las mujeres moscovitas". Tuvieron una enorme influencia en la elevación de la conciencia política, no sólo de las entonces organizaciones de mujeres, sino también en las futuras generaciones de mujeres trabajadoras. Así es como Kravinsky, el periodista revolucionario del siglo XIX, describe el juicio:
"Antes de este juicio, los socialistas sólo eran conocidos por la juventud. Ahora un público asombrado mira las caras radicantes de estas jóvenes mujeres que con sus sonrisas dulces como las de un niño, se dirigían hacia un camino sin retorno, sin esperanza, hacia la prisión central, hacia largos años de trabajo forzoso. La gente se decía: ‘Regresamos a la época de los primeros cristianos, empieza a existir una nueva fuerza'". (3)
Muchas de las mujeres que fueron a la huelga o simpatizaban con las detenidas "moscovitas" se unieron al grupo terrorista Narodnaya Volya. Este grupo luchaba con un enorme espíritu de abnegación, aunque con métodos muy cuestionables (más tarde criticados por el propio Lenin), en defensa de la causa de la mujer contra la opresión zarista. Entre sus mejores militantes estaban Vera Figner, miembro del comité ejecutivo y activista socialista desde 1850, junto con su hermana Lydia, que fueron llevadas a juicio en Moscú.
Desde entonces, el movimiento de las mujeres se desarrolló junto a un movimiento obrero más amplio en muchas huelgas espontáneas, especialmente en las industrias textiles, que tuvieron lugar entre 1870 y 1880, donde se empleó a las mujeres a una escala masiva. El resultado de este movimiento fue una ley que prohibía a los niños y a las mujeres trabajar por la noche. Más tarde llegaron las huelgas económicas de 1894-6 de San Petersburgo y la gran huelga del textil de 1896.
La revolución rusa de 1905 y el movimiento feminista burgués
Con la revolución de 1905 cambió radicalmente el cuadro general, muchas mujeres participaron en los acontecimientos como el encabezado por el padre Gapón. Las luchas para la extensión del sufragio, así que las mujeres tendrían el derecho a votar en las elecciones a la Duma, contaron con una participación masiva de las mujeres. Las dificultades iniciales para vincular las luchas contra la opresión específica de género con la lucha de clases más generalizada, a menudo hizo de estas mujeres una presa fácil para el movimiento feminista burgués. Este último jugaba un papel reaccionario porque quería canalizar todas las luchas de las mujeres a través de organizaciones separadas de mujeres, concentrándose sólo en los problemas "universales" de género. La Liga por la Igualdad de las Mujeres y el Partido de las Mujeres Progresistas promovían la armonía entre las empresarias femeninas y las trabajadoras ya que ¡todas eran mujeres! Sin embargo, no tardaron mucho las trabajadores en alejarse de este tipo de organizaciones y comenzar a integrarse más en el movimiento obrero más amplio, y concentrarse en las reivindicaciones sindicales como trabajadores. Desgraciadamente, la guerra contra Japón creó un empobrecimiento general en las zonas rurales, pero también tuvo el efecto de provocar un mayor grado de radicalización entre las campesinas, porque ellas solas tenían que soportar la carga principal de la guerra. Estas mujeres campesinas se convirtieron en dirigentes importantes en las luchas de las mujeres durante los años 1904-1905.
Desafortunadamente, desde un punto de vista político, en 1905-1906, las ideas del movimiento feminista burgués se habían extendido entre los mencheviques, los social revolucionarios e incluso entre algunos activistas bolcheviques. En 1905, en la primera gran conferencia de mujeres celebrada en San Petersburgo, hubo pocas voces en la oposición defendiendo la unidad de la clase obrera frente a la opresión de las mujeres trabajadoras. Para combatir esta influencia burguesa, un grupo de mujeres socialdemócratas (bolcheviques y mencheviques) decidieron dedicar una parte de su actividad de propaganda socialista específicamente a extender las ideas del socialismo entre las mujeres. Estas activistas organizaron una campaña contra el feminismo burgués, oponiendo la interpretación marxista de la cuestión de la mujer. También realizaron un trabajo específico en el partido y los sindicatos destinado a los problemas de las mujeres trabajadoras.
Las diferencias reales en los derechos civiles y políticos entre mujeres y hombres pertenecientes a la misma clase social, se habían ignorado demasiado tiempo dentro del movimiento tradicional de la clase obrera, y era uno de los factores que llevaba a las mujeres a simpatizar con los grupos feministas burgueses que concentraban su atención en la opresión de género. Sin embargo, el trabajo de bolcheviques como A. Kollontai hizo posible que el movimiento de las mujeres asumiera proporciones de masas ya en 1907, sus dirigentes ya organizaban mítines públicos que se oponían públicamente a las feministas burguesas. La propaganda paciente y consecuente de las mujeres socialistas en los centros de trabajo, y en las reuniones organizadas por las feministas, finalmente dio frutos.
El primer círculo de mujeres trabajadores, la Asociación para la Ayuda Mutua de las Mujeres Trabajadoras, se creó en 1907. Podían entrar hombres y mujeres pero los puestos de dirección estaban reservados a las mujeres, la estructura interna del círculo estaba diseñada de tal manera que facilitaba la implicación de las activistas y las permitía participar directamente en las luchas específicas relacionadas con la opresión de la mujer. El objetivo de la asociación era extender las ideas del socialismo entre el proletariado, atraer a las trabajadoras aisladas en los sindicatos y el partido socialdemócrata. No tenían la ambición de convertirse en una entidad política autónoma, separada de las organizaciones tradicionales de la clase obrera, todo lo contrario, proponía que las mujeres deberían entrar en ellas. De esta manera, abrían las puertas a la participación de la mujer en la política. El grupo no centraba su atención sólo en cuestiones relacionadas con la opresión de género, sino que vinculaba estas cuestiones a las condiciones políticas, sociales y económicas que la determinaban. El objetivo no era realizar sólo una agitación feminista limitada, sino también agitación socialista entre las mujeres.
En particular, la asociación tenía fuertes vínculos con el sindicato de trabajadores textiles y estaba representada en diferentes sectores del partido. Participó en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que se celebró en 1907 en Stuttgart. En esa conferencia se discutió qué reivindicaciones plantearían, pero también los métodos que utilizarían para conseguirlas. Clara Zetkin también participó en la conferencia y consiguió que se aprobara una resolución que apelaba a los partidos socialistas de todos los países a "luchar enérgicamente por el sufragio universal (...) tanto en las asambleas legislativas como municipales" (4) Mientras presentaba esta resolución, Zetkin insistió en que el derecho al voto no era un fin en sí mismo, sino simplemente un medio para un fin. Serviría para fortalecer la lucha contra la dominación de clase y la propiedad privada de los medios de producción, la verdadera fuente de la opresión de género, conseguiría que las mujeres trabajadoras estuvieran representadas en las asambleas legislativas y municipales.
La resolución provocó discusiones tanto dentro como fuera de la conferencia, porque algunos activistas (tanto hombres como mujeres) de los distintos partidos socialistas tenían reservas sobre esta cuestión. Uno de ellos fue Wally Zapler, por citar un ejemplo, que pidió que la extensión del derecho al voto se limitara sólo a las elecciones municipales. Victor Adler, el dirigente socialista australiano, quería que la decisión de defender el "sufragio femenino universal" quedara en manos de cada partido.
Después de 1907, las relaciones con las organizaciones feministas burguesas se volvieron particularmente tensas. Sin embargo, cuando éstas decidieron celebrar un congreso de todas las mujeres de Rusia en 1908, las activistas socialdemócratas, con el apoyo importante de Alexandra Kollontai, aprovecharon este acontecimiento para llevar la propaganda socialista a capas más amplias de la sociedad. Organizaron reuniones y discusiones individuales en condiciones de semiclandestinidad para elegir delegados de los grupos del partido y el sindicato. A pesar de sus esfuerzos, las delegadas de la clase obrera que participaron en la conferencia sólo fueron 45, frente a las 700 feministas burgueses. Las participantes socialdemócratas no se desanimaron y aprovecharon cada oportunidad para dejar clara ante todas, su identidad política independiente. Formaron un grupo separado dentro de la conferencia y presentaron resoluciones revolucionarias sobre cada uno de los temas del orden del día, desde la seguridad en el trabajo, a las relaciones de las mujeres con los partidos políticos o el derecho al voto de las mujeres. La mayoría de las delegadas rechazó todas las resoluciones que presentó el ala revolucionaria. Las feministas burguesas rechazaron totalmente la necesidad de luchar contra la propiedad privada de los medios de producción. Cualquier intento de unir a las trabajadores en una única organización "interclasista" con las feministas burguesas demostró ser imposible. La intervención de las mujeres socialistas en esta conferencia sirvió para trazar una línea divisoria clara entre las feministas burguesas y el movimiento socialista revolucionario, sirvió para elevar la conciencia de clase de las trabajadoras.
El sufragio universal
La segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas se celebró en 1910 en Copenhague y se centró en la cuestión del sufragio femenino. En esta cuestión, Clara Zetkin era la más experimentada ya que durante años luchó contra las tendencias burguesas que querían limitar este derecho sólo a aquellas mujeres que tenían propiedad.
La lucha por el "derecho al voto" dividió a las mujeres en líneas de clase. Había varias asociaciones feministas que veían la necesidad de unir a todas las mujeres en la lucha por los derechos de la mujer, además de las divisiones de clase. De una manera hipócrita, consideraban la lucha como un simple medio de obtener el voto para las mujeres propietarias. Clara Zetkin explicó que conceder el voto sólo a las que tenían propiedad fortalecería a los partidos burgueses frente a las reivindicaciones de más derechos y garantías para todos los trabajadores (ya fueran hombres o mujeres). De esta manera, socavarían la lucha por la emancipación de la clase obrera, conceder el derecho al voto a las mujeres burguesas de ninguna manera significaba que la lucha por el derecho al voto a todas las mujeres fuera más sencilla en el futuro. El proletariado y la burguesía eran clases antagónicas, tanto hombres como mujeres de la clase burguesa, consiguen el beneficio de la explotación de las mujeres trabajadoras, así que nunca apoyaran de buena gana su emancipación.
Estas son las palabras que en 1907 pronunció Clara Zetkin en el congreso en el congreso de la Internacional Socialista en Stuttgart:
"El derecho al voto ayuda a las mujeres burgueses a derribar esas barreras en forma de privilegios para el sexo masculino que son un obstáculo para su propio desarrollo y actividad. Para las mujeres trabajadoras, este derecho se convierte en un arma en la batalla que debe realizar para que la humanidad supere la explotación y el dominio de clase. Las permite una mayor participación en la lucha por la conquista del poder político y construir el orden socialista, el único que permite una solución radical a la cuestión de la mujer (...). Las trabajadoras no pueden por tanto contar con el apoyo de las mujeres de la burguesía en la lucha por los derechos civiles. Las contradicciones de clase excluyen la posibilidad de que las trabajadoras se conviertan en aliadas del movimiento feminista burgués. Esto no significa que rechacen a las feministas burguesas si estas últimas, en la lucha por el sufragio universal femenino, están con ellas en la lucha contra el enemigo común en diferentes frentes. Sin embargo, las trabajadoras deben ser plenamente conscientes de que el derecho al voto no se puede ganar a través de la lucha del sexo femenino sin la discriminación de clase contra el sexo masculino, pero sólo a través de la lucha de clases de todos los explotados, sin discriminación de sexo, contra todos los explotadores, siempre sin ninguna discriminación de sexo". (5)
Los conflictos dentro del movimiento sufragista subrayaron las diferencias de clase. Estaban aquellas que consideraban el conflicto de género como el tema principal, pero luego estaban las que subordinaban esta lucha a la emancipación de la clase obrera en su conjunto. Aunque esta situación no resolvía la cuestión por sí misma, sí que era una condición previa necesaria para la emancipación de la mujer.
Las organizaciones de las mujeres trabajadoras en el período que llevó a 1917
El movimiento de mujeres socialistas estaba en la difícil situación de tener que responder a las tendencias burguesas mientras que, al mismo tiempo, debía hacer frente a la falta de confianza por parte de los miembros masculinos de los propios partidos socialdemócratas. Los activistas masculinos que no sufrían directamente la discriminación de género tendían a confundir las reivindicaciones de sus compañeras femeninas con un cierto radicalismo pequeño burugés. En este período, la oposición a nivel internacional de los partidos socialdemócratas demostró ser un obstáculo par la creación de un secretariado especial de agitación entre las trabajadoras, algo que había pedido Kollontai. No se entendía la importancia de tener estructuras adecuadas, con un cierto grado de autonomía organizativa, pero vinculadas estrechamente al partido política y estratégicamente, podían atraer a las mujeres al proceso revolucionario. Existía un temor a que si se hacían concesiones eso llevara a una política separada.
A pesar de estas dificultades, el 19 de marzo de 1911, se proclamó el primer día internacional de la mujer. Gracias al trabajo de la dirigente socialdemócrata alemana, Clara Zetkin, se organizaron en Alemania mítines y manifestaciones en los que participaron decenas de miles de mujeres. Gracias a un trabajo similar por parte de Samoilova y Kollontai, el 8 de marzo de 1913, el Día Internacional de la Mujer, consiguió un éxito similar en Rusia.
Cada vez aparecían más artículos en la prensa del partido sobre la necesidad de hacer un trabajo entre las mujeres y sobre los problemas específicos de la mujer. Después, bajo la presión de Lenin, apreció un periódico especial dedicado a las mujeres trabajadoras: La obrera (Rabotnitsa). (7) Los miembros del primer comité de redacción fueron detenidos por la política zarista, pero aún así, el primer número apareció en 1914. Ese mismo año, el Comité Central bolchevique decidió crear un comité especial para organizar los actos del Día Internacional de la Mujer. Se celebraron reuniones en las fábricas y lugares públicos para discutir temas relacionados con la opresión de las mujeres, eligieron representantes entre los participantes en las discusiones y propuestas, para crear un nuevo comité.
Pero también fue el año en que los partidos de la Segunda Internacional traicionó las aspiraciones de millones de trabajadores al votar a favor de la guerra mundial imperialista, apoyaron a sus respectivas burguesías nacionales en el parlamento. En este contexto, los bolcheviques jugaron un papel importante en la defensa de la posición revolucionaria sobre la cuestión de la mujer y fueron capaces de reconstruir una nueva internacional marxista sobre una base sólida.
Mientras tanto, la guerra imperialista significó que muchos trabajadores fueron enviados al frente, y que las mujeres y los niños ocuparon sus lugares en las fábricas. En Petrogrado, entre 1914 y 1917, los trabajadores constituían un tercio de la fuerza laboral total. Una nueva masa de trabajadores comenzó a participar en la producción capitalista a gran escala, en las fábricas, la conciencia de los trabajadores crecía. Empezaban a ser conscientes del papel que su clase podía jugar en la construcción de una nueva sociedad, según participaban en la organización industrial del trabajo y en las estructuras sindicales iban ganando confianza.
La revolución de 1917
Durante 1917, aumentó el consenso general de oposición a la guerra imperialista, fortaleciendo a los bolcheviques que desde 1914 habían denunciado valientemente la guerra. El 23 de febrero, el gobierno intentó detener las manifestaciones convocadas para conmemorar el Día de la Mujer y provocó enfrentamientos con los trabajadores, especialmente en Putilov, la fábrica de San Petersburgo, que acabó con una movilización de masas de los trabajadores. Las mujeres salieron a las calles y se dirigieron a los soldados, que después se negaron a disparar contra los manifestantes volviendo sus bayonetas contra la monarquía zarista. De este modo, a los pocos días de las manifestaciones colapsó el corrompido régimen zarista y comenzó la revolución.
En un número cada vez mayor, los trabajadores jóvenes, tanto hombres como mujeres, se unieron a sus sindicatos y también al Partido Bolchevique. Desde ese momento, no se detendrían hasta que aplastaron la fuente de todo su sufrimiento, no sólo en el centro de trabajo, sino también la guerra imperialista. Los trabajadores de las lavanderías, considerados uno de los sectores más atrasados de los trabajadores, fueron a la huelga y exigieron la nacionalización de las lavanderías bajo el control de los ayuntamientos. No obstante, aunque los bolcheviques naturalmente apoyaron esta reivindicación, los mencheviques y los social revolucionarios [SRs], que eran la mayoría en esa época, consideraban que esta reivindicación era prematura y se opusieron a ella.
El trabajo de propaganda del periódico Rabotnitsa se convirtió en un punto central del trabajo de los bolcheviques. En su comité de redacción había partidarios de la liberación de la mujer como Krupskaya, Innessa Armand, Stahl, Kollontai, Eliazarova, Kudelli, Damailova y Nikolayeva, además de otras trabajadoras de San Petersburgo. Estas mujeres estaban absolutamente dedicadas a la causa revolucionaria, organizaron mítines, y en general centraron el trabajo desarrollando la revolución. Cada fábrica tenía sus propios representantes en el comité de redacción de Rabotnitsa y se reunía semanalmente, donde participaban todas y revisaban los artículos que recibían de las distintas zonas. El periódico también era utilizado como un instrumento para elevar el nivel de comprensión tanto en las estructuras sindicales como políticas, que todavía iban rezagadas con relación a la conciencia de las masas, para un mejor entendimiento del papel de las trabajadoras. En marzo de 1917 los bolcheviques crearon un buró para promover el trabajo revolucionaria entre los trabajadores, pero durante algún tiempo este plan se quedó sólo en el papel, con poca acción. Sin embargo, gracias a la obstinación y perseverancia de las compañeras, consiguieron finalmente implicar al partido en la convocatoria de un congreso de todas las trabajadoras, para discutir la mejor manera de participar y organizar a las mujeres en las luchas revolucionarias que tenían lugar. En este período, Lenin escribió muchos artículos sobre la necesidad de encontrar nuevas estrategias y modelos organizativos específicos para atraer a las trabajadoras al socialismo.
El congreso, organizado a través de los soviets, se celebró entre 1917 y 1918, pero se retrasó inicialmente durante los días de la conquista del poder por el Partido Bolchevique. Muchas mujeres participaron activamente en este proceso y consiguieron cambios importantes en la posición de las mujeres. La victoria sobre el régimen zarista permitió a la recién nacida Rusia soviética implantar varios derechos civiles que el régimen capitalista nunca podría haber concedido en ese período. La implicación de las trabajadoras en la administración y control directo de la producción de mercancías y servicios, a través de los soviets, abría una nueva época de verdadera emancipación de la mujer.
Las "Mujeres de Oriente" saludaron a las trabajadoras y campesinas de la Rusia soviética con discursos en la primera Conferencia Pan-rusa de Mujeres y Militantes Comunistas celebrada en 1921:
"Nosotras, nacidas como esclavas y utilizadas hasta morir como esclavas. Así es como miles, millones de mujeres, pasan su vida, parece que sería su destino eterno, que nunca se romperían sus cadenas. Pero entonces, en octubre de 1917, apreció una estrella roja que nunca antes se había visto y, de este modo, las trabajadoras y campesinas se unieron a la revolución que cambió sus vidas. Las noticias de estos acontecimientos llegaron a nosotros tarde y de una manera confusa y parcial, pero las noticias que nos llegan a Oriente, han derribado los muros, los barrotes de hierro y nuestro parandjà [Velos largos que cubren a la mujer desde la cabeza a los pies].
"Durante mucho tiempo no lo creímos. Los mulás nos amenazaron y aterrorizaron con la condena celestial, mientras que nuestros maridos, padres y hermanos hicieron todo para impedir que tuviéramos contacto con el mundo exterior. Las compañeras trabajadoras que llegaron a nosotros desde la Rusia soviética ganaron nuestra confianza y muchas de nosotras comenzamos a responder a sus llamamientos, a seguir su ejemplo, a enseñar a otras mujeres cómo liberarse de la subyugación, a ya no estar avergonzadas ni temerosas... Creemos en vuestra energía y conocimiento de que en el futuro siempre vendréis en nuestra ayuda, así que nosotras, las mujeres de Oriente, ya no volveremos a la antigua esclavitud, a los barrotes de hierro cerrados, sofocadas bajo los velos de la sumisión y la soledad". (8)
En este momento tan importante para el joven proletariado ruso, que necesitaba demostrar su capacidad de defender el nuevo modelo social de la agresión externa de los otros países capitalistas, la formación política era particularmente importante. Por eso el Congreso de Trabajadoras Industriales de Petrogrado decidió crear una comisión especial, con una participación mayoritaria de mujeres, para formar a las mujeres sobre cómo ejercer sus nuevos derechos. También, el nuevo gobierno bolchevique implantó la legislación más avanzada, garantizando en los centros de trabajo el derecho de las mujeres a participar directamente en la actividad social y política, eliminando todos los obstáculos formales y concretos que en el pasado habían significado la subordinación de su actividad social y política, y su servilismo ante el hombre. En diciembre de 1917 se propuso nueva legislación sobre maternidad y salud, se creó un fondo sanitario público que no deducía nada de los salarios de los trabajadores y que beneficiaba tanto a trabajadores como a trabajadoras, además de a las esposas de los trabajadores.
Después del triunfo de la revolución, Kollontai entró en el nuevo gobierno soviético como comisaria para los servicios sociales. Este puesto le permitió participar en la aprobación de nuevas leyes que reconocían a las mujeres como ciudadanas, con los mismos derechos que los hombres. Seis semanas después de la revolución, se introdujo el matrimonio civil y un año después el nuevo código civil reconocía en el matrimonio el mismo estatus entre el marido y la mujer. La distinción entre hijos legítimos e ilegítimos desapareció, el divorcio era mucho más fácil, se basaba en el concepto del acuerdo mutuo entre los cónyuges y permitía el divorcio inmediato, y el mantenimiento estaría garantizado en casos de desempleo o dificultades económicas.
En enero de 1916, el departamento para la "protección de la maternidad y la juventud" se estableció oficialmente. Garantizaba la ayuda a las trabajadoras embarazadas y a las madres que acababan de dar a luz, garantizando que esta ley se respetaba. Esta ley era particularmente firme antes y después del nacimiento. Se estableció que no deberían hacer trabajo duro, se prohibió el traslado o el despido de las mujeres embarazadas. También se prohibió el trabajo nocturno para las embarazadas y las madres que acababan de dar a luz, se crearon clínicas maternales especiales.
Las comisiones creadas durante el congreso de 1917 se clausuraron después de manifestarse a favor de una implantación rápida de todas estas reformas. Las comisiones estaban formadas por delegados de los Soviets de Trabajadores, Soldados y Campesinos, los sindicatos junto con especialistas sociales y en cuidado infantil. La atención que se dio a los problemas de las mujeres, especialmente por parte de los miembros del Partido Bolchevique, demuestra la importancia que daban a esta cuestión, que ya no estaba relegada a unas cuantas compañeras aisladas. La principal tarea de la comisión era promover la aceptación de las reformas por la gran parte de la población, tuvo que superar los viejos prejuicios que quedaban del período pasado de opresión capitalista.
En 1918 vimos el inicio de los ataques al nuevo estado soviético de las principales potencias imperialistas y el estallido de la guerra civil. Esto puso en primera línea las tareas concretas de preparar a las trabajadoras, junto a los hombres, para resistir la invasión imperialista. Los organizadores del congreso de San Petersburgo decidieron convocar una conferencia de todas las trabajadores y campesinas, ya sean militantes de un partido político o no, de la nueva república soviética. Sverdlov, en nombre del Comité Central de los bolcheviques, apoyó esta iniciativa y participó activamente en la organización de las reuniones para elegir a las delegadas que asistirían a esta conferencia. Hubo una enérgica respuesta de las campesinas y las trabajadores en las fábricas, y de todo el Partido Bolchevique. Finalmente, más de mil delegados consiguieron asistir a la conferencia, toda una conquista si se tiene en cuenta las condiciones de viaje difíciles que muchos delegados tuvieron que superar para llegar a San Petersburgo desde las diferentes regiones de la Unión Soviética.
La conferencia sirvió como un instrumento útil para el establecimiento de una mayor coordinación y unidad de acción entre las zonas desarrolladas y principalmente urbanas de la revolución, y de las zonas más distantes y lejanas. Muchas mujeres se sentían atraídas por el socialismo y se unieron al Partido Bolchevique, se crearon las milicias femeninas de las "Hermanas Rojas", para oponerse activamente a los ejércitos blancos. Aunque las comisiones especiales hicieron un tremendo esfuerzo que finalmente consideró que sus estructuras organizativas eran inadecuadas para las tareas a las que se enfrentaban y en el otoño de 1919 se reorganizaron y se convirtieron en el sector formal del comité central y se les dio el nombre de Genotdel, que publicó un periódico mensual, el Komminitska. Se desarrolló una red de grupos en estrecho contacto con los comités locales del partido. (9) El Genotdel estaba dirigido por los bolcheviques pero no era una estructura de partido que estuviera dirigida por las mujeres, tanto militantes o no, con el objetivo de atraer a las mujeres no politizadas a las ideas del socialismo y el partido.
Alejandra Kolontai y Lenin tenían muy claros los objetivos de este organismo. Su papel era atraer a las mujeres al partido e implicarlas directamente en el trabajo de los soviets y el Estado. Su objetivo también era promover la conciencia dentro de los soviets y llevar adelante un verdadero trabajo de las reivindicaciones específicas de las trabajadoras. Para conseguir estos objetivos, eran necesarias organizaciones especiales y medidas de propaganda, porque era más difícil implicar a las mujeres y politizarlas debido a su aislamiento dentro de la familia. Además, algunas veces la presión violenta de los maridos y la oposición de los padres, ambos porque no toleraban su emancipación efectiva. Por tanto, el Genotdel nunca fue visto como una organización separada, inició la participación de las mujeres en la política, empujándolas al trabajo dentro de los sindicatos, el partido y los soviets.
El Partido Bolchevique organiza a las mujeres después de la revolución
Los bolcheviques organizaron conferencias y congresos por toda Rusia a través del Genotdel, estos acontecimientos atraían a las mujeres campesinas y las ayudaba a participar en las luchas de las mujeres trabajadoras en general. En 1920, en el segundo congreso de la Tercera Internacional, se aprobaron las directrices para crear organizaciones, nacional e internacionalmente, de mujeres bolcheviques.
"Las militantes del Partido Comunista de cualquier país no deberían estar organizadas en asociaciones separadas, deberían miembros de pleno derecho, con las mismas obligaciones y derechos, de los órganos regionales del partido y deberían participar en todos los órganos y niveles del partido. Sin embargo, el Partido Comunista debe tomar medidas específicas y crear órganos especiales cuya tarea será llevar a cabo la agitación entre las mujeres, la organización y la formación de las mismas". (10)
Se crearon una serie de comités para la "agitación entre las mujeres" en cada organizaciones regional y local, su tarea era promover actividades y la militancia de las mujeres en el Partido Bolchevique, sindicatos y otras organizaciones proletarias de lucha. Estos comités tendrían que papel de proporcionar formación política y teórica a los militantes del partido. También fueron importantes en la movilización y organización de las conferencias, cada comité tenía el mandato de trabajar en estrecho contacto con la dirección del partido, todas las resoluciones y decisiones debían estar aprobadas por la dirección nacional del partido. Para avanzar en esta cooperación con la dirección nacional se creó un secretariado para la mujer que mantenía contactos regulares con los comités a todos los niveles. En cuanto a la organización internacional citaremos lo siguiente:
"Dentro de la ejecutiva de la Internacional se formó un secretario para la mujer, estaba compuesto por entre tres y cinco compañeras, nombradas por el congreso de la mujer de la Internacional Comunista y ratificado por el Congreso de la Internacional Comunista o, lo representaba, por la Ejecutiva. El secretariado de la mujer trabaja de acuerdo con la ejecutiva de la Internacional, a la que está vinculada por resoluciones y medidas adoptadas por este organismo. Un representante de este secretariado participa en todas las reuniones y deliberaciones de la Ejecutiva, con voto consultivo en las cuestiones generales, con voto decisorio en las cuestiones que conciernen particular al movimiento de las mujeres.
"Sus tareas son las siguientes:
"1. Lazos activos con los comités nacionales de la mujer de los partidos comunistas individuales y mantener relaciones entre los comités individuales.
"2. Agitación y material de documentación conjunto de las actividades de los comités nacionales para su consulta". (11)
La necesidad de socializar el trabajo en el hogar y organizar servicios como comedores y lavanderías para el beneficio de toda la población trabajadora era crucial. Un nuevo avance llegó en 1920 con la legalización del aborto, con un apoyo social limitado las mujeres trabajadores tenían difícil continuar sustentando a la familia debido a la pobreza entonces endémica del país. Rusia se había convertido en el primer país del mundo en introducir el derecho legal al aborto, esta medida por sí sola permitió terminar con el sufrimiento horrible e incluso la muerte en abortos clandestinos, tanto de la madre como del niño.
Los problemas sin resolver en la Rusia postrevolucionaria
Los primeros años de la revolución fueron muy difíciles y los bolcheviques tenían que luchar en muchos frentes, en condiciones duras, para consolidar la revolución. La Primera Guerra Mundial provocó enormes dificultades para conseguir suministros. Después comenzó la guerra civil, junto con la agresión de los imperialistas contra el recién creado Estado soviético, todo en medio del atraso general de la Rusia zarista. El triunfo de la revolución en uno o más países europeos desarrollados habrían permitido reducir el sufrimiento que soportaba el pueblo ruso, desgraciadamente, en este artículo no tenemos espacio para analizar por qué la revolución no triunfó fuera de las fronteras rusas, sin embargo, la oleada revolucionaria de internacionalismo fue derrotada y durante el invierno de 1921, Rusia estaba devastada por la escasez de comida y la población estaba hambrienta.
Los bolcheviques, bajo la dirección de Lenin, evaluaron la situación e hicieron cuentas, se inició una política de concesiones y se introdujeron algunas leyes económicas capitalistas, se permitieron ciertos elementos de propiedad privada, particularmente en el campo, para mejorar la circulación de mercancías. Esta política se conoce como Nueva Política Económica (NEP) y, desafortunadamente, también provocó una desaceleración del movimiento hacia la emancipación de la mujer. La socialización del trabajo en el hogar se retrasó y muchas mujeres comenzaron a perder sus empleos. Las guarderías y comedores públicos, debido a sus bajos beneficios, no era una inversión atractiva para la naciente burguesía que estaba surgiendo con la CEP. El período de "comunismo de guerra" ya había dejado los servicios públicos en una situación precaria, pero la NEP los condenó totalmente. Después siguió el colapso de las organización de arrendatarios, que se crearon para organizar la socialización de la vida familiar y, por tanto, promover el "espíritu comunista" durante la falta temporal de vivienda adecuada. Reaparecieron los viejos prejuicios que encontraron un terreno fértil en la miseria e infraestructura limitada que entonces existía y, aparentemente, no existía ningún medio de solucionarlo.
Así es como Trotsky describe la situación:
"La revolución trató heroicamente de destruir el antiguo "hogar familiar" corrompido, institución arcaica, rutinaria, asfixiante, que condena a la mujer de la clase trabajadora a los trabajos forzados desde la infancia hasta su muerte. La familia, considerada como una pequeña empresa cerrada, debía ser sustituida, según la intención de los revolucionarios, por un sistema acabado de servicios sociales: maternidades, casas cuna, jardines de infancia, restaurantes, lavanderías, dispensarios, hospitales, sanatorios, organizaciones deportivas, cines, teatros, etc. La absorción completa de las funciones económicas de la familia por la sociedad socialista, al unir a toda una generación por la solidaridad y la asistencia mutua, debía proporcionar a la mujer, y en consecuencia, a la pareja, una verdadera emancipación del yugo secular.
"[...] No fue posible tomar por asalto la antigua familia, y no por falta de buena voluntad; tampoco porque la familia estuviera firmemente asentada en los corazones. Por el contrario, después de un corto periodo de desconfianza hacia el Estado y sus casas cuna, sus jardines de infancia y sus diversos establecimientos, las obreras, y después de ellas, las campesinas más avanzadas, apreciaron las inmensas ventajas de la educación colectiva y de la socialización de la economía familiar. Por desgracia, la sociedad fue demasiado pobre y demasiado poco civilizada. Los recursos reales del Estado no correspondían a los planes y a las intenciones del partido comunista. La familia no puede ser abolida: hay que reemplazarla. La emancipación verdadera de la mujer es imposible en el terreno de la "miseria socializada". La experiencia reveló bien pronto esta dura verdad, formulada hacía cerca de 80 años por Marx". (12)
Muchos rusos huían de las comunas a pesar de los intentos que hicieron los bolcheviques por revitalizarlas (sobre todo Trotsky). Con la revolución limitada a sus propias fronteras y el capitalismo internacional imponiendo el aislamiento, y también la pobreza, la marea revolucionaria se detuvo y se tuvo que mantener en espera la gestión revolucionaria de la economía. El desempleo aumentó y el 58 por ciento de los parados eran mujeres, hubo momentos en que esta cifra alcanzó el 80-90 por ciento.
Aunque la burguesía decía que no era posible acabar con la prostitución, los bolcheviques sí se comprometieron a hacerlo, el problema era que en estas condiciones en lugar de disminuir se extendió. La venta del cuerpo de la mujer, un resto del pasado capitalista, se convirtió en una función económica para algunas mujeres y las relaciones personales se regulaban por el beneficio. El capitalista que compraba la fuerza de trabajo de una trabajadora, ahora consideraba que podía hacer lo mismo con su cuerpo. Bajo el capitalismo, el nexo entre el dinero y la propiedad no permite el pleno florecimiento de una relación de igualdad entre el hombre y la mujer, en muchos matrimonios, a menudo, la esposa suministra servicios sexuales y trabajo en la casa a cambio de seguridad en el hogar. Una herencia cultural y tradiciones que siempre vimos la mujer dependiente del hombre, en ciertas circunstancias de dificultad económica, una mujer puede encontrarse en que su única salida está en la prostitución. Existe un vínculo estrecho entre crisis económica y crecimiento de la prostitución, igual que aumenta el desempleo, históricamente también lo hace el número de mujeres en las calles.
Aunque aparentemente condena las mujeres que son víctimas de la prostitución, el propio sistema capitalista promueve el sexo como una entidad económica. Tanto Lenin como Rosa Luxemburgo, explicaban que la única solución a esta plaga social se encontraba en la reinserción de estas desafortunadas mujeres en el mundo productivo, con su participación en los sindicatos y partidos obreros para luchar contra las causas de su pobreza. La explotación de la mujer que la obliga a vender su cuerpo sólo puede desaparecer con el derrocamiento del sistema económico, social y cultural que es endémico dentro del capitalismo. La única clase capaz de dirigir este proceso tiene primero que liberarse de esa influencia cultural burguesa, que durante este período aún está arraigada en muchos trabajadores. Por tanto, para que las prostitutas puedan conseguir su plena emancipación primero tienen que ser conscientes de su potencial revolucionario como parte de la clase obrera y, de este modo, unirse a los trabajadores abandonando la prostitución. Esto implicaba una rebelión contra su propia degradación y su sumisión total a las leyes de la economía de mercado.
No atajos legales que puedan eliminar este fenómeno, la prostituta no es un criminal que comete un crimen, es una víctima de la sociedad y de las condiciones económicas que ésta impone a las mujeres. En Rusia se estaba creando una nueva sociedad y tenía el potencial de sacar a los trabajadores de la pasividad que engendra la esclavitud capitalista. Se podría (y debería) haber construido una nueva sociedad basada en modelos culturales que eliminen la discriminación entre los trabajadores. Pero en su lugar, debido a las terribles condiciones económicas del país, rodeado por 21 ejércitos y una guerra civil contra el Estado soviético, el triste fenómeno de la prostitución ganó terreno una vez más en un clima fértil de devastación económica.
"El otoño último, Izvestia publicó repentinamente que ‘cerca de mil mujeres que se entregaban en las calles de Moscú al comercio secreto de su carne, acaban de ser detenidas'. Entre ellas: ciento setenta y siete obreras, noventa y dos empleadas, cinco estudiantes, etc. ¿Qué las arrojó a la calle? La insuficiencia de salario, la pobreza, la necesidad de ‘procurarse un suplemento para comprar zapatos, un traje'. En vano hemos tratado de conocer, aunque fuese aproximadamente, las proporciones de este mal social. La púdica burocracia soviética impone el silencio a la estadística. Pero ese silencio obligado basta para comprobar que la ‘clase' de prostitutas soviéticas es numerosa. No puede tratarse aquí de una supervivencia del pasado, puesto que las prostitutas se reclutan entre las mujeres jóvenes. Nadie pensará en reprocharle personalmente al régimen soviético esta plaga tan vieja como la civilización. Pero es imperdonable hablar del triunfo del socialismo mientras subsista la prostitución. Los periódicos afirman, en la medida en que les está permitido tocar este delicado punto, que la prostitución decrece; es posible que esto sea cierto en comparación con los años de hambre y, de desorganización (1931-33). Pero el regreso a las relaciones fundadas sobre el dinero provoca inevitablemente un nuevo aumento de la prostitución y de la infancia abandonada. En donde hay privilegios también hay parias". (13)
La degeneración estalinista
El Estado soviético luchó magníficamente por la liberación de la mujer, veía esta lucha como parte de la necesidad vital de implicar directamente a las masas en la gestión del poder estatal. El nuevo estado obrero podría defender los intereses revolucionarios del proletariado sólo si los trabajadores controlaban la economía. La política bolchevique hacia la mujer formaba parte de una más amplia, destinada a mejorar la alfabetización y la formación cultural de las masas soviéticas, prepararlas para las tareas que la historia las había impuesto. Además, debido a la pobreza, la miseria y el bajo nivel cultural que existía entonces, los bolcheviques tuvieron que basarse en otras clases para la administración de la maquinaria estatal. Lenin y sus colaboradores más estrechos eran conscientes de que se trataba de una batalla para ganar tiempo que implicaba la vida o la muerte de la revolución. La realidad era que el proletariado ruso estaba demasiado subdesarrollado y así era incapaz de controlar solo el Estado. Era vital que la clase obrera elevase su nivel cultural y también que la revolución triunfase a niel internacional, la extensión de la revolución a otros estados europeos. ¡Si estaba batalla se perdía ocurriría lo mismo con la revolución en Rusia!
En esta situación, la muerte de Lenin en 1924 aceleró el proceso de burocratización, ya evidente en la dirección y órganos dirigentes del partido. Toda una capa de funcionarios, encabezados por Stalin, cuyo objetivo principal era proteger sus privilegios, habían abandonado ya la perspectiva de la revolución mundial y ahora estaban en primera línea. El hambre y la guerra civil habían diezmado a los mejores elementos del proletariado y su presencia dentro de los soviets declinaba. Elementos que solían jugar un papel secundario ahora estaban en una posición prominente. Inicialmente, Stalin apoyó la NEP y permitió que a los "nepistas" unas libertades políticas y económicas enormes. En realidad, la NEP fue concebida como una concesión al capitalismo necesaria para salvar la revolución mientas se esperaba el éxito de una revolución en Occidente. Pretendía ser una medida temporal y se reconocía que era una amenaza porque reintroducía en el Estado obrero elementos de economía de mercado. Desde 1922, cuando se introdujo la NEP, el número de guarderías y casas protegidas para las madres comenzó a descender, hasta que rápidamente alcanzó la cifra absurda de 9,3 plazas por cada 1.000 mujeres. En los periódicos aparecían muchos artículos, sobre todo en Kommunitska, que explican el temor de los trabajadores del servicio público sobre el futuro incierto de su empleo.
Con el giro de Stalin hacia la industrialización forzosa después de 1929, el desempleo comenzó a descender. Sin embargo, la Oposición de Izquierdas, dirigida por Trotsky, consideraba el plan de industrialización de Stalin una aventura, concebida sin tener en cuenta el atraso de la economía rusa, que en ese momento aún se basaba principalmente en la agricultura. Sin embargo, la industrialización se aplicó alocada e implacablemente, a un ritmo rápido. El desempleo, que en 1929 era de 1,74 millones, cayó a 1,08 millones en abril de 1930 y simplemente 250.000 en octubre de 1930. (14) Todo esto se consiguió sin los servicios sociales adecuados que habrían ayudado a facilitar la carga que tenían las mujeres que trabajaban largas horas y también en el hogar. Stalin subordinaba todo al fortalecimiento de la industrialización soviética, para que el llamado modelo "socialista real" se aplicada en Rusia y así demostrara su superioridad. El grueso de los recursos humanos y materiales se concentraban en la construcción de la industria soviética, pero sin crear la infraestructura educativa y social para los trabajadores que habría garantizado no sólo la cantidad, sino también la calidad productiva.
El plan de industrialización, que afectó principalmente a sectores de la industria pesada, implicó a muy pocas mujeres. En aquella época las mujeres estaban sobre todo empleadas en la industria ligera o en el hogar como amas de casa. El Genotdel, que era la única institución que se podría haber utilizado para aliviar la situación, fue desmantelado por ser considerado "inútil". En realidad, esta institución había sido la responsable de muchas grandes conquistas para las mujeres trabajadoras. Promovió la extensión de los periódicos para las mujeres, hasta el punto que en 1927 había al menos 18, con una distribución superior a los 400.000 ejemplares. En 1929, más de dos millones y medio de mujeres participaban en su trabajo de formación política, además, jugó un papel importante en el incremento del número de delegadas a los soviets y de militantes en el Partido Bolchevique. En Oriente, la tarea del Genotdel había sido particularmente difícil, había hecho un enorme trabajo ayudando a las mujeres a liberarse de la opresión del velo y la reclusión dentro del hogar. Estas tareas no fueron fáciles y hay muchos ejemplos del precio tan elevado que con frecuencia pagaban las jóvenes, las golpeaban simplemente por haber participado en reuniones de los círculos de mujeres. En 1928, en Uzbekistán, se informó de 203 casos de mujeres asesinadas por sus padres, maridos o hermanos por haber participado en la lucha por la liberación de la mujer.
Para garantizar un mayor margen de maniobra en el reclutamiento de las mujeres para la industria pesada, era necesario eliminar el Genotdel. Eso se hizo mientras que al mismo tiempo se declaraba que la emancipación de la mujer ya se había conseguido. El plan industrial tenía ahora capítulos especiales dedicados a las trabajadoras, pero con unos servicios sociales mínimos. Así se reintrodujo la división histórica de género en el trabajo, por ejemplo, al calcular el número de comidas que se proporciona a los trabajadores en los comedores estatales, sólo era posible garantizar 700.000, los otros 3 millones de trabajadores tenían que basarse en sus esposas para la comida, una vez más, en Leningrado, donde 74.000 mujeres comenzaron a trabajar fuera del hogar, sólo se creó una guardería.
El esfuerzo de educar a las mujeres se volvió inútil porque a menudo tenían que dejar las clases para hacer el trabajo de la casa. Las mujeres que entraron en el mercado laboral durante el primer Plan Quinquenal fueron asignadas mayoritariamente a la categoría laboral más baja. En Leningrado, en 1932, las mujeres eran el 58,6 por ciento de la capa menos cualificada de la fuerza laboral, en Moscú era el 70 por ciento. En otras zonas más alejadas el porcentaje era aún mayor.
El número de trabajadores creció a la fuerza pero sin la formación necesaria que garantizaría una mejora cualitativa de la producción. El Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky se había comprometido en erradicar la doble explotación de la mujer en la sociedad y en la familia, la burocracia estalinista, con su política, acentuó esa explotación. Los nuevos funcionarios soviéticos, separados de las masas e independientes de ellas, tenían la necesidad de tener un control firma de la sociedad. El modelo de familia burguesa era muy útil para conseguir este objetivo. El modelo burgués dividía a la clase obrera en sus respectivas unidades familiares, obligaba a buscar dentro de la familia lo que el Estado era incapaz de garantizar. La familia era ahora el lugar donde el trabajador se veía obligado a buscar aliviar sus dificultades económicas ajustando el presupuesto familiar, esclavizando tanto a la esposa como a los hijos, aislándoles dentro de la unidad familiar, no permitiéndoles que participaran en la actividad política. De este modo, el modelo burgués de familia se convirtió en un medio para cortar la disidencia contra la burocracia.
"El retroceso reviste formas de una hipocresía desalentadora, y ya mucho más lejos de lo que exige la dura necesidad económica. A las razones objetivas de regreso a las normas burguesas, tales como el pago de pensiones alimenticias al hijo, se agrega el interés social de los medios dirigentes en enraizar el derecho burgués. El motivo más imperioso del culto actual de la familia es, sin duda alguna, la necesidad que tiene la burocracia de una jerarquía estable de las relaciones sociales, y de una juventud disciplinada por cuarenta millones de hogares que sirven de apoyo a la autoridad y el poder". (15)
La burocracia estalinista comenzó a eliminar todas las leyes introducidas al principio por los bolcheviques y que permitían tanto a hombres como a mujeres la plena expresión de su potencial. La homosexualidad y la prostitución se declararon ofensas criminales en 1934, castigadas con un mínimo de ocho años de prisión. En 1936 se ilegalizó el aborto y el divorcio para los trabajadores corrientes se convirtió en algo difícil y costoso.
"Después de haber demostrado su incapacidad para proporcionar los socorros médicos necesarios y las instalaciones higiénicas para las mujeres obligadas a recurrir al aborto, el Estado cambia bruscamente y se lanza a la vía de las prohibiciones. Y, como en otros casos, la burocracia hace de la necesidad virtud. Uno de los miembros de la Corte Suprema soviética, Soltz, especializado en problemas del matrimonio, justifica la próxima prohibición del aborto diciendo que, como la sociedad socialista carece de desocupación, etc., etc., la mujer no puede tener el derecho de rechazar ‘las alegrías de la maternidad'.
"[...] Evidentemente estos señores han olvidado que el socialismo debería eliminar las causas que empujan a la mujer al aborto, en vez de hacer intervenir indignamente al policía en la vida íntima de la mujer para imponerle ‘las alegrías de la maternidad'.
"[...] La rehabilitación solemne de la familia que se llevó a cabo -coincidencia providencial- al mismo tiempo que la del rublo, ha sido una consecuencia de la insuficiencia material y cultural del Estado. En lugar de decir: aún somos demasiado indigentes y demasiado incultos para establecer relaciones socialistas entre los hombres: nuestros hijos lo harán, los jefes del régimen recogen los trastos rotos de la familia e imponen, bajo la amenaza de los peores rigores, el dogma de la familia, fundamento sagrado del ‘socialismo triunfante'. Se mide con pena la profundidad de este retroceso". (16)
La burocracia comenzó a inundar la prensa de alabanzas al matrimonio, la belleza del cuidado de los hijos y la familia, elevándose a un principio moral comunista, opuesto al "amor libre" degenerado de la sociedad burguesa. En 1945 se dejó de reconocer la "ley de matrimonio común", a pesar de que estaba reconocido como legítimo desde los años veinte. La nueva conciencia sobre la igualdad de los sexos que se desarrolló en ese período fue duramente restringida.
La asombrosa victoria de la URSS sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, garantizó una mayor estabilidad al Estado soviético. A pesar del cáncer de la burocracia que sufría la sociedad soviética, la economía planificada permitió un desarrollo asombroso impensable en una economía de mercado. Este crecimiento de la economía fue lo que permitió al sistema adquirir un cierto grado de apoyo entre las masas, a pesar de los enormes reveses en el terreno político. Todos los esfuerzos titánicos de los bolcheviques por implicar a las masas directamente en el partido y el trabajo soviético, se evaporaron de la memoria de las masas.
Gracias a la economía planificada introducida por la Revolución de Octubre, a pesar del papel reaccionario de la burocracia estalinista, la mujer comenzó a jugar un papel más importante en la sociedad. En los años sesenta y setenta, el número de mujeres en la universidad sólo era sobrepasado por tres países occidentales: Francia, Finlandia y EEUU. Se aprobaron leyes que moraban la situación de la mujer, se prohibió el trabajo en las minas y nocturno. Entre 1960 y 1971, el número de plazas en preescolar pasó´ de medio millón a 5 millones, estos cambios permitieron a la mujer buscar empleo fuera del hogar. Unas estadísticas de 1971 mostraban que el número de mujeres en el terreno paramédico era del 98 por ciento de la fuerza laboral total. De modo similar, la mujer en la medicina y en la enseñanza estatal suponía el 75 por ciento de la fuerza laboral total, el 90 por ciento de los bibliotecarios eran mujeres. Las mejoras en la sanidad pública gracias al servicio nacional de salud garantizaron que la esperanza de vida de la mujer, que en 1927 era de 30 años, subiera en 1970 a los 74 años. La mortalidad infantil bajó un 90 por ciento. Estos resultados demostraban las ventajas de la economía planificada. Aunque también se hicieron mejoras en los niveles de vida de los países occidentales durante el mismo período, de ninguna manera se pueden comparar con los impresionantes cambios ocurridos en la URSS, sobre todo si consideramos que los países occidentales tenían como punto de partida un nivel económico muy superior.
La eliminación gradual de todos los beneficios derivados del crecimiento económico en el período de la posguerra, permitieron la rendición final a las leyes de la economía de mercado, que llevó inevitablemente al abandono de las conquistas del pasado, con el regreso a la barbarie del capitalismo. Citaremos directamente a Ted Grant:
"El movimiento hacia el capitalismo hizo retroceder rápidamente las conquistas del pasado, retrocedió la posición de la mujer hasta la esclavitud abyecta en el nombre hipócrita de la ‘familia'. La parte más grande de la carga de la crisis se situó sobre los hombros de las mujeres. Las mujeres fueron las primeras en ser despedidas, para evitar tener que pagar subsidios sociales, como los de maternidad o por hijos. Dado que las mujeres formaban más del 51 por ciento de la fuerza laboral rusa y de éste el 90 por ciento de las mujeres trabajaba, el crecimiento del desempleo ha significado que más del 70 por ciento de los trabajadores parados en Rusia son ahora mujeres. En algunas cifras la cifra alcanza el 90 por ciento.
"El colapso de los servicios sociales y el aumento del desempleo significa que todos los beneficios de la economía planificada par las mujeres sistemáticamente desaparecieron.
"(...) En el régimen anterior, las mujeres recibían el 70 por ciento de los salarios masculinos. La cifra ahora es del 40 por ciento. Mantener a una familia con un salario ya era difícil en la antigua URSS. Ahora, con el aumento de la pobreza es prácticamente imposible. De este modo, las mujeres son las víctimas principales de este régimen reaccionario". (17)
Nunca antes las palabras de Marx y Engels en La sagrada familia han sido tan verdaderas:
"El cambio de época histórica siempre se puede determinar por el avance de las mujeres hacia la libertad, porque aquí, en la relación de la mujer con el hombre, del débil con el fuerte, la victoria de la naturaleza humanidad sobre la brutalidad es más evidente. El grado de emancipación de la mujer es la medida natural de la emancipación general". (18)
El empeoramiento de las condiciones de las mujeres bajo el capitalismo subraya la necesidad de continuar la lucha por el derrocamiento de este sistema social y económico, no sólo en un país, sino en todo el mundo. El capitalismo empuja a la sociedad hacia el atraso y es directamente responsable de la aparición de elementos de barbarie dentro de la sociedad. La transformación socialista de la sociedad es la única solución.
Elisabetta Rossi
NOTAS
•1. Ver Socialist Women. European socialist feminism in the nineteenth and early twentieth centuries. Editado por M. J. Boxer & J. H. Quataert, Greenwood Pub, Gropu. 1978.
•2. Donne in rivolta nella Russia zarista. Cathy Porter. Feltrinelli editore. 1977.
•3. M. J. Boxer & J. H. Quataert. Op. cit.
•4. Zetkin femminista senza frontier. G. Badia. Erre emme edizioni. 1994.
•5. G. Badia. Op. Cit.
•6. Natasha. A Bolshevik Woman Organiser. A short biography. L. Katesheva.
•7. Bolshevism. The Road to Revolution. A. Woods. Wellred Publications. Londres. 1999.
•8. www.tightrope.it/user/chefare/donne/burga/dorient.htm
•9. Donne. Resistenza e Rivoluzione. S. Rowbotham. Piccola Biblioteca Eiunaudi. 1972
Como el resto del mundo, el desarrollo industrial de los siglos XVII y XVIII, que cambiaron radicalmente las relaciones dentro del núcleo familiar, también tuvo un efecto profundo sobre el desarrollo de la conciencia de las mujeres rusas con relación a su propia explotación. Con la consolidación del modo capitalista de producción, el viejo modelo económico familiar se desintegró. Se basaba principalmente en la producción para el consumo familiar, las mujeres estaban condenadas a quedar físicamente exhaustas. En el contexto de la vieja familia basada en el modo de producción, aunque oprimidas firmemente por los hombres, las mujeres no eran conscientes de los límites que imponían sobre su desarrollo individual y menos aún sobre sus derechos sociales fundamentales. Primero como hija, después como esposa y madre, una mujer podía pasar su vida dentro de los límites del hogar y la única sociedad que realmente conocía era el núcleo familiar. Cuando el modo capitalista de producción se impone, y con ello la extensión del uso de la maquinaria, la opresión de género comienza a ser percibida como una limitación de la libertad de las mujeres. Por eso estas máquinas socavaron totalmente la producción independiente (o familiar) y permitió a las mujeres de la clase obrera ocupar un papel fuera del hogar. Las mujeres comenzaron entonces a adquirir la conciencia que las empujó a defender sus intereses, comenzaron a ver que estaban discriminadas, fueron conscientes de que tenían menos derechos que los hombres.
Históricamente, las reivindicaciones de la emancipación de las mujeres surgieron inicialmente dentro del movimiento feminista burgués que contaba con mayores recursos financieros y culturales. Sin embargo, sólo cuando estas reivindicaciones fueron adoptadas por las mujeres de la clase obrera, adquirieron la fuerza necesaria para conseguir victorias importantes. No obstante, las mujeres de las clases superiores tendían a ver la lucha por los derechos civiles como una manera de defender su propio estatus social. Esto no necesariamente también debía beneficiar a las mujeres trabajadoras.
El marxismo no considera la cuestión de la mujer como un problema de género, la ve también como la opresión de los empresarios que existe bajo el capitalismo, y un papel fundamental en ella es la opresión de las mujeres. Es una explotación capitalsita que favorece el mantenimiento de la discriminación de sexo. Dentro de las diferentes clases sociales, la driscriminación de las mujeres, así como los métodos y objetivos de las luchas de las mujeres, por necesidad asume una naturaleza distinta. En el momento decisivo, cada mujer apoyará la clase social a la que pertenece. Una mujer de la burguesía no vacilará en apoyar leyes antisindicales, incluso aunque vayan dirigidas contra los intereses de sus "hermanas" de la clase obrera, si contribuyen a aumentar su riqueza. Esta situación no significa que los movimientos feministas burgueses, si sienten necesidad de hacerlo, nunca busquen el apoyo de las mujeres de la clase obrera, lo que demuestra que el poder real en la lucha por la emancipación de la mujer, tanto organizativa como numéricamente, está en las mujeres de la clase obrera.
La mujer durante el reinado de los zares
Como señalaba Engels, el círculo Tchaikovsky (1) fue "el primer grupo en Rusia donde las mujeres jugaron un papel activo e independiente". Este grupo se fundó a principios de 1870 y fue organizado por estudiantes de ambos sexos, unidos por principios éticos y morales, pero sin una ideología común. El objetivo de este grupo era extender la propaganda socialista entre la población, para concienciarla tanto de la explotación económica que sufría como de la posibilidad de superar esta situación con una revolución basada en los campesinos. Los grupos socialistas que trabajaban dentro de las organizaciones políticas que se formaron en esa época, tendían a concentrar su atención en el problema del analfabetismo y la necesidad de elevar el nivel cultural de las capas más explotadas de la sociedad. Con ese objetivo desarrollaron la organización de conferencias sobre el capitalismo y la explotación de clase, además de distribuir escritos políticos y económicos con carácter diverso a un precio muy bajo.
La mayor contribución del grupo Tchaikovsky a la lucha por la emancipación de la mujer fue cómo implicaban a las mujeres en las discusiones y en la actividad política al mismo nivel que los hombres. Las mujeres de estos círculos, sin embargo, procedían de grupos que prohibían la participación masculina. El separatismo y la sospecha hacia la mezcla de grupos no debería sorprendernos si recordamos que se producía dentro del contexto de una Rusia zarista atrasada, donde el temor a la dominación masculina se experimentaba en diferentes maneras dentro de la familia y de la sociedad, las activistas socialistas consideraban la presencia masculina como una amenaza a su autonomía. Esta actitud sólo era una fase necesaria, en ese contexto particular, de un proceso de emancipación personal. El separatismo estaba determinado por la necesidad de las mujeres de desarrollar libremente su propia conciencia de su situación de explotación, superar su propia falta de confianza y prepararse para actuar políticamente junto con los hombres, pero sin sentido de subyugación hacia ellos. Después de haber alcanzado cierto grado de conciencia económica, le necesidad de ir más allá de la lucha "personal" y abrazar una lucha más amplia de un carácter social evidente. Mucho del desarrollo político de las mujeres siguió el mismo patrón general, la conquista de la independencia individual las empujaría a abandonar el feminismo, en su forma más limitada (burguesa), este proceso llevó a la radicalización del grupo Tchaikovsky y otras iniciativas similares, donde ambos sexos se unían para hacer propaganda y agitación socialista.
La mayoría de los grupos estudiantiles (2) estaban influenciados por la ideología bakuninista (anarquista), entre ellos estaba el grupo Rosalie Jakesburg (1872). Estaba muy próximo al Partido Tierra y Libertad, reflejaban -no es sorprendente- la orientación hacia la "mayoría campesina" de la época, incluso entre la vanguardia obrera y estudiantil. En los grupos de estudiantes, se educaba políticamente a las mujeres para que hicieran su actividad de propaganda entre los trabajadores, que condenaban a las mujeres la doble opresión del trabajo en la fábrica y en casa, junto con la implicación directa en la gestión democrática de los procesos de producción y la organización de la sociedad, se podría garantizar la emancipación efectiva de las mujeres. Sólo de esta manera las mujeres serían capaces de decidir y crear servicios y estructuras que las emancipara de los deberes privados del cuidado familiar.
Estos eran los objetivos que animaron a muchas mujeres a participar directamente en el trabajo de propaganda en toda una serie de huelgas en Moscú en 1875. Sin embargo, la mayoría de los organizadores de estas huelgas fueron arrestados y pasaron mucho tiempo en prisión hasta que se realizaron los juicios. Éstos fueron conocidos como el "juicio de las cincuenta" o el "juicio de las mujeres moscovitas". Tuvieron una enorme influencia en la elevación de la conciencia política, no sólo de las entonces organizaciones de mujeres, sino también en las futuras generaciones de mujeres trabajadoras. Así es como Kravinsky, el periodista revolucionario del siglo XIX, describe el juicio:
"Antes de este juicio, los socialistas sólo eran conocidos por la juventud. Ahora un público asombrado mira las caras radicantes de estas jóvenes mujeres que con sus sonrisas dulces como las de un niño, se dirigían hacia un camino sin retorno, sin esperanza, hacia la prisión central, hacia largos años de trabajo forzoso. La gente se decía: ‘Regresamos a la época de los primeros cristianos, empieza a existir una nueva fuerza'". (3)
Muchas de las mujeres que fueron a la huelga o simpatizaban con las detenidas "moscovitas" se unieron al grupo terrorista Narodnaya Volya. Este grupo luchaba con un enorme espíritu de abnegación, aunque con métodos muy cuestionables (más tarde criticados por el propio Lenin), en defensa de la causa de la mujer contra la opresión zarista. Entre sus mejores militantes estaban Vera Figner, miembro del comité ejecutivo y activista socialista desde 1850, junto con su hermana Lydia, que fueron llevadas a juicio en Moscú.
Desde entonces, el movimiento de las mujeres se desarrolló junto a un movimiento obrero más amplio en muchas huelgas espontáneas, especialmente en las industrias textiles, que tuvieron lugar entre 1870 y 1880, donde se empleó a las mujeres a una escala masiva. El resultado de este movimiento fue una ley que prohibía a los niños y a las mujeres trabajar por la noche. Más tarde llegaron las huelgas económicas de 1894-6 de San Petersburgo y la gran huelga del textil de 1896.
La revolución rusa de 1905 y el movimiento feminista burgués
Con la revolución de 1905 cambió radicalmente el cuadro general, muchas mujeres participaron en los acontecimientos como el encabezado por el padre Gapón. Las luchas para la extensión del sufragio, así que las mujeres tendrían el derecho a votar en las elecciones a la Duma, contaron con una participación masiva de las mujeres. Las dificultades iniciales para vincular las luchas contra la opresión específica de género con la lucha de clases más generalizada, a menudo hizo de estas mujeres una presa fácil para el movimiento feminista burgués. Este último jugaba un papel reaccionario porque quería canalizar todas las luchas de las mujeres a través de organizaciones separadas de mujeres, concentrándose sólo en los problemas "universales" de género. La Liga por la Igualdad de las Mujeres y el Partido de las Mujeres Progresistas promovían la armonía entre las empresarias femeninas y las trabajadoras ya que ¡todas eran mujeres! Sin embargo, no tardaron mucho las trabajadores en alejarse de este tipo de organizaciones y comenzar a integrarse más en el movimiento obrero más amplio, y concentrarse en las reivindicaciones sindicales como trabajadores. Desgraciadamente, la guerra contra Japón creó un empobrecimiento general en las zonas rurales, pero también tuvo el efecto de provocar un mayor grado de radicalización entre las campesinas, porque ellas solas tenían que soportar la carga principal de la guerra. Estas mujeres campesinas se convirtieron en dirigentes importantes en las luchas de las mujeres durante los años 1904-1905.
Desafortunadamente, desde un punto de vista político, en 1905-1906, las ideas del movimiento feminista burgués se habían extendido entre los mencheviques, los social revolucionarios e incluso entre algunos activistas bolcheviques. En 1905, en la primera gran conferencia de mujeres celebrada en San Petersburgo, hubo pocas voces en la oposición defendiendo la unidad de la clase obrera frente a la opresión de las mujeres trabajadoras. Para combatir esta influencia burguesa, un grupo de mujeres socialdemócratas (bolcheviques y mencheviques) decidieron dedicar una parte de su actividad de propaganda socialista específicamente a extender las ideas del socialismo entre las mujeres. Estas activistas organizaron una campaña contra el feminismo burgués, oponiendo la interpretación marxista de la cuestión de la mujer. También realizaron un trabajo específico en el partido y los sindicatos destinado a los problemas de las mujeres trabajadoras.
Las diferencias reales en los derechos civiles y políticos entre mujeres y hombres pertenecientes a la misma clase social, se habían ignorado demasiado tiempo dentro del movimiento tradicional de la clase obrera, y era uno de los factores que llevaba a las mujeres a simpatizar con los grupos feministas burgueses que concentraban su atención en la opresión de género. Sin embargo, el trabajo de bolcheviques como A. Kollontai hizo posible que el movimiento de las mujeres asumiera proporciones de masas ya en 1907, sus dirigentes ya organizaban mítines públicos que se oponían públicamente a las feministas burguesas. La propaganda paciente y consecuente de las mujeres socialistas en los centros de trabajo, y en las reuniones organizadas por las feministas, finalmente dio frutos.
El primer círculo de mujeres trabajadores, la Asociación para la Ayuda Mutua de las Mujeres Trabajadoras, se creó en 1907. Podían entrar hombres y mujeres pero los puestos de dirección estaban reservados a las mujeres, la estructura interna del círculo estaba diseñada de tal manera que facilitaba la implicación de las activistas y las permitía participar directamente en las luchas específicas relacionadas con la opresión de la mujer. El objetivo de la asociación era extender las ideas del socialismo entre el proletariado, atraer a las trabajadoras aisladas en los sindicatos y el partido socialdemócrata. No tenían la ambición de convertirse en una entidad política autónoma, separada de las organizaciones tradicionales de la clase obrera, todo lo contrario, proponía que las mujeres deberían entrar en ellas. De esta manera, abrían las puertas a la participación de la mujer en la política. El grupo no centraba su atención sólo en cuestiones relacionadas con la opresión de género, sino que vinculaba estas cuestiones a las condiciones políticas, sociales y económicas que la determinaban. El objetivo no era realizar sólo una agitación feminista limitada, sino también agitación socialista entre las mujeres.
En particular, la asociación tenía fuertes vínculos con el sindicato de trabajadores textiles y estaba representada en diferentes sectores del partido. Participó en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que se celebró en 1907 en Stuttgart. En esa conferencia se discutió qué reivindicaciones plantearían, pero también los métodos que utilizarían para conseguirlas. Clara Zetkin también participó en la conferencia y consiguió que se aprobara una resolución que apelaba a los partidos socialistas de todos los países a "luchar enérgicamente por el sufragio universal (...) tanto en las asambleas legislativas como municipales" (4) Mientras presentaba esta resolución, Zetkin insistió en que el derecho al voto no era un fin en sí mismo, sino simplemente un medio para un fin. Serviría para fortalecer la lucha contra la dominación de clase y la propiedad privada de los medios de producción, la verdadera fuente de la opresión de género, conseguiría que las mujeres trabajadoras estuvieran representadas en las asambleas legislativas y municipales.
La resolución provocó discusiones tanto dentro como fuera de la conferencia, porque algunos activistas (tanto hombres como mujeres) de los distintos partidos socialistas tenían reservas sobre esta cuestión. Uno de ellos fue Wally Zapler, por citar un ejemplo, que pidió que la extensión del derecho al voto se limitara sólo a las elecciones municipales. Victor Adler, el dirigente socialista australiano, quería que la decisión de defender el "sufragio femenino universal" quedara en manos de cada partido.
Después de 1907, las relaciones con las organizaciones feministas burguesas se volvieron particularmente tensas. Sin embargo, cuando éstas decidieron celebrar un congreso de todas las mujeres de Rusia en 1908, las activistas socialdemócratas, con el apoyo importante de Alexandra Kollontai, aprovecharon este acontecimiento para llevar la propaganda socialista a capas más amplias de la sociedad. Organizaron reuniones y discusiones individuales en condiciones de semiclandestinidad para elegir delegados de los grupos del partido y el sindicato. A pesar de sus esfuerzos, las delegadas de la clase obrera que participaron en la conferencia sólo fueron 45, frente a las 700 feministas burgueses. Las participantes socialdemócratas no se desanimaron y aprovecharon cada oportunidad para dejar clara ante todas, su identidad política independiente. Formaron un grupo separado dentro de la conferencia y presentaron resoluciones revolucionarias sobre cada uno de los temas del orden del día, desde la seguridad en el trabajo, a las relaciones de las mujeres con los partidos políticos o el derecho al voto de las mujeres. La mayoría de las delegadas rechazó todas las resoluciones que presentó el ala revolucionaria. Las feministas burguesas rechazaron totalmente la necesidad de luchar contra la propiedad privada de los medios de producción. Cualquier intento de unir a las trabajadores en una única organización "interclasista" con las feministas burguesas demostró ser imposible. La intervención de las mujeres socialistas en esta conferencia sirvió para trazar una línea divisoria clara entre las feministas burguesas y el movimiento socialista revolucionario, sirvió para elevar la conciencia de clase de las trabajadoras.
El sufragio universal
La segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas se celebró en 1910 en Copenhague y se centró en la cuestión del sufragio femenino. En esta cuestión, Clara Zetkin era la más experimentada ya que durante años luchó contra las tendencias burguesas que querían limitar este derecho sólo a aquellas mujeres que tenían propiedad.
La lucha por el "derecho al voto" dividió a las mujeres en líneas de clase. Había varias asociaciones feministas que veían la necesidad de unir a todas las mujeres en la lucha por los derechos de la mujer, además de las divisiones de clase. De una manera hipócrita, consideraban la lucha como un simple medio de obtener el voto para las mujeres propietarias. Clara Zetkin explicó que conceder el voto sólo a las que tenían propiedad fortalecería a los partidos burgueses frente a las reivindicaciones de más derechos y garantías para todos los trabajadores (ya fueran hombres o mujeres). De esta manera, socavarían la lucha por la emancipación de la clase obrera, conceder el derecho al voto a las mujeres burguesas de ninguna manera significaba que la lucha por el derecho al voto a todas las mujeres fuera más sencilla en el futuro. El proletariado y la burguesía eran clases antagónicas, tanto hombres como mujeres de la clase burguesa, consiguen el beneficio de la explotación de las mujeres trabajadoras, así que nunca apoyaran de buena gana su emancipación.
Estas son las palabras que en 1907 pronunció Clara Zetkin en el congreso en el congreso de la Internacional Socialista en Stuttgart:
"El derecho al voto ayuda a las mujeres burgueses a derribar esas barreras en forma de privilegios para el sexo masculino que son un obstáculo para su propio desarrollo y actividad. Para las mujeres trabajadoras, este derecho se convierte en un arma en la batalla que debe realizar para que la humanidad supere la explotación y el dominio de clase. Las permite una mayor participación en la lucha por la conquista del poder político y construir el orden socialista, el único que permite una solución radical a la cuestión de la mujer (...). Las trabajadoras no pueden por tanto contar con el apoyo de las mujeres de la burguesía en la lucha por los derechos civiles. Las contradicciones de clase excluyen la posibilidad de que las trabajadoras se conviertan en aliadas del movimiento feminista burgués. Esto no significa que rechacen a las feministas burguesas si estas últimas, en la lucha por el sufragio universal femenino, están con ellas en la lucha contra el enemigo común en diferentes frentes. Sin embargo, las trabajadoras deben ser plenamente conscientes de que el derecho al voto no se puede ganar a través de la lucha del sexo femenino sin la discriminación de clase contra el sexo masculino, pero sólo a través de la lucha de clases de todos los explotados, sin discriminación de sexo, contra todos los explotadores, siempre sin ninguna discriminación de sexo". (5)
Los conflictos dentro del movimiento sufragista subrayaron las diferencias de clase. Estaban aquellas que consideraban el conflicto de género como el tema principal, pero luego estaban las que subordinaban esta lucha a la emancipación de la clase obrera en su conjunto. Aunque esta situación no resolvía la cuestión por sí misma, sí que era una condición previa necesaria para la emancipación de la mujer.
Las organizaciones de las mujeres trabajadoras en el período que llevó a 1917
El movimiento de mujeres socialistas estaba en la difícil situación de tener que responder a las tendencias burguesas mientras que, al mismo tiempo, debía hacer frente a la falta de confianza por parte de los miembros masculinos de los propios partidos socialdemócratas. Los activistas masculinos que no sufrían directamente la discriminación de género tendían a confundir las reivindicaciones de sus compañeras femeninas con un cierto radicalismo pequeño burugés. En este período, la oposición a nivel internacional de los partidos socialdemócratas demostró ser un obstáculo par la creación de un secretariado especial de agitación entre las trabajadoras, algo que había pedido Kollontai. No se entendía la importancia de tener estructuras adecuadas, con un cierto grado de autonomía organizativa, pero vinculadas estrechamente al partido política y estratégicamente, podían atraer a las mujeres al proceso revolucionario. Existía un temor a que si se hacían concesiones eso llevara a una política separada.
A pesar de estas dificultades, el 19 de marzo de 1911, se proclamó el primer día internacional de la mujer. Gracias al trabajo de la dirigente socialdemócrata alemana, Clara Zetkin, se organizaron en Alemania mítines y manifestaciones en los que participaron decenas de miles de mujeres. Gracias a un trabajo similar por parte de Samoilova y Kollontai, el 8 de marzo de 1913, el Día Internacional de la Mujer, consiguió un éxito similar en Rusia.
Cada vez aparecían más artículos en la prensa del partido sobre la necesidad de hacer un trabajo entre las mujeres y sobre los problemas específicos de la mujer. Después, bajo la presión de Lenin, apreció un periódico especial dedicado a las mujeres trabajadoras: La obrera (Rabotnitsa). (7) Los miembros del primer comité de redacción fueron detenidos por la política zarista, pero aún así, el primer número apareció en 1914. Ese mismo año, el Comité Central bolchevique decidió crear un comité especial para organizar los actos del Día Internacional de la Mujer. Se celebraron reuniones en las fábricas y lugares públicos para discutir temas relacionados con la opresión de las mujeres, eligieron representantes entre los participantes en las discusiones y propuestas, para crear un nuevo comité.
Pero también fue el año en que los partidos de la Segunda Internacional traicionó las aspiraciones de millones de trabajadores al votar a favor de la guerra mundial imperialista, apoyaron a sus respectivas burguesías nacionales en el parlamento. En este contexto, los bolcheviques jugaron un papel importante en la defensa de la posición revolucionaria sobre la cuestión de la mujer y fueron capaces de reconstruir una nueva internacional marxista sobre una base sólida.
Mientras tanto, la guerra imperialista significó que muchos trabajadores fueron enviados al frente, y que las mujeres y los niños ocuparon sus lugares en las fábricas. En Petrogrado, entre 1914 y 1917, los trabajadores constituían un tercio de la fuerza laboral total. Una nueva masa de trabajadores comenzó a participar en la producción capitalista a gran escala, en las fábricas, la conciencia de los trabajadores crecía. Empezaban a ser conscientes del papel que su clase podía jugar en la construcción de una nueva sociedad, según participaban en la organización industrial del trabajo y en las estructuras sindicales iban ganando confianza.
La revolución de 1917
Durante 1917, aumentó el consenso general de oposición a la guerra imperialista, fortaleciendo a los bolcheviques que desde 1914 habían denunciado valientemente la guerra. El 23 de febrero, el gobierno intentó detener las manifestaciones convocadas para conmemorar el Día de la Mujer y provocó enfrentamientos con los trabajadores, especialmente en Putilov, la fábrica de San Petersburgo, que acabó con una movilización de masas de los trabajadores. Las mujeres salieron a las calles y se dirigieron a los soldados, que después se negaron a disparar contra los manifestantes volviendo sus bayonetas contra la monarquía zarista. De este modo, a los pocos días de las manifestaciones colapsó el corrompido régimen zarista y comenzó la revolución.
En un número cada vez mayor, los trabajadores jóvenes, tanto hombres como mujeres, se unieron a sus sindicatos y también al Partido Bolchevique. Desde ese momento, no se detendrían hasta que aplastaron la fuente de todo su sufrimiento, no sólo en el centro de trabajo, sino también la guerra imperialista. Los trabajadores de las lavanderías, considerados uno de los sectores más atrasados de los trabajadores, fueron a la huelga y exigieron la nacionalización de las lavanderías bajo el control de los ayuntamientos. No obstante, aunque los bolcheviques naturalmente apoyaron esta reivindicación, los mencheviques y los social revolucionarios [SRs], que eran la mayoría en esa época, consideraban que esta reivindicación era prematura y se opusieron a ella.
El trabajo de propaganda del periódico Rabotnitsa se convirtió en un punto central del trabajo de los bolcheviques. En su comité de redacción había partidarios de la liberación de la mujer como Krupskaya, Innessa Armand, Stahl, Kollontai, Eliazarova, Kudelli, Damailova y Nikolayeva, además de otras trabajadoras de San Petersburgo. Estas mujeres estaban absolutamente dedicadas a la causa revolucionaria, organizaron mítines, y en general centraron el trabajo desarrollando la revolución. Cada fábrica tenía sus propios representantes en el comité de redacción de Rabotnitsa y se reunía semanalmente, donde participaban todas y revisaban los artículos que recibían de las distintas zonas. El periódico también era utilizado como un instrumento para elevar el nivel de comprensión tanto en las estructuras sindicales como políticas, que todavía iban rezagadas con relación a la conciencia de las masas, para un mejor entendimiento del papel de las trabajadoras. En marzo de 1917 los bolcheviques crearon un buró para promover el trabajo revolucionaria entre los trabajadores, pero durante algún tiempo este plan se quedó sólo en el papel, con poca acción. Sin embargo, gracias a la obstinación y perseverancia de las compañeras, consiguieron finalmente implicar al partido en la convocatoria de un congreso de todas las trabajadoras, para discutir la mejor manera de participar y organizar a las mujeres en las luchas revolucionarias que tenían lugar. En este período, Lenin escribió muchos artículos sobre la necesidad de encontrar nuevas estrategias y modelos organizativos específicos para atraer a las trabajadoras al socialismo.
El congreso, organizado a través de los soviets, se celebró entre 1917 y 1918, pero se retrasó inicialmente durante los días de la conquista del poder por el Partido Bolchevique. Muchas mujeres participaron activamente en este proceso y consiguieron cambios importantes en la posición de las mujeres. La victoria sobre el régimen zarista permitió a la recién nacida Rusia soviética implantar varios derechos civiles que el régimen capitalista nunca podría haber concedido en ese período. La implicación de las trabajadoras en la administración y control directo de la producción de mercancías y servicios, a través de los soviets, abría una nueva época de verdadera emancipación de la mujer.
Las "Mujeres de Oriente" saludaron a las trabajadoras y campesinas de la Rusia soviética con discursos en la primera Conferencia Pan-rusa de Mujeres y Militantes Comunistas celebrada en 1921:
"Nosotras, nacidas como esclavas y utilizadas hasta morir como esclavas. Así es como miles, millones de mujeres, pasan su vida, parece que sería su destino eterno, que nunca se romperían sus cadenas. Pero entonces, en octubre de 1917, apreció una estrella roja que nunca antes se había visto y, de este modo, las trabajadoras y campesinas se unieron a la revolución que cambió sus vidas. Las noticias de estos acontecimientos llegaron a nosotros tarde y de una manera confusa y parcial, pero las noticias que nos llegan a Oriente, han derribado los muros, los barrotes de hierro y nuestro parandjà [Velos largos que cubren a la mujer desde la cabeza a los pies].
"Durante mucho tiempo no lo creímos. Los mulás nos amenazaron y aterrorizaron con la condena celestial, mientras que nuestros maridos, padres y hermanos hicieron todo para impedir que tuviéramos contacto con el mundo exterior. Las compañeras trabajadoras que llegaron a nosotros desde la Rusia soviética ganaron nuestra confianza y muchas de nosotras comenzamos a responder a sus llamamientos, a seguir su ejemplo, a enseñar a otras mujeres cómo liberarse de la subyugación, a ya no estar avergonzadas ni temerosas... Creemos en vuestra energía y conocimiento de que en el futuro siempre vendréis en nuestra ayuda, así que nosotras, las mujeres de Oriente, ya no volveremos a la antigua esclavitud, a los barrotes de hierro cerrados, sofocadas bajo los velos de la sumisión y la soledad". (8)
En este momento tan importante para el joven proletariado ruso, que necesitaba demostrar su capacidad de defender el nuevo modelo social de la agresión externa de los otros países capitalistas, la formación política era particularmente importante. Por eso el Congreso de Trabajadoras Industriales de Petrogrado decidió crear una comisión especial, con una participación mayoritaria de mujeres, para formar a las mujeres sobre cómo ejercer sus nuevos derechos. También, el nuevo gobierno bolchevique implantó la legislación más avanzada, garantizando en los centros de trabajo el derecho de las mujeres a participar directamente en la actividad social y política, eliminando todos los obstáculos formales y concretos que en el pasado habían significado la subordinación de su actividad social y política, y su servilismo ante el hombre. En diciembre de 1917 se propuso nueva legislación sobre maternidad y salud, se creó un fondo sanitario público que no deducía nada de los salarios de los trabajadores y que beneficiaba tanto a trabajadores como a trabajadoras, además de a las esposas de los trabajadores.
Después del triunfo de la revolución, Kollontai entró en el nuevo gobierno soviético como comisaria para los servicios sociales. Este puesto le permitió participar en la aprobación de nuevas leyes que reconocían a las mujeres como ciudadanas, con los mismos derechos que los hombres. Seis semanas después de la revolución, se introdujo el matrimonio civil y un año después el nuevo código civil reconocía en el matrimonio el mismo estatus entre el marido y la mujer. La distinción entre hijos legítimos e ilegítimos desapareció, el divorcio era mucho más fácil, se basaba en el concepto del acuerdo mutuo entre los cónyuges y permitía el divorcio inmediato, y el mantenimiento estaría garantizado en casos de desempleo o dificultades económicas.
En enero de 1916, el departamento para la "protección de la maternidad y la juventud" se estableció oficialmente. Garantizaba la ayuda a las trabajadoras embarazadas y a las madres que acababan de dar a luz, garantizando que esta ley se respetaba. Esta ley era particularmente firme antes y después del nacimiento. Se estableció que no deberían hacer trabajo duro, se prohibió el traslado o el despido de las mujeres embarazadas. También se prohibió el trabajo nocturno para las embarazadas y las madres que acababan de dar a luz, se crearon clínicas maternales especiales.
Las comisiones creadas durante el congreso de 1917 se clausuraron después de manifestarse a favor de una implantación rápida de todas estas reformas. Las comisiones estaban formadas por delegados de los Soviets de Trabajadores, Soldados y Campesinos, los sindicatos junto con especialistas sociales y en cuidado infantil. La atención que se dio a los problemas de las mujeres, especialmente por parte de los miembros del Partido Bolchevique, demuestra la importancia que daban a esta cuestión, que ya no estaba relegada a unas cuantas compañeras aisladas. La principal tarea de la comisión era promover la aceptación de las reformas por la gran parte de la población, tuvo que superar los viejos prejuicios que quedaban del período pasado de opresión capitalista.
En 1918 vimos el inicio de los ataques al nuevo estado soviético de las principales potencias imperialistas y el estallido de la guerra civil. Esto puso en primera línea las tareas concretas de preparar a las trabajadoras, junto a los hombres, para resistir la invasión imperialista. Los organizadores del congreso de San Petersburgo decidieron convocar una conferencia de todas las trabajadores y campesinas, ya sean militantes de un partido político o no, de la nueva república soviética. Sverdlov, en nombre del Comité Central de los bolcheviques, apoyó esta iniciativa y participó activamente en la organización de las reuniones para elegir a las delegadas que asistirían a esta conferencia. Hubo una enérgica respuesta de las campesinas y las trabajadores en las fábricas, y de todo el Partido Bolchevique. Finalmente, más de mil delegados consiguieron asistir a la conferencia, toda una conquista si se tiene en cuenta las condiciones de viaje difíciles que muchos delegados tuvieron que superar para llegar a San Petersburgo desde las diferentes regiones de la Unión Soviética.
La conferencia sirvió como un instrumento útil para el establecimiento de una mayor coordinación y unidad de acción entre las zonas desarrolladas y principalmente urbanas de la revolución, y de las zonas más distantes y lejanas. Muchas mujeres se sentían atraídas por el socialismo y se unieron al Partido Bolchevique, se crearon las milicias femeninas de las "Hermanas Rojas", para oponerse activamente a los ejércitos blancos. Aunque las comisiones especiales hicieron un tremendo esfuerzo que finalmente consideró que sus estructuras organizativas eran inadecuadas para las tareas a las que se enfrentaban y en el otoño de 1919 se reorganizaron y se convirtieron en el sector formal del comité central y se les dio el nombre de Genotdel, que publicó un periódico mensual, el Komminitska. Se desarrolló una red de grupos en estrecho contacto con los comités locales del partido. (9) El Genotdel estaba dirigido por los bolcheviques pero no era una estructura de partido que estuviera dirigida por las mujeres, tanto militantes o no, con el objetivo de atraer a las mujeres no politizadas a las ideas del socialismo y el partido.
Alejandra Kolontai y Lenin tenían muy claros los objetivos de este organismo. Su papel era atraer a las mujeres al partido e implicarlas directamente en el trabajo de los soviets y el Estado. Su objetivo también era promover la conciencia dentro de los soviets y llevar adelante un verdadero trabajo de las reivindicaciones específicas de las trabajadoras. Para conseguir estos objetivos, eran necesarias organizaciones especiales y medidas de propaganda, porque era más difícil implicar a las mujeres y politizarlas debido a su aislamiento dentro de la familia. Además, algunas veces la presión violenta de los maridos y la oposición de los padres, ambos porque no toleraban su emancipación efectiva. Por tanto, el Genotdel nunca fue visto como una organización separada, inició la participación de las mujeres en la política, empujándolas al trabajo dentro de los sindicatos, el partido y los soviets.
El Partido Bolchevique organiza a las mujeres después de la revolución
Los bolcheviques organizaron conferencias y congresos por toda Rusia a través del Genotdel, estos acontecimientos atraían a las mujeres campesinas y las ayudaba a participar en las luchas de las mujeres trabajadoras en general. En 1920, en el segundo congreso de la Tercera Internacional, se aprobaron las directrices para crear organizaciones, nacional e internacionalmente, de mujeres bolcheviques.
"Las militantes del Partido Comunista de cualquier país no deberían estar organizadas en asociaciones separadas, deberían miembros de pleno derecho, con las mismas obligaciones y derechos, de los órganos regionales del partido y deberían participar en todos los órganos y niveles del partido. Sin embargo, el Partido Comunista debe tomar medidas específicas y crear órganos especiales cuya tarea será llevar a cabo la agitación entre las mujeres, la organización y la formación de las mismas". (10)
Se crearon una serie de comités para la "agitación entre las mujeres" en cada organizaciones regional y local, su tarea era promover actividades y la militancia de las mujeres en el Partido Bolchevique, sindicatos y otras organizaciones proletarias de lucha. Estos comités tendrían que papel de proporcionar formación política y teórica a los militantes del partido. También fueron importantes en la movilización y organización de las conferencias, cada comité tenía el mandato de trabajar en estrecho contacto con la dirección del partido, todas las resoluciones y decisiones debían estar aprobadas por la dirección nacional del partido. Para avanzar en esta cooperación con la dirección nacional se creó un secretariado para la mujer que mantenía contactos regulares con los comités a todos los niveles. En cuanto a la organización internacional citaremos lo siguiente:
"Dentro de la ejecutiva de la Internacional se formó un secretario para la mujer, estaba compuesto por entre tres y cinco compañeras, nombradas por el congreso de la mujer de la Internacional Comunista y ratificado por el Congreso de la Internacional Comunista o, lo representaba, por la Ejecutiva. El secretariado de la mujer trabaja de acuerdo con la ejecutiva de la Internacional, a la que está vinculada por resoluciones y medidas adoptadas por este organismo. Un representante de este secretariado participa en todas las reuniones y deliberaciones de la Ejecutiva, con voto consultivo en las cuestiones generales, con voto decisorio en las cuestiones que conciernen particular al movimiento de las mujeres.
"Sus tareas son las siguientes:
"1. Lazos activos con los comités nacionales de la mujer de los partidos comunistas individuales y mantener relaciones entre los comités individuales.
"2. Agitación y material de documentación conjunto de las actividades de los comités nacionales para su consulta". (11)
La necesidad de socializar el trabajo en el hogar y organizar servicios como comedores y lavanderías para el beneficio de toda la población trabajadora era crucial. Un nuevo avance llegó en 1920 con la legalización del aborto, con un apoyo social limitado las mujeres trabajadores tenían difícil continuar sustentando a la familia debido a la pobreza entonces endémica del país. Rusia se había convertido en el primer país del mundo en introducir el derecho legal al aborto, esta medida por sí sola permitió terminar con el sufrimiento horrible e incluso la muerte en abortos clandestinos, tanto de la madre como del niño.
Los problemas sin resolver en la Rusia postrevolucionaria
Los primeros años de la revolución fueron muy difíciles y los bolcheviques tenían que luchar en muchos frentes, en condiciones duras, para consolidar la revolución. La Primera Guerra Mundial provocó enormes dificultades para conseguir suministros. Después comenzó la guerra civil, junto con la agresión de los imperialistas contra el recién creado Estado soviético, todo en medio del atraso general de la Rusia zarista. El triunfo de la revolución en uno o más países europeos desarrollados habrían permitido reducir el sufrimiento que soportaba el pueblo ruso, desgraciadamente, en este artículo no tenemos espacio para analizar por qué la revolución no triunfó fuera de las fronteras rusas, sin embargo, la oleada revolucionaria de internacionalismo fue derrotada y durante el invierno de 1921, Rusia estaba devastada por la escasez de comida y la población estaba hambrienta.
Los bolcheviques, bajo la dirección de Lenin, evaluaron la situación e hicieron cuentas, se inició una política de concesiones y se introdujeron algunas leyes económicas capitalistas, se permitieron ciertos elementos de propiedad privada, particularmente en el campo, para mejorar la circulación de mercancías. Esta política se conoce como Nueva Política Económica (NEP) y, desafortunadamente, también provocó una desaceleración del movimiento hacia la emancipación de la mujer. La socialización del trabajo en el hogar se retrasó y muchas mujeres comenzaron a perder sus empleos. Las guarderías y comedores públicos, debido a sus bajos beneficios, no era una inversión atractiva para la naciente burguesía que estaba surgiendo con la CEP. El período de "comunismo de guerra" ya había dejado los servicios públicos en una situación precaria, pero la NEP los condenó totalmente. Después siguió el colapso de las organización de arrendatarios, que se crearon para organizar la socialización de la vida familiar y, por tanto, promover el "espíritu comunista" durante la falta temporal de vivienda adecuada. Reaparecieron los viejos prejuicios que encontraron un terreno fértil en la miseria e infraestructura limitada que entonces existía y, aparentemente, no existía ningún medio de solucionarlo.
Así es como Trotsky describe la situación:
"La revolución trató heroicamente de destruir el antiguo "hogar familiar" corrompido, institución arcaica, rutinaria, asfixiante, que condena a la mujer de la clase trabajadora a los trabajos forzados desde la infancia hasta su muerte. La familia, considerada como una pequeña empresa cerrada, debía ser sustituida, según la intención de los revolucionarios, por un sistema acabado de servicios sociales: maternidades, casas cuna, jardines de infancia, restaurantes, lavanderías, dispensarios, hospitales, sanatorios, organizaciones deportivas, cines, teatros, etc. La absorción completa de las funciones económicas de la familia por la sociedad socialista, al unir a toda una generación por la solidaridad y la asistencia mutua, debía proporcionar a la mujer, y en consecuencia, a la pareja, una verdadera emancipación del yugo secular.
"[...] No fue posible tomar por asalto la antigua familia, y no por falta de buena voluntad; tampoco porque la familia estuviera firmemente asentada en los corazones. Por el contrario, después de un corto periodo de desconfianza hacia el Estado y sus casas cuna, sus jardines de infancia y sus diversos establecimientos, las obreras, y después de ellas, las campesinas más avanzadas, apreciaron las inmensas ventajas de la educación colectiva y de la socialización de la economía familiar. Por desgracia, la sociedad fue demasiado pobre y demasiado poco civilizada. Los recursos reales del Estado no correspondían a los planes y a las intenciones del partido comunista. La familia no puede ser abolida: hay que reemplazarla. La emancipación verdadera de la mujer es imposible en el terreno de la "miseria socializada". La experiencia reveló bien pronto esta dura verdad, formulada hacía cerca de 80 años por Marx". (12)
Muchos rusos huían de las comunas a pesar de los intentos que hicieron los bolcheviques por revitalizarlas (sobre todo Trotsky). Con la revolución limitada a sus propias fronteras y el capitalismo internacional imponiendo el aislamiento, y también la pobreza, la marea revolucionaria se detuvo y se tuvo que mantener en espera la gestión revolucionaria de la economía. El desempleo aumentó y el 58 por ciento de los parados eran mujeres, hubo momentos en que esta cifra alcanzó el 80-90 por ciento.
Aunque la burguesía decía que no era posible acabar con la prostitución, los bolcheviques sí se comprometieron a hacerlo, el problema era que en estas condiciones en lugar de disminuir se extendió. La venta del cuerpo de la mujer, un resto del pasado capitalista, se convirtió en una función económica para algunas mujeres y las relaciones personales se regulaban por el beneficio. El capitalista que compraba la fuerza de trabajo de una trabajadora, ahora consideraba que podía hacer lo mismo con su cuerpo. Bajo el capitalismo, el nexo entre el dinero y la propiedad no permite el pleno florecimiento de una relación de igualdad entre el hombre y la mujer, en muchos matrimonios, a menudo, la esposa suministra servicios sexuales y trabajo en la casa a cambio de seguridad en el hogar. Una herencia cultural y tradiciones que siempre vimos la mujer dependiente del hombre, en ciertas circunstancias de dificultad económica, una mujer puede encontrarse en que su única salida está en la prostitución. Existe un vínculo estrecho entre crisis económica y crecimiento de la prostitución, igual que aumenta el desempleo, históricamente también lo hace el número de mujeres en las calles.
Aunque aparentemente condena las mujeres que son víctimas de la prostitución, el propio sistema capitalista promueve el sexo como una entidad económica. Tanto Lenin como Rosa Luxemburgo, explicaban que la única solución a esta plaga social se encontraba en la reinserción de estas desafortunadas mujeres en el mundo productivo, con su participación en los sindicatos y partidos obreros para luchar contra las causas de su pobreza. La explotación de la mujer que la obliga a vender su cuerpo sólo puede desaparecer con el derrocamiento del sistema económico, social y cultural que es endémico dentro del capitalismo. La única clase capaz de dirigir este proceso tiene primero que liberarse de esa influencia cultural burguesa, que durante este período aún está arraigada en muchos trabajadores. Por tanto, para que las prostitutas puedan conseguir su plena emancipación primero tienen que ser conscientes de su potencial revolucionario como parte de la clase obrera y, de este modo, unirse a los trabajadores abandonando la prostitución. Esto implicaba una rebelión contra su propia degradación y su sumisión total a las leyes de la economía de mercado.
No atajos legales que puedan eliminar este fenómeno, la prostituta no es un criminal que comete un crimen, es una víctima de la sociedad y de las condiciones económicas que ésta impone a las mujeres. En Rusia se estaba creando una nueva sociedad y tenía el potencial de sacar a los trabajadores de la pasividad que engendra la esclavitud capitalista. Se podría (y debería) haber construido una nueva sociedad basada en modelos culturales que eliminen la discriminación entre los trabajadores. Pero en su lugar, debido a las terribles condiciones económicas del país, rodeado por 21 ejércitos y una guerra civil contra el Estado soviético, el triste fenómeno de la prostitución ganó terreno una vez más en un clima fértil de devastación económica.
"El otoño último, Izvestia publicó repentinamente que ‘cerca de mil mujeres que se entregaban en las calles de Moscú al comercio secreto de su carne, acaban de ser detenidas'. Entre ellas: ciento setenta y siete obreras, noventa y dos empleadas, cinco estudiantes, etc. ¿Qué las arrojó a la calle? La insuficiencia de salario, la pobreza, la necesidad de ‘procurarse un suplemento para comprar zapatos, un traje'. En vano hemos tratado de conocer, aunque fuese aproximadamente, las proporciones de este mal social. La púdica burocracia soviética impone el silencio a la estadística. Pero ese silencio obligado basta para comprobar que la ‘clase' de prostitutas soviéticas es numerosa. No puede tratarse aquí de una supervivencia del pasado, puesto que las prostitutas se reclutan entre las mujeres jóvenes. Nadie pensará en reprocharle personalmente al régimen soviético esta plaga tan vieja como la civilización. Pero es imperdonable hablar del triunfo del socialismo mientras subsista la prostitución. Los periódicos afirman, en la medida en que les está permitido tocar este delicado punto, que la prostitución decrece; es posible que esto sea cierto en comparación con los años de hambre y, de desorganización (1931-33). Pero el regreso a las relaciones fundadas sobre el dinero provoca inevitablemente un nuevo aumento de la prostitución y de la infancia abandonada. En donde hay privilegios también hay parias". (13)
La degeneración estalinista
El Estado soviético luchó magníficamente por la liberación de la mujer, veía esta lucha como parte de la necesidad vital de implicar directamente a las masas en la gestión del poder estatal. El nuevo estado obrero podría defender los intereses revolucionarios del proletariado sólo si los trabajadores controlaban la economía. La política bolchevique hacia la mujer formaba parte de una más amplia, destinada a mejorar la alfabetización y la formación cultural de las masas soviéticas, prepararlas para las tareas que la historia las había impuesto. Además, debido a la pobreza, la miseria y el bajo nivel cultural que existía entonces, los bolcheviques tuvieron que basarse en otras clases para la administración de la maquinaria estatal. Lenin y sus colaboradores más estrechos eran conscientes de que se trataba de una batalla para ganar tiempo que implicaba la vida o la muerte de la revolución. La realidad era que el proletariado ruso estaba demasiado subdesarrollado y así era incapaz de controlar solo el Estado. Era vital que la clase obrera elevase su nivel cultural y también que la revolución triunfase a niel internacional, la extensión de la revolución a otros estados europeos. ¡Si estaba batalla se perdía ocurriría lo mismo con la revolución en Rusia!
En esta situación, la muerte de Lenin en 1924 aceleró el proceso de burocratización, ya evidente en la dirección y órganos dirigentes del partido. Toda una capa de funcionarios, encabezados por Stalin, cuyo objetivo principal era proteger sus privilegios, habían abandonado ya la perspectiva de la revolución mundial y ahora estaban en primera línea. El hambre y la guerra civil habían diezmado a los mejores elementos del proletariado y su presencia dentro de los soviets declinaba. Elementos que solían jugar un papel secundario ahora estaban en una posición prominente. Inicialmente, Stalin apoyó la NEP y permitió que a los "nepistas" unas libertades políticas y económicas enormes. En realidad, la NEP fue concebida como una concesión al capitalismo necesaria para salvar la revolución mientas se esperaba el éxito de una revolución en Occidente. Pretendía ser una medida temporal y se reconocía que era una amenaza porque reintroducía en el Estado obrero elementos de economía de mercado. Desde 1922, cuando se introdujo la NEP, el número de guarderías y casas protegidas para las madres comenzó a descender, hasta que rápidamente alcanzó la cifra absurda de 9,3 plazas por cada 1.000 mujeres. En los periódicos aparecían muchos artículos, sobre todo en Kommunitska, que explican el temor de los trabajadores del servicio público sobre el futuro incierto de su empleo.
Con el giro de Stalin hacia la industrialización forzosa después de 1929, el desempleo comenzó a descender. Sin embargo, la Oposición de Izquierdas, dirigida por Trotsky, consideraba el plan de industrialización de Stalin una aventura, concebida sin tener en cuenta el atraso de la economía rusa, que en ese momento aún se basaba principalmente en la agricultura. Sin embargo, la industrialización se aplicó alocada e implacablemente, a un ritmo rápido. El desempleo, que en 1929 era de 1,74 millones, cayó a 1,08 millones en abril de 1930 y simplemente 250.000 en octubre de 1930. (14) Todo esto se consiguió sin los servicios sociales adecuados que habrían ayudado a facilitar la carga que tenían las mujeres que trabajaban largas horas y también en el hogar. Stalin subordinaba todo al fortalecimiento de la industrialización soviética, para que el llamado modelo "socialista real" se aplicada en Rusia y así demostrara su superioridad. El grueso de los recursos humanos y materiales se concentraban en la construcción de la industria soviética, pero sin crear la infraestructura educativa y social para los trabajadores que habría garantizado no sólo la cantidad, sino también la calidad productiva.
El plan de industrialización, que afectó principalmente a sectores de la industria pesada, implicó a muy pocas mujeres. En aquella época las mujeres estaban sobre todo empleadas en la industria ligera o en el hogar como amas de casa. El Genotdel, que era la única institución que se podría haber utilizado para aliviar la situación, fue desmantelado por ser considerado "inútil". En realidad, esta institución había sido la responsable de muchas grandes conquistas para las mujeres trabajadoras. Promovió la extensión de los periódicos para las mujeres, hasta el punto que en 1927 había al menos 18, con una distribución superior a los 400.000 ejemplares. En 1929, más de dos millones y medio de mujeres participaban en su trabajo de formación política, además, jugó un papel importante en el incremento del número de delegadas a los soviets y de militantes en el Partido Bolchevique. En Oriente, la tarea del Genotdel había sido particularmente difícil, había hecho un enorme trabajo ayudando a las mujeres a liberarse de la opresión del velo y la reclusión dentro del hogar. Estas tareas no fueron fáciles y hay muchos ejemplos del precio tan elevado que con frecuencia pagaban las jóvenes, las golpeaban simplemente por haber participado en reuniones de los círculos de mujeres. En 1928, en Uzbekistán, se informó de 203 casos de mujeres asesinadas por sus padres, maridos o hermanos por haber participado en la lucha por la liberación de la mujer.
Para garantizar un mayor margen de maniobra en el reclutamiento de las mujeres para la industria pesada, era necesario eliminar el Genotdel. Eso se hizo mientras que al mismo tiempo se declaraba que la emancipación de la mujer ya se había conseguido. El plan industrial tenía ahora capítulos especiales dedicados a las trabajadoras, pero con unos servicios sociales mínimos. Así se reintrodujo la división histórica de género en el trabajo, por ejemplo, al calcular el número de comidas que se proporciona a los trabajadores en los comedores estatales, sólo era posible garantizar 700.000, los otros 3 millones de trabajadores tenían que basarse en sus esposas para la comida, una vez más, en Leningrado, donde 74.000 mujeres comenzaron a trabajar fuera del hogar, sólo se creó una guardería.
El esfuerzo de educar a las mujeres se volvió inútil porque a menudo tenían que dejar las clases para hacer el trabajo de la casa. Las mujeres que entraron en el mercado laboral durante el primer Plan Quinquenal fueron asignadas mayoritariamente a la categoría laboral más baja. En Leningrado, en 1932, las mujeres eran el 58,6 por ciento de la capa menos cualificada de la fuerza laboral, en Moscú era el 70 por ciento. En otras zonas más alejadas el porcentaje era aún mayor.
El número de trabajadores creció a la fuerza pero sin la formación necesaria que garantizaría una mejora cualitativa de la producción. El Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky se había comprometido en erradicar la doble explotación de la mujer en la sociedad y en la familia, la burocracia estalinista, con su política, acentuó esa explotación. Los nuevos funcionarios soviéticos, separados de las masas e independientes de ellas, tenían la necesidad de tener un control firma de la sociedad. El modelo de familia burguesa era muy útil para conseguir este objetivo. El modelo burgués dividía a la clase obrera en sus respectivas unidades familiares, obligaba a buscar dentro de la familia lo que el Estado era incapaz de garantizar. La familia era ahora el lugar donde el trabajador se veía obligado a buscar aliviar sus dificultades económicas ajustando el presupuesto familiar, esclavizando tanto a la esposa como a los hijos, aislándoles dentro de la unidad familiar, no permitiéndoles que participaran en la actividad política. De este modo, el modelo burgués de familia se convirtió en un medio para cortar la disidencia contra la burocracia.
"El retroceso reviste formas de una hipocresía desalentadora, y ya mucho más lejos de lo que exige la dura necesidad económica. A las razones objetivas de regreso a las normas burguesas, tales como el pago de pensiones alimenticias al hijo, se agrega el interés social de los medios dirigentes en enraizar el derecho burgués. El motivo más imperioso del culto actual de la familia es, sin duda alguna, la necesidad que tiene la burocracia de una jerarquía estable de las relaciones sociales, y de una juventud disciplinada por cuarenta millones de hogares que sirven de apoyo a la autoridad y el poder". (15)
La burocracia estalinista comenzó a eliminar todas las leyes introducidas al principio por los bolcheviques y que permitían tanto a hombres como a mujeres la plena expresión de su potencial. La homosexualidad y la prostitución se declararon ofensas criminales en 1934, castigadas con un mínimo de ocho años de prisión. En 1936 se ilegalizó el aborto y el divorcio para los trabajadores corrientes se convirtió en algo difícil y costoso.
"Después de haber demostrado su incapacidad para proporcionar los socorros médicos necesarios y las instalaciones higiénicas para las mujeres obligadas a recurrir al aborto, el Estado cambia bruscamente y se lanza a la vía de las prohibiciones. Y, como en otros casos, la burocracia hace de la necesidad virtud. Uno de los miembros de la Corte Suprema soviética, Soltz, especializado en problemas del matrimonio, justifica la próxima prohibición del aborto diciendo que, como la sociedad socialista carece de desocupación, etc., etc., la mujer no puede tener el derecho de rechazar ‘las alegrías de la maternidad'.
"[...] Evidentemente estos señores han olvidado que el socialismo debería eliminar las causas que empujan a la mujer al aborto, en vez de hacer intervenir indignamente al policía en la vida íntima de la mujer para imponerle ‘las alegrías de la maternidad'.
"[...] La rehabilitación solemne de la familia que se llevó a cabo -coincidencia providencial- al mismo tiempo que la del rublo, ha sido una consecuencia de la insuficiencia material y cultural del Estado. En lugar de decir: aún somos demasiado indigentes y demasiado incultos para establecer relaciones socialistas entre los hombres: nuestros hijos lo harán, los jefes del régimen recogen los trastos rotos de la familia e imponen, bajo la amenaza de los peores rigores, el dogma de la familia, fundamento sagrado del ‘socialismo triunfante'. Se mide con pena la profundidad de este retroceso". (16)
La burocracia comenzó a inundar la prensa de alabanzas al matrimonio, la belleza del cuidado de los hijos y la familia, elevándose a un principio moral comunista, opuesto al "amor libre" degenerado de la sociedad burguesa. En 1945 se dejó de reconocer la "ley de matrimonio común", a pesar de que estaba reconocido como legítimo desde los años veinte. La nueva conciencia sobre la igualdad de los sexos que se desarrolló en ese período fue duramente restringida.
La asombrosa victoria de la URSS sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, garantizó una mayor estabilidad al Estado soviético. A pesar del cáncer de la burocracia que sufría la sociedad soviética, la economía planificada permitió un desarrollo asombroso impensable en una economía de mercado. Este crecimiento de la economía fue lo que permitió al sistema adquirir un cierto grado de apoyo entre las masas, a pesar de los enormes reveses en el terreno político. Todos los esfuerzos titánicos de los bolcheviques por implicar a las masas directamente en el partido y el trabajo soviético, se evaporaron de la memoria de las masas.
Gracias a la economía planificada introducida por la Revolución de Octubre, a pesar del papel reaccionario de la burocracia estalinista, la mujer comenzó a jugar un papel más importante en la sociedad. En los años sesenta y setenta, el número de mujeres en la universidad sólo era sobrepasado por tres países occidentales: Francia, Finlandia y EEUU. Se aprobaron leyes que moraban la situación de la mujer, se prohibió el trabajo en las minas y nocturno. Entre 1960 y 1971, el número de plazas en preescolar pasó´ de medio millón a 5 millones, estos cambios permitieron a la mujer buscar empleo fuera del hogar. Unas estadísticas de 1971 mostraban que el número de mujeres en el terreno paramédico era del 98 por ciento de la fuerza laboral total. De modo similar, la mujer en la medicina y en la enseñanza estatal suponía el 75 por ciento de la fuerza laboral total, el 90 por ciento de los bibliotecarios eran mujeres. Las mejoras en la sanidad pública gracias al servicio nacional de salud garantizaron que la esperanza de vida de la mujer, que en 1927 era de 30 años, subiera en 1970 a los 74 años. La mortalidad infantil bajó un 90 por ciento. Estos resultados demostraban las ventajas de la economía planificada. Aunque también se hicieron mejoras en los niveles de vida de los países occidentales durante el mismo período, de ninguna manera se pueden comparar con los impresionantes cambios ocurridos en la URSS, sobre todo si consideramos que los países occidentales tenían como punto de partida un nivel económico muy superior.
La eliminación gradual de todos los beneficios derivados del crecimiento económico en el período de la posguerra, permitieron la rendición final a las leyes de la economía de mercado, que llevó inevitablemente al abandono de las conquistas del pasado, con el regreso a la barbarie del capitalismo. Citaremos directamente a Ted Grant:
"El movimiento hacia el capitalismo hizo retroceder rápidamente las conquistas del pasado, retrocedió la posición de la mujer hasta la esclavitud abyecta en el nombre hipócrita de la ‘familia'. La parte más grande de la carga de la crisis se situó sobre los hombros de las mujeres. Las mujeres fueron las primeras en ser despedidas, para evitar tener que pagar subsidios sociales, como los de maternidad o por hijos. Dado que las mujeres formaban más del 51 por ciento de la fuerza laboral rusa y de éste el 90 por ciento de las mujeres trabajaba, el crecimiento del desempleo ha significado que más del 70 por ciento de los trabajadores parados en Rusia son ahora mujeres. En algunas cifras la cifra alcanza el 90 por ciento.
"El colapso de los servicios sociales y el aumento del desempleo significa que todos los beneficios de la economía planificada par las mujeres sistemáticamente desaparecieron.
"(...) En el régimen anterior, las mujeres recibían el 70 por ciento de los salarios masculinos. La cifra ahora es del 40 por ciento. Mantener a una familia con un salario ya era difícil en la antigua URSS. Ahora, con el aumento de la pobreza es prácticamente imposible. De este modo, las mujeres son las víctimas principales de este régimen reaccionario". (17)
Nunca antes las palabras de Marx y Engels en La sagrada familia han sido tan verdaderas:
"El cambio de época histórica siempre se puede determinar por el avance de las mujeres hacia la libertad, porque aquí, en la relación de la mujer con el hombre, del débil con el fuerte, la victoria de la naturaleza humanidad sobre la brutalidad es más evidente. El grado de emancipación de la mujer es la medida natural de la emancipación general". (18)
El empeoramiento de las condiciones de las mujeres bajo el capitalismo subraya la necesidad de continuar la lucha por el derrocamiento de este sistema social y económico, no sólo en un país, sino en todo el mundo. El capitalismo empuja a la sociedad hacia el atraso y es directamente responsable de la aparición de elementos de barbarie dentro de la sociedad. La transformación socialista de la sociedad es la única solución.
Elisabetta Rossi
NOTAS
•1. Ver Socialist Women. European socialist feminism in the nineteenth and early twentieth centuries. Editado por M. J. Boxer & J. H. Quataert, Greenwood Pub, Gropu. 1978.
•2. Donne in rivolta nella Russia zarista. Cathy Porter. Feltrinelli editore. 1977.
•3. M. J. Boxer & J. H. Quataert. Op. cit.
•4. Zetkin femminista senza frontier. G. Badia. Erre emme edizioni. 1994.
•5. G. Badia. Op. Cit.
•6. Natasha. A Bolshevik Woman Organiser. A short biography. L. Katesheva.
•7. Bolshevism. The Road to Revolution. A. Woods. Wellred Publications. Londres. 1999.
•8. www.tightrope.it/user/chefare/donne/burga/dorient.htm
•9. Donne. Resistenza e Rivoluzione. S. Rowbotham. Piccola Biblioteca Eiunaudi. 1972
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